En sus memorias “It Would Be So Nice If You Weren't Here: My Journey Through Show Business”, Charles Grodin dedicó un buen capítulo a su involucración en las películas “El gran lío en la Universidad” (para saber la historia completa, si por un casual cuentan en su biblioteca un ejemplar de mi libro “Screwballs: 101 comedias sexuales”, ahí lo explico en profundidad…) y la que nos ocupa, “Esto no es Hollywood” (porque el proyecto de la primera propició que existiera la segunda).
Y es que los gerifaltes de Paramount a principios de los 80, en busca de material literario que adaptar a la gran pantalla, compraron los derechos de un libro que por aquel entonces era best seller, “The Joy of Sex” del Dr. Alex Comfort. Un libro que lo compró todo dios. El problema es que ese libro carece de narrativa porque es un manual sexual ilustrado, por lo que adaptarlo al cine era una misión poco menos que imposible.
De este modo, a alguno de esos mandamases de Paramount se le ocurrió hacer una película al respecto, aunque fuera para rentar el título que habían comprado, por lo que contrataron a Grodin para que escribiese el guion de “The Joy of Sex” (que es el título original de “El gran lío en la Universidad”). Como no había una historia que adaptar, le pidieron que escribiese una película sobre cualquier cosa. Grodin aceptó el trabajo, pero pensó que los ejecutivos eran una panda de gilipollas que no tenían ni idea de nada, y el encargo que había recibido le pareció poco menos que una marcianada. Y como le dijeron que escribiera sobre lo que quisiera, escribió una película explicando lo sucedido. Así, el guion contaba cómo un productor de Hollywood promete a un buen amigo suyo de la industria, en su lecho de muerte, que rodaría una película sobre el best seller del que acababan de adquirir los derechos. Contratan así a un guionista para desempeñar la ardua tarea de adaptar al cine un manual sexual. Además, Grodin desarrolló un par de subtramas secundarias para darle un poco de vidilla al asunto.
Cuando entregó el guion, tuvo una trifulca con los ejecutivos que pensaban que les estaba tomando el pelo.
El proyecto siguió en pie, pero desestimando el guion de Grodin, quien fue despedido. “The Joy of Sex” se tiró unos cuantos años dando vueltas por el estudio barajándose la idea de ser una comedia dirigida por Penny Marshall al servicio de Jonh Belushi, para acabar convirtiéndose en una grosera sex comedy adolescente (la “El gran lío en la Universidad” tal y como la conocemos) dirigida por Marta Coolidge, que fracasó en taquilla estrepitosamente.
Tras el despido, Charles Grodin amplió el contenido de su guion de “The Joy of Sex” que ahora llevaría el título de “Dreamers” y, como había sido rechazado por Paramount, ahora tenía completa libertad para moverlo, así que con la firme idea de llevar a cabo esa película sobre lo imbéciles que pueden llegar a ser los ejecutivos de Hollywood, envió el guion a varios estudios que, como era de esperar, lo rechazaron.
Años después Metro Goldwyn Meyer se interesó por el proyecto, que a estas alturas se titulaba “Movers & Shakers”, y el director William Asher estaba dispuesto a dirigirlo, siempre que el presupuesto no fuera mayor de dos millones de dólares. Y se dio luz verde a la producción que sería de bajísimo presupuesto, yéndose a parar un millón del mismo al salario del protagonista, Walter Matthau, que dadas las circunstancias había rebajado su caché considerablemente. Por otro lado, ni Charles Grodin ni el resto de los actores verían un duro hasta la llegada de los beneficios tras su estreno, y esa fue la única manera de llevar a cabo esta producción. No obstante, Grodin era un actor muy querido en Hollywood y consiguió que actores y actrices de la talla de Gilda Radner, Vincent Gardenia o Steve Martin se sumaran al proyecto cobrando una miseria.
La película se rodó no con pocas dificultades presupuestarias y, finalmente, en 1985, Asher la tenía completada, por lo que se realizaron varios pases de prueba que no funcionaron. Para los ejecutivos de Metro Goldwyn Meyer era lenta, poco graciosa y deslavazada. No se entendía nada del argumento, y el ejecutivo Greg Morrison exigió que se le añadiera una narración en off por parte del protagonista, Charles Grodin, explicando un poco lo que estaba sucediendo para que los espectadores tuvieran una mayor comprensión del argumento. Se grabó la narración y la cosa mejoró sustancialmente, pero no lo suficiente como para que la Metro apostara su dinero en la promoción y distribución; según estos, la película era una mierda. Así que “Esto no es Hollywood” se estrenó deprisa y mal, apenas en un par de cines americanos, pensando que con un poco de suerte lograrían recuperar la inversión en el mercado del vídeo y las ventas al extranjero. El resultado se tradujo en una recaudación total de 373.000 dólares, por lo que nos encontramos ante uno de los grandes fracasos de un estudio hollywoodiense.
Charles Grodin echó la culpa a la compañía, que se desentendió de la película totalmente. En consecuencia, el actor y guionista se tiró años hablando mal de los ejecutivos de Metro —que en esos momentos se encontraban depositando ingentes cantidades de pasta en la distribución de las películas Cannon— y lidiando con depresiones de la más variada índole, porque al final se echó a perder el que podía haber sido el gran proyecto de su vida.
Lo cierto es que la idea de Grodin de plasmar en celuloide la estupidez supina de los ejecutivos de Hollywood era muy buena y quizás hubiera necesitado una producción un poco más de postín, porque, por lo que a mí respecta, no me queda más remedio que darles la razón a los ejecutivos de Metro: La película es mala de cojones, aburrida como una mala cosa y no se entiende nada. Tan solo vemos a Walter Matthau más perdido que un hijo de puta en el día del padre deambulando por el metraje y hablando de dinosaurios, a Charles Grodin poniendo caras y sonriendo sarcásticamente enseñando sus dientes y una serie de cameos de diversos actores que tampoco es que se encuentren en estado de gracia. Además de eso, se la ve pobre y chusca, se nota a la legua que está rodada por poquísimo dinero y en la economía de planos y el tosco montaje canta que, en el rodaje, no les llegaba. Casi parece una mala producción de serie Z con actores de renombre.
Así que, sí, amigo Charles, tu idea era buena, pero orquestaste un enorme trozo de mierda con ínfulas.
En consecuencia, la película es ignota a más no poder y una rareza a tener en cuenta, pero ha de visionarse con paciencia y teniendo en cuenta que es mucho mejor la historia que hay detrás.
Por otro lado, el film que lo originó todo, “El gran lío en la Universidad”, sin ser demasiado popular, sí que le fue un poco mejor que a “Esto no es Hollywood” y, siendo asimismo mala, resulta bastante mejor. Pero, si sienten curiosidad… véanla.
A nuestro país llegó directamente a través de la televisión, que la emitió en algún pase de madrugada del UHF.