viernes, 30 de junio de 2023

ALGO MÁS QUE COLEGAS

Francis Veber probablemente sea el director/guionista franchute con mayor proyección internacional en la historia del cine comercial. En los setenta se hizo un nombre gracias a sus comedias de acción para lucimiento de Daniel Auteuil y Pierre Richard, así como con ese mastodonte en forma de comedia homosexual que era “Vicios pequeños” y cuyo guion firma. Tanto era el éxito que sus comedias tenían en Europa que pronto los americanos se fijaron en él con la idea de remakear algunas de las más populares. Pero antes de eso, Veber se pegó el lujo de ser el primer guionista francés que vendía un guion a Hollywood para ser producido allí nada menos que por Paramount, esta “Algo más que colegas” dirigida por James Burrows, director curtido en televisión que firmaba con esta su única película para cines.
A mediados de 1982 se avecinaba una huelga de directores en Hollywood y, como plan de emergencia, previamente a eso, Paramount decidió hacer un experimento produciendo una serie de películas de corto presupuesto, entre 2 y 6 millones de dólares, con el fin de ver cómo podían funcionar estas producciones de bajo coste. Una de ellas era “Algo más que amigos” que fracasó de pleno en la taquilla. Aunque otra de ese mismo plan fue “Oficial y Caballero” que se convirtió en un hito. Según el ejecutivo de Paramount, Barry Diller, “Algo más que amigos” es un ejemplo de lo que es una película hecha deprisa y mal.
Lo curioso de todo este asunto es que el film escrito por Veber nace tras haber visto este el hoy clásico “A la caza” de William Friedkin y decidir que en esa película los homosexuales no salían muy bien parados, así que tomó ese mismo argumento y lo desarrolló a modo de buddy movie y comedia de situación. El resultado de esta vuelta de tuerca se traduce en que la opinión pública se la tomó a la tremenda obteniendo críticas tan demoledoras como las que un par de años atrás recibió la misma película de Friedkin. Fue tildada de homofóbica y acusada de mostrar en pantalla a los homosexuales de la misma manera estereotipada que los mostraba “A la caza”, o peor aún, haciendo vestir al protagonista homosexual con ropas rosas y conducir un coche del mismo color. También se decía que la película insinuaba que no se podía hacer trabajar a dos policías de distinta tendencia sexual porque el gay acabaría enamorándose del hetero.
La cosa va de un duro policía heterosexual al que se le asigna un compañero que trabaja en los archivos que, aunque está en el armario, todo el cuerpo nota que es homosexual. La idea de juntar a estos dos policías es hacerlos pasar por pareja gay y que así investiguen el asesinato  de una serie de homosexuales, infiltrándose en el ambiente. Naturalmente en su día a día saltarán las chispas, máxime cuando durante la investigación el gay se enamora del hetero y acaban siendo, como reza el título castellano de la cinta, “Algo más que colegas”… Claro que la presencia de una guapa fotógrafa ayuda a que predomine lo hetero.
En un principio concebida para Clint Eastwood y Woody Allen en los papeles protagonistas (¿se lo imaginan?) —Eastwood dijo que aceptaría el papel solo si también lo hacía Allen… y Allen debió decir que él no interpretaba a ningún maricón— “Algo más que colegas” resulta una buddy movie resuelta, muy del montón, y para el lucimiento de los actores que finalmente la interpretaron, Ryan O’Neal en plena decadencia (gracias a esta película recibió una nominación al peor actor de la década de los 80 a los razzie que le arrebató el bueno de Stallone) y John Hurt (al que muchos creían gay tras una serie de papeles en los que había interpretado a homosexuales, pero era hetero y muy hetero), siendo probablemente una de las parejas con menos química de la historia del cine.
La película es ramplona y homofóbica cuando lo que pretende es dar un mensaje aperturista, lo cual la convierte en involuntariamente graciosa, pero es tan del montón y, al final, tan sosainas que, que quiere que les diga, como el revulsivo a “A la caza” que se supone es, la de Friedkin defeca desde lo alto encima de esta. Y con bien de diarrea.
Pero se deja ver una tarde tonta.
Si proceden, intenten reconocer a un jovencito Martin Kove haciendo una figuración especial homosexualista (aunque, para 1982, ya se hubiese dejado ver en títulos de peso como "La última casa a la izquierda" o "La carrera de la muerte del año 2000")