Al descubrir la presencia de fantasmas en su casa de veraneo -con uno de ellos luciendo un aspecto bastante terrorífico-, una familia llama a un pintoresco exorcista que, tras dar un repaso a la vivienda, les aconseja no echar a los espíritus del lugar, puesto que no los considera malignos. Pero al padre no le hace ni puñetera gracia, así que, a escondidas de la mujer, contacta con otro exorcista para que pase el mocho.
A partir de ese momento, y conviviendo ambos bajo el mismo techo, el cazador de fantasmas comenzará a revelarse como un individuo siniestro repleto de secretos sórdidos e inquietantes que harán pensar al padre que se ha metido en un buen lío. Y pueden apostar que sí.
"Another Evil" es una película de esas producidas de modo totalmente independiente (si no contamos la ayuda por parte del festival de Sundance) y que convierte la austeridad en toda una forma de estilo. La mayoría de la historia se desarrolla en la casa de veraneo con dos personajes que no paran de hablar. Sin embargo, y a pesar de ello, la cosa funciona, consigue mantenerte enganchado, interesado en cómo se van desarrollando los acontecimientos, inquieto por las escalofriantes batallitas que cuenta el personaje del exorcista y porque ves que, tras esa fachada educada y agradable, se oculta algo peligroso. Nunca la sencillez funcionó tan bien.
Ello se lo debemos al talento de sus dos actores principales (Mark Proksch y Steve Zissis) y a su director y guionista, Carson Mell, que tras varios cortos y trabajos como escribiente, debuta en el largo con "Another Evil".
Que esta película guarde ciertas similitudes con "Creep" no es accidental. Uno de los curres de Mell consistió en guionizar para Mark Duplass (y hermano), co-creador de aquella. Sería legítimo considerar que exista cierta influencia. Pero eso no quita méritos a "Another Evil", una película que sin tampoco ser nada revolucionario, se consume con agrado.