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domingo, 26 de julio de 2020

CINE DE VER ANO: GEORGE KUCHAR, THE COMEDY OF THE UNDERGROUND

Estas son las cosas que me empujan a odiar internet. Pero también a amarlo.
Hace muchos años que me enteré de la existencia de "George Kuchar: The comedy of the underground". Probablemente fue gracias al estupendo libro "Cine Independiente Americano: Una introducción". Por entonces ya era fan de George Kuchar, mi creador favorito (me produce urticaria usar la palabra artista). Pero pensar en ver el documental era un sueño imposible. Pasaron algunos años más hasta que pude hacerme con una copia de VHS comprada por Ebay a un yanki tarado. Era ilegal, así que no se veía demasiado bien... pero se veía. Y fui feliz.
Quien me iba a decir a mi que, transcurrido más tiempo, aparecería en YouTube, entero, a una calidad acojonante (sobre todo si la comparamos con mi copia) y subida -hace una escasa semana- por el hijo de uno de los dos directores, David Hallinger, que poco después se vería metido en algunos reconocidos productos mainstream como 
dire de foto. El otro, Gustavo Vázquez Orozco, era un cineasta que se movía en los márgenes y sigue siéndolo a día de hoy. Como nota curiosa, añadir que el montaje se lo debemos a Curt McDowell, responsable de ese clásico bizarro del porno titulado "Thundercrack!" -según guion de Kuchar- del que hablamos profusamente en un antiguo AVT Podcast (¡busquen en Ivoox!).
"George Kuchar: The comedy of the undergorund"  es de naturaleza marginal (dura una escasa hora y su vida comercial se ha limitado a festivales) y se rodó en 16mm el año 1983. Gira en torno a la figura del, probablemente, único cineasta underground por el que vale la pena interesarse, George Kuchar. Genuino, divertido, honesto y amante del cine Hollywoodiense y la cultura pop. Olvídense de pretenciosidades, proto-artistas y demás gilipollas afectados. Lo de este señor (y un poco su hermano Mike, pero menos) es distinto, y si no que se lo digan a John Waters, que les robó TODO, lo desprendió de su esencia, añadió una dosis de elemento shock para hacerlo más comercial y se forró a su costa.
Décadas después, se haría otro documental sobre los hermanos, "It came from Kuchar" (¡recomendado! rula también por YouTube y con subtítulos en inglés), pero carece del encanto de este que les dejamos hoy aquí, completo y en versión original (es lo que hay). Tal vez será por sus 16mm o porque retrata la que es, pa mi, la etapa más interesante de George Kuchar, los años 70. 
¡Aprovechen! a mi me costó un sindios poder verlo, ustedes lo tienen muy fácil. Y, siendo verano, y con toda la mierda esta del virus, es el momento ideal para sentarse frente a la pantalla, relajarse y darle al play.



DENLE "CLICK" EN LA IMAGEN PARA VER

sábado, 26 de octubre de 2013

ASESINATOS ANUNCIADOS (SCREAMPLAY)

El catálogo de Troma se divide en dos partes. Por un lado tenemos las películas de producción propia y por otro las que el sello adquiere para su distribución previo lavado de cara "tromático". Dentro de esta segunda categoría destaca la ingeniosamente titulada "Screamplay" (bautizada en España de modo menos inspirado como "Asesinatos Anunciados"), que en muchos hogares está considerada como lo más destacable del imperio Troma. Mejor o no, lo que nadie puede discutir es que "Screamplay" es un film muy peculiar, atípico, destinado a ser "cult movie" nada más nacer y que merece la buena reputación que arrastra.
Todo comenzó a mediados de los 70. Rufus Butler Seder, fan del cine de terror y aspirante a filmmaker, viaja a Hollywood desde su Boston natal. Allí conoce a dos tipos con los que acabará escribiendo el guión original de la obra. De vuelta a casa, crea junto a Dennis M. Piana el colectivo "Boston Black and White Movie Show", donde ruedan pequeños cortos abstractos de entre tres y quince minutos de duración. Llegan a producir 25 en tan solo año y medio. La cosa se vuelve tan ambiciosa que, finalmente, deciden ponerse manos a la obra con un largometraje comercial que les haga despegar, y es ahí donde Seder (que entonces contaba 38 tacos) recupera el guión de "Screamplay". Igual que hiciera Sam Raimi con "Posesión Infernal", el equipo rueda una bobina de muestra esperando así convencer a posibles inversores. Tras muchos esfuerzos, reúnen 50.000 dólares y comienza la producción un día cualquiera de 1983. Esta se desarrolla a lo largo de tres semanas. Dadas sus limitaciones, el formato elegido son unos granulosos 16mm. El equipo se mantiene fiel a la estética y las formas de los trabajos que hicieran para el "Boston Black and White Movie Show", solo que aplicándole una pátina más comercial tal y como explicaba Dennis Piana, que ejerce de productor y director de foto: "Hemos elegido cuidadosamente los diversos elementos susceptibles de seducir al público. A lo largo del rodaje, no cesamos de pensar en los espectadores, qué podría interesarles: la dramaturgia de las muertes, la estética, el look particular del blanco y negro...". Aunque en un principio, y por aquello de ahorrarse billetes verdes, la intención es rodar todo en exteriores, finalmente se opta por lo opuesto. Vamos, que no salen del estudio (por pequeño que sea) más que para viajar a Hollywood durante el fin de semana y tomar las imágenes necesarias para los trucajes fotográficos a base de proyección frontal y "mates", cosas estas de las que básicamente se encarga el mismo Butler Seder.
De entrada "Screamplay" opta por narrar una historia más bien clásica de misterio y terror, recubierta de un negro sentido del humor: Un guionista novel e ingenuo llega a la meca del cine, dispuesto a triunfar. Se instala en un hotelucho plagado de los más estrambóticos y dementes personajes. Poco a poco estos comenzarán a ser asesinados, con la mala pata de que sus muertes habían sido escritas previamente por el joven aspirante (que, por cierto, se llama "Edgar Allen"). Así, contada, parece bastante normalilla. Y lo es. A nivel narrativo "Screamplay" funciona, aunque por los pelos, rozando en ocasiones el aburrimiento. Afortunadamente, es aquí donde entra en juego su peculiar estética, tomada prestada del cine negro de los años cuarenta y, muy especialmente, del expresionismo Alemán de los años veinte (de hecho, hay un par de menciones muy directas a "El gabinete del Dr.Caligari" y "El Golem"). Claro, el contraste entre sus fabulosos y artesanos trucajes de sombras y luces y su narrativa más moderna, a base de mezclar terror y comedia, hacen del film un producto sumamente marciano y que merece verse e incluso tenerse.
Como suele pasar en estas cosas del cine genuinamente independiente, y de bajísimo presupuesto, Rufus Butler Seder se ve obligado a hacer de todo. Es el director, el co-guionista, el montador, se encarga de algunos trucajes y, obvio, de protagonizar el show. Le acompañan la troupe del "Boston Black and White Movie Show" al completo y un personaje tan interesante como la misma película: George Kuchar. Hablar de George Kuchar es hacerlo de un cacho de la historia del cine "underground" original (el de verdad, vamos). Junto a su hermano Mike, destacó en aquellos tiempos al lado de gente del calibre de Andy Warhol, Kenneth Anger o Jack Smith produciendo pequeñas películas en 8 y 16mm. Los hermanos Kuchar, y especialmente George, han dejado huella por ser los primeros en atizar al espectador a base de "trash", "camp" y "kitch", mezclando los colores chillones y el melodrama exagerado de Hollywood, con la cutrez y la sordidez propia del Bronx que habitaban. Dicho de otro modo, todo aquello que ha hecho famoso a John Waters, quien robó sin vergüenza del universo de los hermanos Kuchar. A lo largo de los años, continuaron haciendo películas de modo incansable, siempre dentro de la ultra-independencia y usando todos los formatos que tuvieran a mano (vídeo incluido). Desafortunadamente, y tras una carrera absolutamente prolífica, el año 2011 George Kuchar fallece. A día de hoy, y sin su otra mitad, Mike mantiene bien viva y humeante la llama del legado Kuchariano. Se recomienda el visionado del estupendo documental "It came from Kuchar" para saber más al respecto. El caso es que a mediados de los 80, George Kuchar fue contratado por las mentes pensantes tras "Screamplay" para interpretar a "Martin", el conserje del hotel donde se desarrolla la acción, alegando que: "Para hacer un film comercial, hacen falta varios ingredientes: litros de sangre, sexo y una estrella. Nuestra estrella es George". Por lo visto, y según cuenta el propio Kuchar en su autobiografía ("Reflections from a Cinematic Cesspool"), tanta fue la entrega que puso en la escena de su muerte -donde atravesaba una pared falsa- que se partió el tobillo, y acabó ingresado en el hospital luciendo el tétrico maquillaje de tez blanca aplicado a todos los actores de la película. ¡Qué cosas!. Este incidente arrasó con un buen cacho del presupuesto del film, algo que se sumó a los muchos disgustos que un ilusionado Rufus Butler Seder se llevaría a lo largo de la confección de su desvirgue.
Terminada "Screamplay", y tras una notoria vida festivalera, es adquirida por los mandamases de Troma y remontada a placer. Contentos con el resultado, Rufus Butler Seder y Dennis Piana planean un nuevo largometraje, a todo color y con un presupuesto de millón y medio. "Understanding Human Behaviour" se pretendía una comedia de ciencia ficción satírica inspirada en una novela de Thomas M. Disch, sin embargo el proyecto nunca vio la luz. De hecho, Seder, imagino que cansado y decepcionado por la experiencia, no hizo ningún largometraje más, prefirió enfocar su creatividad por otros derroteros. Actualmente es un reconocido artista visual, inventor y escritor de libros infantiles (algunos de ellos disponibles en España). Fascinante personaje.


