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jueves, 1 de mayo de 2014

VAMPIRESAS 1930

Detecto, tras ver muchas películas del eterno tío Jess, que funciona a base de etapas Es decir, según la época en la que se encuentra dirigiendo, sus películas pillan un estilo u otro. Digamos que en cada etapa hace, pizca más o menos, la misma película. Así que esta entraría de lleno en su “primera etapa" Y todas y cada una de ellas dejan bien claro que estamos ante un verdadero autor, de los de "aquella manera", ya desde esta primera etapa, pues viendo unos pocos planos, sabemos si tal o cual película es suya o si es de otro director. Con esto quiero decir, que las primeras pinceladas de su estilo – puede que un estilo de mierda, si, pero del todo personal-  ya están más que diferenciadas en sus primeras películas, las más académicas.  “Tenemos 18 años” era una cosa rara que iba cargada de unas maneras y un ritmo poco habituales en Franco en su carrera posterior, pero, aún así, podíamos vislumbrar a la perfección, que se trata de una de sus películas. Incluso de las mejores.
Bien pues con esta “Vampiresas 1930” les digo absolutamente lo mismo; era una cosa rara que iba cargada de unas maneras y un ritmo poco habituales en Franco en su cine posterior. Sin embargo, ciertos encuadres, trompicones de la cámara, desenfoques, planos generales exteriores y demás parafernalias, demuestran que es una película 100% Franco. Y es que, si en sus anteriores películas vemos que se ceñía a unas normas establecidas en la realización de películas, aquí ya se pasa todo eso, un poquito, por los cojones. Y añadan, también, que la incapacidad por la que, al menos en mi casa, Franco es famoso, ya es aquí patente.
Imagen, historia, desarrollo, concepción, narrativa… todo eso está ya descuidado, no hasta el límite, pero si haciendo a Jess apuntar maneras, las mismas que le llevaron a ser conocido como un cineasta libre. ¿Qué quiere decir esto? Pues que a principios de los sesenta, cuando en el cine español ya había un “star system” reconocible que hacía funcionar las películas por si solas, Franco tuvo los cojones, la suerte, y la (in) capacidad de rodar un coñazo inconexo. Salvando las distancias, que dentro de los muchos coñazos que el abuelo rodó, este se puede ver. Una comedia musical con Antonio Ozores, Lina Morgan, Antonio Garisa y Manuel Alexandre, que en absoluto funciona, que no tiene gracia, y que está muy, muy lejos de películas de aquella época como “Los Tramposos”, por poner un ejemplo. Como peli de la época, es una pedazo de mierda. Ergo, ahora si, llego a la conclusión que Jess Franco era un inútil que convirtió aquella inutilidad en arte, vendió la moto, hizo creer que lo suyo era otro rollo, nos vendió lo del anti academicismo, y aquí, cuando todavía su forma de hacer cine no era, además, su discurso, queda claro que se trataba de lo peorcito en cineastas vivos. Así que, evidentemente, la película, como comedia española de los sesenta es una porquería. Ahora, como película de Jess Franco… entonces estamos ya ante otro asunto. Y desde luego, hay que verla con las retinas ya hartas de Franco.
Cuenta la historia de unos músicos que se dedican al cine, en plenos años treinta, tienen que enfrentárselas con el cine sonoro que llega con fuerza y se ven metidos en un entuerto con una orquesta de negros llamada Vampiresas 1930… o algo así, porque hay que hacer malabarismos para entender el argumento, y yo ya no puedo hacer muchos…Y si dejamos a un lado esos guiños a “Con faldas y a lo loco” o “El cantor de Jazz” que los estudiosos de Franco se empeñan  en reseñar con el fin de hablar bien de esta mierda,  yo diré que lo bueno no son ni las referencias, ni los guiños. Es más, estos son incluso obvios. Lo bueno de la película, es el propio Jesús Franco, su mundo y su universo. Porque si bien esta película no funciona a niveles de entretenimiento (cosa esta por otro lado, que ha de ser así en el universo Franquiano), si que hay que decir, que Franco era un absoluto adelantado a su época y, en plenos años 60, dónde la mayoría de cineastas hacían algún chascarrillo sobre “lo Beatnick” sin saber muy bien de que iba la cosa en sus películas, Franco se convierte en el director más moderno de aquel entonces, construyendo una película  que gira en torno a unos músicos de Jazz. Tócate los huevos, Manuel. No folclóricos ni nada de eso, músicos de Jazz. Y viendo anoche la película, me di cuenta de eso, que era un adelantado a su época, y  dentro de sus escasas posibilidades y mínimo talento, un innovador.
Con todo, a fin de cuentas, y a pesar de sus casi dos horas, a los fans de Jess, se la recomiendo.
Por otro lado decir que Jess Franco, fue el descubridor de una pareja cinematográfica que sería fructuosa tanto dentro de la comedia española, como de la revista; la formada por Antonio Ozores y Lina Morgan. Él los juntó delante de una cámara por primera vez, él  dio un papel protagonista, por vez primera, a Lina Morgan, en el cine.
Cuando se distribuyó en vídeo a mediados de los años ochenta, todos los protagonistas de esta película ya eran veteranos. Lina Morgan en concreto, daba mucho dinero con su imagen en esos años, más que por su cine, por sus obras de teatro grabadas en vídeo  (“Vaya par de gemelas” o cosas así). Así pues, aprovechando el tirón de estas obras, las distribuidoras, tomando como reclamo una fotografía de alguna de sus revistas a modo de carátula, estrenaron en alquiler la película, haciéndola pasar por una de estas obras de teatro…y varios serían los que picaron, por supuesto.
Como el póster original capitaneado por la supuesta protagonista del film, Mikaela -¿quién cojnes será – es muy feo, adjunto el fraudulento.

