Mostrando las entradas para la consulta "Richard Pryor" ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta "Richard Pryor" ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

viernes, 27 de febrero de 2015

YO YO DANCER

Desde luego, un complemento ideal para disfrutar al 100% del documental sobre Richard Pryor “Omit the logic” (del que ya hablamos en el podcast nº 32) es ver este  biopic, “Jo Jo Dancer, You life is calling” que en nuestro país lleva la ridícula traducción de “Yo Yo Dancer” (¿Yo Yo, por qué?).
Y es que esta película supone muchas cosas, no se trata de un biopic normal y corriente. De hecho es una consecuencia de la personalidad del cómico afro americano; “Yo Yo Dancer” es, por un lado un testimonio, un exorcismo, pero también un ejercicio de megalomanía, una masturbación por parte de Richard Pryor, una manera de buscar prestigio y el debut en la dirección cinematográfica de un tipo que se hizo popular porque en sus películas improvisaba, no solo los diálogos, sino también las situaciones –sabía como iba a comenzar una escena, pero nunca como terminaría-  y también es una película valiente y honesta… el que no era honesto es Richard Pryor, que como la película medio fracasó, luego dijo que no se trataba de una película autobiográfica. Pero claro, Pryor era un yonkie sin remedio ¿Qué va a decir?
Y es que, aunque nosotros recordamos con nostalgia al Richard Pryor de “Su juguete preferido”, “El Gran Despilfarro” –gran película, por cierto- o “Superman III” este  que tanto nos gustaba de pequeños a los que nos acercamos o sobrepasamos la cuarentena, es el Richard Pryor en decadencia. Y eso que estas películas fueron éxitos. No tanto las posteriores, “Estado Crítico”, “Nos mudamos” o “Noches de Harlem”. Y consciente de que estaba haciendo una mierdecilla , Pryor, justo en medio, en 1986, decidió poner en marcha una película que narrase su propia vida, en la que se desnudase ante el público, que le valiera el reconocimiento del mundo del cine –vamos, que buscaba el Oscar  el gachó- y que le reportara pasta gansa. Así que pidió a Columbia que apadrinara su proyecto más personal, que además, él mismo produciría, dirigiría e interpretaría, co-escribiendo el guión junto a su colaborador habitual, Paul Money. Columbia, que se llenaba los bolsillos con sus películas, le brindó al cómico la oportunidad de llevar a cabo este narcisista proyecto que se tradujo en semi-fracaso – de hecho, a España, como la mayoría de sus películas de aquella época, llegó directamente a los videoclubes, sin pasar por las salas- y que no aportó a Richar Pryor el prestigio que demandaba. Y es que la película, que a mí, no obstante, me gusta mucho, es un poco mala. La dirección es torpona, descompensada, dedicando a ciertos pasajes de su vida un montón de minutos, para luego a otros de la misma importancia o mayor, pasar en un suspiro. Por no hablar de su interpretación. Pryor se interpreta a sí mismo durante cuatro décadas, y si como  cómico su currículun no deja mácula, como actor tragicómico, lo cierto es que deja mucho que desear. Además, el alter ego de Richard Pryor, traspasa de vez en cuando la cuarta pared, desdoblándose de su propio cuerpo y dándose la réplica a sí mismo, a veces se contesta, otras ni se oye, solo le escucha el público, lo que deja la narración un tanto confusa y descolocada. Es más, yo diría que si no sabes de antemano que se trata de un biopic, ese desdoblamiento, ni se entiende. Así que, esta película es un desbarajuste. Pero rollos técnicos a parte, a mi me parece que está  muy entretenida, y que es muy atrevida, más si tenemos en cuenta la época de la que proviene. Porque Pryor no se lleva a su terreno la película intentando excusar sus actitudes, digamos, políticamente incorrectas, no. En la película figura como lo que era: un yonkie que echaba a perder todo por culpa de la droga, y cuyo plato principal es el famoso incidente, ya conocido por todos, de prenderse fuego a si mismo y casi morir. Aquí eso no se esconde. Si lo dota, el director, de algo de misticismo dando a entender, que Pryor mata a Pryor que era una persona nefasta y ese fuego da a luz una persona nueva. El tiempo dejaría claro que churruscado o no, Pryor sería la misma nefasta persona hasta que la esclerosis múltiple le concienció un poco.
Así que no es de extrañar, que tras rodarse a sí mismo, preparándose  y fumándose una pipa de crack, bebiendo como cosaco o esnifando cocaína, al no ser un éxito la película, dijera que no se trataba de una autobiografía… pero que cara más dura.
La primera vez que la vi siendo niño, ni siquiera la detectaba como un biopic del propio Pryor, la vi, sin más, porque a mí me gustaba Pryor, pero si que la tenía en mi subconsciente como esa peli de Richard Pryor tan rara que no daba tanta risa. Muchísimos años después, cuando ya descubro que se trata de un  auto-biopic, corro a localizarla para que todo cobre sentido. Y me quedo a gusto con su visionado, eso si, descubriendo que en realidad es un debut como director bastante flojo, casi telefilmesco. Pero está bien.
El punto de partida de la película es el hospital, tras prenderse fuego Jo Jo Dancer (alter ego de Richard Pryor) estando drogado. Entre vendas, este sale de su propio cuerpo, para contarse la vida y darse ganas de vivir. Y vamos viendo los pasajes de esta, desde su infancia infausta – la madre de Pryor era puta y lo crió en un burdel- hasta el ascenso a la fama, pasando por sus desfases drogadictos.
Junto a Pryor, en el reparto tenemos a Debie Allen (una de las profesoras de “Fama”), Art Evans (“Noche de miedo”, “El negociador”), Michael Ironside y un papelito de putero para Ken Foree, entre otros cuantos.
Con todos sus fallos, que son muchos, y como dijo en su momento la crítica americana,  “Yo Yo Dancer” es el “All That Jazz” de Richard Pryor.

