A priori, esta cinta de la que se distribuyeron dos
ediciones conocidas, era un misterio. Una de las carátulas sugería que nos
encontrábamos ante una película de ambiente circense, a juzgar por el crédito
que rezaba “Dirigida por Sebastián D’arbó”, mientras que la otra edición podía
parecer que se trataba de una película de dibujos animados. Pues ni una cosa ni
la otra. “Tarde de fiesta” en realidad es una filmación de un espectáculo de
circo portátil perpetrada bajo encargo por D’arbó, que con un par de cámaras y
un equipo técnico completito, se graba el show sin inmutarse y luego eso se
comercializa en vídeo de alquiler para sorpresa del que no supiera muy bien que
estaba eligiendo.
La filmación es de lo más extraña ya que el sonido es muy
nítido para lo que estamos acostumbrados en productos de esta índole y aunque a
veces detectamos sonido directo, también se detecta, en algunos extractos,
sonido doblado. Como fuere, la cosa es tan sencilla como ver un espectáculo de
circo al aire libre con su
mago/ilusionista, su contorsionista, sus jefes de pista que hacen las veces de
payasos, o el plato fuerte de la función, Kirman, el faquir tragafuegos, que
hace morir de miedo a uno de los niños del
respetable público. Todo muy a saco y sin seguridad ninguna, muy
ochentero y entrañable.
La grabación se llevó a cabo en la localidad de Vic en
Barcelona, y la compañía a filmar era el Circo Sémola. Ese grupo de artistas,
comandados por el ya fallecido Joan Grau i Roca y varios miembros de su
familia, a finales de los 80 se recicló en compañía de teatro haciéndose llamar desde entonces Teatro
Sémola y, hasta el fallecimiento de Grau,
se dedicaron a hacer toda suerte de obritas de teatro siempre de carácter
itinerante y muy local, no llegando nunca a ser una gran compañía que llenara los
complejos teatrales punteros, pero populares dentro del circuito de
aficionados. Por eso, lo que tenemos aquí es un documento seminal de la
compañía, ya que en sus inicios fueron una agrupación meramente circense y callejera que actuaban
al aire libre y sin una mala carpa en la que resguardarse, adornando el
espectáculo, eso sí, con una estupenda orquesta musical.
Lo curioso es que la cinta no está mal, es entretenida,
curiosa por la época que retrata, vemos como los mismos artistas hacen las
veces de malabaristas, payasos o presentadores y, si como a mí, os llama
mínimamente la atención el mundo del circo (y más este tipo de circos
pequeñitos y casi tercermundistas), pues estamos ante una grabación añeja de lo
más disfrutable. O al menos, sí que es mejor que las películas de D’arbó, o al
menos más honesta.
Producida y distribuida por Vadi Mon, sello que en los
ochenta operaba en los videoclubes con un logotipo fascinante, he de decir que
la cinta está disponible para su visionado en Youtube, y que la descubrí gracias
a la reseña que sobre ella hizo Domingo López en su Facebook (lugar de donde le
he chorizado la carátula para ilustrar esta entrada) ya que yo no tenía
conocimiento de ella y jamás la vi en las estanterías de los videoclubes que yo
frecuentaba en la época. Ha supuesto, para mí, todo un descubrimiento. Echarle
un ojillo no les va a costar ningún esfuerzo.