viernes, 13 de noviembre de 2020

EL TIGRE DE CHAMBERÍ

Otro clásico absoluto de nuestra comedia que, curiosamente, mientras hoy día está asumido que nos enfrentamos a una obra de indudable valor dentro de la comedia española, en su momento quedó ninguneada y considerada menor. No obstante, a nivel popular es una de las películas más recordadas de sus dos intérpretes principales, Tony Leblanc y José Luis Ozores, y uno de los máximos exponentes de la comedia española de corte deportivo, aunque bebe —por no decir que, casi, plagia— de muchas fuentes: Sus referentes más directos serían las películas norteamericanas “El asombro de Brooklyn”, comedia para total lucimiento del actor Dany Kaye y con la que comparte premisa argumental, o “La vía láctea”, con Harold Lloyd, cuya interpretación, además, le sirve a José Luis Ozores como modelo a la hora de ejecutar sus coreografías cuando está dentro del ring.
Cuenta la historia de un don nadie, Miguel (José Luis Ozores), que, inducido a la pequeña estafa por su amigo Manolo (Tony Leblanc), comete pequeñas fechorías, como usar una silla de ruedas con el fin de dar pena al portero del campo de fútbol y que este le deje pasa al estadio, o seducir a las criadas más feas del guateque pues, según Manolo, “Son las que pagan las meriendas”. En una de esas visitas al campo de fútbol, Miguel tiene un pequeño altercado con un espectador y le propina un puñetazo, noqueándole por obra del azar divino, ya que Miguel no es un hombre ni agresivo ni violento. Resulta que el noqueado es nada menos que Molina (Emilio Orozco) campeón de España de boxeo —y boxeador en la vida real— lo que desencadena que su amigo Manolo, en compañía de otro sin vergüenza que además es entrenador de púgiles, líen a Miguel para que boxee profesionalmente, siempre con la premisa de que es el hombre que noqueó a Molina. Para ello, contarán con el dinero de un hostelero que cree, a pies juntillas, que Miguel es un boxeador estupendo. Todo lo contrario. El amor que Miguel siente por la hija de este complicará más aún las cosas.
Tintes melodramáticos con final feliz, gags efectivos, ritmo cinematográfico absolutamente medido y eficaz y, sobre todo, magníficas interpretaciones e inmejorable y artesanal dirección. José Luis Ozores, uno de nuestros mejores cómicos y cabeza visible de ese maravilloso clan de artistas que es el de la familia Ozores, está inmenso, componiendo un rol que, verborrea atómica mediante —y aunque se repetiría, prácticamente, durante toda su carrera— debe mucho a los clásicos americanos del cine mudo, paradójicamente, dándole a su Miguel unos toques de Charlie Chaplin, otros de Buster Keaton, también, como no, de Dany Kaye, pero, sobre todo, mucho de sí mismo, es decir, que gestos, expresiones y frases son 100% José Luis Ozores. Tony Leblanc, y como rigen los cánones de la comedia española de los años 50, da vida a un caradura de buen corazón, papel en el que se especializaría, y en esta ocasión, resulta tan memorable como José Luis Ozores, viéndose, eso sí, ambos eclipsados por Antonio Garisa, eterno secundario, que, con maestría, da una lección de comicidad, interpretando al entrenador de Miguel, soltándose, como el que no quiere la cosa, unos "speechs" que valen su peso en oro. El protagonismo femenino recae en Hélène Rémy, actriz francesa de inconmensurable belleza, cuya posterior carrera se desarrollaría, sobre todo, en Italia, en producciones de "serie B" como pueda ser “El vampiro y la bailarina” Les secundan Julia Caba Alba y José Marco Davó.
El libreto de la película recae en las plumas de Vicente Coello —suyos son los guiones de otros clásicos como “Vente a ligar al Oeste” de Pedro Lazaga, o, ese vehículo comercial para Teresa Rabal que es “Loca por el circo”—y Vicente Escribá, quien firma, quizás para que en caso de que la película llegara a ser acusada de plagio, su nombre no se viera involucrado, bajo el seudónimo de Antonio Vies, y de cuya autoría son guiones antológicos como, por ejemplo, el de “Los ladrones somos gente horada” que comparte dirección por parte de Pedro Luis Ramírez con el film reseñado. Genial cineasta Almeriense cuya carrera está cuajada de clásicos perennes y, sin embargo, su filmografía es más bien escueta. Suyas son “Recluta con niño” “El Gafe” o “Crimen para recién casados”. Acabó su carrera filmando "exploitations" de “Le llamaban Trinidad” a las órdenes de Ignacio Iquino, como por ejemplo “Ninguno de los tres se llamaba Trinidad”.
Obra maestra del cine español.

