Telefilm canadiense del año 1983 que por derecho propio se merece una entrada en este blog, por ser una cosa más rara que un perro verde y más malo que pegarle a un padre.
La gracia del asunto consiste en que este telefilm se rodó con fines comerciales para ser emitido en su momento en la televisión canadiense y, décadas después, ser lanzado en DVD como si se tratara de una película nueva de Jim Carrey, como ya pasaba con “Rubberface”, por aprovechar la rematada celebridad con la que contaba el actor en la era del disco versátil digital. Sin embargo, cuando rodó esto, era semi-desconocido.
Le secunda en el reparto Alan Thicke, quien pronto conocería asimismo la fama gracias a interpretar al padre de Kirk Cameron en la serie “Los problemas crecen”.
La película tan solo dura una hora, no tiene un argumento reconocible y, viéndola, tuve la sensación de estar contemplando una especie de recuperación de latas perdidas de algo inconcluso que había visto la luz por que en ese metraje aparecía Jim Carrey, pero no, resulta que es que el corte final de esto es así de malo.
“Copper Mountain” sirve para mostrar al espectador las bondades del resort vacacional de Club Med, que cuenta con su estación de esquí que, como el título indica, se encuentra situado en el pueblo de Copper Mountain en Colorado. Este pueblo sigue siendo destino de vacaciones actualmente en la vida real y, prácticamente, se siguen realizando el mismo tipo de actividades que se nos muestran en la película.
Dos jóvenes acuden a Club Med a pasar sus vacaciones y a disfrutar de las distintas opciones de ocio del lugar, por lo que mientras uno decide dedicarse en cuerpo y alma al esquí, el otro utilizará su gracejo natural para seducir a las chicas.
Como una de las principales atracciones del lugar son las actuaciones en directo, veremos tocando a una serie de grupos folk (¿o es country?), ocupando más de tres tercios del metraje total, dejando tan solo uno para los avatares lúdico-eróticos de Carrey y Thicke. Al espectador no le importa una mierda ni una cosa ni la otra.
Al mismo tiempo y, supongo que como comediante que empieza, hay momentos para el lucimiento de Jim Carrey, concretamente una imitación que hace de Sammy Davis Jr. bastante buena, pero en absoluto su buen hacer salva de la quema una película que, aun durando tan solo una hora, a los 10 minutos de visionado se convierte en una tortura cruel e implacable. En serio, es muy mala.
En una ocasión, ya siendo una celebridad, le preguntaron a Alan Thicke por la película, y él respondió que era tan mala que ni siquiera Jim Carrey estaba gracioso.
Sin embargo como objeto raro, misterioso y desperado, “Copper Mountain” no tiene precio, ya que se trata de una de esas películas que junto a “Greetings” con Robert De Niro, "No hay lugar para esconderse" con Stallone o “Las burbujas mágicas” con George Clooney, fueron explotadas hasta la saciedad una vez sus protagonistas se convirtieron en estrellas, y eso siempre mola, es curioso o llama la atención de los responsables de este maravilloso blog.
Lógicamente, “Copper Mountain” tiene varias caratulas según sus ediciones de DVD, una más honesta con un Carrey jovencito en primer plano, otra que intenta parecer, no se, “Mentiroso compulsivo” y esta con la que yo ilustro la entrada de hoy, que me ha parecido especialmente espantosa.
Dirige este spot publicitario largo, un canadiense llamado David Mitchell que ha producido posteriormente mogollón de películas de tercera categoría y dirigido sucedáneos de esta con “Loca academia de esquí 2”, “Sky Hard” o vehículos para el lucimiento de Lorenzo Lamas como “La máscara de la muerte”. Casi nada, señoras.