Y para rematar, una imagen curiosa del rodaje, directamente escaneada de las páginas de un viejo "L´Ecran Fantastique"....

miércoles, 13 de septiembre de 2023

FOREVER AND ALWAYS

Ya tocaba reseñar de modo oficial y oficioso alguno de los trabajos del gran George Kuchar, que para algo es el creador que más admiro y respeto sobre la faz de la tierra. Y a la hora de ponerme, me he decantado por el que, sin ninguna clase de dudas, es mi corto favorito de los cientos que produjo hasta el día de su muerte: "Forever and Always" de 1978 ("Por siempre jamás" en castellano). Ya, dadas las circunstancias lo más lógico hubiese sido mentar alguna de sus posteriores incursiones en el formato vídeo, considerando lo muy reveladoras que me resultaron. Pero lo cierto -y esto ya lo he dicho otras veces- es que mi cosecha Kuchariana favorita es la de los setenta. Podríamos incluir finales de los sesenta ("Eclipse of the sun virgin" también me mola un rato) e inicios de los ochenta. Sin embargo, fue justo en la década del patilleo, los pantalones acampanados y la música disco donde George Kuchar produjo con la cámara de 16 milímetros un puñado de sus más resplandecientes pequeñas maravillas. Además, tiene algo de regocijante también que fuese una etapa de su carrera tirando a gris. Es decir, vivió el auge del underground en los sesenta, con todo el respectivo mamoneo mediático, y fue redescubierto en los ochenta / noventa gracias a los video-diarios, que le proporcionaron una segunda juventud artístico-creativa, así como un puñado de nuevos fans y críticos interesados en su obra. Por ello, los curreles setenteros quedan un poco en zona de nadie. Y, como digo, de todos mi favorito es "Forever and Always". Lo he sospechado durante mucho tiempo. Bien, ahora lo confirmo. Me encanta.
Narrativamente no se aleja mucho, o nada, de los intereses habituales de Kuchar. Especialmente ese sentido semi-paródico y exacerbado del melodrama hollywoodiense clásico (encabezado por Douglas Sirk). La cosa va de un matrimonio y sus retoños. Él, aburridísimo, fantasea con nuevas aventuras amorosas. Un día queda prendado de otra tipa y decide huir con ella, abandonando a la parienta y los críos. Esta, decepcionada, se los lleva a "Hooray for kids", una especie de festival infantil multitudinario. Allí pasará minutos de sumo estrés hasta un trágico desenlace, no exento de cierto elemento surrealista, mientras el esposo disfruta con su amante en un lugar supuestamente paradisíaco, donde se anuncia tornado y una ingente cantidad de basura se acumula en el agua del muelle.
George Kuchar recibió el encargo de documentar el mentado "Hooray for kids". Práctico como era, decidió sacar jugo al dinero (50 míseros dólares) y, cumpliendo con lo pactado, cascarse una peliculilla entera integrando el evento a la trama. Claro, ahora imagínense a los organizadores viendo semanas después "Forever and Always" proyectado en una pantalla. Deberían fliparlo mucho. No es que sea super experimental y raro, no, pero tampoco se puede decir que entre dentro de lo convencional, ni por asomo. Eran tiempos en los que el sonido directo escaseaba en el cine Kuchariano, así que viene ilustrado con un montón de extractos de canciones de lo más variadas y variopintas. Temas románticos, "crooners" cutrones, tonadillas infantiles... la mezcla es irresistible. Tampoco escasean los instantes un pelo bizarros, como cuando el marido se masturba -off camera- y, paralelamente, vemos a su mujer jugando con "Blandiblú". O la vecina sexy, ataviada cual Carmen Miranda de chichinabo, adorando a un tipo rarísimo de excéntrico peinado. Sin olvidar el momento homicida, que lo hay.
Este corto forma parte del famoso recopilatorio formato VHS que en su día sacó el "British Film Institute" y logré adquirir, "Color me lurid: The weird world of George Kuchar" (les dejo abajo la caratula al completo). Tal vez por eso le reservo tanto afecto, porque fue de lo primero que vi del cineasta quien, por cierto, comenta en las notas interiores lo mucho que le costaba a "Forever and Always" ganarse la simpatía del respetable, aunque a él le gustaba mogollón. A mí también maestro, a mi también. Y no poco.




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miércoles, 20 de marzo de 2024

"CREEPSHOW", A DOS GRADOS DE SEPARACIÓN

Desde los albores de este blog, escribir maravillas con respecto a "Creepshow" ha sido una obsesiva constante. Hasta hartar. Bien, lo que igual desconocen es que el clásico de George A. Romero guarda una serie de conexiones muy particulares con otros asuntos de índole igualmente apasionante, al menos para el que suscribe.
Tan apasionantes como mi otra película favorita (y que cae un puesto por delante de "Creepshow"), "Posesión Infernal". Ambas vienen emparentadas por un mismo nombre, el del agente Irvin Shapiro y, más gracioso aún, un pedazo de tema musical "vintage" de naturaleza "stock". Concretamente "Jazz Traditional - Charleston" de Erik Markman.
Se puede oír en los créditos finales de "Posesión Infernal" (o cuando el personaje de Bruce Campbell corre al sótano a por munición) y en una escena de la de George A. Romero. Mientras aquí tiene toda la lógica del mundo, sonando jukebox mediante junto a otras partituras del mismo periodo, en la previa... ¿por qué? Lo tenemos tan asumido que no vemos extrañeza en ello, ¿decantarse por un tema tan alegre y dicharachero al final de un film de horror tan intenso y más después de ver morir a su héroe? Bien, según se dice por ahí, consciente Sam Raimi de lo crudo, sangriento y oscuro del film, quiso compensarlo finalizando con semejante pieza. Tiene sentido. Sonaba tal que asín...

Habrá quien diga "También las dos películas comparten año de producción". Vale, pero eso creo que es más circunstancial, teniendo en cuenta que “Posesión…” tardó varios en completarse. Todo ello -y la presencia de Shapiro, supongo- permitió que ambas joyas acudiesen al festival de Cannes de aquel año mano con mano, dejando para la posteridad imágenes tan legendarias como las respectivas pancartas promocionales, una al lado de la otra, o la instantánea histórica de Sam y George juntos en el balcón de un hotel de la población franchute. Irrepetible.


