viernes, 31 de marzo de 2023

F.A.R.T: THE MOVIE

Casi parece una broma  siniestra, un mal chiste que contarle a un deficiente mental, pero no, “F.A.R.T: The Movie” (traducido sería “P.E.D.O. La película”) existe, y es peor de lo que uno puede llegar a imaginarse. Es una estupidez supina. Se puede tender a pensar que esto es una tomadura de pelo, pero no lo es. Es una comedia legítima con la ventosidad como máximo exponente del humor. De hecho, su director Ray Etheridge lleva años ganándose la vida con esta tipo de películas indescriptibles y baratas —que se asemejan mucho al Zen filmaking— cuyo principal punto de venta son tiendas locales de productos tirados de precio, y su equivalencia la encontraríamos en nuestros bazares de todo a 100 regentados por chinos.
“F.A.R.T: The Movie” costó tan solo 43.000 dólares que se recuperarían a lo largo de su vida comercial en VHS y DVD, y se ha seguido vendiendo hasta hace relativamente poco en la página web oficial de la película.
Cuenta la historia de un individuo al que le encanta tirarse pedos. Se los tira además provocando, en la parada del autobús, en el taxi o en el ascensor, lo que causará el enfado y repulsa de quienes están a su alrededor y reciben una de esas ventosidades. Además el tipo siempre expele los aires de la misma manera: Hace un pequeño esfuerzo, suelta el pedo y después pone cara de alivio.
Todo bien, pero en casa continúa con la serenata. Ve la tele, come pizza y se tira pedos, muchos, motivo este por el que su mujer entra en cólera y discuten, pero nuestro protagonista no parece entender a su esposa y continúa tirando pedos y haciendo muecas. Y eso es todo, ese es el argumento de “F.A.R.T: The Movie”.
Para llegar a la duración estándar de una película, como el tipo está todo el rato viendo la televisión, llegados a la mitad de metraje, “F.A.R.T: The Movie” se convertirá en una suerte de film de segmentos en el que el espectador visionará la misma programación que está viendo el protagonista, así, desfilarán  por pantalla monólogos de desangelados cómicos que hablan de pedos, spots que anuncian productos para tapar el olor de los pedos o concursos de televisión cuya ristra de preguntas gira en torno a los pedos. La infamia más absoluta hecha película.
Yo soy amigo del humor de caca-culo-pedo-pis, por lo que he de reconocer que los cinco primeros minutos me hicieron cierta gracia. Incluso la primera discusión con la mujer fue motivo de algarabía con esta película, pero cuando esa misma discusión se eterniza minutos y minutos, y la película entra en un bucle de pedos, ya queda una sensación agridulce, rancia, ocre y lo único que pide el cuerpo es quitar esa mierda que estás viendo. Por suerte, no llega a la hora y media de duración.
Poco más…
Ray Etheridge dirige esto, se trata de una de sus primeras películas y uno tiende a pensar que quizá hay algo de impostación o posmodernismo en algo tan malo. Da peor espina cuando dentro del reparto, al igual que las películas Zen de Donald G. Jackson, tenemos a un ajado Conrad Brooks, pero se trata de una producción de 1991 y el actor todavía no había sido descubierto para el mundo por Tim Burton en el biopic homónimo sobre Ed Wood. Si consultamos la filmografía de Etheridge y su modus operandi a la hora de distribuir sus películas, nos daremos cuenta de que nos encontramos ante un director genuino, un deficiente mental, un outsider que ha encontrado una pequeña vía en la que se siente a gusto, y en la que, si no gana dinero al menos no lo pierde y que le permite continuar haciendo sus películas.
Consultar su IMDB da escalofríos, ya que seremos testigos de las carátulas más cutres y con peor pinta, en títulos como “Mosquitos, alligators and bullets”, “Zombie drug Lord” o “Bigfoot and other adventures”. Asimismo, uno de los ¡tres guionistas que tiene esto! Ray Atherton, no deja de ser un personaje curioso ya que cuenta con una filmografía de lo más pintoresca, de hecho, suyo es también el libreto de “Masacre en la Universidad” —la cual igualmente produce así como toda suerte de documentales e incluso mondos. — y también aparecía en un pequeño papel en “Henry: retrato de un asesino”.
En cuanto al anecdotario, cuentan que Conrad Brooks, cuando vio el festival de pedos en el que se había metido, se acercó a Ray Etheridge y le dijo que a partir de ahora iba a ser conocido por haber trabajado en las dos peores películas de la historia, una “Plan 9 From Outer Space” y otra “F.A.R.T: The Movie”. También dicen que, en las agencias de casting y demás lugares donde se estaba buscando personal, había un gran número de individuos que no ponían objeción al mal gusto de la cinta, y no solo eso, sino que también pedían trabajar en ella particularmente, eso sí, siempre y cuando aparecieran acreditados en la misma bajo pseudónimo. De hecho, aparecen acreditados bajo pseudónimo… como si los fueran a reconocer de algún modo.
“F.A.R.T: The Movie”, de largo, es una de las peores películas que he visto nunca, con toda seguridad una de las más incapaces de provocar la risa del espectador cuando está totalmente concebida para lograrlo, es cutre, chabacana, estúpida, insultante… pero no deja de hacerme gracia el hecho de que exista un film cuyo argumento gira en torno a un tío al que le gusta peerse en lugares públicos.
No obstante no es tan raro, y podemos hablar de un subgénero marginal en esto de tirarse pedos, porque anterior y posteriormente han salido películas igual de baratas que esta que van exactamente de lo mismo; por un lado tenemos la rarísima (hasta que la compró la Troma) “Silent But Deadly”, que quizás argumentalmente tiene un poco más de enjundia que esta ya que en ella una presidenta de los Estados Unidos judía construye una poderosa arma de destrucción masiva a base de ventosidades, y otras dos películas que se titulan exactamente igual que esta: “F.A.R.T: The Movie”, una de ellas de origen malayo y otra a la que también se la conoce bajo el título de “Artie” y que tiene una pinta bastante parecida a la reseñada. Por supuesto, son jodidas de encontrar. Igual algún día caen por aquí.