lunes, 8 de enero de 2024

UNA ESPECIE DE HÉROE

Una de las películas adscritas al plan de bajo coste de Paramount tras la huelga de directores de 1981 (un plan que consistía en rodar películas por cinco o seis millones y estrenarlas con todos los honores para ver si rentaba ese bajo sistema de producción), concebida exclusivamente para el ingenio de Richard Pryor. Una idea de peón caminero en realidad, o una excentricidad de Don Simpson que, tras leerse la novela “Some kind of hero”, un drama desgarrador sobre las vicisitudes de un ex prisionero de guerra que tiene serias dificultades al ser devuelto a la sociedad, pensó que esa sería una historia cojonuda para una comedia de Richard Pryor (¿). Ni corto ni perezoso, Simpson envió una copia del guion a Pryor que en seguida se prendó de él, porque la película en sí podía ser un verdadero vehículo para el lucimiento de sus capacidades dramáticas. Lo que el actor no sabía es que el estudio tramaba realizar una desmadrada comedia con ese material.
Una vez comenzado el rodaje, tras un tejemaneje entre Richard Pryor y el estudio, el astro negro consiguió que se mantuviera el tono dramático de la novela. El estudio aceptó, sin darse cuenta Pryor que, al final, el guion de “Una especie de héroe” fue escrito con la orden estricta de que ser adaptado a la idiosincrasia de Richard Pryor, por lo que el resultado general es muy extraño. Yo diría que, efectivamente, se mantiene el tono dramático, pero que en momentos contados de naturaleza muy dura, Pryor hace lo que ha hecho siempre sin poder evitarlo, por lo que la película comienza como una comedia bélica desmadrada a lo “El pelotón chiflado”, para, poco a poco, irse volviendo más dramática, hasta el punto de que la comedia desaparece por completo. En ese sentido, Richard Pryor, como actor puro y duro, no tiene nada que hacer, y no domina ni por lo más remoto el registro dramático. Quizás por eso nunca se prescinde del todo del chascarrillo soltado a tiempo.
Durante la Guerra de Vietnam, el soldado Keller es hecho prisionero, encarcelado y sometido a vejaciones. Pasa cinco años en esa tesitura y, a su regreso a los Estados Unidos, es homenajeado con honores pero descuidado económicamente. Para más inri, descubre que su mujer ahora tiene otra pareja y se han gastado todos sus ahorros. Para colmo, su madre está gravemente enferma. Lo único agradable con lo que se encuentra a su vuelta de la guerra es a una prostituta de la que se medio enamorisquea.
Ante una situación tan desesperada, el ex soldado se lanzará a delinquir, planeando un atraco que tendrá inesperadas consecuencias para él.
Desde luego, la novela elegida y el tipo de película es de lo más inadecuado para Richard Pryor, hasta tal punto que el espectador se siente culpable cuando llega algún chiste negroide insertado a destiempo, del mismo modo que, por el contrario, en los momentos más cómicos espera ese tipo de chistes. Sin embargo es una película entretenida, muy del montón, que se deja ver sin mayores estridencias. Ver y olvidar. De hecho, probablemente sea la película de la filmografía de Richard Pryor (junto con su biopic en vida, “Yo Yo Dancer”) más olvidada de todas, cosa que es de entender porque, aunque esté bien, no es desternillante, y ¿quién quiere ver a Pryor en un rol semi-serio?
Costó ocho millones de dólares (el alto caché del actor propició que el presupuesto se pasara un par de milloncejos por encima de lo estipulado), llegando a recaudar casi veinticuatro, por lo que en términos generales acabó resultando un éxito. Señal de lo todopoderosa que era la presencia de Richar Pryor en el cine durante la década de los ochenta.
Le secunda en el reparto una ajada Margot Kidder, con la que luego compartiría créditos en “Superman III”, haciendo de la prostituta amiga del soldado. Es sabido por todos que la Kidder. con los años. se fue deteriorando a causa de severos problemas de salud mental. Aquí, seguramente ya aquejada de algo de esto, luce especialmente fea. De hecho, sorprende lo hecha polvo que está en esta película en relación a lo rodado un par de años antes.
“Una especie de héroe” incluye una escena erótica entre Richard Pryor y Margot Kidder, además bastante tórrida, en la que ella se contonea sobre el negro casi como si se lo estuviera follando de verdad. Se dice que en realidad se rodaron muchas más escenas de sexo interraciales que, por algún extraño motivo, desaparecieron del corte final generando así  las protestas tanto de la Kidder como del director Michael Pressman. Richard Pryor no protestó, a Richard Pryor se la sudaba todo.
Pressman tiene una carrera longeva que incluye mucho telefilme y mucha serie de televisión, además de una suerte de films que o no he visto, o no me han interesado. Pero citaré, por curiosos, dos de ellos. “Doctor Detroit”, otra película olvidada esta vez al servicio de Dan Aykroyd y “Tortugas Ninja II: El secretro de los mocos verdes” ¡Ahí es nada!

viernes, 9 de octubre de 2020

EL HÁBITO NO HACE AL MONJE

“El hábito no hace al monje”, segunda incursión en la dirección por parte de su protagonista, Marty Feldman, destacaría asimismo por tratarse de una de las poquísimas intervenciones en la pantalla grande por parte de ese genio de la comedia que fue Andy Kaufman.
Cuenta la historia de un monje de clausura que nunca ha salido del convento en el que sirve a dios, al que su abad le pide que haga el favor de ir a ver al famoso filántropo Armaggedon T. Thunderbird, y que le pida, por la patilla, los 5.000 dólares necesarios para que la propietarios del convento no les embarguen el inmueble. Durante el periplo al monje le pasa de todo: Desde fornicar cual bestia parda con la prostituta María de la cual se enamorará, hasta llegar a hablar con dios, para descubrir que todo lo concerniente a la predicación de los evangelios por medio de la televisión, no es más que una estafa. Y ahí, el conflicto con el telepredicador al que va a pedir la pasta.
"El hábito no hace al monje", con su irreverente toquecito (de pasada) a lo Monty Python —con un numerito musical incluido que es muy deudor del de “Christmas in Heaven” que aparece en “El sentido de la vida”— y con una acidez feroz, no llegó a cuajar en la platea norteamericana, entre otras cosas, porque de Feldman se esperaba algo cercano (o al menos, parecido) a “La vida de Brian” que se había estrenado recientemente y se había convertido en un fenómeno social a nivel internacional. Eso, para el público más intelectual y familiarizado con un humor más inteligente, que el de andar por casa no quiso la película, sencillamente, porque hacía mofa de dios, y de la religión católica. Obviamente, “El hábito no hace al monje”, salvo por un par de pinceladas pythonianas acusadas —Feldman no fue el séptimo Python por los pelos— no tiene nada que ver con el cine de la agrupación británica, y hasta me atrevo a decir que esperar algo así de una película como esta es una absoluta necedad por parte de todos los que lo tenían tan claro. Ciertamente, la película es una crítica mordaz al sistema eclesiástico mundial en general y a los tele predicadores evangélicos en particular, a los que se pinta como repulsivos megalómanos con un único fin; ganar el máximo dinero posible a costa de engañar al creyente que, para más inri, es tonto perdido. Y razón no le falta a esta sátira.
Escrita por el propio Feldman, hace uso de un humor muy propio, muy sutil, muy inglés —sobre todo en el primer tercio de la cinta— que se va combinando con el humor más tonto y primario, a veces cercano al slapstick como solía ser habitual en Feldman. La combinación de ambos estilos, unido a que la película es serena en general, hace que, efectivamente, y como se le acusa en los Estados Unidos, no resulte una película graciosa, sin embargo, sí que creo que es una película amena y entretenida. No es una comedia desmadrada, pero sí es disfrutable en gran medida. Por otro lado, sería la última película de Feldman porque año y medio después, este moriría víctima de un infarto, dicen, que provocado por una intoxicación de marisco, o bien, porque era un fumador agresivo que consumía cerca de cuatro cajetillas de tabaco diarias.
Siendo como era “El hábito no hace al monje” una producción de George Shapiro, no es de extrañar que en ella esté, en un papel secundario de importancia, su amigo y protegido Andy Kaufman, que sin desmerecer en absoluto del genio de Feldman, podemos decir, sin despeinarnos, que salva la película. Shapiro, que representaba a Kaufman, ofreció a este para que interpretara algún papel, pero Feldman, admirador del humor de Kaufman, no solo aceptó su intervención, sino que al serle ofrecido, suplicó el tenerle en la película. Andy Kaufman interpreta al megalómano y excesivo Armageddon T, Thunderbird, el tele predicador evangelista que ha de donar el dinero al personaje de Feldman, un papel hecho a la medía del artista de variedades, en el que puede dar rienda suelta a su vena camaleónica así como dar vida a un personaje esperpéntico. Un tipo de personaje atípico que, sin duda, se le hubieran dado bien a Kaufman si es que llega a hacer más cine. Blanco como la leche, y ataviado como un mamarracho, Kaufman interviene la mayoría de las veces subido a un escenario, haciendo dinero con su interpretación de los salmos, siendo vitoreado por la masa idiota que le dará todo a cambio de nada. Los momentos de máxima locura llegan cuando Kaufman habla con dios, interpretado nada menos que por Richard Pryor, quien se ventiló su intervención en el film en un solo día, sin ni siquiera estar en el presente en el set (un equipo de filmación se desplazó a donde requirió Pryor), ni interactuar con sus compañeros de reparto. Huelga decir, que Pryor aparece en la película en calidad de estrella invitada.
Los estudios Universal, aún no muy contentos con el resultado de la película, confiaron en ella tras un test de público en el que fue un éxito, para luego darse de bruces con la cruda realidad, que fue no llegar a recaudar ni tan siquiera los 7 millones de dólares que costó una vez estrenada. Y es que en los pases de prueba con público de acceso gratuito, este no suele reaccionar hacia las películas proyectadas con honestidad. En nuestro país, “El hábito no hace al monje” fue vista por unas escuálidas 79.000 personas. Eso sí, en videoclubes, era un título que se alquilaba con regularidad, visto que en España, Marty Feldman gozaba de una gran popularidad. De hecho, Víctor Israel, Blacky o Ferran Botifoll, tan solo por tener los ojos un poco jodidos, se ganaron, cada uno en su momento, el apelativo de “El Marty Feldman español”.
Por último, como anécdota, comentar que Universal y el propio Marty Feldman fueron demandados por plagio por parte de los guionistas Morton Lachman y Ed Simmons. Ellos, en 1971, escribieron un guion titulado “Albert” que tenía muchas similitudes con el de “El hábito no hace al monje”. Lachman y Simmons, perdieron la demanda porque la titularidad del guión de “Albert” pertenecía a la productora alemana CMB Prods. motivo por el cual no pudieron probar la autoría de dicho guion, pero todo indicaba que algo de cierto podía haber en todo este asunto. Como fuera, demasiado rollo para una película que, a grandes rasgos, pasó inadvertida ante los ojos de todos. Aunque a ustedes igual les suene bastante su póster…

