sábado, 4 de febrero de 2023

SPACE KID

Nos adentramos en el tan querido como detestado terreno SOV. Y procedemos con honores, hablando de uno de sus nombres más característicos, veteranos y constantes, Donald Farmer.
Farmer se inició como editor de fanzines con "The Splatter Times", que le valió para colarse en la prensa especializada profesional, escribir en algunas cabeceras muy respetadas e incluso asistir a rodajes de títulos considerados hoy grandes clásicos, como "El día de los muertos" (donde hizo de zombie) o "Terroríficamente muertos". En 1987 decide llevar adelante su sueño, rodar un largometraje. Pero lo hace como se estilaba entonces en las catacumbas del cine de más baja alcurnia, es decir, grabando en vídeo una cutrez tan agresivamente exploitation como para bautizarla "Cannibal Hookers", "Putas Caníbales", con sangre y -sobre todo- tetas por doquier. Funciona tan bien que sigue por la misma senda a base de horrendeces del calibre de "Demon Queen" (cuya caratula usa la misma ilustración vista en el cartel de "La invasión de los zombies atómicos"), "Scream Dream", se pasa a los 16 mm con "Vampire Cop", dirige una secuela directa de "La violencia del sexo" en la que interpreta a uno de los violadores -"Savage Vengeance"- e incluso lanza documentales como "Invasion of the Scream Queens" o "The bizarre world of Jess Franco", uno de sus héroes.
Metido de lleno en los 90, Donald Farmer comienza a cambiar un poco el chip, abandonando la más radical explotación cutre salchichera al apostar por otros géneros como el thriller, la acción o el ¡drama histórico con regusto a western! Es en medio de este vendaval cuando se entera que una señora quiere invertir en una película para críos. Corre a escribir el guion de una cosa titulada "Space Kid". Lo presenta y recibe el ok. Así, Farmer, tras chorrocientos largos repletos de "sex and violence" se pone manos a la obra con -parafraseando a los Monty Python- algo completamente diferente, una de/con niños repelentes. Eso sí, en lo que respecta al "cómo" y al "de qué manera", poca cosa cambia, ya que será parida en formato Betacam, de modo totalmente amateur.
La historia no tiene mucha complejidad. Huyendo de un malhechor armado, una mamá alien se sacrifica para que su retoño suba a una nave y ponga rumbo a la tierra. Cuando aterrice, se hará amigo de una niña (no queda ni rastro del posible trauma que se supone propio de ver a tu madre aniquilada ante tus ojos) y juntos vivirán una serie de aventurillas (en diminutivo, porque tampoco dan para mucho), entre ellas huir de unos "men in black", tratar con una presentadora de televisión en busca de un éxito, con una "seño" de lo más borde, una canguro igual de gilipollas o un profesor ansioso por acreditarse como descubridor del niño espacial (diríase que no hay ningún personaje adulto -terrestre- positivo).
Todo ello parido a lo... pues eso, totalmente casero. Con secuencias de cháchara plano contra plano en las que, muy evidentemente, cada actor está en un lugar y espacio temporal distinto. Aunque se esfuerzan, se nota que sueltan los diálogos así como de carrerilla, robóticamente. Tal vez la mejor sea la niña protagonista. Del mocoso galáctico destaco su careto, lo suficientemente raro para resultar creíble. Y las escenas de naves y tal, pues sacadas de otra película (con tan mala pata que llegamos a ver una "marca de agua" en el material original)
Rajar de algo como "Space Kid" sería injusto. Su naturaleza nos induce a ser compasivos y comprensivos. Porque, además, no deja de ser una rareza tremenda. Quiero decir, esta clase de basura parida en vídeo suele tirar de, pues ya saben, desnudos, violencia, humor grueso, guiños "frikis", esas mierdas. Localizar una como la reseñada, de intenciones tan blancas y puras, destinada a benjamines, no es tan habitual. E, inevitablemente, nos recuerda a otros perros verdes como este, este o este. Por todo ello, lógicamente no encontró distribución oficial, limitándose a unas pocas copias en dvd-r vendidas por el mismo Donald Farmer a través de su página web. Así permanecía hasta que, hace poco, el mismo baranda que recuperó la nunca exhibida "Timesweep (Tiempo Muerto)" montando un pase online, hizo tres cuartos de lo mismo con "Space Kid". Y yo, que estoy torrao, me desperté a las 2 de la madrugada para verla, previa introducción del mismo Señor Farmer. ¿Por qué les cuento esto? Pues sitúense. A esas horas, recién despierto, tumbado en la cama con una manta cubriéndome hasta las napias, vi "Space Kid" sin dormirme. Ni siquiera entrecerrar los ojos. Eso significa algo. Sí, que únicamente dura 50 minutos. Pero también que tiene un ritmo considerable y se sigue ni que sea curiosamente por su condición de marcianada.
¿Y Donald Farmer? Pues a partir de los 2000, consciente de su leyenda, y que su tímido acercamiento a cierta profesionalidad formaba ya parte del pasado, regresó al terror chusco de manera previsiblemente oportuna con cosas de zombies, participando en películas episódicas de tirón retro, apuntándose a las irritantes tendencias modernas a base de tiburones ("Shark Exorcist") o tornados chorras ("Catnado"... sí, CATnado... imaginen el resultado), y ya en plan decadencia total, auto-referenciándose (con "Cannibal Cop" + "Hooker with a hacksaw") o remakeando sus "clásicos" como "Cannibal Hookers" o, muy recientemente, "Savage Vengeance".
Everything is patéticamente entrañable.