sábado, 10 de septiembre de 2022

DRIFTER

Hacía tiempo que le tenía echado el ojo a Joe Sherlock, videoasta activo desde los años noventa que, si se ha ganado alguna clase de reputación, es gracias a la costumbre de meter en sus películas seres humanos, de edad y físico lejos del canon establecido de lo que se considera belleza, dispuestísimos al despelote indiscriminado. Es decir, en las vídeo-cosas de Sherlock verán gordas cuarentonas aireando sus enormes y feas tetazas colgantes, tal y como si fuesen jovencitas de buen ver. Además, editaba un fanzine noventero dedicado al cine de horror llamado "Dr.Squid", algo que valoro mucho. Ello, y las curiosas pasiones que despertaba en cierto fandom, me inclinaron a deglutir alguna de sus obras.
Mi primer intento fue con "Drifter", una especie de "slasher" sobre un vagabundo asesino que se cuela en una casa maldita y comienza a cargarse a todos aquellos que la visitan por el motivo que sea. Efectivamente, tardan cero minutos en mostrar el primer polvo entre dos cuerpos orondos
. Y así de primeras choca. Dices "Mola!" Pero a medida que el efecto sorpresa se desvanece, la experiencia se torna más y más farragosa. Además, los crímenes no son especialmente llamativos en cuanto a lo truculento, y eso en una película SOV es casi imperdonable (ya que, aparte de sexo y violencia, poco más ofrecen)
Un aspecto positivo -supongo- de Joe Sherlock -y su "cine"-, es que se esfuerza en dotarlo de calidad. Sabe poner la cámara en el trípode. Sabe encuadrar. Sabe iluminar la estancia con luces de colores. Incluso sus actores, aunque limitados, no son terriblemente incapaces. Y ahí radica el verdadero problema. Es tal el esfuerzo en cumplir con unos estándares, el PÁNICO que el videoasta tiene a cagarla, a dejar pasar alguna incompetencia que delate el genuino espíritu casero/amateur del invento y sitúe su obra a la altura de las peores roñas habituales en SOVlandia, que anda toooda la película con el culo prieto. Extremadamente contenido. Cuidadoso. Y lo que termina obteniendo es frío, insípido, formalmente cobarde, plano como una tabla de surf, elemental, correcto, sin vida, sin emoción, sin dinamismo, sin nada llamativo, sobresaliente o extraordinario (más allá de los desnudos chuscos) En una ocasión, el gran George Kuchar aconsejaba que, si te ibas a liar con un largometraje con pinta de mojón, procuraras, cuanto menos, hacer algo cuya pestilencia resultante fuese tal que nadie pudiera ignorarla. El "cine" de Joe Sherlock es, justamente, lo opuesto.
Me aburrí tantísimo viendo la primera hora de "Drifter" que decidí pararla. "Tal vez he elegido mal. Voy a ver otra que, en apariencia, sea más delirante, con monstruos y efectos especiales". La elegida fue "Odd Noggins", sobre abducciones extraterrestres. Esta al menos sí tenía bichejos en la trama, y se suponía en parte comedia. Tras unos veinte minutos en los que no reí, y sí bostecé mucho, tiré la toalla con Joe Sherlock. Lo que, dadas las circunstancias, fue un paso de lo más... ¡elemental!