lunes, 3 de octubre de 2016

EL HERMANO MÁS LISTO DE SHERLOCK HOLMES

Tras el éxito mundial de “El Jovencito Frankenstein”, al ser tentado Gene Wilder  por el productor Richard A. Roth para que debutara como autor con una parodia de Sherlock Holmes, Wilder, creyendo que los méritos de “El jovencito Frankenstein” radicaba en su talento  y no en el de Mel Brooks, decide escribir una parodia centrada en el hermano menor de Sherlock Holmes que firmará como guionista y director, además de, claro está, protagonizarla. Todo esto, sonaba de maravilla en el papel.  Para ello, prácticamente, rueda un “Spin off” del "Jovencito Frankenstein", ya que toma a casi todo el reparto de aquella, la personalidad de sus personajes, y los adapta  a las situaciones ambientadas en el Londres de Sherlock Holmes.
Lo que pasa es que, Wilder, a pesar de ser un excelente actor cómico,  ni mucho menos es el genio de Brooks, por lo que el resultado de esta película es poco menos que infame y vergonzante. En serio, “El hermano más listo de Sherlock Holmes” es una autentica patata. De hecho, le dieron a Wilder presupuesto para que entregase un film de 140 minutos, y la duración final es de 89. No había por dónde coger aquella película.
 Y es que Wilder es incapaz de hacer una buena parodia, entre otras cosas porque es incapaz de escribir un buen argumento. A día de hoy, sigo sin saber exactamente sobre que trata la película. Sabemos que aparece por ahí Sherlock Holmes, y que Gene Wilder es su hermano menor, torpe, necio y envidioso, pero más allá de eso, la película es un batiburrillo de chistes malos, peores y nefastos y numeritos musicales agrios e insoportables, que no en pocas ocasiones, incitan al espectador a dejar de ver la película.
El mayor problema es que Gene Wilder trata por todos los medios de repetir “El Jovencito Frankenstein”, contando con Marty Feldman, Madeline Kahn y Dom DeLuise y un estilo de humor directamente sustraído de la obra maestra de Brooks. Pero se notan tanto las intenciones de Wilder, que no son otras que plagiar -amparándose en la creación de un universo ficticio en el que los mismos actores interpretarán distintos roles en parodias de los personajes más importantes de la literatura de ficción- que da mucha vergüenza verle hacer el ridículo de esa forma. Entonces, si el chiste en la de Mel Brooks era que el  protagonista no era el Dr. Frankenstein sino Fronkonstin, en esta, el hermano de Holmes, no será Sherlock sino Sherluck. Y así sucesivamente.
Todo esto sería excusable si la película tuviera un par de gags memorables, sin embargo, debe ser la cosa menos graciosa, carente de ritmo y aburrida de la historia de la comedia. Absolutamente insoportable.
En consecuencia, la película fue un fracaso absoluto. Sin embargo, en España, no llegaría a los casi cuatro millones de espectadores que llegaría a congregar “El Jovencito Frankenstein”, pero si que llegaría al millón y medio sin inmutarse, lo que está muy bien. Eso si, tardaría siglos en ver una edición en vídeo para los video-clubes, apareciendo al mercado casi de tapadillo. No había gustado a nadie.
Wilder, que en un principio estaba totalmente emperrado en dirigir para así hacer un uso correcto de sus guiones –y cobrar mayores royalties- después repetiría tras las cámaras rodando sus peores películas que son  “El mejor amante del mundo”, “La mujer de Rojo” con la que conseguiría su gran éxito y la floja “Terrorífica Luna de Miel”. Quedó claro que su lugar estaba delante de la cámara, y si era en compañía de Richard Pryor, tanto mejor.
Por lo pronto, “El Hermano más listo de Sherlock Holmes”, es para matarle.

miércoles, 9 de marzo de 2016

LOS FOTOCROMOS DE "EL GRAN DESPILFARRO"

Lo más gracioso de esta magnífica película, es que está dirigida por Walter Hill. Y es lo más gracioso porque  la comedia no es el tipo de género que solía cultivar el señor Hill. Sin embargo, más que con cualquier otra, con "El gran despilfarro" demostró ser un gran director pues considero esta película magnífica.
Y aún estando adscrita a la "mala época" (según los estudiosos) de ese genio de la comedia que fue Richard Pryor, para mí es una de sus mejores películas y su "mala época", la buena.
Ya saben de que va el gran despilfarro; Un individuo que para poder acceder a la herencia de su tío, se ha de gastar en menos de un mes, un millón de dólares. El despiporre está servido.
Junto a Pryor, otro genio; el malogrado John Candy.
Aquí les dejo los fotocromos de cine.













miércoles, 17 de noviembre de 2021

EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 2

Seguimos revisando y escaneando las páginas de la revista "Casablanca". Esta semana la cosa se ha saldado de la siguiente manera...

El desganado anuncio del rodaje del tercer "Superman". Fíjense que citan como villano de la historia a Richard Pryor que, en parte sí, pero a estas alturas todos sabemos que no del todo.


Una crítica, tirando a previsiblemente mala -aunque no sangrante- de "Historia Macabra". Destacar la siguiente curiosa frase: "Son esas cosas que no se entienden del cine comercial actual, costoso y mecánico". Para leer, tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón.



Y, finalmente, mi escaneo favorito (extraído de un ejemplar de Febrero del 83). Una entrevista a ese cáncer para el cine patrio que fue Pilar Miró -por cruelmente irónico que suene- en la que no puede evitar vomitar la rabia que sentía (y la envidia, como dice Víctor) por Mariano Ozores y su obra. La cabrona hizo todo lo posible por eliminarlo (y, de paso, el resto de cine popular que se facturaba por acá). Y lo consiguió... pero solo por un tiempo. Al final, los productos de género recuperaron su lugar en la cinematografía patria, y aunque sean detestables en un 99%, los preferimos al tipo de mierdotes que Doña Miró pretendía imponernos como Belmondo imponía su ley, es decir, a sangre y fuego.


Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias ooootra veeeez tío Vicenteeee!

martes, 4 de noviembre de 2008

LOCA ACADEMIA DE POLICÍA 7: MISIÓN EN MOSCÚ

Cuando 
a mediados de los noventa la saga de "Loca Academia de Policía" estaba ya muerta, enterrada y super olvidada, a Paul Marlansky se le ocurrió que, si la resucitaba, igual podía embolsarse unos cuantos dólares. Para ello contrató a un director televisivo pero que también había hecho películas bastante prestigiosas dentro de la comedia USA como pueden ser "Regreso a la escuela" con Rodney Dangerfield o "Nos Mudamos" con Richard Pryor, Allan Metter, quien en la actualidad dirige comedias para lucimiento de las gemelas Olsen.
Desde luego, no era el momento más oportuno para estrenar la séptima película de la saga. Aun así, fichando a los actores de las anteriores que se dejaron contratar (George Gaynes, Michael Winslow, David Graf, Leslie Easterbrook y G.W. Bailey) y a otros como Ron Perlman , Christopher Lee y Claire Forlani, consiguió hacer una película decente, bastante superior a la sexta y quinta partes, pero que pasó inadvertida en las salas.
En Moscú ha salido un videojuego muy simple pero que deja embobados a quienes lo juegan y hará multimillonario a un gerifalte ruso. La policía del país pide ayuda a la estadounidense para investigar este caso y, como no, el Comandante Lassard (esta vez protagonista absoluto), Tackelberry, Jones, Callahan y el inevitable Capitan Harris -sin su ladilla Proctor-, son los elegidos para llevar a buen puerto esta misión.
La gracia de esta peli es comprobar lo viejos que están los actores y como se ha reducido 
notablemente la plantilla del cast original. Por lo demás, un poquito de entretenimiento sano y más de lo mismo.
Llevo un par de años escuchando que se está preparando una nueva secuela de la saga, un "Loca academia de policía 8" que, en los tiempos que corren, sería mas que oportuna. De momento, todo se ha quedado en un rumor.

lunes, 15 de junio de 2015

THE FLUFFY MOVIE

Odiando como odio a esos farsantes sin talento –“americanas y camiseta, voy de listo y de gran enterado sobre cultura popular y en realidad no tengo ni puta idea, no tengo ni puta gracia ni aunque lo intentara”- que son los monologuistas (y a su público, que lo tienen, ya ni os cuento) sin embargo, soy un gran aficionado, llámenme esnob si quieren, a la comedia americana,  a los cómicos de micro americanos; Andrew DiceClay, Richard Pryor, Chris Rock, Eddie Murphy… es otro rollo más fresco, más ingenioso y, por supuesto, más americano. Si no lo inventaron ellos, poco les faltó. Pero es que la diferencia, no ya en el humor de esta gente, sino en la ejecución de las actuaciones, es notorio. No me comparen por ejemplo, a Chris Rock, con Dani Rovira ¡por dios! Años luz de diferencia. Y estoy seguro de que Rock se mofaría, escupiría, robaría y despreciaría a un bobo servil como el Rovira. Que tipo más repugnante. Es el típico que si leyera esto y se ofendiera, se tiraría un rato largo escribiendo una parrafada súper ingeniosa que le situara un peldaño por encima de mí, empleando en ello todo su esfuerzo y tiempo. Su talento no, porque no lo tiene. Todo muy previsible. Sin embargo si Chris Rock, leyera esto y se ofendiera, contestaría con un contundente y fresco “Fuck off, fucking nigga!” y listo. Y sería más gracioso que la pretenciosa y curradísima réplica del Rovira. No se si me  he explicado bien intentando resaltar la principal diferencia. En cualquier caso, y como diría Chris Rock, si no me he explicado ¡Que les jodan, negros!
Los subnormales de los monologuistas (así se autodenominan los de aquí, quizás porque esa palabra tiene más prestigio que comediante… hijos de la gran puta) no dejan de ser paletos de mierda que se disfrazan (literal, se visten como creen que debe vestirse un mongologuista) de comediantes americanos, y los cómicos americanos, en realidad son macarras que se han convertido en actores de comedia, básicamente, por ser ellos mismos. De hecho, frecuentes son las denuncias por  malos tratos a muchos comediantes americanos. Pero eso sería otra historia. A lo que voy es que los americanos, son auténticos, son de verdad.
Sirva esta introducción para decir que me gustan los “Standup” americanos, lo que llega de los yankies, me lo como. Y lo que llega bien subtituladito, por la vía ilegal faltaría más (aunque en su momento si que se editó en nuestro país el “Raw” de Eddie Murphy), suelen ser las “Concert Movies”.  ¿Que qué son? No hace falta ser una lumbrera: “Películas concierto”. A este género se adscriben aquellas películas que se ruedan para cine y que nos están mostrando un espectáculo en directo, ya sea musical o cómico. Las hay de conciertos musicales, pero las que suelen triunfar, suelen ser las de los cómicos. Ya he reseñado yo aquí alguna: “Cheech andChong´s Hey watch this” o “Dice Rules”. Y estas películas, salvo si tienen una introducción ficcionada, que suele ser habitual, lo cierto es que tampoco tienen nada reseñable más allá de si el cómico es bueno o malo (por eso también esa introducción al odio, que nunca está de más). Pero déjenme presentarles al cómico de moda en los USA, Gabriel Iglesias, también conocido como “Fluffy” algo que traducido vendría a ser “Fuertecito” o similar.  Obeso de 200 kg (ahora ha adelgazado 50 kilos, y bajando… por salud)  de ascendencia mexicana, fan acérrimo de Eddie Murphy – de hecho se dedica a la comedia gracias a ver en su infancia, una y otra vez, el “Raw”- que se introdujo en el mundo de la comedia de micro a mediados de la pasada década. Su humor se basa sobre todo en un fluido “Storytelling” (contar historias), su facilidad para hacer voces y sonidos al más puro estilo Michael Winslow –pero mucho más comedido en la utilización de estos- y en los chistes sobre su peso, los de mexicanos y, por increíble que pueda parecer en esto de triunfar en la comedia, su humor es palpablemente más blanco que el de cualquiera de sus coetáneos. Eso no es óbice para que sea la sensación en los USA, vendiendo más de un millón de copias de uno de sus shows en DVD. De hecho, sonado fue un tour mundial que hizo con uno de sus espectáculos, incluyendo la India, latino América y Europa… y en España, que tanto nos gusta ver a Dani Rovira o al otro gilipollas calvo con barbas, Gabriel Iglesias es un completo desconocido. Supongo que es normal… tampoco sabemos Inglés, no como en todos esos otros países.
“The Fluffy Movie” vendría a ser su primera “Concert Movie”, filmada durante su actuación en la Bay Area de San Francisco donde obtuvo un éxito arrollador. Y está muy bien. Cuenta, como antes he dicho, con esa introducción ficcionada, en este caso autobiográfica en la que por un lado, vemos como fue concebido (a su madre se la tiró un mariachi que quiso saber nada del niño), por otro somos testigos de la devoción de “Fluffy” por Eddie Murphy en la adolescencia, para luego dar paso a su actuación si mayores estridencias.
He de decir que la copia subtitulada que rula por la red de “The Fluffy Movie”, está muy bien subtitulada, o sea que pescas todos los gags y los chistes a la perfección; Gabriel Iglesias, quizás no sea el cómico más gracioso del mundo, pero da gusto escucharle. Está suelto como una culebra en el campo, fluido y entretenido de pelotas. Es mejor lo que cuenta que los chistes que pueda hacer, y ahí radica la gracia y  entiendo de sobra su éxito. Amén de la introducción de sonidos en sus historias. Así que si, “The Fluffy Movie” es un  soplo de aire fresco dentro de las “Concert Movies” y Gabriel Iglesias un cómico nuevo a tener en cuenta, que todavía no ha dado el salto a la gran pantalla como protagonista, pero es muy bueno; que lo haga es solo cuestión de tiempo.
No obstante, las cámaras de cine no le pillarán de nuevas cuando protagonice una peli, ya ha hecho episódicos en alguna que otra “Sitcom”, mucho doblaje de dibujos animados en películas como “Aviones” u “Operación Cacahuete” y un papel secundario en  “Magic Mike”, siendo el papel más protagónico hasta la fecha el que hizo en “A Haunted House 2”, la secuela de “Paranormal Movie”. Pero no le corre mucha prisa… es el rey actual de la comedia de micro y creo que ahí, él se siente estupendamente.
En cuanto a “The Fluffy Movie”, muy bien rodada en el sentido de que Iglesias sabe donde están las cámaras y lo usa a su favor,  y que hay las suficientes y está lo bastante bien montado como para que el espectáculo mantenga un ritmo, está dirigida por Manny Rodríguez que, bueno, se dedica a hacer cosas de estas, aunque algún  telefilme también ha caído.
En definitiva, muy recomendable. Se pasa un rato agradable y no vergüenza ajena como con quienes ustedes ya saben.


