miércoles, 5 de noviembre de 2008

AMOR AL PRIMER MORDISCO

Cuando era más crío esta peli me obsesionaba. Es decir, su trama y su cartel. Luego la vi y, como suele ser muy habitual, me decepcionó profundamente. Hace poco un amigo mío me comentó que le hacía ilusión volver a verla, pues a él, a diferencia de mi, le encantó siendo chaval. Busqué, la encontré, me la agencié y, empujado por la curiosidad, ayer mismo la vi... para confirmar mis malos recuerdos.
La historia es simpática: Drácula ya no es el que era. Quieren convertir su castillo en un gimnasio y le echan a patadas, por lo que él y su fiel servidor Renfield (personaje este con muchas posibilidades, pero desaprovechado) huyen hasta Nueva York, donde les costará mucho adaptarse. Una vez allí, el vampiro conoce a la descendiente moderna de su viejo amor eterno y decide hacérsela suya. El problema es que el ex novio de esta es el nieto de Van Helsing, y no piensa ponérselo fácil.
El mayor problema de "Amor al primer mordisco" es que como comedia resulta terriblemente SOSA... no arranca carcajadas, solo leves sonrisas, y aún así le cuesta mucho. El tono es apagado, demasiado pausado, y seamos francos, bastante aburrido. Algo a lo que contribuye su look telefílmico (su realizador, Stan Dragoti, poco haría por el séptimo arte después).
George Hamilton interpreta al Conde, y no lo hace mal, de hecho, es el actor ideal para parodiar esos aires de nobleza y arrogancia que gasta el chupasangre. Richard Benjamin como el nieto de Van Helsing también tiene su gracia... posiblemente sea lo mejor del film. Y en general este hace gala de algunas ideas potables, como el contraste que hay entre el mega-romanticismo de Dracula y la vulgaridad de la mujer que ama, muy moderna ella y en busca de la eterna independencia (algo muy de los setenta, no olvidemos que la peli fue producida en 1979) o cómo reacciona una hambrienta familia pobre cuando ven al vampiro en su forma de criatura alada. Claro que luego hay chistes terriblemente sobados y obvios, como que Dracula muerda a un borracho y, de rebote, pille un cebollón o la secuencia en la que baila música disco (que, curiosamente, sería recreada años después, y bastante más en serio, en "Noche de miedo").
Lo dicho, una lástima, el material daba para mucho más y mejor. Unos años después, Stan Dragoti anuncia una secuela titulada "Love at second bite", finalmente no materializada. Entre medias, Hamilton repetiría en el campo de la parodia de un personaje famoso con "Esos Zorros locos, locos, locos".