Pero no acaba aquí la cosa.
¿Cómo se quedan si les digo que existe otro hilo conector entre "Creepshow" y.... mi héroe, George Kuchar? ¿Y qué tiene ello de extraño? Hombre, lo del clásico de Sam Raimi dispone de cierta lógica por año de producción, género y naturaleza... pero Kuchar pertenece a otro universo, otro nivel -uno más subterráneo-, y por ello la movida se torna exótica y marciana. Eso sí, para nada es una cuestión directa, que los dos Georges se conocieran y fuesen de cañas. En realidad, se debe a una tercera persona, Peggy Ahwesh.
En los ochenta Peggy era una punkilla que, además de ir a conciertos, pillaba una cámara de súper 8 y confeccionaba cortos con los colegas. Algunos de orden seudofeminista (al menos procedía en una época que eran poco comunes, ahora es feminista hasta el anuncio de cocacola). Un día, organiza una serie de proyecciones y, puesto que su hábitat natural resulta ser Pittsburgh, invita al cineasta más relevante del lugar, Don Romero. Se hacen amigos y, para cuando este arranca con "Creepshow", enchufa a la muchacha en funciones de asistente de algunos actores, entre ellos Ed Harris, quien se unió a ella, y su pandi, para terminar bailando pogo en algún concierto punk. Mítico. Ya puestos, fue la niñera de Joe King (hijo de Stephen, el niño del vudú/lector del tebeo y actual reputado escritor de terrores por... ¿cuenta propia?) y ayudó a ensuciar de verde el decorado de "La solitaria muerte de Jordy Verrill". ¡¡Vaya suertuda!!. Si se fijan bien en los títulos de crédito finales, la localizarán con la versión "seria" de su nombre, Margaret. 
Conclusa esta etapa (de la que aprendió tanto como para reconocer la gran influencia que tuvo en su cine el director de "La noche de los muertos vivientes", junto a otros ilustres: Dario Argento, Mario Bava y Lucio Fulci), Peggy, más en consonancia con su naturaleza “underground”, termina metida en los caóticos y alocados rodajes que el gran George Kuchar se marca como profesor en el "San Francisco Art Institute". 
Concretamente, sale caracterizada con un atuendo extravagante -algo muy propio de las Kucharadas- y haciendo el ridículo -algo muy propio de las Kucharadas- en una de las epopeyas más demenciales, extrañas y escatológicas del Maestro, "Evangelust", un palo desalmado a los tele predicadores que Kuchar grabó vídeo mediante a finales de los ochenta a base de caca y vómitos. Ahí va imagen del histórico encuentro...

Paralelamente, Peggy Ahwesh también se dejó ver en algunos video-diarios de Kuchar (concretamente: "Rainy Season", "Return to the House of Pain", "Fill Thy Crack with Whiteness" y "Munchies of Melody Manor"), pero esa es otra historia. En cuanto a su propia carrera, pues siguió pariendo cortos raros, dio el salto a los 16mm, luego al vídeo y finalmente las imágenes generadas por ordenador. Se hizo profa de bellas artes y hoy rula por Vimeo publicado las cosicas que inmortaliza mediante celular. Nada, todo muy aburrido y pretencioso... lo realmente interesante acá era contar su apasionante vínculo directo con sendas apasionantes movidas.
La próxima vez que entren en este blog y se encuentren con la enésima entrada dedicada al clásico de Romero (o al de Raimi), conténganse las ganas de destruir el ordenador. Como ven, hay motivos de sobras para amar a la(s) jodida(s).

sábado, 3 de diciembre de 2016

CONDESA DRÁCULA

El propietario de un museo de cera instalado en Los Ángeles organiza una expo sobre Drácula, y lo hace a lo grande, agenciándose objetos importados desde Transilvania y que, se supone, fueron genuina propiedad del rey de los vampiros. Ese día recibe una caja de más, una bastante grande. ¿Y que contiene?, fácil: a la viuda de Drácula. Vanessa. Una chupasangre con mucha mala hostia que se encoñará de él y recorrerá las calles en busca de alimento. La novia de aquel y un detective que parece salido de una novela negra unirán fuerzas para detener al monstruo y recuperar al muchacho.
Cuando vi esta peli en su día, editada en vídeo por "Dister", me pareció un rollo macabeo. Pero desde hace un tiempo me hacía tilín revisarla, únicamente por su director, Christopher Coppola, sobrino de Francis Ford y medio hermano de Nicolas. ¿El motivo?, pues que el muchacho fue alumno del legendario George Kuchar en el San Francisco Art Institute y mantuvieron la amistad hasta el fallecimiento de este. Podemos ver a Christopher en algunos de los video-diarios de Kuchar, en el recomendable documental "It came from Kuchar" y, más curioso si cabe, entrevistando a su ex-profe para las páginas de la revista "Fangoria". Fue ahí cuando Coppola explicó que durante el rodaje de "Condesa Drácula", que si en algo se destaca es en su estilizada utilización de iluminación a base de colores primarios, puso en práctica algunos de los trucos caseros aprendidos bajo tutela Kuchariana ante los horrorizados ojos del resto del equipo técnico. El mismo George Kuchar comenta en la entrevista que le gusta "Condesa Drácula" por su aspecto de comic y por su "extraño look". Entonces Coppola añade: "El problema fue que a la gente no le pareció terrorífica".
Tal declaración nos pone a huevo el que, justamente, es el problema de la peli reseñada. No es ya que no dé miedo, es que resulta altamente sosa. Sí, muy estilizada. Molan los colorines y tal. Pero a veces lo es tanto que te da la sensación de que estás viendo algo estéril, un anuncio de colonia. Lo compensan leves arrebatos de gore "old school", efectos visuales zopencos (ese terrible croma con el murciélago volador) e ideas puntuales que funcionan, destacando la secuencia de la misa negra (el obligado momento "tetil" de la función, a falta de que la prota se quite la ropa, y no será porque no tuviese experiencia previa tal y como luego veremos) con la masacre de satanistas, y ese Helsing senil y exaltado tan gracioso, especialmente cuando entra en la morgue y comienza a clavar estacas a los cadáveres. Son destellos que no arreglan la peli en su totalidad, pero que la hacen un poco más soportable. Logramos llegar al final sin volvernos locos de aburrimiento, pero también sin la sensación de haberlo pasado demasiado bien. "Condesa Drácula" se queda en un "pasable, por los pelos".
En el apartado de curiosidades, podemos citar ese plano en el que nos muestran descaradamente una placa a nombre de Francis Ford Coppola en el asfalto del famoso paseo de la fama o el pequeño papel como policía que se marca George Stover, el mítico astro de la serie Z, musa eventual de John Waters y mano derecha de Don Dohler.
La protagonista, Doña Drácula, no es otra que Sylvia Kristel, la famosa "Emmanuelle" que entonces vivía el peor momento de su carrera. Imagino que no se sentiría muy feliz caracterizada con una peluca cutre y todo ese maquillaje, tal vez ello explique su interpretación tirando a poco entusiasta. La acompañan otro del clan Coppola, Marc. Josef Sommer, un secundario de esos que salen en mil películas. Y Lenny Von Dohlen, al que hemos visto en algunos productos clásicos de los ochenta como "Sueños Eléctricos".
En cuanto al amigo Christopher Coppola, pues seguidamente rodó su título más respetado (y con protagonismo de Nicolas Cage), "El riesgo del vértigo", para volver un poco a cierta oscuridad pariendo mucho cine de género segundón y algunos productos televisivos. Entre sus últimas obras tenemos una "comedia de horror" que no he visto pero tiene pinta de ser curiosa, "The creature of the Sunny Side Up trailer park". Su más reciente aportación es del 2015 y se titula "Sacred Blood".

miércoles, 16 de noviembre de 2022

EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 19 Y FINAL - GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS

Llegamos al final de esta sección. No negaré que con cierto júbilo, pues ya comenzaba a estar hasta el gorro. Me ha costado dios y ayuda terminarla. Y, en plan hermosa rubrica, procedemos conectando con la otra sección más o menos habitual dedicada a bonitas imágenes escaneadas. Así, de todo el material exclusivamente visual aparecido en la ristra de ejemplares de "Casablanca" que el tío Vicente tuvo a bien cederme, me he quedado con las siguientes por llamativas, bellas, curiosas y nostálgicas.
Es pues el momento de ejecutar el ritual por última vez, el agradecido grito de guerra que, hoy, muta a "¡Hastaaaa siempreeee tío Vicenteeee!"

