CAZADORES DE MENTES: "Cazadores de mentes" (que no "Cazadores dementes", buen título para un exploitation) es el paradigma del buen cine mainstream. Un producto perfectamente fabricado, en lo técnico, lo interpretativo (a base de buenos actores, algunos tan conocidos como Val Kilmer o Christian Slater), lo rítmico (va a toda castaña desde el minuto uno, aunque es cierto que luego da una leve bajona y eso, quieran que no, corta un poco el rollo), lo estético y una buena trama de misterios y asesinatos, no exenta de su pequeña dosis de truculencia -lo justo para no ofender- Planificada al milímetro para acompañar estupendamente un bol de palomitas y, al terminar, olvidar sin rencores. Dirige el tipo perfecto, Renny Harlin. La cosa va de unos aspirantes a criminalista del FBI que son "abandonados" en una isla a merced de un supuesto falso asesino al que tendrán que descubrir -de eso va el ejercicio-. Obviamente resulta que el tipo existe de verdad y comienza a matar a los presentes con retorcidos juegos llenos de complicadas trampas y pistas (de esos / esas que dices "¿Cómo ha tenido tiempo de fabricarlas y lograr que siempre
funcionen a la perfección?") La movida gasta un regusto a "Seven", de cuando se pusieron de moda los psycho-thrillers estilizados y es orgullosamente "de domingo por la tarde".
DOMINO: Lo que de entrada parece la típica trama de policía en busca de venganza, tras ver a su compañero morir en manos de un supuesto asesino, pronto tira por otros derroteros cuando descubrimos que, justamente, es este último el que se venga. Concretamente de los terroristas islámicos que se cargaron a su padre. La CIA lo captura y pretende utilizarlo para que haga el trabajo sucio, mientras el policía con sed de revancha sigue obsesionado en cazarlo. "Domino" es la última película oficial -hasta ahora, ya hay dos más anunciadas- del gran Brian De Palma. A diferencia de "Femme Fatale", aquí aparca un poco la vena autoral para adaptarse a la de artesano... pero no mucho. Momentos típicamente De Palmeros los hay, y están un rato guapos. Especialmente el final, graciosamente situado en Almería, concretamente una plaza de toros, ¡anda no me jodas! Otro aspecto que me ha gustado -y eso, supongo, se lo debemos a la condición medio europea del film- es que ninguno de los personajes "buenos", lo son tanto. El héroe, por muy héroe que sea, es el verdadero culpable de la muerte de su compañero. Y este, ascendido a santo tras morir, y más dejando una viuda impedida, en realidad andaba liado con otra.
La música del gran gran Pino Donaggio pone la necesaria guinda a un thriller perfectamente visible, vibrante y disfrutable.