lunes, 17 de febrero de 2014

LA VENGANZA DE PINOCHO

A raíz del éxito que tuvo con "Muñeco diabólico", Tom Holland narraba en las entrevistas su idea inicial, según la cual el niño protagonista de aquella se revelaba como el auténtico asesino, limitando las funciones del puñetero "Chucky" a las de un simple muñeco sin vida. Pero claro, primero, no era lo suficientemente espectacular -para los productores- y, segundo, en caso de tener éxito, dificultaría la producción de las inevitables secuelas y, también, la del inevitable "merchandising". Pues bien, a la hora de realizar el obvio y pornográficamente descarado "exploitation" de "Muñeco diabólico" que es este "La venganza de Pinocho" ("Pinocchio´s revenge" o "Pinocchio" a secas en los USA), Kevin S. Tenney, entrañable autor de clásicos tan videocluberos como "Witchboard (juego diabólico)", "La noche de los demonios" original, "El sótano prohibido" o "El pacificador", se aferró a ese mismo concepto casi obsesivamente... o mejor, lo robó con todo el morrazo. En su versión de la historia del juguete asesino predomina mucho la duda de si es este el que mata o la niña que lo posee (¡y que cómodo y fácil es cambiar el sexo del crío protagonista para ahorrarse mayores comparaciones!, a lo que hay que añadir un grado desorbitado del elemento "repelente", condimentado por unos irritantes tirabuzones). Se pasa toda la puta película dándole vueltas a lo mismo y al final... er... adivinen. ¿Cómo?, pues eligiendo la opción más económica, es decir, aquella que implique una dosis menor de efectos especiales (y que, curiosamente, incrementa la gravedad del expolio. ¿Qué diría tío Tom?. Nada bueno).
Todo son pequeñas dosis en "La venganza de Pinocho". De originalidad, ritmo, talento, crímenes, violencia.... y humor, que aquí resulta casi inexistente, cosa que no solo agradecí, es que me sorprendió muchísimo. Sí amigos, el Sr. Tenney se toma muy en serio su propuesta, a pesar de contar con una premisa tan ridícula (no ya lo del muñeco homicida, mas bien de QUIÉN se trata). La movida gira en torno a una abogada criminalista emperrada en defender a un baranda que mató a su propio hijo y lo enterró junto a su juguete favorito, que no era Richard Pryor sino el puto Pinocho. En fin, por hache o por bé, el bicho aterriza en las manos de la hija de la picapleitos justo el día de su cumple, y se encapricha de él psicopáticamente. Justo a partir de ahí comienzan a suceder cosas.... el aspirante a padrastro la palma..... la cría con la que la niña se lleva mal en el cole sufre un accidente.... er... y ya está, en realidad esas son las únicas fechorías que acomete este "Chucky" del "hombre pobre". Y volvemos al principio, ¿¿es el muñeco o la hija repelente que se ha vuelto tarumba??.
Paradójicamente, mientras el nivel de sangre es casi nulo, lo que daría pie a pensar que el film procura no asustar a una posible audiencia juvenil, incluso pre-adolescente, sorprende la aparición de un desnudo de la canguro tan gratuito como absolutamente integral y que no sirve para "nada", salvo que la jaca se encuentre a Pinocho ahí sentado en la cama, observándola ("Le gusta mirar a las mujeres", dice la niña). Pero mola, claro.
El caso es que el muñeco no cobra vida hasta el minuto 58 (primero habla sin abrir la boca, luego sí la mueve y en el tercer intento, mantiene los labios pegados de nuevo... ¿por qué esos caprichosos cambios?). Y nadie muere hasta pasada la hora (y lo hace estando tumbado en la cama de un hospital, en coma y... ¿maniatado?). A ello hay que sumar un puñado de incongruencias, como  que la prota adulta supere con pasmosa facilidad la muerte de su maromo (menos de 24 horas, como en los mejores "slashers"), que el monigote se cuele en un hospital, corra entre la gente y nadie le preste atención (detalle este que, junto al desnudo antes comentado, chirrían mucho más si tenemos en cuenta el desenlace de este drama tan tonto) o que, pa no perder la costumbre, cuando Pinocho cobra vida y se mueve de cuerpo entero, descubrimos asombrados cómo sus extremidades se vuelven rechonchas y sus andares algo torpes. Vamos, ¡que muta en enano!.
En el reparto localizamos un par de rostros de la peli de debut de Tenney, "Witchboard", en concreto son los de Todd Allen y James W. Quinn. En cuanto a la supuesta criatura protagonista, su responsable no es otro que Gabe Bartalos, popular por crear la fauna de deformidades que pululan por "Basket Case 2".
¿Qué quieren que les diga?, "La venganza de Pinocho" es tan sosa, trillada e insabora como parece. Puro producto de la maldita década de los 90. Pero si te la tomas como hay que tomársela, como un puñetero telefilm de Domingo por la tarde, pues puede sufrirse en silencio, como ocurre con las almorranas, mismamente.

lunes, 30 de noviembre de 2020

SLEEPWALK WITH ME

Mike Birliglia, cómico de micro de corte menos arrogante y lujoso que muchos de sus coetáneos, lejos de llenar estadios se mueve por pequeños locales de la escena off-Broadway y es el cómico predilecto del público intelectual.
En 2008, estrena en el Bleeckbet Streer Theather de Nueva York el espectáculo “Sleepwalk with me”, una mezcla de stand up y teatro que supone un éxito de crítica, llegando a escribirse sobre el show, que era, sencillamente, perfecto.
Birbiglia, en un alarde de egomanía de 10 dólares, y jugando sobre seguro, e inspirándose en su show, escribe el libro “Sleepwalk with me & Other Painfully True Stories” convirtiéndose en un best seller, y ya el siguiente paso, naturalmente, era hacer la película. Una pequeña película independiente cuyo tema central, siendo además de las pocas que lo abordan en profundidad, es la comedia stand up.
Estrenada en el festival de Sundance de 2012, “Sleepwalk With Me”, que desde que era show en las tablas cuenta la historia del propio Mike Birbiglia, narra sus visicitudes como cómico —y lo mucho que cuesta el vivir de algo tan minoritario como es el la comedia de micro—, sus relaciones personales, y su problema con la conciliación del sueño que le vuelve un sonámbulo recalcitrante, todo ello con un tufillo melodramático  que, quizás, se pasa en el sentido de querer parecer en exceso realista. Esto implica que el resultado, como la vida real, sea un tanto aburrido. Sin embargo, los números  stand up filmados están bien, y, sobretodo, rompe con la imagen de comediante millonario, excéntrico y mega-estrella, que dejaron sobre las tablas cómicos tan célebres como Richard Pryor, Eddie Murphy o Andrew Dice Clay, por poner unos pocos ejemplos.
Un cómico de stand up por norma general no es una estrella, no es multimillonario y  suele ser una persona normal con problemas normales, es lo que quiere hacernos ver Mike Birbiglia con su película, que no solo interpreta, sino que también dirige junto a Seth Barry.
Por supuesto, no se si honestamente, o por ser una película meramente independiente con todos sus tópicos y clichés, la crítica se rindió a sus pies y alabó las bondades de Birbiglia, que en realidad, y salvo porque se trata de una película genuina sobre la comedia de micro que aborda el tema honestamente, la verdad es que la película es un verdadero coñazo.
En el reparto destaca una breve intervención, sin acreditar, de una de las nuevas reinas de la comedia americana, Amy Schumer, que prácticamente pasa inadvertida.
Tras el relativo éxito de la película, Birbiglia, continúa con su labor como comediante, apareciendo en toda suerte de películas. Como director, además de un par de cortos, ha rodado también “Don’t Think Twice”, también centrada en el mundo del stand up y sobre los miembros residentes del famoso local de comedia Improv situado en Nueva York y cantera de lo más florido de los cómicos emergentes, convirtiéndose así en el director estandarte de las stand up movies para público de hocico fino, aunque estas sean aburridas, sosas e irrelevantes para el gran público. Como fuere, está claro que Mike Birbiglia ama la comedia de micro.
Con todo, acercarse a este micro-universo fílmico para minorías selectas, siempre es interesante… aunque sea con la boca chica y de pasada.