¿Por qué? Porque siempre mola ver al bueno de
Christopher Reeve luciendo el uniforme de Superman.


Tanto o más que el cartel de la tercera entrega de "Viernes 13".
Para mí, el mejor de la franquicia... incluso si luce en blanco y negro.



¿Se acuerdan de cuando "Tron" se anunciaba como lo siguiente
más mejor en cuanto a taquillazos? Mira que pintaba bien.
Esta portada de "Metal Hurlant" aparecía como publicidad en la
contraportada del respectivo ejemplar de "Casablanca".


Si he elegido el anuncio de esta ácida comedia británica es porque, siendo
chaval, sus imágenes me daban mal rollo. Ver a ese Malcom McDowell 
lleno de cicatrices atacando a sus médicos... no sé... resultaba algo perturbador. 
Era un joven impresionable, sin duda.


Y de McDowell a McDowell y tiro porque me toca.
Este es Curt, alumno aventajado del gran George Kuchar y director
de esa bizarrada titulada "Thundercrack!", de la que hablamos
largamente en formato podcast. Que gente como él -o como Kuchar-
salieran en la prensa especializada -nacional- de la época era algo
tan raro que merecía destacarse. Sin embargo, hay que señalar -en favor
de "Casablanca"- que ocasionalmente solían hacerlo. De hecho, en una
ocasión llegaron a hablar largamente de George. ¿Que por qué no
lo metemos en el blog? Pues tal vez en una próxima ocasión... si la hay.

sábado, 10 de septiembre de 2022

DRIFTER

Hacía tiempo que le tenía echado el ojo a Joe Sherlock, videoasta activo desde los años noventa que, si se ha ganado alguna clase de reputación, es gracias a la costumbre de meter en sus películas seres humanos, de edad y físico lejos del canon establecido de lo que se considera belleza, dispuestísimos al despelote indiscriminado. Es decir, en las vídeo-cosas de Sherlock verán gordas cuarentonas aireando sus enormes y feas tetazas colgantes, tal y como si fuesen jovencitas de buen ver. Además, editaba un fanzine noventero dedicado al cine de horror llamado "Dr.Squid", algo que valoro mucho. Ello, y las curiosas pasiones que despertaba en cierto fandom, me inclinaron a deglutir alguna de sus obras.
Mi primer intento fue con "Drifter", una especie de "slasher" sobre un vagabundo asesino que se cuela en una casa maldita y comienza a cargarse a todos aquellos que la visitan por el motivo que sea. Efectivamente, tardan cero minutos en mostrar el primer polvo entre dos cuerpos orondos
. Y así de primeras choca. Dices "Mola!" Pero a medida que el efecto sorpresa se desvanece, la experiencia se torna más y más farragosa. Además, los crímenes no son especialmente llamativos en cuanto a lo truculento, y eso en una película SOV etiquetable como horror, es casi imperdonable (ya que, aparte de sexo y violencia, poco más ofrecen)
Un aspecto positivo -supongo- de Joe Sherlock -y su "cine"-, es que se esfuerza en dotarlo de calidad. Sabe poner la cámara en el trípode. Sabe encuadrar. Sabe iluminar la estancia con luces de colores. Incluso sus actores, aunque limitados, no son terriblemente incapaces. Y ahí radica el verdadero problema. Es tal el esfuerzo en cumplir con unos estándares, el PÁNICO que el videoasta tiene a cagarla, a dejar pasar alguna incompetencia que delate el genuino espíritu casero/amateur del invento y sitúe su obra a la altura de las peores roñas habituales en SOVlandia, que anda toooda la película con el culo prieto. Extremadamente contenido. Cuidadoso. Y lo que termina obteniendo es frío, insípido, formalmente cobarde, plano como una tabla de surf, elemental, correcto, sin vida, sin emoción, sin dinamismo, sin nada llamativo, sobresaliente o extraordinario (más allá de los desnudos chuscos) En una ocasión, el gran George Kuchar aconsejaba que, si te ibas a liar con un largometraje con pinta de mojón, procuraras, cuanto menos, hacer algo cuya pestilencia resultante fuese tal que nadie pudiera ignorarla. El "cine" de Joe Sherlock es, justamente, lo opuesto.
Me aburrí tantísimo viendo la primera hora de "Drifter" que decidí pararla. "Tal vez he elegido mal. Voy a ver otra que, en apariencia, sea más delirante, con monstruos y efectos especiales". La elegida fue "Odd Noggins", sobre abducciones extraterrestres. Esta al menos sí tenía bichejos en la trama, y se suponía en parte comedia. Tras unos veinte minutos en los que no reí, y sí bostecé mucho, tiré la toalla con Joe Sherlock. Lo que, dadas las circunstancias, fue un paso de lo más... ¡elemental!

miércoles, 5 de enero de 2022

EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 5 (ESPECIAL NEW WAVE 1 / AMOS POE)

En 1982 ocurrió algo sensacional, la "XXVII Semana Internacional del cine de Valladolid" dedicó un notorio ciclo al cine independiente llegado desde los USA. Por supuesto hablo de la época en la que esa clase de material seguía siendo ultra-minoritario, iba genuinamente por libre y se paría en 16 mm. Lejos, muy lejos, quedaba aún la etiqueta "indie", Miramax y todo lo terrible que conllevó. De la intrusión del mainstream en un tipo de películas supuestamente ajenas a la industria y netamente artesanales. En algunos casos incluso rozando lo amateur. Con motivo de ello, se editó un libro que profundizaba en el tema, "Cine independiente americano: Una introducción" (de Fernando Herrero y Jose Ignacio Fernández Bourgón), y que fue de vital importancia para mí. Especialmente porque, entre los muchos autores (y películas) repasados, destacaban con luz propia el gran George Kuchar y otro que, entonces, me tenía obsesionado: Amos Poe.
Que este me molara tanto se debía a su vinculación, más o menos directa, con el punk rock. El GENUINO. El de mediados de los 70 en Nueva York, cuando significaba crear con libertad, con actitud, sin importarte las normas, ni el público. Dejar de hablar y actuar. Lejos de la etiqueta y patochada ridícula en la que, con los años, se convertiría. El cine de Amos Poe creció, evolucionó y absorbió mucho de aquel primer punk. Y, a lo tonto, se convirtió en el genuino padre fundador de lo que hoy día entendemos por cine independiente yanki. Luego vino Jim Jarmusch, se inspiró muy mucho en Poe, y le ganó la partida, llevándose los laureles, condenando a la eterna oscuridad a aquel quien, no obstante, ha seguido a lo suyo, haciendo sus peliculitas y actuando cual rancio intelectual de insulsa existencia pedante.
Es cierto que el cine "new wave" peca mucho de "arty" para mi gusto. Puede resultar un rato pretencioso y su obsesión con la "Nouvelle Vague" francesa -y especialmente Godard- me irrita de cojones. PERO si lo situamos en su contexto, tiene todo el sentido. Tanto como para "perdonarle" esas milongas y seguir comedidamente fascinado por su existencia (más que por sus películas, sangrantemente aburridas).
Paralelamente al festival y el libro, la revista "Casablanca" se hizo eco de todo ello, dedicando sendos artículos al pifostio. Dado que he ido publicando entradas sobre el asunto cuando se ha prestado, como pueden comprobar aquí, aquí y aquí, era de menester recuperar lo más interesante de esas páginas, dividido en tres tandas por aquello de no dar mucho la paliza. Y comenzamos con el padre putativo de todo ello, Amos Poe, al que en Febrero del 1983 "Casablanca" dedicó una interesantísima entrevista.
Para leerla, tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias ooootra veeeez tío Vicenteeee!



