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lunes, 2 de febrero de 2015

EL RETORNO DE LOS VAMPIROS

El director de esta mierda que nos ocupa José María Zabalza, además de alcohólico, es también uno de los peores directores de nuestro cine. Mira que teníamos directores inútiles, pero Zabalza, se llevaba la palma. Parece mentira que un director tan rematadamente malo pudiera dirigir (borracho) tantísimas películas.
Mas que por su trayectoria, Zabalza es popular –además de por borracho y por cruzar la pista de baile de una discoteca simulando que nadaba- por ser el responsable de una de las películas más zarrapastrosas de Paul Naschy, “La furia del hombre lobo” de la que, dicen, su sobrino de 13 años escribió algunos diálogos y en la que, además de aprovechar metraje de la anterior “La marca del hombre lobo", vemos como el licántropo cambia de ropa de un plano a otro ¡en la misma escena!. Aunque por otro lado, la mujer lobo antagonista que nos ofrece esta película y con la que Naschy pelea, es de lo más sugestiva y acertada, pero bueno, eso sería otra historia.
La mierda que nos ocupa cuenta la historia de una pareja de amantes que se citan en un apartamento para follar. Él está casado y  a ella parece asquearle el cuadro que tienen ahí de “Saturno devorando a su hijo”. Tras media hora de conversaciones intrascendentes de pareja, esta resulta ser una vampiro, que acto seguido le muerde a él. Esto le cabrea mucho y la muele a palos hasta desfigurarla y matarla. Se tira otro rato largo bajando el cadáver de la vampiro  a la basura y cuando sube al apartamento, ella está allí viva y se ponen a charlar como si tal cosa. A partir de entonces, la película se vuelve un pifostio incomprensible en el que no sabes si es que esto es una tomadura de pelo, o es que hay saltos temporales o es que simplemente es así de chunga. Vamos, que a partir de ese momento no se sabe que cojones pasa y además, él también se convierte en vampiro y la muerde a ella, entre otras muchas incomprensibles cosas.
Siempre utilizo la expresión “Verla para creerla”. En esta ocasión diré que, con esta, por más que la veas, no terminas de creértela. Tan mala que parece una broma. Inenarrable. Y sin gracia, lo que la convierte en una cosa única. Y si la película es para paladares finos, huelga decir, que lo realmente interesante es la historia que hay detrás y por lo que realmente es famosa esta película;  Concebida con el título  de “El retorno de los vampiros”, la película se rodó con tres cámaras en el corto espacio de tiempo de ¡Un día! Con lo que se entiende perfectamente el desbarajuste, el que casi toda ella esté rodada en un piso, que sea tan coñazo y que parezca que están improvisando todo el rato. Estarían, efectivamente, improvisando. De hecho, su protagonista, Simón Andreu, cuenta que ese método de trabajo era inusual, pero no desconocido, ya que en televisión se trabajaba de esa manera. El caso es que la película es tan mala, que no pudo conseguir licencia de distribución en 1972 hasta 13 años después, consiguiendo esa licencia en 1985 bajo el título de “El misterio de Cynthia Baird”, pero estrenándose directamente en vídeo bajo el título de rodaje, es decir “El retorno de los vampiros”. Un desbarajuste del que he leído de todo, todo confuso y llego a la conclusión de que debió ser como lo estoy explicando.
Por si todo esto fuera poco, se cuenta que los diez primeros minutos de película se velaron, pero que igualmente los incluyeron en la película (¡). Para aprovechar esos minutos, intercalaron estos momentos en negro con escenas nuevamente filmadas en las que los protagonistas apagan la luz y continúan hablando de sus cosas con la luz apagada, solución totalmente estúpida porque ¡no había sonido directo y tenían que doblar los diálogos! Con lo que esa solución se me escapa a todo entendimiento.
Todo esto que les cuento es harto interesante e insta a ver la película, pero han de saber, que pese a esto, la película es lo más insoportable que se puede uno echar a la cara. Lo que está muy bien en un producto de estas características. Si fuera divertida, no sería la gran mierda que hoy es. ¡Años deseando verla, para esto! En cualquier caso, para mí, el que sea insufrible es un valor añadido.
En resumidas cuentas: Se trata de una película de una hora y poco en la que la pareja protagonista habla y habla sobre gilipolleces y, mientras, se convierten en vampiro, mueren, vuelven a convertirse, se atacan entre ellos y al final sale otra pareja más madura que pone la guinda a una de las películas más insoportables que he visto en mi vida.
Junto a Simón “Hagoloquemeechen” Andreu, tenemos a Susan Taff (“El jorobado de la Morgue”, “Habla, mudita”) como su amante, María Salerno (“Play boy en paro”, “Le llamaban J.R”) como su esposa cornuda y Guillermo Méndez (“Un Vampiro para dos”, “Vivir en Sevilla”).
Zabalza rodó muchísimas ponzoñas, pero es popular por esta y por la de Naschy.
Una pasada el saber que existen este tipo de productos. Y verlos… aunque verlos sea otra cosa.

lunes, 10 de octubre de 2022

LE LLAMABAN J.R.