domingo, 4 de septiembre de 2016

LOS FOTOCROMOS DE "EL EXPRESO DE CHICAGO" (EN TRIBUTO AL GRAN GENE WILDER)

No eran estos los fotocromos que tenía pensados para hoy, pero los hechos acaecidos "obligan". Sí, hace escasos días nos dijo adiós uno de los grandes, Gene Wilder. No necesita presentación, y la película de hoy tampoco, "El expreso de Chicago", cuyo éxito marcó el inicio de su asociación artística con Richard Pryor. Juntos formaron un dúo cómico de lo más entrañable y rentable esputando títulos como "Locos de remate", la muy entretenida "No me chilles, que no te veo" y "No me mientas... que te creo".
Ahora ninguno de los dos rula ya por este sucio planeta. Y disculpen si mis llantos se los dedico a Wilder, un tipo que siempre me cayó muy bien y, lo que es más importante, siempre me regaló montones de risas. Inevitable citar "El jovencito Frankenstein", pero también "Los productores", "Un mundo de fantasía" (eternamente mal tratada, pero que ahora comienza a ganar prestigio), "Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar", "Sillas de montar calientes" y no olvidemos su faceta como director, especialmente con la exitosa "La mujer de rojo".
En fin, sirvan pues estos fotocromos para dar el último adiós a tan maravilloso loco de despeinados pelos rubios e intensa mirada azul. Ya le echábamos de menos desde el momento que se retiró del cine, pero más lo haremos ahora que sabemos que no volveremos a verle en una pantalla. ¿O sí?, esa es la grandeza de las películas, que siempre que uno lo quiera puede reencontrarse con sus actores favoritos y pasar un rato inolvidable con ellos, independientemente de que vivan o no, y del tiempo transcurrido. Y ver de vez en cuando a Gene Wilder es siempre, simple y llanamente, un gustazo.
Descanse en paz, caballero.













miércoles, 15 de junio de 2022

EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 12 (SUPERMAN + JAMES BOND)

¡Y qué divertido es echar un vistazo a las páginas de "Casablanca" y encontrarse con noticias de futuros estrenos gordos, también conocidos como blockbusters!. Esos que fuimos a ver con la familia, o amigos del cole, y nos dejaron una huella más o menos imborrable!.
Pal caso tenemos dos. Por un lado, el tercer "Superman". Conocemos de sobras el supuesto tirón de "Casablanca" hacia un cine más, digamos, de autor. Por ello, cuando abordaban aquel abiertamente comercial, lo hacían con un tonito burlón, algo que se traslada totalmente al texto sobre la tercera aventura del superhéroe de la capa roja. Dispondrían de cuatro líneas publicitarias y las estiraron como pudieron a base de divagar y soltar gracietas rancias. Nótese como Richard Pryor es tildado de magnífico actor. Esa no me la esperaba. Publicada en verano del 83.
La siguiente, más formal, habla de James Bond. Concretamente de aquel momento en el tiempo donde coincidieron la nueva entrega del 007 entonces activo, es decir, "Octopussy" - Roger Moore, y el sonado regreso del clásico, osea, "Nunca digas nunca jamás" - Sean Connery. Publicada en Septiembre del 82.
Para leer, tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón.
Luego griten a los cuatro vientos aquello de: ¡Graaaaacias ooootra veeeez tío Vicenteeee!



viernes, 22 de febrero de 2019

LOS TELEÑECOS CONQUISTAN MANHATTAN

Los Teleñecos son toda una institución en los USA desde hace casi 50 años gracias a unos shows televisivos de fama mundial que, incluso tuvieron su momento de gloria en la España de los setenta (también se emitió en Canal + la estupenda “Muppets Tonight” de los 90, probablemente, la mejor serie de Los Teleñecos), y de los que me declaro fan desde la más tierna niñez. Sin embargo, no disponen de una filmografía para cine demasiado competente. Es más bien irregular. De hecho, durante su momento de mayor popularidad, en nuestro país se estrena su primera aventura fílmica, “La película de los teleñecos”, y se estrella en taquilla con apenas 33.000 espectadores del año 78. Es por ese motivo que, durante la década de los 80, no aterrizaran por aquí las películas posteriores, osea “El gran golpe de los Teleñecos” o la que nos ocupa, “Los Teleñecos conquistan Manhattan” Finalmente, y gracias a los pases televisivos, pudimos verlas por primera vez en vídeo. Ya en los 90, sí que se estrenaron las películas de estos entrañables muñecos con relativo éxito, siendo “Los Teleñecos en la isla del Tesoro” un bombazo que casi alcanza los 800.000 espectadores. Pero no podemos decir que estas sean sus mejores películas. Paradójicamente, esas son las que no llegaron a estrenarse aquí, encabezadas por “Los Teleñecos conquistan Manhattan”, tal vez la mejor película de Los Teleñecos.
Probablemente, el entrañable resultado final de esta cinta, —en la que, tras unos buenos resultados en la universidad, Gustavo y su troupe se lanzan a la aventura en Nueva York con el fin de estrenar un musical en Broadway, y se las tendrán que ver con los peligros de la gran ciudad y los desplantes de los productores teatrales—, se deba al  solvente director que hay tras la cámara, Frank Oz, currante del “El Show de Los Teleñecos” desde los inicios hasta finales de los 90, y voz de varios de los muñecos, siendo las de Miss Peggy y Animal las más populares.
Jim Henson en ese punto de su carrera, desbordado de curro, decide que es hora de delegar en alguno de sus colaboradores, y quién mejor para abordar el rodaje de una nueva película de Los Teleñecos que Frank Oz, tan conocedor de la idiosincrasia de The Muppets, que hasta rechazó un guion previo por considerarlo demasiado extravagante, para dar forma a un musical clásico con una estructura que, incluso, peca de rancia -pero funciona a las mil maravillas- combinada con el universo de los Teleñecos. Estos han de ser rancios aspirantes a estrellas de Broadway, punto. Y la cosa acaba siendo entretenida de pelotas, amén de poder ver en su salsa a los muñecos, que sería siempre el máximo aliciente, interactuando con actores de carne y hueso por las calles de Manhattan. De hecho, popular es la anécdota en la que, al estar Jim Henson manejando a Gustavo en Central Park, oculto y con la marioneta a la vista, un niño se acercó a hablar con la rana y Henson no pudo hacer otra cosa que seguirle el rollo, por lo que, al rato, ya tenía por allí un grupo de muchachos sumados a la conversación, retrasando así el plano que tocaba rodar en el parque.
Como era de recibo en un film de The Muppets, tocaban un buen montón de cameos, pero la gran mayoría de estos (a excepción de los de Lizza Mineli o James Coco) se cayeron por el camino por culpa de Dustin Hoffman, más conocido en Hollywood por aquellos años como “El narizotas”o “El despojo”. En realidad el mote que debería haber tenido es “El pelota”, porque lo que ocurrió es que debía interpretar a un productor claramente inspirado en Robert Evans, y Hoffman (no se me ocurre mejor personajillo para esa tarea) se bajó del carro porque decía que parecería que se mofaría de él y no quería faltarle el respeto (por aquel entonces Evans daba mucho trabajo en Hollywood). Esa actitud propició que el resto de cameos también se echaran para atrás, por lo que algunos apalabrados como Richard Pryor, Lily Tomlin, Steve Martin e incluso Michael Jackson, finalmente ni asomaron el hocico. Y la verdad es que, quizás, sea mejor así.
Por otro lado, esta película es recordada porque introduce en el universo “Teleñequil”, por primera vez, a lo que luego serían Los Pequeñecos, es decir, los miembros clásicos de The Muppets siendo bebés y desarrollando su campo de acción en una guardería. Hay una escena en la que Peggy sueña que regresa a la infancia, y de esa secuencia, al año siguiente la factoría Henson se sacaría de la manga una serie de dibujos animados que se tiraría en antena casi ocho años, siendo uno de sus grandes éxitos de los 80, “Los Pequeñecos”. 
“Los Teleñecos conquistan Manhattan”, divertida a rabiar, rodada estupendamente y para toda la familia, es de lo más recomendable, sobre todo si eres un devoto de sus protagonistas. La cinta más memorable de las muchas que protagonizaron y que han ido (e irán) apareciendo por aquí reseñadas.