sábado, 11 de enero de 2025

EL RIESGO DEL VÉRTIGO

Comencé a escribir esta reseña asumiendo que "El riesgo del vértigo" (extraño y retorcido título español para "Deadfall", algo así como "Caída Mortal") era pura consecuencia del éxito de Quentin Tarantino con "Reservoir Dogs", recién iniciados los noventa. De cuando se puso de moda el cine negro protagonizado por villanos "cool" y enrollados. Pero, tras reflexionarlo, me di cuenta que, aunque dicha apreciación podía ser en parte acertada, no se trataba de un pleno. Al fin y al cabo, "El riesgo del vértigo" se hizo en 1993, y el Tarantinismo realmente petó con "Pulp Fiction" en 1994. Hasta cierto punto, y aún manteniendo su deuda con "Reservoir Dogs" -y la idea ya palpitante de que el cine """independiente""" podía ser comercial y violento sin renunciar a cierto prestigio autoral-, la verdadera conexión estaba con otra de las tendencias muy de aquella época en cuanto a ficción cinematográfica: David Lynch, quien revitalizó el cine negro, el thriller, añadiéndole unas gotas de delirio. En ocasiones lo suficientemente controladas como para no enturbiar la trama de base, contándote una historia de gangsters más o menos común en la que, súbitamente, colaba una locura visual o personaje extravagante ("Frank Booth", "Bobby Peru"...), que te descolocaba un poco, pero no lo suficiente como para sacarte de la película, dotándola incluso de cierta gracia extra. Una tendencia a la que muchos se apuntaron, entre ellos Christopher Coppola, sobrino de Francis Ford.
No es la primera vez que asoma por acá. Hablé de él cuando comentamos su largometraje de debut, "Condesa Drácula", y mencioné, regocijantemente, su condición de alumno/amigo del gran George Kuchar. Aquella curiosa pero mediocre película no hizo mucho por su carrera, así pues Christopher acabó recurriendo a lo fácil y, dada su posición, lógico: the family +, supongo, algún contacto por ahí que le ayudara a levantar el nuevo proyecto con el que soñaba. Consecuentemente, y hurgando entre el personal implicado en "El riesgo del vértigo", damos también con Talia Shire, su tía, y, muy especialmente, Nicolas Cage, su hermano.
Retomando aquello de los personajes extravagantes propios del Lynchismo noventero, pal caso tenemos tres ejemplos claros, un villano con una aparatosa y poco creíble mano falsa en forma de amenazadora tijera (al que, graciosamente, da vida el mismísimo Angus Scrimm, "Hombre Alto" en la saga "Phantasma"), un experto jugador de billar de modales exquisitos encarnado por otro coleguita del director, Charlie Sheen (seguido muy de cerca por su hermana Renée Estevez... ambos hijos del protagonista de "Apocalipsis Now"), o aquel al que insufla vida -o debería decir, sobredosis de vida- el hermano de Christopher. No es baladí pues la mención a David Lynch considerando que, parte del prestigio que entonces acarreaba Nicolas se fundamentaba en su papel protagonista para, justo, uno de esos thrillers raros del padre de "Cabeza Borradora", "Corazón Salvaje". Así, contar con él como reclamo sería de cierta ayuda (aunque se tratara de un rol secundario). Claro, ¿cuál es el problema? que Christopher dio carta blanca al actor para que hiciera lo que le diera la santa gana... y ya sabemos lo arriesgado que es eso, comentario muy oportuno considerando el título patrio del film. En "El riesgo del vértigo" Nicolas Cage pierde los papeles que da gusto. Desde la elección de su look, ahí con nariz y moreno de pega, peluquín, bigotillo, gafas de sol y vestuario colorista (no son pocas las ediciones que recurren a una estampa suya sin todos los abalorios, o únicamente un mostacho pintarrajeado, para evitar espantar al posible cliente -ver imagen adjunta-), a, sobre todo, las maneras. Decir histriónico es quedarse corto. Usar la palabra sobreactuado sería un insulto para los sobreactuadores del mundo libre. Nic no se pasa tres pueblos, se pasa tres estados, tres planetas y tres universos. Provocando el ridículo y la vergüenza ajena. Es agotador. Celebré con bailes y cánticos cuando su presencia deja de ser continua. Verlo para creerlo. Lo gracioso del caso es que, tanto gozó desfasando, que en 2017 decidió retomar al personaje para una película ajena titulada "Arsenal". Manda cojones.
Suerte que ahí están un Michael Biehn todavía "biehn" posicionado, el gran James Coburn, Peter Fonda y
 Mickey Dolenz de los "Monkees" -+ los mentados Angus Scrimm / Charlie Sheen- para contrarrestar las psicóticas cucamonas de Nicolas. Por aquello de cerrar el círculo, mentar a Nick Vallelonga, co-guionista, quien se marca un papelillo. Con los años lograría alcanzar el cielo ganando el Oscar por el libreto de la decente -y políticamente correcta- "Green Book".
"El riesgo del vértigo" narra la epopeya de un estafador profesional que, accidentalmente, mata a su padre durante un (que no "de un") golpe. Supuestamente las balas eran de fogueo, pero no. Agonizante, papá le pide que busque a su hermano (tío del prota) y reclame "la tarta". Así pues, el chaval decide hacer realidad el último deseo de su progenitor. Cuando localice al personaje en cuestión, se las verá con su matón de confianza, celoso ante las atenciones que se lleva el recién llegado, y se colará por la seudonovia de aquel. Como resultado, muchos conflictos, algunas muertes y varias sorpresas.
Aunque me sonaba haber leído críticas positivas de "El riesgo del vértigo" -al menos en su día- lo cierto es que, revisando, descubro más bien lo contrario. La tendencia general consiste en ponerla a bajar de un burro. Michael Biehn dice que es lo peor que ha hecho en su vida (¿¿en serio?? permíteme dudarlo). Incluso Christopher Coppola la desprecia y asegura que únicamente se la pone de vez en cuando para descojonarse con el trabajo de su hermano (!!!). Fue tal el desastre financiero, que recomendaron al joven director desaparecer un par de años, por aquello de limpiar su imagen y que Hollywood le retirara de la lista negra. No hizo ni caso, obvio. Y lo celebro. Así, su carrera consiguiente se mantuvo en un razonable tránsito de pura mediocridad, a base de westerns tardíos, alguna película infantil y la que, a día de hoy, sigue siendo la que más curiosidad me despierta, "The Creature of the Sunny Side Up Trailer Park" (algún día caerá) En fin, no sé, a mi "El riesgo del vértigo", consumida sin conocimiento de toda esta mandanga, me gustó y entretuvo. Tampoco veo que sea TAN terrible... salvo por ya saben quien. Pero incluso eso es perdonable... o divertido, según lo vean. Claro que podría estar siendo traicionado por las simpatías que siento hacia Christopher Coppola. No lo niego. Arrastrando el apellido que arrastra, que se haya convertido un poco en la "oveja negra" del clan, algo así como el reverso tenebroso de Sophia Coppola, mola mucho.

