lunes, 31 de octubre de 2022

KILLER BARBYS VS DRÁCULA

Perteneciente a la etapa que más me gusta de Jess Franco —la última, la de vídeo— “Killer Barbys Vs Drácula” sería uno de los títulos que mejor captan en lo que se convertiría el director una vez llegados al nuevo milenio y, a su vez, sería la película que mejor condensa todos los vicios y virtudes de Jesús Franco. Si hubiera que proyectar a algún neófito una de sus películas en vídeo y mostrar su decadencia, “Killer Barbys Vs Drácula” sería ideal para que comprendiera esta etapa del director que dista de las anteriores porque ahora tiene carta blanca para experimentar más y, si me apuran, incluso para ser más chapuzas. Con el vídeo todo son ventajas.
Como fuere, aquí tenemos una segunda incursión de The Killer Barbies en el universo franquiano en el que tanto Silvia Supestar como sus músicos no son más que un mero adorno. Están como podían muy bien no estar y la película seguiría siendo la misma. Además que no tiene mucho sentido porque si la anterior película “Killer Barbys” aparece en un momento en el que, por moda (los temibles 90), se reivindicaba el cine chungo porque la gente de Subterfuge records quería ir de enrollada y colgarse una medallita recuperando a Jesús Franco, para 2002, año en el que se rodó esta secuela, el posible interés que podían suscitar tanto de The Killer Barbies como Jess Franco ya era residual.
La cosa, sin un argumento lineal o coherente, ya que la película entera es un ir y venir de personajes al más puro estilo vodevilesco —pero sin demasiado vodevil— cuenta la historia de The Killer Barbies que ¿actúan? ¿ensayan? en las instalaciones del Tivoli World, un mítico parque de atracciones malagueño (ya cerrado). En ese mismo parque de atracciones se encuentra un individuo que dice ser Drácula, siendo este desacreditado cuando de repente se persona la directora de turismo de Transilvania con un ataúd que contiene la momia —muy bien conservada— del verdadero Drácula. Basta que The Killer Barbies se pongan a tocar para que, gracias a su ritmo, el Conde Drácula despierte de su letargo y vaya mordisqueando a todo bicho viviente con el que se topa por el parque de atracciones, sin que la luz del sol sea un impedimento en su devenir, reflejándose los rayos de sol en la sudorosa calva de Enrique Sarasola, actor que da vida a Drácula con mucho ímpetu. Luego, distintas y demenciales subtramas se abren, sin que ninguna llegue a su desenlace. Aunque importa tres pitos que lleguen o no…
El caso es que no tenía yo a esta película entre mis favoritas del director, huelga decir que es infame, malísima, sin embargo es tan tonta, descerebrada y loca, que tras un reciente visionado y habiendo visto auténticos bodrios insufribles dentro de la época vídeo de Franco, lo cierto es que con esta te ríes y, si me apuran, puedo llegar a decir que está entre las tres o cuatro más entretenidas del director. Ojo, no digo entre las tres o cuatro mejores, sino más graciosas.
Para esta majadería de Franco, entran en co-producción hispano-germana, Jacinto Santos y Carster Frank, habitual actor de Marian Dora, cabeza visible del cine extremo alemán y perpetrador de salvajadas varias con esa troupe, que aquí no solo pone sus dineros e infraestructura al servicio de Jess, sino que nos regala un papel secundario de corte cómico dándole la réplica Dan Van Hussen, mítica figura de los spaghetti western que interpreta a una suerte de Van Helsing ciego que resulta ser lo más divertido del sarao. Más divertido aún en la versión doblada al castellano de la misma, ya que, supongo que por capricho, le dobla el propio Jess Franco con su soniquete inconfundible y, claro, si a eso le añadimos el hecho de que todo el doblaje es una cutrez de narices, no pega, por lo que es difícil que el espectador al reconocerlo no suelte aunque sea una carcajada.
Del mismo modo “Killer Barbys vs Drácula” supondría el último papel en un largo para Aldo Sambrell, igual de mítico que Van Hussen y por los mismos motivos, interpretando al gerente del parque de atracciones que está enamorado de Silvia Superstar, esta no le corresponde y, en consecuencia, le llama puta. Sambrell además canturrea canciones de pirata en el mismo escenario del que no se bajan The Killer Barbies, con un coro de señoritas que se parten el ojete ante las cancioncillas que entona. Todo muy gratuito y sin venir a cuento.
El resto del nutridísimo reparto lo componen rostros habituales en la filmografía del tío Jess como puedan ser los de la eterna Lina Romay, Katja Bienert, Fata Morgana, Carmen Montes o José Roberto Vila que además fue contratado en calidad de guionista. Vila entregó un guion de aproximadamente 40 páginas en el que se contaba una historia de corte pop al estilo de las películas que Richard Lester hizo para "The Beatles". Pero una vez comenzado el rodaje, Jess y Lina lo abordaron como les pareció bien, improvisando situaciones sobre la marcha y no respetando en absoluto el guion por el que Vila fue contratado. Por eso en los créditos aparecen tanto Vila como Jess y Lina.
Por si eso fuera poco, se cuenta por ahí que la película se pergeñó con un dinero del productor Jacinto Santos que se sumaría al resto que pondría la producción alemana. En realidad Santos no llegaría a gastarse un duro en la misma porque, con el dinero y material técnico de los alemanes, Franco rodaría esta película y todavía le sobraría para sacarse de la manga dos más, “Flores de perversión” y “Flores de la pasión”, por lo que el negocio, en el caso de que lo hubiera habido como antaño, salió redondo. Sin embargo, la película es tan caótica y poco profesional, que tras un pase en la Semana de Donosti en el que el público no tuvo piedad con la misma hasta tal punto que Jess Franco salió del cine mosqueado a causa de las reacciones, esta no llegó a estrenarse en cine en nuestro país, apareciendo en DVD años después a través de Vella Visión, tras ser rechazada por Manga Films que al escuchar el desastroso audio que la cinta contenía, decidió cancelar el lanzamiento.
Y sin más. Un puro descerebre que, quizás, ha mejorado, contra todos los pronósticos, con el paso del tiempo. Es mala a rabiar… pero te ríes un rato.