
Con la segunda parte pasa exactamente lo mismo... y ahora entramos ya en terrenos problemáticos, porque mientras a la otra se lo perdonabas por su exótica procedencia (Noruega) y por su evidente homenaje al slasher más básico, con esta nueva ya no cuela, el ya justito efecto sorpresa se ha perdido y, cómo mínimo, uno no puede evitar exigirle a su responsable un poooooooooco más de imaginación, cosa que abunda tanto como neuronas en la cabeza de David Trueba (es decir, casi nada).
La superviviente de la primera peli es rescatada y llevada a un hospital. Tras narrar lo acontecido a la policía, esta se las pira a la montaña y recupera los cuerpos de sus amigos y, lógicamente, del asesino. Ni que decir que el muchacho revivirá y la armará a picotazos con médicos, enfermos y policías.
Bien rodada, planificada, con potente banda sonora, actores solventes e innegable capacidad para lograr el suspense... lástima que todos esos atributos se pierdan en un mar de previsibilidad y no luzcan lo suficiente. Al menos a mi, se me hizo un pelin plomiza.