jueves, 22 de diciembre de 2011

CECIL B. DEMENTE

Un grupo bastante rarito de cineastas Underground capitaneado por el outsider Cecil B. Demente (interpretado por el, a su manera, también outsider Stephen Dorlph), que apuestan por un cine en el que la técnica es una lacra, lo comercial una blasfemia, y lo establecido una prisión, planea el secuestro de una actriz reconocida de Hollywood (e interpretada por Melanie Griffit en un rol delicioso), con el fin de rodar con ella de protagonista, una película definitiva, en la que primará la realidad, el caos y el terror. Para tener energía durante el rodaje de esta, los miembros del equipo practicarán la abstinencia sexual hasta finalizar el rodaje. Con la comisión de cine de Maryland en contra, y de modo un tanto terrorista, llevarán esta producción a buen puerto.
Una de las ultimas películas de un irremediablemente estandarizado John Waters, pope del cine under más trash y plagiador confeso del maestro George Kuchar, que con aires de auto homenaje, homenaje al underground, e incluso, y si me apuran, al cine en general, que no siendo ni de lejos unos de sus mejores trabajos, si es cierto que con el tiempo ha ganado; hoy quizás, tenga más gracia que cuando de estrenó hace ya trece años.
Waters, irreverente con esta película hasta donde la censura se lo permite, al final crea una parodia cruenta en la que en definitiva, la conclusión que sacamos del cineasta underground, es que es un inadaptado, un ignorante con delirios de intelectual, un paleto, y un drogadicto. Y por desgracia el cineasta underground medio, responde al menos a uno de estos perfiles con total seguridad. Y alguno, a todos.
Divertida, enloquecida, autoconsciente, la película tiene un gran punto a su favor, que es el dar a conocer al gran público la incendiaria y sectaria figura del cineasta underground, (que paradoja, el reivindicar esto tan minoritario en una película que se estrenó en medio mundo ¿no?) de la mano de alguien que conoce bien la escena. Y además, se permite el lujo de mofarse del el. Como muestra, la escena en la que Cecil B. Demente se topa con un grupo de señoras ya maduritas, defensoras del cine comercial, que le recriminan a este su “modus operandi”, alegando que “sus películas son una mierda, y que solo podrá hacer películas en vídeo”. Por otro lado, tampoco me consta la existencia de otro referente fuera del cine underground, que trate el tema del cine underground, dentro de la ficción.
La verdad es que pasé un buen rato volviéndola a ver, y he de decir que aunque Waters ya no significa para mí lo que significó en la adolescencia (una absoluta influencia, por no decir que una autentica obsesión), he de reconocer que me encanta el estilo de la ultima etapa (LOS SEXOADICTOS me parece maravillosa) y que, despojándome de mis prejuicios, continuaré yendo al cine a ver la ultima de Waters… si es que le da por rodar de nuevo, y si se diera el caso, si esto llegara a nuestras pantallas.
Como anécdota, comentar que justo en la época en la que se estrenó esta película, aquí en España es asqueroso de David Trueba, estrenó OBRA MAESTRA, película con Santiago Segura y Pablo Carbonell, que tirando por derroteros mucho más dramáticos, el argumento es exactamente el mismo que el de CECIL B. DEMENTE, en teoría por pura casualidad. Es muy posible que sea cierto. El cualquier caso, y a pesar del asco que nos da por aquí el clan Trueba, he de decir, que OBRA MAESTRA, es muy buena película. Incluso mejor que la de Waters. Pero esto que quede entre ustedes y yo.

sábado, 27 de marzo de 2021

CONGO

"Congo" era la película oficial que detestar en su año, 1995. Fue un fracaso de taquilla que aniquiló la carrera de Frank Marshall como director de primera fila. Y tanto crítica como público se pusieron de acuerdo para echar pestes de ella y ridiculizarla. Efectivamente, vista 26 años después, te das cuenta de lo caprichoso que es todo, y lo gilipollas que a veces puede ser la audiencia (no así los críticos, que nunca han dejado de serlo. Y por si algún lelo aún no lo tiene claro, yo no soy crítico de cine, solo un fan que habla de las películas que consume). No, "Congo" no es tan terrible. De hecho, está bastante maja.... que es exactamente lo que pensé el día que la vi en el cine "Comedia" de Barcelona, acompañado no de otro ser humano, sino de un bol de palomitas y una "Fanta" naranja, alimento ideal dada la naturaleza del film.
Todos sabemos que Frank Marshall venía de la mano del más grande creador de blockbusters que ha dado Hollywood, Steven Spielberg. Era algo que cantó mucho cuando este le produjo su debut en la dirección con la simpática "Aracnofobia" y canta aún más en "Congo". Primero por el tono de carrusel ligero + aventurero a lo Indiana Jones y, segundo, porque se basaba en una novela de Michael Crichton, muy de moda entonces gracias al éxito, cómo no, de "Parque Jurásico".
Los integrantes de una expedición a África, en busca de un diamante repollero, acaban muriendo bajo las zarpas de una criatura misteriosa de aspecto simiesco. En su lugar mandan otra, a la que se une un científico y su gorila capaz de comunicarse mediante signos. Un filántropo rumano de maravilloso nombre -¡Herkemer Homolka!- sospecha que el animal conoce el emplazamiento de unas legendarias minas repletas de piedras preciosas, lo que no sabe ni este, ni nadie, es que dicho lugar existe y todo aquel que se acerca a él, tal y como le pasó a la primera expedición, tendrá una muerte violenta.
Lo dicho, una auténtica película de aventuras con sus selvas, tesoros, muchos peligros y un volcán apunto de estallar. Como todo blockbuster, el ritmo es bastante acelerado, pasan mogollón de cosas, hay unas gotas de humor, algo de violencia por aquello de impresionar a las plateas juveniles y un fin de fiesta explosivo. Los gorilas, cortesía de Stan Winston, son tíos disfrazados. El único elementos puramente informático es la lava que arrasa con todo llegado su momento. Los personajes son lo suficientemente carismáticos para amarlos con intensidad aunque su función sea la de villano y, en general, uno pasa un rato de lo más ameno. No es una obra de arte, ni nada que deje una huella indeleble, pero sí un perfecto divertimento de fin de semana.
El alegre, colorido y fenomenal reparto incluye nombres como los de Laura Linney, Dylan Walsh, el entrañable Ernie Hudson, un delicioso Tim Curry, Joe Don Baker, James Karen, Stuart Pankin, Peter Jason, Delroy Lindo, Joe Pantoliano y, obvio, un llamativo e inesperado Bruce Campbell aún joven y delgado. Si descartamos las ocasiones en las que ha contado con enchufe, puede que esta sea su película más "mainstream"/gorda. De hecho, se presentó al casting buscando el rol protagonista -masculino-, y acabaron dándole uno mucho más escueto... pero significativo, sobre todo para los que en 1995 ya le conocíamos y adorábamos.
Como nota extra, añadir que "Congo" fue una de las películas en las que curró el generalmente oscuro David Hallinger, amigo y colaborador del gran George Kuchar, a quien le dedicó todo un documental en los años ochenta.
"Congo" es ideal para aquellos que, como yo, en el cine no busquen más que saludable escapismo y buen rollo.

jueves, 14 de julio de 2016

"BLEED, PART ONE" DE NICK ZEDD

Ya lo tenemos aquí, el hijo pródigo ha vuelto. Nick Zedd, el entrañable cineasta underground, capaz de provocar en mí tanta fascinación como rechazo. Tanta como para que me haya comido entero el librito del que voy a hablarles a continuación, "Bleed", su autobiografía.
Sabía que Zedd la había publicado originalmente en formato fotocopias y grapas. Y también que la coña habitual en la prensa alternativa del momento consistía en asegurar que más que unas memorias precoces, se trataba de un recuento de las tías a las que el pimpollo se había ventilado. Sin más. Nunca tuve especial curiosidad en leerlas, y nunca pensé que un día, hurgando por la red de redes, descubriría que el prestigioso "Macba" de Barcelona disponía de ellas.
A pesar de lo que diga mi pareja, soy un tipo muy curioso. Mi deseo de conocimientos me ha llevado a sitios y situaciones un tanto peculiares. Siempre cuento con orgullo que cuando me enteré que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona tenía un video-diario de George Kuchar, corrí a preguntar si podía echarle un ojo. Y me dijeron que sí. Y me lo comí sentado ante una triste televisión, con los auriculares puestos y peña cruzando sin descanso por mis espaldas. Bien, este era un caso parecido. ¿Cómo desaprovechar la ocasión de leer "Bleed" de Nick Zedd, y encima gratis?.
Cuando investigué un poco más, descubrí que no se trataba de material de biblioteca, sino de archivo. Es decir, si quería leerlo tocaba pedir cita previa. Y eso hice. La mañana que acudí, tuve que pasar por una especie de absurdo rito ceremonial que incluía hacerme una identificación en la entrada, rellenar una ficha de datos personales y, finalmente, encerrarme en una urna y ¡ponerme guantes de plástico!. Madre mía, ¡¡ni que fuese una muestra de la lefa del puñetero Leonardo Da Vinci!!.
La buena noticia es que el libro era enano y con la letra gorda, así que en seguida supe que me lo leería de un tirón esa misma mañana. La mala es que se trataba de una primera parte, no estaba completo. Pero bueno, para ir abriendo boca ya valía.
¿Y qué tal?, pues bien. Zedd arranca narrando su adolescencia como "bicho raro" en el insti. Sus primeras experiencias con las drogas y la delincuencia juvenil, el mundo del arte y sendos rechazos por parte de la industria audiovisual. Los curros de mierda que tuvo (y tiene) que hacer para ir sobreviviendo y algunas anécdotas de rodajes y movidas por el estilo.
No obstante, a lo que el autor tiende más es a hablar de otras personas que pasaron por su vida. Poniendo especial énfasis, eso sí, en aquellas más peculiares. Y, claro, ¿qué pasa?, que depende de lo interesante que sean para que la lectura resulte amena o se vuelva un rollete. Por ejemplo, hacia el final se empeña en narrarnos vida y milagros de un tio de lo más sórdido llamado Rick Strange, y ahí el libro se hace pesado. En cambio, cuando se centra en la figura del legendario actor y director de cine underground Jack Smith, la cosa cambia.
Smith estaba jodidamente loco. Vivía en un pisito decorado como si fuese un palacio de por allá oriente. A lo cutre y con cantidades ingentes de cucarachas entrando y saliendo a antojo. La bañera andaba llena de moho. Decía que quería rodar con miniaturas una película de piratas. Nunca lo hizo. Como tampoco nunca rodó la epopeya sobre "Simbad" que pretendía facturar sin salir de su pequeño hogar usando a su pingüino de peluche como protagonista. La leche.
Claro, ¿nos creemos todos los desvaríos que suelta el amigo Nick Zedd, al que siempre le ha tirado eso de montarse sus fantasías acorde a la imagen super-underground que pretendía dar?. No lo sé. Supongo que ahí está la gracia. En cualquier caso valió la pena pasar por el trance para echarle un ojo al librillo. Ya lo creo.