lunes, 4 de enero de 2021

DOWN TO EARTH (DE VUELTA A LA TIERRA)

No centrándose en la comedia stand up,  “Down to Earth (De Vuelta a la Tierra)” sí que tendría un comediante de micro como protagonista y un 25% de la película nos mostraría parte del repertorio de este en varios escenarios destinados a tal efecto, como el mítico teatro Apollo de Harlem, lugar dónde asimismo tuvo que sacarse las castañas del fuego, en la vida real, Chris Rock, protagonista, soporte absoluto, y razón de ser de “Down To Earth (De Vuelta a la tierra)”. De hecho, claramente, el personaje principal de la película, Lance Barton, está inspirado levemente en el propio Rock, en tanto que ambos se criaron en el barrio Neoyorkino de Bed Stuy, Brooklyn, y ambos fueron abucheados en el Apollo y considerados poco graciosos en sus inicios. Sin embargo, Rock debe su fama a sus actuaciones bajo micro que le convirtieron en uno de los mejores humoristas. De hecho se le considera el relevo de Richard Pryor, amén de ser uno de los comediantes más incisivos y ágiles de mente de los últimos 20 años.
“Down To Earth (De Vuelta a la Tierra)”, por otra parte, no es más que el más flojo remake —el segundo, de hecho— de  “El difunto protesta” de 1941. El primero dataría de los años 70 y sería el archiconocido “El cielo puede esperar”, ese vehículo para el lucimiento del palmito patillero de Warren Beaty. La diferencia radica en que al contrario que en las dos que le preceden, en “Down To Earth (De vuelta a la Tierra)” el protagonista no es un deportista —en “El difunto protesta” era un boxeador”, así como en  “El cielo puede esperar”, sería un jugador de rugby”—  ni es un hombre blanco. En esta, Chris Rock encarna a un repartidor de mensajería que en sus ratos libres hace espectáculos de stand up.
Como más que una adaptación del clásico de 1941 se trataría de un argumento prestado para una película en la que lucirse Chris Rock, este,  se toma ciertas licencias, de manera que el humor de esta película radica, sobre todo, en los gags de corte racial, especialidad de Chris Rock en los escenarios.
Cuenta como este individuo es atropellado por un camión. En consecuencia muere, y cuando sube al cielo, se descubre que ha sido un error por parte de los ángeles, por lo que estos le enviarán de vuelta a la tierra para que reemprenda su vida hasta que le toque morir de verdad, solo que su cuerpo ya no está disponible. Así que tendrán que encontrar el cuerpo de otro individuo a punto de morir en el que depositar su alma. Hasta que encuentren un cuerpo que vaya acorde con su personalidad, se le adjudica el de un millonario blanco al borde de la tercera edad para que nuestro protagonista lo  habite, y en el que emprenderá su nueva vida. Así, enmienda todas las injusticias ocasionadas por el excéntrico millonario, enamorando con su verborrea a la enfermera que en un principio no le podía ni ver. La gracia del asunto está en que, como nuestro protagonista no puede dejar su principal pasión, que es la comedia de micro, este acometerá sus actuaciones en el cuerpo de un hombre blanco de sesenta años, por lo que los chistes sobre estereotipos negros en la boca de un individuo blanco, alimentarán las iras de los hombres negros presentes entre el público, con trágicas consecuencias para  nuestro protagonista.
Especialmente divertidas son las escenas en las que Lance Barton va en su coche lujoso escuchando la música de Snoop Dog, cantando entusiasmado y haciendo aspavientos como todo un rapero, en el cuerpo del millonario blanco. Las cara de asombro de los conductores negros del coche de al lado al ver a un hombre mayor blanco comportándose como todo un negrata, son ya un clásico de la comedia moderna.
La película es de lo más correcta, si bien no hace alarde de nada excepcional durante su metraje. Chris Rock cumple su función de lo que sería uno de sus primeros papeles importantes, complaciendo a su platea que convirtió la película en un moderado éxito de público, si bien la crítica se cebó con ella en todos los aspectos.

viernes, 4 de diciembre de 2015

MI NIDO O EL TUYO

Tan convencido estaba Steven Spielberg del tirón de John Belushi, tal el aprecio que sentía por él, que creo la “Amblin” solo para poder pegarse el gustazo de producir la que, en teoría, iba a ser la película que encumbraría a John Belushi. “Mi nido o el tuyo”. Ergo, se trata de la primera película producida por Amblim, y también, la primera comedia romántica de John Belushi.
Cuenta la historia de un periodista de éxito de un popular periódico de Chicago que acude a las montañas a realizar un artículo sobre una ornitóloga que estudia a una clase de águilas en extinción. Allí, surgen las disputas (ella es chica de montaña, él hombre de ciudad) y las redencillas para, de la noche al día, todo eso convertirse en un amor infinito, que se verá perjudicado por los distintos hábitats en los que nuestros protagonistas se desenvuelven.
“Mi nido o el tuyo” –“Continental Divide” en su versión original, que hace referencia a la separación de montañas que hay entre los USA y Canadá, dónde sucede el grueso de la película- tenía una intención; convertir a Belushi en el nuevo Spencer Tracy. Lógicamente, todo Tracy que se precie, tiene que tener una Catherine Herpburn que le sirva de pareja, así que le endosaron a una tal Blair Brown, feucha y actriz del montón, con la que no surgió ninguna química. El resultado es terriblemente flojo, una película aburrida de narices, con una historia absurda y, en definitiva, una película carente de cualquier carisma. Entonces, lo que iba a ser el peliculón de Belushi acabó siendo uno de sus fracasos (recordemos que solo tuvo un par de grande éxitos).
Y es que, como dice la canción, el peor enemigo de Belushi, era el propio Belushi.  La película no hay quien la salve, quizás protagonizada por Chevy Chase y Goldie Hawn sería más visible, pero seguiría siendo una mierda. Sin embargo, hay que tener en cuenta que “Mi nido o el tuyo” se ve resentida por un John Belushi en fase terminal que echó a perder el rodaje, no solo por sus continuo estado de embriaguez y/o drogadicción, sino también, porque quería meterle el rabo a Blair Brown a toda costa, llegando, incluso, a meterle mano en algunas ocasiones, con lo que consiguió que la actriz le cogiera un asco descomunal que, desde luego, se transmite en la pantalla.
En la pre-producción, la inseguridad embargaba a Belushi. No sabía si daría el tipo ya que necesitaba una interpretación sosegada y contenida –“¡Nada de cejas!” le decía continuamente el director- y por unos instantes, cuando aceptó el papel, decidió tomárselo en serio. Comenzó una dieta que le hizo adelgazar casi 20 kilos y no consumió drogas durante ese tiempo. Se mantuvo sobrio. Y el rodaje fue sobre ruedas las primeras semanas. Pero claro, fue llegar a Chicago, dónde se rodaba parte de la película y mandó a tomar por el culo la dieta y la abstinencia. Además, la eterna inseguridad del actor, le hizo perder la fe en una película concebida a su medida, escrita por Lawrence Kasdan y producida por Spielberg. Al considerar que no estaba a la altura, que no resultaba interesante más allá del salvaje rol de Bluto de “Desmadre a la Americana”, Belushi se dio de nuevo a la mala vida con lo que eso conlleva; Llegar  completamente drogado al rodaje, engordar como un cerdo o directamente no asistir al rodaje. Y es que, efectivamente, si sacamos a Belushi de su rol salvaje, resulta ser un actor más bien discretito y tirando a malo.
Dicen que la película en la que más hecho polvo estaba Belushi, es “Mis locos vecinos”, sin embargo donde el deterioro físico es más palpable es en esta “Mi nido o el tuyo”, dónde los kilos y kilos de maquillaje no ocultan un rostro castigadísimo por la cocaína, unas ojeras permanentes, o en el peor de los casos, y vaya usted a sabe por qué, heridas  y arañazos en el rostro, en una de las escenas. Desde luego, lamentable. Por no hablar de cómo Belushi engorda y adelgaza  en una misma escena. Pero me refiero a cambios físicos de entre 10 y 15 kilos.
Más allá de esto que cuento, y si no estuviera protagonizada por quien lo está, “Mi nido o el tuyo” es una película muy del montón, muy sosita, que pasó inadvertida en su estreno en USA, y aquí a España nos llegó directamente al mercado del vídeo, y con pocas copias además, por lo que hoy en día se trata de una de las películas más desconocidas del actor, siendo como es, un icono.
Junto a Belushi y Brown destaca la presencia de Tony Ganios ¿Qué quien es ese? Pues nada menos que el “Cigarro Puro” de la saga de “Porky’s”.
Dirige el director de estudio Michael Apted, que lo mismo te dirige esta, que te dirige “Estado Crítico” al servicio de Richard Pryor, que “Gorilas en la niebla”, que una de las entregas de “Narnia”.