lunes, 1 de febrero de 2021

LA VENGANZA DE DON MENDO

La hija de Don Nuño, Magdalena, bebe los vientos por  Don Mendo cosa mala. Don Mendo es de linaje noble, no obstante no tiene un duro y lo poco que tiene lo pierde en el juego. Ambos mantienen relaciones secretas.
La idea de Don Nuño es casarla con un alguien rico y de posibles, un trabajador del rey, Don Pero Collado. Ella, ávida de aceptación y reconocimiento social, acepta el casorio sin decirle nada al respecto a Don Mendo ni a Pero. Es por esto que, cuando éste último los descubre, Mendo se inventa que es un ladrón que ha ido a robar y, así,  proteger a Magdalena. En consecuencia, acaba penado de muerte. El Marqués de Moncada, gran amigo de Don Mendo,  le rescatará de su encierro y, Mendo, ideará su sanguinolenta venganza.
“La Venganza de Don Mendo” es la adaptación fílmica de la obra de teatro del mismo título, que tuvo a bien escribir Pedro Muñoz Seca. Un astracán sin más afán que el de entretener que, con la tontería, se ha convertido en una de las obras de teatro españolas más representadas de la historia, siendo superada solo por clásicos tan incuestionables como “Don Juan Tenorio”. La adaptación cinematográfica la lleva a cabo nada menos que Fernando Fernán Gómez, que no solo dirige la película, sino que además se pega la machada de escribir el guion para cine, y de interpretar a Don Mendo con una gracia y un salero a prueba de bombas. Dialogada en verso, la película transcurre tontamente y con fluidez, y presume de una comicidad  un tanto extraña de la que hacen alarde todos sus intérpretes —en especial Fernán Gómez—. No podemos dejar a un lado los descacharrantes decorados en los que se rodó la película. Estos están pintados a mano y con colores pastel — hay que tener en cuenta que es una de las primeras películas españolas que se rodó en color, de ahí, que todo lo referente a los colores sea tremendamente exagerado—,  llevándose la palma, en el diseño de producción, el fuego. En la película el fuego está todo el tiempo presente, ya sea en antorchas pegadas a las paredes del castillo donde se desarrolla la mayoría de la acción o en las chimeneas del mismo. Bien, pues en un alarde de genialidad cómica, el fuego de estos lugares está solucionado a base de papel celofán rojo envolviendo unas bombillas, en el caso de las antorchas, moviéndose  gracias a hilos invisibles, en el caso de las chimeneas. En cualquier caso, un recurso cómico que cincuenta y pico años después de su estreno, sigue funcionando y provocando la hilaridad del espectador. Claro, todo esto no es gratuito; obviamente llevar a la pantalla una astracanada como “La Venganza de Don Mendo” supondría un despliegue de medios y  unos gastos económicos que serían impensables en una producción de aquellos tiempos. Y aunque el vestuario es de primer orden, se opta por convertir los escenarios, naturales o no, en decorados de teatro. Así, no se disimula en ningún momento el cartón piedra y el papel pintado en una inteligente resolución.
Por otro lado, la grandeza de la película radica en unos actores en estado de gracia, siendo, como ya he dicho, Fernán Gómez el rey de la función, pero cuyo protagonismo casi es destronado por Juanjo Menendez que compone un Don Pero Collado, Duque de Toro, con el que, literalmente, te descoyuntas de la risa, ya sea escuchándole recitar su diálogo, ya sea con sus exageradísimas expresiones faciales. Paloma Valdés, actriz de corta carrera pero de inconmensurable belleza —que podría competir sin problema alguno con cualquiera de las más populares bellezas contemporáneas—  interpreta a Magdalena de manera teatral y pizpireta, resultando igual de divertida que sus compañeros de escenario. El resto, secundarios de lujo de nuestro cine cuyos nombres son sinónimo de eficacia; así, vemos desfilar por la pantalla maravillosos actores de la talla de Xan Das Bolas, Antonio Garisa, Joaquín Roa, Maria Luisa Ponte…