viernes, 5 de abril de 2024

EL VIDEO CLUB DE KIM

Yong-Man Kim, director de la película independiente “One-Third” —título ilocalizable y que no es precisamente por lo que es conocido el individuo en cuestión—, es un inmigrante coreano que en los años 70 se traslada a Nueva York donde pone un negocio de lavandería. Con el boom del vídeo a primeros de los 80,  aprovecha la coyuntura para incorporar a su establecimiento una pequeña estantería con películas de VHS de alquiler. Lo de las cintas va prosperando hasta que, vista la gran demanda, se ve obligado a desmantelar la lavandería para montar un videoclub: el mítico Kim’s Video de Nueva York. El negocio va tan bien que se expande, y llega a abrir siete sucursales en toda la ciudad, aunque su primera tienda, la más emblemática, es la que se convirtió en un lugar de peregrinaje para todos los cinéfilos neoyorkinos (dicen que los hermanos Coen debían 600 dólares en concepto de retrasos) que poseía más de 55.000 títulos entre los que se encontraba una nutrida sección de cine underground, donde los usuarios podían encontrar títulos de entes tan importantes del movimiento como podían ser Nick Zedd o nuestro querido George Kuchar, además de un amplio catálogo de cine raro, todos los subgéneros y sin descuidar en absoluto los últimos estrenos comerciales. Un autentico paraíso. También el dueño del establecimiento se vanagloriaba de tener las películas más extrañas de cualquier país del mundo. Y así era, con la particularidad de que el archivo que ponía a disposición de los usuarios no era muy legal que digamos. Yong-Man Kim se dedicaba a piratear cintas que encargaba a las embajadas o enviaba a sus empleados a festivales internacionales con el fin de que se trajeran nandanga. Copiaba las cintas y las ponía en alquiler en su videoclub. Por ese motivo el FBI les estaba retirando siempre material que el individuo, al día siguiente, reponía sin ningún problema. Y es que, aunque esa es una actividad tirando a gangsteril, el lema de Kim consistía en que “la propiedad intelectual era importante, pero más aún el conocimiento cinematográfico”.
Como fuere, el establecimiento sobrevivió a las acusaciones de piratería y a las distintas crisis, hasta que entrada la era digital dejó de ser rentable y fue cerrando todas sus sedes hasta no quedar ni una. Viéndose en la tesitura de tener que donar los 55.000 títulos en VHS y DVD que tenía en propiedad.
Por otro lado, un viejo socio del videoclub de Kim ahora cineasta, David Redmon, comienza con la filmación de un documental (este que nos ocupa) sobre qué le pasó al Kim’s Video. El chaval tenía este lugar en alto estima, lo consideraba el responsable de su recalcitrante cinefilia y quería investigar qué había pasado con todas esas cintas. Lo que sucedió es que Kim, ante más de 40 entidades gubernamentales que habían solicitado adquirir las películas, había decidido donarlo al pueblo de Selami en Sicilia, Italia, solicitantes de la donación y dispuestos a seguir a rajatabla los únicos requisitos que se pedían para hacerse cargo de la colección: tener un espacio donde mantener e incrementar ese legado, poner las películas a disposición de los usuarios y, en definitiva, cuidar de tan maravilloso regalo. Las autoridades de Selami se encargaron de archivar todo aquello en un recinto destinado a tal efecto. Además, cualquier socio de Nueva York podía tener una habitación en la localidad para poder visitar el archivo cuando deseara. Redmon, obsesionado con ese videoclub y teniendo esas directrices presentes, viaja a Sicilia con la idea de continuar con su documental, y cuando llega allí, todo son pegas por parte de las autoridades de Selami a la hora de acercarse al archivo. Este se encuentra cerrado y el trato con las gentes del pueblo es bastante hostil. Muy cabezón el tipo, decide acercarse al local donde están todas esas películas por su cuenta, y logra colarse dentro ya que la puerta está abierta (porque está rota), y allí es testigo de que el pueblo de Selami no solo no ha cumplido con sus promesas de preservación y archivo (de hecho tienen la nave cerrada al público) si no que, además, todas esas películas están abandonadas y con gran parte de ellas echadas a perder por el mal clima, la humedad y el precario almacenamiento. Descubre además que la  decisión de poner a buen recaudo la colección de Kim, no es más que una estratagema por parte del gobierno siciliano, corrupto y vinculado con la Mafia, para blanquear dinero y hacer publicidad del pueblo y de sus dirigentes de cara al exterior. En realidad las películas le daban igual al pueblo de Selani y las tenían ahí dejadas de la mano de dios, pudriéndose. Todo esto le parece fatal tanto a David Redmon como a Yong- Man Kim, que viaja asimismo a Selami a mostrar su disconformidad. Y en consecuencia se urde un plan para traer el videoclub de vuelta a Nueva York.
Esta fascinante historia, contada a través de las grabaciones de Redmon y la codirectora  Ashley Sabin así como cintas caseras pertenecientes a Yong Man Kim, viene ilustrada con una serie de escenas de distintas películas que, sin orden ni concierto, son paralelas a la rocambolesca experiencia que les ha tocado vivir, cuando tan solo querían hacer un documental sobre el paradero de su videoclub favorito.
Un documental con visos de thriller, y como tal, te tiene pendiente de que ocurrirá en todo momento. Luego nos damos cuenta de que no es más que una trama de blanqueo tan habitual como cualquier corruptela española al estilo de los papeles de Panamá (en la que estaba inmiscuido el mismísimo Almodóvar). Que el gobierno robe está a la orden del día en países como España, Italia etcétera, pero estos individuos americanos se toman muy a pecho lo que se está haciendo con una colección de vídeos —tampoco muy valiosa, porque, al margen de las cintas underground y/o difíciles de encontrar, el resto son ediciones sencillas en DVD y VHS de títulos híper trillados— que supone, además de un viejo negocio para su dueño, lo que queda de una zona de Nueva York transformada por la gentrificación como es el centro de Manhattan, Deuce, Upper East Side y demás zonas donde convivía cultura y delincuencia sin mayores aspavientos, y estaban sitos algunos de los videoclubs del Señor Kim.
Muy bueno el documental, y emocionante; te mantiene pegado a la butaca la hora y media larga que se gasta. Definitivamente, una agradable sorpresa, aunque también es cierto que resultan algo irritantes ciertas ínfulas que se gasta el amigo Redmon en la narración en off.
Más cercano al culturetísmo gafapastil (el de verdad, no el de los hipsters) que al posmodernismo propio de la reivindicación de lo retro, el documental fue carne de festival, sembrando pasiones en Tribeca, Sundance, Fantastic Fest y, por supuesto, Sitges.

