Se ve que, un buen día, uno de los directivos de la "Warner" descubrió en un club de comedia al bueno de Bobcat Goldthwait, extravagante cómico de micro que destacaba por su peculiar forma de berrear. Y le gustó tanto que se lo llevó consigo a ver donde lo podía colocar. Le hizo hasta un contrato.
El cómico tenía cierto talento, por lo que lo metió en la franquicia de “Loca academia de policía” y encajó como un guante. Por ende, se hizo internacionalmente famoso.
Tras aparecer como un secundario destacado en tres entregas de la serie, un par de papelitos en películas menores y un co-protagonista junto a Whoopy Goldberg en “La ratera”, llegó el momento de convertir a Bobcat en una estrella haciéndole protagonizar su propia película. Esta sería “Hot to trot: Un caballo en la bolsa”, la historia de un pobre diablo al que, tras morir su madre, le queda como herencia la mitad de la empresa familiar dedicada a la bolsa... y un caballo. Cual es la sorpresa de nuestro protagonista cuando descubre que este ¡habla! Y no solo eso, sino que le aconseja que evite vender su parte de la empresa a su padrastro, dándole una serie de directrices para el que negocio le vaya de perlas. Dicho y hecho… y así comienza el conflicto.
Una tontería de gran calibre.
Por supuesto, tal mamarrachería resultó ser un fracaso tan estrepitoso que hundió la carrera de Bobcat Goldthwait en el fango, no levantando cabeza hasta casi dos décadas después que se recicló a cineasta indie.
Y no es para menos porque “Hot to trot: Un caballo en la bolsa” es una de las películas más espantosas que ha dado luz verde cualquier estudio. Es una chorrada sin pies ni cabeza y, lo que es peor, sin gracia ninguna. El guion estuvo dando vueltas por los despachos de la "Warner" ya que, en un principio, y tras el buen hacer de Tim Burton con las películas de Pee-Wee Herman, este iba a ser un producto para que fuera dirigido por aquel y en la línea de lo que venía haciendo. Pero, lógicamente, una vez se lo ofrecieron lo rechazó, y el guion pasó a manos del que acabó siendo su director definitivo, Michael Dinner, que recién había dirigido para "Touchtone Pictures" una resultona comedia policial con Judge Reinhold titulada “Policía por error”.
El directivo fan de Goldthwait pensó en que la película sería ideal para el cómico y le envió el libreto. Bobcat lo ojeó y quedó horrorizado. De hecho, una vez lo leyó, escribió en la portada del mismo: “¿Por qué debería hacer esto?”, y se lo pasó a su manager que, tras leer el mensajito, se lo devolvió con un signo del dólar como respuesta. Así que Bobcat aceptó. Al fin y al cabo se trataba de su primera película como total y absoluto protagonista… o casi, porque en realidad la estrella era un caballo parlanchín, en la línea de la mula Francis, que, incluso, aparecía antes que él en los créditos: Don The Horse, se llamaba.
Al animal lo doblaría el actor Elliott Gould.
La película se rodó y, tras ello, se hicieron unos cuantos pases de prueba. No funcionaba ni a hostias. De hecho, toda la parte del caballo doblada por Gould era especialmente irritante. Así que se reescribieron todos los diálogos de este y se contrató a una estrella en ciernes para que pusiera nueva voz: John Candy. Este, como vio que la cosa era una chufla con poco arreglo, lejos de ceñirse al recitar el nuevo material decidió improvisar sobre la marcha, quedando una cosa un poco más graciosa de lo que había sido hasta el momento. Y ni por esas.
Los pases de visionado en las salas de "Warner" tan solo traían trifulcas entre los directivos, así que se decidió atrasar el estreno hasta que encontraran una fecha idónea. Y estuvieron con la película aparcada un año hasta que en 1988 se decidieron a soltarla, la misma semana que la competencia estrenaba “Cocodrilo Dundee II” y “Rambo III”. Incluso, en un alarde de esperanza, se curraron una campaña promocional en la que, en carteles, marquesinas y demás se incluía un número de teléfono al que, si uno llamaba, podría escuchar la voz del caballo diciendo toda suerte de tonterías. Aún así, el resultado tras el estreno fue un tremendo hostiazo. Se trataba de una película barata, de poco menos de 9 millones de dólares de presupuesto, de los cuales apenas recuperaron 6. En consecuencia, Bobcat Goldthwait no volvería a trabajar para "Warner Brothers". Como si el pobre tuviera la culpa…
Curiosamente, el elenco cuenta con un plantel curioso de secundarios; no solo tenemos a John Candy dando voz al equino, también están Virginia Madsen -algo así como el interés romántico del personaje de Goldthwait- quien siempre admitió que aceptó el papel porque necesitaba el dinero desesperadamente; Dabney Coleman, haciendo de hombre de negocios cabrón -su especialidad- al que, para colmo de males, se le ha caracterizado de una manera un tanto exagerada, y también tenemos a cómicos de la órbita de Bobcat Goldthwaith como puedan ser Tim Kazurinsky (Sweetchuck en “Loca academia de policía”) que aparece en un par de momentos, o Gilbert Godfried que lo hace en otro par.