Un divertimento, sin más, que a nivel histórico ha trascendido y se ha convertido en gran clásico por méritos propios y hasta nuestros días: La obra aún se sigue representando en los teatros, y la película está actualmente en catálogo en DVD.

viernes, 14 de octubre de 2022

J.R. CONTRAATACA

Secuela directa de “Le llamaban J.R” y rodada inmediatamente después de aquella con el fin de seguir capitalizando la franquicia que Paco Lara Polop se había sacado de la manga a costa (y pitorreo) de la serie “Dallas”, y sin pagar ningún tipo de copyright al respecto (que se sepa).
Esta secuela, “J.R. contraataca”, es un poco más de lo mismo aunque sustancialmente peor, pero inconscientemente incorrecta, brutalmente incorrecta diría yo, porque la premisa principal consiste en curarle un repentino homosexualismo que le ha venido a J.R. Con ese comportamiento inadecuado no tiene derecho a heredar el emporio Palace y, entre unos y otras, procurarán devolverle la hombría de las maneras más básicas y elementales, mientras por otro lado lidia con los chupópteros.
Al final del anterior film, y al igual que en la temporada en curso de la serie que parodia, a J.R. le pegan un tiro dejando la puerta abierta para esta secuela que comienza con J.R. ingresando en el hospital y descubriendo el espectador que no ha muerto a causa del disparo, solamente tiene un perdigón incrustado en un testículo. Contrata así un guardaespaldas enano (interpretado por un enorme Pepe Carabias) que vigilará que ninguna fémina se acerque a J.R., pues al mantener sexo peligra la salud de su testículo.
Por otro lado, entes envidiosos que ansían el poder de Palace, conspirarán contra el potentado inyectando hormonas femeninas en el whisky que este bebe a diario,  generando así una homosexualidad repentina en nuestro protagonista.
La sal más gruesa, la homofobia más salvaje y el peor de los gustos juntos de la mano en este guion de Juan José Alonso Millán dirigido por el propio Lara Polop, que se ventilan todo el trabajo en un par (o tres) de jornadas con la idea de estrenar pronto y recoger los frutos antes de que se pase el tirón de la serie.
Suena a tópico, pero el humor de la película es tan basto y se ceba tanto con los homosexuales —incluso llegan a definir el termino “pederasta” como “maricón perdido”— que a día de hoy sería tristemente cancelada. De hecho, me pregunto sinceramente si no será este el hecho por el que la película no está, como sí lo está su antecesora, circulando libremente en plataformas de streaming, ni que sea Flixolé, con completa libertad. Por suerte, siempre nos quedará la mula.
Poco más que decir… al margen de esta curación del gay J.R. made in Pepe da Rosa —que asimismo se adjudica parte de su argumento en los créditos—, la película es cutre y chabacana a más no poder, mala como un delincuente, sin embargo su visionado resulta entrañable si no nos tomamos muy en serio el mismo y, lógicamente, naturalmente y mientras se tenga sentido del humor, se ríe uno mucho con los chistes de maricones, más que porque sean buenos, simplemente porque existen y porque hoy serían condenados a muerte. Por supuesto, los espectadores sabíamos a lo que veníamos.
Por lo demás, Antonio Garisa, Mary Santpere, Guillermo Montesinos, José Carabias etcétera, etcétera, como en la primera, se lo pasan divinamente frente a las cámaras soltando diálogos cafres y haciendo su dinerito.
“Le llamaban J.R” llevó a los cines a casi un millón de espectadores; se estrenó en el momento preciso. “J.R. contraataca” por el contrario llegó ya con la fiebre de “Dallas” un tanto paliada, apenas movilizó a los cines de barrio a doscientos y pico mil espectadores. Muy poco.
Al final de la película un Pepe da Rosa metidísimo en el rol de J.R. amenaza con un contundente “¡Volveré! ¡Volveré!” a sus enemigos. Obviamente no hubo trilogía, y da la sensación de que mientras la producción trabajaba en esta secuela, ya se olía que no iban a hacer muchas más películas con el personaje.