Durante el año 1982 en España, en tiempos en los que la televisión más que una opción de entretenimiento era religión, se emitió con gran éxito la teleserie —o más bien culebrón— “Dallas” creada por David Jacobs. Se convirtió, por obra y gracia de la providencia, en un fenómeno social a nivel internacional con gran calado, curiosamente, en nuestro país. De su poblada galería de personajes obtuvo especial popularidad uno en concreto bastante cabrón, J.R. Ewing, interpretado con total pericia por Larry Hagman. El tal J.R. era un magnate petrolero texano que utilizaba su poder, su influencia, la extorsión y la mentira para conseguir sus fines, y, a pie de calle, donde todo el mundo comentaba en petit comité las fechorías de esta figura, se comenzó a extender la inclusión de expresiones recurrentes en nuestro lenguaje que incluían a J.R. “Eres más malo que J.R.”, por ejemplo, salía de la boca de miles de españolitos en los primeros años de la democracia española.
Al mismo tiempo, triunfaba en televisión desde hacía casi una década el cómico Pepe da Rosa, que con una suerte de chascarrillos y cantando unas sevillanas satíricas en las que el cómico hacía alarde de un ingenio muy por encima de lo que se estaba acostumbrado en el humor de aquellos años, se metió al público en el bolsillo con tonadillas que aludían a la actualidad televisiva; Alcanzó el cenit de su éxito haciendo la sevillana “A J.R.” (a la que se le atribuye de manera casi oficial que es el primer rap escrito en nuestro país, aunque da Rosa lo ejecutó de manera inconsciente) en la que analiza a modo de tanguillo, con una mala leche muy marcada, los contenidos de la serie de marras, pero con anterioridad ya había triunfado con “Los cuatro detectives”, canción dedicada a Colombo, Banachech, McLoud y Kojack, personajes televisivos también muy queridos y, posteriormente, triunfaría con “Los lagartos de la tele”, sevillana dedicada a otro fenómeno televisivo como fue la serie “V”.
El caso es que su canción “A J.R.” y el furor general que estaba teniendo la serie “Dallas”, no podían pasar desapercibidos para el mundo del cine de la época que se adjudicaría una serie de éxitos de taquilla expoliando, a modo de parodia, los bombazos televisivos del momento. Nace así, orquestada por el mítico Paco Lara Polop, esta “Le llamaban J.R.” que parodia de forma muy cafre y a la española la trama de la serie “Dallas” con la popular canción de Pepe da Rosa siempre de fondo y con el total protagonismo del cómico sevillano.
El lujo americano de los escenarios de “Dallas” se ven aquí reducidos a poco más que un chalet con piscina, en lo que en la ficción viene a ser un cortijo andaluz de nombre Palace. Eso sí, el elenco, está compuesto por nombres de lo más granado del cine español dando vida a los gerifaltes de la teleserie americana en su versión castiza, por lo que la Sue Ellen de la serie original aquí vendría a ser rebautizada como Eli, la Pamela de “Dallas” aquí sería Canela, Bobby sería Tobi, y J.R. mantendría sus siglas, esta vez para dar nombre a un tal Jerónimo Romero.
Aquí J.R. sería el hijo de los guardeses de un cortijo andaluz que está a punto de ingresar en el seminario para ser cura, hasta que recibe la noticia de que va a heredar el macro-dominio de Palace, así como la empresa familiar, la Chorizo Egüik Company and Huevos Corporeision. A partir de ahí, el bueno de J.R. se convierte en poco más que un negrero y, al igual que sucedía en la teleserie americana, se desarrollan las tramas en torno a la extorsión, el chantaje y el abuso de poder, aderezado todo con unas gotitas del todavía coleante destape autóctono y mucho humor de sal gruesa, haciendo especial hincapié en los chistes homófobos. Todo un muestrario de incorrección política que haría las delicias de la infame Carolina Iglesias y el resto de comicastros millennials abanderados del “buenismo” y que han puesto de moda la palabra “cancelación”. Estos son la nueva censura, pero ese sería otro asunto. Aquí no habían ni nacido.
Además la película, supongo que rodada deprisa y corriendo, aparece en los cines en un momento en el que la serie original está de especial actualidad, puesto que en el final de la temporada que se emitiese en aquél momento de 1982, al J.R. original le pegan un tiro, cosa que deja al país en suspense a la espera de la siguiente temporada. “Le llamaban J.R.” aprovecha esa situación hasta las ultimas consecuencias siendo J.R. asimismo disparado al final de la película y dejando al espectador a dos velas, anunciando el desenlace de este acontecimiento en una próxima película que se materializaría un año después bajo el título de “J.R. Contraataca” (y que verán aquí reseñada próximamente).
A día de hoy, y cada vez menos, “Le llamaban J.R.” es recordada por el público mayor de 40 como un clásico del humor de los 80, pero en realidad se trata de un artefacto cuya vida útil se reduce a los dos o tres meses que la película habría de permanecer en cartel. Todo está rodado para que funcione en ese intermedio entre temporada y temporada, y mientras la canción de da Rosa sonara en radio y televisión. En 1985, tres años después de su estreno, “Le llamaban J.R.” ya era una película vieja.
Por lo demás, es mala, chabacana, por momentos ridícula y los chistes funcionan a duras penas, pero yo creo que es un producto que tiene en general cierta gracia, ya sea por los motivos por los que fue concebido, ya sea porque se trata del ejemplo de cine exploit que mejor refleja el carácter del español medio de aquellos años tanto detrás de la cámara como en la platea, que tomaba coñac, fumaba puros y veía en la tele la misa de los domingos, el fútbol, “Dallas” y escuchaba la música y se mondaba de la risa con el genial Pepe da Rosa.
El reparto, lleno de astros, lo componen nombres como los de Antonio Garisa, Guillermo Montesinos, Mary Santpere, Miguel Rellan, Alfonso del Real, Luis Barbero o el entrañable José Riesgo —Julián en Barrio Sésamo—, todos en estado de gracia y pasándoselo muy bien haciendo esta película, y actrices propias del destape, aquí quizás más vestidas que de costumbre, como puedan ser María Salerno, Pilar Alcón o Mónica Cano.
A mí, en general, me gustan este tipo de películas.
Pueden disfrutar de los fotocromos para cine, que ya colgamos en este blog en su momento, pinchando aquí.