sábado, 9 de agosto de 2014

LA LOCA HISTORIA DEL MUNDO

Me encanta esta peli. Que quede claro desde buen principio. La he visto varias veces y siempre la disfruto, pero ha habido casos concretos en los que la he gozado tanto que, en fin, se me ha pasado en un "plis". Volando. Y me sorprendo y me digo "Coño, ¿ya está?, mira que es entretenida y divertida la jodida". Y lo es. Puede que no sea la mejor comedia del gran Mel Brooks, personaje claramente adorado en este blog, ni la más reconocida, ni la más ingeniosa. De hecho, en su época tuvo muy malas críticas. Hasta ganó un premio oficial en los USA como el peor estreno del año. Pero a mí me la suda, de verdad os lo digo, es una peli que me da buen rollo, transpira positividad toda ella y es ideal para combatir penas y aburrimientos.
Un Mel Brooks pletórico, en la cresta de la ola tras estrenar éxitos como "Sillas de montar calientes", "El jovencito Frankenstein" o "La última locura" y con el ego desatado, se encarga de protagonizar (hasta cinco papeles se marca el baranda), dirigir, guionizar, componer/cantar alguna canción y producir este repaso a algunos momentos de la historia de la humanidad, divididos en diferentes segmentos de distintas duraciones. Los más gordos van dedicados al Imperio Romano y a la revolución Francesa. Pero también hay sitio para la prehistoria o la inquisición Española. Todo ello con una estética algo anticuada para el año que se produjo, 1981, con unos colores, un modo de filmar y unos decorados de cartón piedra tremendos, que destilan artificialidad, pero que bien podría ser una estratagema del amigo Brooks como parte de la parodia, algo que ya solía hacer. Imitó el estilo de James Whale en "El jovencito Frankenstein" y aquí podría haber tomado prestado el look de todas esas súper-producciones históricas y bíblicas tan típicas del Hollywood clásico donde primaba un tono diametralmente opuesto al realismo. Sea como sea, me encanta, todo ese colorido incrementa el tono de fiesta y diversión.
El tipo de humor –absurdo- empleado y su eficacia varían a lo largo de los 92 minutos que dura la peli. Hay chistes malísimos (muchos de ellos en el segmento dedicado a la prehistoria), los hay majos, los hay muy buenos y, obvio, los hay brillantes. En este último grupo podría soltar unos cuantos de mis favoritos, pero me quedaría corto. No sé, así a lo burro me encanta el espectacular y delirante número musical situado en el castillo de Torquemada (gran canción, gran letra), me encanta Dom DeLuise como emperador Romano, me encanta Harvey Korman como Conde de Parné (De Monet, en la versión original), la coña a costa de la última cena ("¡Judas!, ¿quieres probar la sopa?"), la ya clásica frase "Es bueno ser rey" que Brooks esputa a cámara cada dos por tres y muchas partes de los diálogos... que imagino será cosa del doblaje, porque son chistes muy “castizos”... pero no puedo resistirme a la forma de hablar de los Romanos ("Comicus, comicus!", "Estúpidus!", "Papirus para el porrus", etc). También resulta interesante hacer notar que, acorde a los tiempos que corrían, Mel Brooks se vuelca en los chistes verdes, el humor vulgar y chabacano, presente en sus trabajos previos pero no hasta ese grado, algo que sentaría fatal a los críticos de la época, pero que hoy es del todo efectivo. Yo esta peli la vi en su estreno, acompañado de mi tío, y recuerdo varias cosas: que la sala estaba petada, que el público se reía mucho y ¡¡que me ponían muy nervioso las chuflas marranas!!, me sentía avergonzado, casi como si estuviese viendo una película porno. Dulce inocencia. Pero es que momentos como el casting de penes para la orgía o la prueba para comprobar la autenticidad de los eunucos (con esa lengua quilométrica desenrollándose) eran materia muy fuerte para un chavalín como era yo entonces.
El caso es que, por el motivo que sea, "La loca historia del mundo" fue un fracaso considerable, y marcó el principio del fin de la carrera de Mel Brooks como director, que ya no levantó cabeza. Pasaron seis largos años hasta que volvió a estrenar un largometraje como autor máximo y fue "Spaceballs", titulado en España "La loca historia de las galaxias", lo que no deja de ser gracioso. Tampoco fue un éxito, aunque, obvio, los que la vimos en su momento la recordamos con mucho cariño (algún día hablaré de ella a fondo). Curiosamente el último gag de "La loca historia del mundo" es una coña a costa de "La guerra de las galaxias", todo un aperitivo de lo que sería la siguiente locura del pequeño judío.
En v.o. "La loca historia del mundo" se titula "History of the world, part 1"... pero nunca hubo en mente hacer un part 2, solo era parte del chiste. Sin embargo, ello dio pie a que algunos indocumentados lo usaran como arma arrojadiza contra Mel Brooks, riéndose de su fracaso y, por tanto, de la imposibilidad de seguir la supuesta saga. Indocumentados como el amigo Carlos Pumares, que detestaba al director de "Máxima Ansiedad" y echaba mano de tan equivocada acusación. Peor para él.
No me voy a enrollar con el tema del personal implicado porque es largo como un día sin pan y hay de todo. Basta decir que están los clásicos de Brooks (DeLuise, Madeline Kahn, Cloris Leachman, Ron Carey, Sid Caesar Rudy DeLuca), algunos fichajes nuevos (Gregory Hines sustituyendo a Richard Pryor, que había co-guionizado "Sillas de montar calientes" y no pudo actuar en la presente por sus movidas chungas con las drogas y los mecheros) y un porrón de cameos (destacando los de Charlie Callas, Paul Mazursky, Henny Youngman -¡¡¡quien también tuvo un papelillo en "The Gore Gore Girls" de H.G.Lewis, nada menos!!!-, Hugh Hefner, Barry Levinson, John Hurt...) y Orson Welles narrando la movida.
Hace unas semanas llegué a la conclusión de que, por mucho que me guste el humor, y que sea la mar de importante en mi vida, en general la comedia ha dejado de gustarme. O peor, de hacerme reír. Naturalmente hablo de la comedia moderna… no sé, hay algo en ella, venga de donde venga (pero especialmente la americana, que siempre fue mi preferida), que ya no funciona conmigo. Por eso, tras revisar “La loca historia del mundo” y disfrutar en el proceso como un niño y su moco, puedo afirmar que “Ya no se hacen como esta”.
Divertida, fresca, sanamente tonta, irreverente.... muy recomendable.