jueves, 24 de septiembre de 2009

¿DÓNDE ESTARÁ MI NIÑO?

Ya estoy un poco hasta los huevos de que se crean que bromeo cuando digo que soy fan del cine de Mariano Ozores. La gente se piensa que es que hago la gracia, para parecer más “cool” o ir de simpático. Después de la risotada socarrona, viene siempre el “Ahora en serio, qué películas te gustan”. Y es que es cierto, me gusta el cine de Ozores de verdad… no para reírme de él, ni para vilipendiarlo… admiro su oficio y como coloca la cámara. De hecho, siempre digo que si el cine de Billy Wilder son obras maestras, el de Ozores también, pues es lo mismo. Y la gente se me toma a coña. Entonces… ¿cómo confesar que otras de las películas que más admiro del cine Español son las de Manolo Escobar?... por todo eso, jamás lo había dicho. Pues igual, me gustan esas películas (repartidas entre varios directores), donde primaba ver a Manolo Escobar cantando, pero siempre incorporaban una sólida historia cómica, unos actores cojonudos y unos directores que hacían lo que les pedían, dotando al producto de entretenimiento puro y duro. Mucho oficio tenían, sí señor.
Entonces, una de las películas más recordadas de Escobar, y de las mejores, sería este "¿Dónde estará mi niño?" en el que, como casi siempre, el cantante se interpreta a sí mismo ( aunque cambian el apellido de Escobar por el de Andújar) y nos explica la historia de una chavala, a la que, estando en Ibiza de vacaciones, conoce el cantante, follador empedernido, y se la folla, para irse después a seguir cantando por ahí. La chavalita se queda embarazada de Manolo, y siete años más tarde acude a visitarle a una actuación, pues piensa que estará tan locamente enamorado de ella, como ella lo está de él. Y la cruda realidad es que Manolo ni se acuerda de chavala. Pero el padre del cantante (un fantástico Antonio Garisa) sí se acuerda, así que ella se hace pasar por la novia de este y el niño por hermano bastardo de Manolo, con el fin de que se encariñe con ellos, y al final se case con la chica.
La peli está muy entretenida. Poco más tengo que decir. Con mucho ritmo y con unos toques trogloditas y machistoides que me hacen mucha gracia, pues el hecho de que la única vez que la chica se acostó con un hombre, fue aquella, en la película lo celebran como si la que se tira a más de un hombre fuese una puta. O el hecho de que el padre y la tía de Manolo Escobar andan toda la peli intentando convencerle de que siente la cabeza. En fin, ¡cine de curas cojonudo!
Dirige el gran “valgo-lo-mismo-pa-un-roto-que-pa-un-descosío” Luis María Delgado.

