jueves, 24 de septiembre de 2009

LA CENTINELA

Consecuencia directa del "boom" sobre cine satánico producido en los USA por ahí mediados/finales de los 70 (con "El Exorcista" como detonador y "La Profecía" como mimado hijo bastardo), "La Centinela" me dio auténticas pesadillas de chaval a causa de sus numerosas secuencias de inquietante y extraño surrealismo truculento. El director no es otro que Michael Winner (basándose en una novela de Jeffrey Konvitz), responsable de los tres primeros films de la saga "Death Wish", y cuenta con un reparto considerable, que se extiende incluso a papeles minúsculos, ahí va la lista (en orden imdbiano): Chris Sarandon, Martin Balsam, John Carradine, José Ferrer, Ava Gardner, Arthur Kennedy, Burgess Meredith, Sylvia Miles, Deborah Raffin, Eli Wallach, Christopher Walken, la sexy Beverly D'Angelo (futura esposa ficticia de Chevy Chase en las pelis de la chiflada familia americana, y que protagoniza una escena de onanismo muy potente), Tom Berenger (en un rol tamaño ladilla), Jeff Goldblum (que ya había currado para Winner en "Death Wish" haciendo de violador y con el que tenía muy buena relación) y ¡Richard Dreyfuss de extra!. La verdadera prota de la función, la sosita Cristina Raines, terminaría con sus escuetos huesos en la caja tonta. De los efectos visuales y maquillajes se responsabilizan dos grandes, Albert Withlock (quien había colaborado en pelis de Hitchcock) y Dick Smith, respectivamente.
Una modelo y su novio buscan piso. Encuentran uno amplio, de aspecto algo gótico, pero a precio de ganga. Tras instalarse (ella sola, es una chica muy de los 70) conoce a los vecinos, que son una panda de tipos y tipas raro/as. Encima, por la noche, escucha ensordecedores estruendos en el piso de arriba. Enfadada, va a reclamar a la dueña del lugar y esta le dice que flipa, pues salvo un siniestro cura ciego asomado día y noche a la ventana del ático, hace años que nadie más habita allí.
La premisa es tan interesante como suena, y el film está plagado de pequeños momentos francamente efectivos, sobre todo cuando la moza, de madrugada, solana y linterna en mano, sube al piso ruidoso y se encuentra con una sorpresa escalofriante. A ratos Winner pierde el pedal y se pasa de rollo efectista, pero para un fan del cine de terror de bajo viente como yo, ya mola. Atención al desenlace, con la enfermiza intervención de auténticos fenómenos de feria, de aspecto turbador, sí, pero poco dotados para la interpretación!!!.
Con todo, un pequeño film muy estimable que el propio Winner intentó remakear hace poco, sin conseguirlo.