miércoles, 27 de abril de 2011

GRADUACIÓN DE UN DELINCUENTE

Otro producto de la cinematografía venezolana, precedido esta vez por un prestigio y una buena prensa que no llego a ser capaz de comprender. Se supone que esto es una de esas películas de calidad, de hecho, por ahí dicen que es una de las diez mejores películas Venezolanas de la historia. Se supone que GRADUACIÓN DE UN DELINCUENTE es al cine venezolano lo que al cine español fue LOS SANTOS INOCENTES por citar alguna película de prestigio, para que ustedes me entiendan.
En realidad, esto es un bodrio de bajo presupuesto cercano –o lo mas parecido- a la serie Z, rodado con tantísima torpeza que el supuesto mensaje social que trata de lanzar la cinta queda eclipsado por las toneladas de grasa que inundan el objetivo de la cámara y el resto de la película. De hecho, parece que el celuloide se hubiera caído en un cubo de aceite de oliva.
Digamos que es como una película de León de Aranoa, pero en honesto, y sin invertir en ella ni la mitad de dinero público que cualquier película plumeresca (que se le ve el plumero) de este hippie con estrella roja en la camiseta para demostrar ser un tipo consciente, melena al viento y cliché en ristre.
Darío, es un individuo de barrio bajo, que en su afán por hacerse rico, hace un cursillo de emprendedores, en el que le dan un diploma y una inyección de energía para poner en marcha sus negocios. Tras varias intentonas que duran un 75% de la película, con traje y corbata incluidos, no solo no consigue nada, si no que además se desanima, se siente timado y vuelve a delinquir como es normal en un joven de su condición social y procedencia. La cárcel, será su destino.
Pues nada, que les voy a decir, un pedazo de bodrio con mucha jerga callejera de Venezuela, muchos tiempos muertos, unos actores que sobreactúan de forma modesta y un extraño montaje que de puro torpe, incluso parece ágil. No acabas de ver una escena cuando resulta que ya estás en la mitad de otra. Cine social y concienciado, con alma de película “Exploitation”. Y todo ello de manera involuntaria, por supuesto. Pero vamos, que tampoco esto es un aval.
Si de algo les sirve el saber que no le di al avance rápido en ningún momento, sepan que así fue. Aunque eso no es garantía absolutamente de nada.
Eso si, de bigotillos ochenteros, permanentes en la cabez, y homenajes a Tony Manero, los protagonistas de esto, están mas que bien servidos.
Dirige Daniel Oropeza que, socialmente, le dio al tema “delincuentes” en algún que otro film más.
Para curiosos única y exclusivamente. Si es que sienten algún tipo de curiosidad ante esto.