lunes, 26 de noviembre de 2012

DE CAMISA VIEJA A CHAQUETA NUEVA

Tercera película del tándem fascio Vizcaíno Casas y Rafael Gil, que cierra la trilogía más granada del cine facha junto a “Y al tercer año… resucitó” e “Hijos de papá” y que, en clave de comedia, critica a los “chaqueteros” que se pasaron de la falange española al partido comunista con el fin de no perder su estatus en el poder. De hecho, la película (y supongo, la novela en que se basa) no se plantea, ni lo más mínimo, un cambio de chaqueta por convicciones. Pero no es ya que ni se lo plantee… ¡Es que ni lo tolera!.
Manuel Vivar es un alto mando del régimen franquista, que se dedica a cumplir ordenes y a apoyar a Hitler en su cruzada. Cuando los nazis pierden la guerra, reniega del tercer reich y se pasa a la corriente política mayoritaria, y así sucesivamente hasta llegar a los años ochenta y acabar liderando el partido comunista, mientras en un alarde de hipocresía, mantiene sus empresas, sus lujosos coches y su enorme casa. Todo ello entres situaciones supuestamente cómicas.
Independientemente de la ideología que profesan estas películas dirigidas por Rafael Gil, he de confesar que a mí me hace mucha gracia que sean tan abiertamente fachas, y la naturalidad con la que exponen ciertos temas. Sin ir más lejos, al final de esta película, durante los créditos, y por si no nos había quedado claro, suena una burlona y discotequera canción que arremete contra los “chaqueteros” de la forma más agresiva. Por lo demás, gags fascistas poco afortunados en un producto bien rodado, ingenuo y hasta entretenido en cierto modo, porque te tienes que acabar riendo en según que momentos, que son justo los que no lo pretenden.
Lo irónico de todo esto, es que durante la transición había libertad a la hora de hacer una película, incluso una de una temática tan deleznable como esta. Se hacía, y se estrenaba, y que el publico eligiera verla o no, era su problema. Sin embargo, en los tiempos que corren, que somos tan modernos y se aboga tanto por la libertad, sería imposible que se diera luz verde a semejante proyecto, es más, sería perseguido y condenado.
Sin más politiqueo, decir que en la película aparecen José Luis López Vázquez, cuyo físico parece concebido para hacer de fascista, Manuel Codeso, Antonio Garisa, Charo López, Agustín González, y Emilio Gutiérrez Caba, que en su afán por querer ser el Al Pacino español, como ya dije en esta reseña, interpreta a un falangista de muy firmes convicciones.
Rafael Gil rodaría después dos películas más “Las autonosuyas” y “Las alegres chicas de Colsada”, y poco después moriría, dejando un basto legado de obras de temática fascistoide o, alejándose de la política, corte popular.

