Cuando la Cannon, de puro resultona, consiguió que una potente major como Metro Goldwin Mayer se hiciera cargo de la distribución en cines de su catálogo en ciernes, era de esperar que, tarde o temprano, Menahem Golan y Yoran Globus la cagasen por el camino. Y es que los entrañables israelíes ponían sobre la mesa los cojones y las excentricidades por encima de la razón. Ahora, tampoco perdamos de vista el matrimonio formado por John Derek y Bo Derek cuyo modus operandi no era otro que el exhibicionismo y el retraso mental —no hay que olvidarse de que Bo Derek es a día de hoy un icono del cine, pero lo es por guapa, no por talentosa—, atributos estos con los que se rodaron cuatro películas que vistas hoy, sin duda resultan obras maestras del descerebre. Cualquiera diría que estaban dirigidas por un orangután en celo y protagonizadas por tres kilos de ternera. “Bolero” es el máximo exponente de todo esto que digo y el motivo por el que Frank Yablans de Metro Goldwin Mayer rescindió su importante contrato de distribución con Cannon, al querer mantener el nombre de su compañía bien alejado de esta caterva de deficientes mentales con ínfulas artísticas.
“Bolero” en sí misma es un despropósito. Se trata de un drama de aventuras de corte erótico, con los ojos puestos en los clásicos de los 70 (“Emmanuelle” y demás) que, ambientado en los años 20, cuenta una historia que realmente importa un pijo; Una mujer adinerada, víctima de la más pura represión en su educación, se despendola al graduarse y emprenderá, junto a una amiga y su chófer, un viaje por el mundo con el fin de encontrar al maromo que habrá de desvirgarla, siendo los principales aspirantes un jeque árabe —que la embadurna en miel y, teniéndola cachonda perdida, se queda dormido antes de penetrarla—, y un torero andaluz con muchas propiedades que se la folla al amanecer e incluso llega a enamorarla, sin embargo cuando mejor van las cosas, le coge un toro y le deja impedido de cintura para abajo, lo que hará plantearse a nuestra protagonista si merece la pena estar con un hombre que no puede darle placer. En lo sucesivo, intentará seducirle montando a caballo en pelotas para ver si así se le endereza la cosa al hombre. Mientras, el jeque árabe intentará secuestrarla y llevársela consigo con el fin de penetrarla, pero no lo conseguirá porque el chófer de nuestra protagonista es más bruto que un arado y detiene con sus manos desnudas el avión donde el jeque pretende llevarse a nuestra amiga. ¿Suena bien, eh? Pues vista es todavía mejor.
Se trata de una de las películas más ridículas de la historia, con los diálogos más estúpidos escritos por mano humana, pero además de todo eso, y de su ostentosa pompa, el contenido erótico roza el porno soft. La mera excusa de la existencia de la película, además, es eso, mostrar el palmito de Bo Derek y poder verla hacer el amor con galanes latinos buscados ex profeso para que hagan juego con la diva. Quizás a día de hoy esas secuencias resulten más horteras que pornográficas, pero en 1984 quizás si eran motivo de algarabía.
El caso es que durante la concepción de la cinta, Menahem Golan no paraba de sugerir tanto al director John Derek, como a su esposa, que rodaran escenas eróticas más explícitas, cosa esta a la que los Derek se negaron porque, ir más lejos de lo que habían rodado era ya entrar en terrenos de porno hardcore, por lo que se negaron a meter más folleteo a una película que ya era todo el rato eso. Como fuere, antes de su exhibición en cines, se le preparó un pase de prueba de la película a Frank Yablans que al verla quedó horrorizado, no solo por el alto contenido erótico, sino por la gilipollez que en sí era. Además, la junta de censores otorgaría a la película una “X” como una catedral, lo que reduciría la exhibición de esta a cines porno. Yablans sugirió así a Golan que cortara material erótico para poder exhibirla en cines normales, cosa a la que este se negó y, en consecuencia, Metro Goldwin Mayer se negó a distribuir la película.
Menahem Golan no se amilanó con la decisión de Yablans y la solución que tomó fue estrenarla él mismo bajo distribución de la propia Cannon, como ya había hecho antes del acuerdo con metro, y para que no le encasquetasen una X, decidió estrenarla sin calificación alguna. Haciendo esto, incumplía partes de las cláusulas del contrato de distribución con Metro, por lo que Yablans se acogió a eso para rescindir su contrato y, ya de paso, quitarse a esta puta gente de encima. Cannon siguió después operando por su cuenta y riesgo.
“Bolero”, que tuvo una campaña de promoción brutal para ser una película sin calificar, a duras penas consiguió recuperar sus costes, siendo un fracaso total y absoluto no solo de público, sino también de crítica, consiguiendo en su carrera nueve nominaciones a los premios razzie de los cuales se llevó seis. Asimismo, a día de hoy es una película de absoluto culto, como pueden serlo todas las ejecutadas por los Derek.
El caso es que, estúpida y vergonzante como es, está un rato entretenida precisamente por estúpida y vergonzante, y resulta imposible no descoyuntarse de la risa en escenas como la del jeque árabe lamiendo el cuerpo embadurnado de miel de Bo Derek, que más que provocar excitación provoca asco, o cuando el personaje del pobre George Kennedy intenta parar una avioneta que va a despegar con sus propias manos. Lo cierto es que cada cinco minutos viene algo, ya sea una escena risible, ya sea un dialogo subnormal, que convierten “Bolero” en una cinta altamente disfrutable. Y los pajilleros que no sean excesivamente tontos, obtendrán el doble de disfrute, si es que son capaces de centrarse un poquito en la película y tener las manos quietas.
Otro de los disparates es contar con la presencia de Olivia d’Abo, que se despelota cada dos por tres teniendo en el momento del rodaje ¡¡13 años de edad!!
Como parte de la película se desarrolla en España, el reparto tiene una gran presencia española, así que, junto a Bo Derek y el anteriormente mentado George Kennedy, tenemos a una jovencita Ana Obregón que se buscaba la vida en los USA como buenamente podía —y que participó en una serie de películas, durante su carrera como actriz, a mi juicio estupendas— y a la que también se le concede una escena erótica, así como tenemos pequeños papeles para Mirta Miller, que se encargará de meterse en la cama con el bueno de Kennedy o la perra Mary, esa perrita deliciosa que salía en todas las películas españolas de la época y que dio vida al perro Superman en las películas de Parchís.
En un principio el papel de Ángel, el galán andaluz, estaba previsto que lo interpretara Fabio Testi, pero tenía una especie de afección cutánea muy visible que era difícil de camuflar con el maquillaje, por lo que pronto fue sustituido por Andrea Occhipinti, galán italiano que tiene cierta retirada a Hugh Jackman y al que hemos podido ver en cosas tan populares como “El destripador de Nueva York” o “Cuchillos en la oscuridad”.
John Derek, después del fracaso, rodaría alguna película más al servicio de su esposa, quizás más descerebrada incluso que esta, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión, porque pienso verme toda la filmografía de este matrimonio que permaneció unido, no obstante, hasta el fallecimiento de él en 1998.
“Bolero” es una película que en su momento era “muy de padres”, porque estaba destinada mayormente al público adulto. Bien; recuerdo a la perfección a mis señores padres viniendo del cine y echando pestes de la película tras verla. A mí, me encanta.