Precisamente, fue en el podcast de este último, en un programa en el que se reunió con Goldthwaith, que hablaron sobre esta película y salió a relucir que, durante el rodaje, cuando querían filmar los planos del caballo hablando, para que este moviera la boca, alguien le daba en el hocico con un palo. Que majetes estas gentes de Hollywood…
Tras aparecer como un secundario destacado en tres entregas de la serie, un par de papelitos en películas menores y un co-protagonista junto a Whoopy Goldberg en “La ratera”, llegó el momento de convertir a Bobcat en una estrella haciéndole protagonizar su propia película. Esta sería “Hot to trot: Un caballo en la bolsa”, la historia de un pobre diablo al que, tras morir su madre, le queda como herencia la mitad de la empresa familiar dedicada a la bolsa... y un caballo. Cual es la sorpresa de nuestro protagonista cuando descubre que este ¡habla! Y no solo eso, sino que le aconseja que evite vender su parte de la empresa a su padrastro, dándole una serie de directrices para el que negocio le vaya de perlas. Dicho y hecho… y así comienza el conflicto.
Una tontería de gran calibre.
Por supuesto, tal mamarrachería resultó ser un fracaso tan estrepitoso que hundió la carrera de Bobcat Goldthwait en el fango, no levantando cabeza hasta casi dos décadas después que se recicló a cineasta indie.
Y no es para menos porque “Hot to trot: Un caballo en la bolsa” es una de las películas más espantosas que ha dado luz verde cualquier estudio. Es una chorrada sin pies ni cabeza y, lo que es peor, sin gracia ninguna. El guion estuvo dando vueltas por los despachos de la "Warner" ya que, en un principio, y tras el buen hacer de Tim Burton con las películas de Pee-Wee Herman, este iba a ser un producto para que fuera dirigido por aquel y en la línea de lo que venía haciendo. Pero, lógicamente, una vez se lo ofrecieron lo rechazó, y el guion pasó a manos del que acabó siendo su director definitivo, Michael Dinner, que recién había dirigido para "Touchtone Pictures" una resultona comedia policial con Judge Reinhold titulada “Policía por error”.
El directivo fan de Goldthwait pensó en que la película sería ideal para el cómico y le envió el libreto. Bobcat lo ojeó y quedó horrorizado. De hecho, una vez lo leyó, escribió en la portada del mismo: “¿Por qué debería hacer esto?”, y se lo pasó a su manager que, tras leer el mensajito, se lo devolvió con un signo del dólar como respuesta. Así que Bobcat aceptó. Al fin y al cabo se trataba de su primera película como total y absoluto protagonista… o casi, porque en realidad la estrella era un caballo parlanchín, en la línea de la mula Francis, que, incluso, aparecía antes que él en los créditos: Don The Horse, se llamaba.
Al animal lo doblaría el actor Elliott Gould.
La película se rodó y, tras ello, se hicieron unos cuantos pases de prueba. No funcionaba ni a hostias. De hecho, toda la parte del caballo doblada por Gould era especialmente irritante. Así que se reescribieron todos los diálogos de este y se contrató a una estrella en ciernes para que pusiera nueva voz: John Candy. Este, como vio que la cosa era una chufla con poco arreglo, lejos de ceñirse al recitar el nuevo material decidió improvisar sobre la marcha, quedando una cosa un poco más graciosa de lo que había sido hasta el momento. Y ni por esas.
Los pases de visionado en las salas de "Warner" tan solo traían trifulcas entre los directivos, así que se decidió atrasar el estreno hasta que encontraran una fecha idónea. Y estuvieron con la película aparcada un año hasta que en 1988 se decidieron a soltarla, la misma semana que la competencia estrenaba “Cocodrilo Dundee II” y “Rambo III”. Incluso, en un alarde de esperanza, se curraron una campaña promocional en la que, en carteles, marquesinas y demás se incluía un número de teléfono al que, si uno llamaba, podría escuchar la voz del caballo diciendo toda suerte de tonterías. Aún así, el resultado tras el estreno fue un tremendo hostiazo. Se trataba de una película barata, de poco menos de 9 millones de dólares de presupuesto, de los cuales apenas recuperaron 6. En consecuencia, Bobcat Goldthwait no volvería a trabajar para "Warner Brothers". Como si el pobre tuviera la culpa…
Curiosamente, el elenco cuenta con un plantel curioso de secundarios; no solo tenemos a John Candy dando voz al equino, también están Virginia Madsen -algo así como el interés romántico del personaje de Goldthwait- quien siempre admitió que aceptó el papel porque necesitaba el dinero desesperadamente; Dabney Coleman, haciendo de hombre de negocios cabrón -su especialidad- al que, para colmo de males, se le ha caracterizado de una manera un tanto exagerada, y también tenemos a cómicos de la órbita de Bobcat Goldthwaith como puedan ser Tim Kazurinsky (Sweetchuck en “Loca academia de policía”) que aparece en un par de momentos, o Gilbert Godfried que lo hace en otro par.
Precisamente, fue en el podcast de este último, en un programa en el que se reunió con Goldthwaith, que hablaron sobre esta película y salió a relucir que, durante el rodaje, cuando querían filmar los planos del caballo hablando, para que este moviera la boca, alguien le daba en el hocico con un palo. Que majetes estas gentes de Hollywood…