lunes, 22 de octubre de 2018

EL CONSENSO

“El Consenso”, película 100% destape rodada a toda prisa por Javier Aguirre, resulta un extraño revulsivo para la otra gran corriente pajillera de la época, el cine “S”.  De hecho, “El Consenso” se sirve de la existencia de esa nueva clasificación para hacer algún que otro chascarrillo, algún que otro chiste. Sin embargo, al final la película es una cosa de lo más vulgar y primitiva que, aún haciéndome cierta gracia, su existencia justifica el trato peyorativo que las películas de destape tuvieron por el nuevo cine bienpensante a posteriori, lo que, como muestra de ello, este estatus le concede un valor añadido.
Cuenta la historia de unas prostitutas que quieren tener mayor presencia en su región. Sin embargo, un grupo de señoras beatas hará todo lo posible para erradicar la prostitución de la zona. Una de estas beatas es la novia del farmacéutico y no mantiene relaciones con él hasta que se casen, por lo que este está salido como un mono. Las putas, aprovecharán esta situación para obligar al farmacéutico a tener sexo con ellas. Tras pegarse el festival, el farmacéutico se vuelve el principal benefactor de las prostitutas.
Como ya he dicho, la cosa tiene cierta gracia, pero conociendo los modus operandi de Aguirre, a él esta película no le hacía ni puñetera gracia, por lo cual la descuidó en exceso.
Sin embargo es una película un tanto ignota que viene bien descubrir (o redescubrir) sobretodo para dejar claro que las películas de Pajares y Esteso, adscritas al destape, son un alarde de sutilidad y buen gusto, comparadas con otras como  esta (y tantísimas otras) que apelan bastante más a lo chabacano y los bajos instintos. Con todo, igualmente interesante.
Sobretodo, el principal valor de la cinta reside en  poder ver a Ricardo Merino como protagonista, cambiando de registro según le conviene al personaje —saltando de farmacéutico virgen a chulo de putas de escena a escena, sin inmutarse— . Por otro lado, también es siempre un placer  para los sentidos poder ver a Azucena Hernández, que interpreta a la criada de la beata novia del farmacéutico, gracias a la cual, la beata, interpretada por Helga Line, dejará de serlo tanto, y que, como en la mayoría de las películas en las que intervino Hernández, vemos como Dios la trajo al mundo. Aunque yo siempre he defendido que tras el San Benito que tiene colgado por el tema este del destape, en Azucena Hernández siempre encontré una simpática, pizpireta y cómica actriz.
También tenemos a Antonio Garisa, ya entrado en la tercera edad, dando vida a un obispo que frecuenta y defiende los burdeles, mientras que en un tercer plano tenemos la intervención, muy secundaria, de Eloy Arenas y Manolo Cal, cuando eran el dúo cómico Arenas y Cal.
Curiosa, sin más.

martes, 10 de mayo de 2011

EL CHISTE

No hay cosa mas española ni con más aceptación popular que los chistes. Y también es cierto, que el chiste como tal –Ya no hay cuentachistes, hay monologuistas- es un tipo de humor en claras vías de extinción.
Hasta bien entrados los noventa, muchos eran los que se ganaban la vida, y además a base de bien, contando chistes. Cintas de gasolinera (incluso C.D,s), galas en televisión… incluso hay contadores de chistes cuya fama y humor les llevó a protagonizar películas. Arévalo, sin ir mas lejos, apareció en unas cuantas, Eugenio protagonizó la lisérgica UN GENIO EN APUROS, y ni que decir, que uno de los últimos bastiones del chiste, aun en activo, Chiquito de la Calzada, protagonizó sus buenas películas.
Pero en la actualidad el contador de chistes, ha quedado relegado a infectas y añejas salas de fiestas, o escenarios de público casual como pueda ser el de los cruceros, donde siguen siendo, los cuentachistes, la guinda del pastel.
Pero ya no hay contadores de chistes. Y una película como esta en nuestros días, sería del todo impensable. Sin embargo, hace escasas tres décadas, si era viable, e incluso, pudiera ser, que un gran negocio, una película centrada en contar al espectador chistes.
Tras esta reflexión, pasamos a la película de marras que data de 1976, época en que los chistes eran una cosa popular; de la tasca, y del café Gijón, del analfabeto y del aristócrata. Un tipo de humor totalmente democrático.
EL CHISTE, es un homenaje a esa forma de humor. El invento consiste en escenificar una serie de chistes, que intercalados con otros contados por actores y cómicos más o menos populares de la época, van dando forma a la película. Obviamente, ante tanta ristra de chistes, algunos son resultones, otros rozan lo patético, y es curioso comprobar como funciona mucho más el chiste contado que el escenificado. Está claro, que esta modalidad de humor, si no es contada, desde luego a base de imágenes, esta no va a funcionar. Digamos que en lo que a escenificación de chistes se refiere, esto es como las películas de Jaimito, pero de otra manera mas directa. A cada chiste le precede un cartel con el título del chiste que se va a representar.
Si me he de quedar con alguno, sin embargo, me quedo con uno escenificado, en el que Manolo Zarzo al teléfono, dice: -“ Mañana voy a hacer una matanza. Tengo al cerdo aquí en mi alcoba”. –“¿Qué lo tienes en tu alcoba?”- responde el individuo al otro lado de la línea. – “Entonces olerá muy mal”. – A lo que Zarzo, responde: -“Que se joda”. En fin, en este caso, seguro que visto, es mucho mas gracioso que contado. Pero es que yo no tengo ninguna gracia a la hora de contar chistes. Mucho menos, escribiéndolos.
Por esa pantalla, van desfilando, actuando o contando chistes, gente de la talla de Juanito Navarro, Tip y Coll, Antonio Garisa, Paco Cecilio, Lusson y Codeso, Zori y Santos, Rafael Hernández, Emilio Laguna, Tono, Alfredo Mayo, Manolo Zarzo… en fin, una ristra de cómicos considerable.
Como película, el hecho de que cada chiste ficcionado, requiere de un escenario distinto, me lleva a pensar lo costoso y jodido de rodar que fue esto.
No obstante, lo raro del asunto (¡hacer una película de chistes!) y lo simpático de la propuesta, a lo que además le añadimos una duración mas que escueta, si tienes una noche tonta, y quieres ver algo que pase ligerito, que no conlleve mucho esfuerzo su visionado y que se te olvide con la misma facilidad con la que te pones a verlo, EL CHISTE, es la película adecuada.