miércoles, 20 de marzo de 2013

INTERVIEW: TIM KINCAID

Tim Kincaid es uno de mis cineastas de serie Z favoritos. Por alguna inexplicable razón, las pelis que hizo para Charles Band y su subdivisón video-clubera chunga "Beyond Infinity Films", me hacen mogollón de gracia. Tienen muchísimo encanto. Os hablo de las inmortales "Holocausto Robot", "La muerte ataca en Nueva York" y "Cazador de mutantes". En el pack también cabría "Superhuman", pero esa siempre la he visto como algo aparte. Las tres primeras, juntas, forman una trilogía "muy coherente".
Por si no lo sabían, Kincaid venía del porno, concretamente del de tendencia homosexual, donde curraba bajo el alias de Joe Gage. Cuando se metió en el cine no-pajero su plan era usar las mismas técnicas de rodaje que cuando filmaba cacas petados, es decir, poca guita y pocos días. Claro, así le salieron. Tras unos cuantos títulos más, y unos años retirado, retomó su alias y se metió a hacer porno otra vez, solo que, hasta hoy, no ha parado de grabar y triunfar.
Por todo eso, me hacía mazo de ilusión entrevistarle. Sin embargo, sus respuestas, escuetas y algo frías, me han resultado una gran decepción ya que mis preguntas (más largas originalmente que las aquí expuestas) iban cargaditas de pasión y datos. A punto he estado de no publicarla, pero al final me he dicho aquello de "Qué carajo!"...
Pasen y lean (aunque sea poco)...


 Tim Kincaid, disfrazado de Joe Gage, en plena porno-faena....

¿Cual es el origen de su interés en el cine?, ¿hacía cortos en super 8 siendo adolescente?...

Amaba las películas desde la infancia. Comencé como actor pero nunca me puse tras una cámara hasta que hice mi primera película profesional.

En la película del 1971 "Quadroon", hay un Tim Kincaid en el reparto. ¿Es usted?.

Sí, soy yo.

Según algunas fuentes, nació como Tim Gambiani. ¿Por qué esos cambios de nombre?.

Esa información incorrecta ha estado en Imdb, y otros sitios, desde hace años. No tengo ni idea dónde comenzó.

Su primera película fue "The Female Response", del 73. Háblenos de ella.

Las películas de sexo "softcore" florecieron en los primeros años 70. Reuní a un grupo de inversores para poder meterme en el mundillo.

Y de ahí pasó a la pornografía. ¿Por qué el cambio?.

En aquella época, pensaba que era el futuro del cine "mainstream".

En 1986, deja el porno y rueda "La prisión" ("Bad Girls Dormitory"). ¿Por qué una peli "w.i.p" (women in pison)?

Siempre fui un fan del género, y quería probarlo.

De ahí pasamos a "Beyond Infinity Films". ¿Cómo comenzó todo ello, incluida su relación con Charles Band?.

Nos conocimos en una convención de cine americano en Los Angeles. Vió el trailer de "La prisión" e inmediatamente me ofreció un contrato para varias películas.

¿Cual era la infraestructura de esas películas?

Todas se rodaron en 35mm en cuatro o cinco días, con presupuestos sobre los 85,000 dólares cada una, si no recuerdo mal.

Da la sensación de que comenzaban con un poster espectacular y un título llamativo. ¿Es correcto?.

Es correcto!.

En aquellos tiempos, todas esas pelis eran automáticamente tildadas de basura. Ahora, con los años, parece que ha mejorado la opinión al respecto. ¿Qué opina de ese cambio de mentalidad y qué piensa usted de ellas?.

Las considero pecadillos de juventud. La audiencia puede disfrutar de ellas como pequeñas y baratas cápsulas temporales.


De todas, "Holocausto Robot" parece enfocada a un público más juvenil por su tono aventurero/fantasioso y su ausencia real de violencia y tetas....

En realidad es que no había presupuesto suficiente para expandir las áreas de acción y desnudos.

El gran Ed French era colaborador habitual suyo, no solo como maquillador, también como actor. ¿Qué tal?.

Trabajar con Ed era una maravilla y su trabajo era de primera clase. Su talento interpretativo no estaba tan mal, después de todo.

En "Superhuman" ("Maximum Thrust"/"The Occultist") aparece un tio con una polla-metralleta. Gran idea. ¿De dónde sale?.

De Ursula Andress y sus tetas-pistola en "La víctima número diez". Ahora Robert Rodriguez está llevando la antorcha con Sofia Vergara en la secuela de "Machete".

¿Solía relacionarse con los otros integrantes de "Beyond Infinity Films" como David DeCoteau o Gorman Bechard?.

Ellos trabajaban en California, yo lo hacía en Nueva York, así que nuestros caminos raramente se cruzaban.

¿Que tal su experiencia como productor en 1987 con "Enemy Territory" y "Necropolis"?

Desagradable en extremo.

Háblenos de la menos conocida de sus películas durante este periodo, "Riot on 42nd St.". En ella actuaba un imberbe Jeff Fahey, ¿que tal fue la movida?.


Los productores se quedaron sin dinero a mitad de producción. Lo que existía se montó como se pudo y se estrenó en un cine de la calle 42 por unos cuantos días y únicamente por razones fiscales. He oído que hay un DVD en marcha justo ahora, pero no lo he visto y ni ganas tengo.
Jeff Fahey hizo su primera película conmigo con el fin de aclimitarse a los tejemanejes de la industria del cine y así afrontar su siguiente película, "Silverado". Era excelente y un auténtico buen chico.

¿Es "Ella ha vuelto" ("She´s Back") una parodia de las pelis de venganzas y justicieros?

Sí, lo es.

En esa peli curró con Carrie Fisher en plena resaca drogadiza. ¿Qué tal la experiencia?. Por otro lado, Buddy Giovinazzo, director de "Combat Shock", era el guionista.

Nunca he hablado de lo que supuso trabajar con Carrie, y no lo haré ahora.
Buddy estaba lleno de ideas y siempre centrado en el trabajo. Ahora enseña cine y trabaja en Europa.

Y entonces volvió al porno, retomando su pseudónimo de Joe Gage. ¿Por qué ese regreso, se siente más cómodo así?.

Seguía al dinero. El nombre de Joe Gage se convirtió en una marca en sí misma, y disfruto del trabajo. Las personas no son menos incompletas que aquellas que negocian en otras ramas de la industria cinematográfica.

Imagino que las cosas habrían cambiado mucho en el mundillo, ¿no?, ¿qué tal la reentrada?.

Re-comencé justo cuando el salto al cine digital estaba en pleno apogeo y en seguida me di cuenta de que había encontrado el paraíso.


¿Ha pensado en regresar al cine no-porno, alguna idea?

Siempre ando buscando nuevos territorios que conquistar.

Y para terminar, tres curiosidades...
¿Es cierta su implicación en tareas de co-director en la peli "Simbad" de la "Cannon"?

Más información equivocada de Imdb. He contactado con ellos a lo largo de los años para que lo arreglen, pero nunca ha ocurrido nada.

Entre 1989 y 2001 se dedica a escribir novelas...

Escribí un par, "Today, tomorrow and always" y "Never let me go", dentro del género de "novelas para leer en el aeropuerto o en la playa". Fueron exitosas y divertidas de hacer, pero me llevaron mucho tiempo y mucho trabajo, así que volví a las cámaras.

En una ocasión me sorprendió leer que mencionaba a los Hermanos Kuchar (de los que somos muy fans) como influencia. ¿Cierto?.

He seguido a los Hermanos Kuchar desde el principio. No había nadie más valiente que esos dos y los admiro enormemente. Una de las grandes frases de "Thundercrack!" es: "Puedes hacer el bien, puedes hacer el mal, o puedes no hacer nada". ¿Qué hay más profundo que eso?.
(Nota: Esa frase no pertenece a "Thundercrack!", de la que George Kuchar es guionista pero no director, sino a uno de sus cortos más populares, "A reason to live").