martes, 9 de agosto de 2011

LOS PAJARITOS

Soy fan de las películas para lucimiento de artistas de la canción infantil, y sobretodo, soy fan de Javier Aguirre, ya sea como director popular, o como director vanguardista. Así que si les digo que llevaba tiempo detrás de ver LOS PAJARITOS, deberían creerme.
La película cuenta, cómo una acordeonista ambulante al borde de la pobreza mas absoluta, hace amistad con una niña, un mono y un viejo piojoso, que no tienen ni donde caerse muertos. La idea, es unirse para hacer un tour por los pueblos de España, y acabar actuando en el circo mundial. Por el camino, situaciones más o menos graciosas se sucederán, hasta que empiezan los conflictos, cuando llegados al circo, este resulta que va a ser embargado.
Por lo general, los artistas infantiles de los 80, suelen ser de corte rancio vistos en la lejanía; Pero si hay una artista rancia (más incluso que Teresa Rabal), chusca y que represente los pueblos de España, esa es, sin duda, María Jesús y su acordeón. Yo en mi niñez era fan de prácticamente todos los artistas infantiles, pero de María Jesús, no tenía ni un puto disco, ni había visto la peli hasta anoche. Y es que ¿Dónde está el talento de esta acordeonista? Ni toca mejor ni peor que cualquier otro, ni es guapa, ni tiene nada especial… además, tras ver la película, resulta ser una actriz pésima. Pero en este país de paletos, el horroroso tema de “los pajaritos” caló hondo en las audiencias. De hecho, las orquestas de los pueblos, a día de hoy, siguen tocando tan infame pieza. Pero para que vean: “Los pajaritos”, ni siquiera es una obra original, se trata de una vieja canción caucasiana adaptada para los paletos que lo fliparon con la del acordeón en los 80.
Teniendo en cuenta lo rancio de la presencia de María Jesús, hay que romper una lanza a favor de Javier Aguirre, porque lo cierto es que la película es cojonuda. Sin amedrentarse ante la sosainas de la protagonista, que aunque siempre presente, la aparta a un segundo plano en el argumento, Aguirre construye una tragicomedia llena de ritmo, gags visuales, y secundarios que roban la película (en este caso la pareja formada por Alfonso del Real y Marisa Porcel, sosías de los Ricardo Merino y Paco Camoiras de las pelis de Parchís), dosificando los numeritos de acordeón, dando mas texto a Antonio Garisa (el viejo piojoso) y protagonismo al mono, y reservando el tema de “Los pajaritos” para el final apoteósico.
¿El montaje? Agilísimo, de lo mejorcito en este tipo de películas.
Aunque Aguirre, querido, eres un poquito cabrón. En ROCKY CARAMBOLA, en la que salía un bebé chimpancé, ya te pasaste tres pueblos en la escena del lavabo en la que homenajeas a los hermanos Marx, lanzando al mono de mano en mano, y luego contra la cámara. Aquí, metes a un mono tití en un traje de astronauta y lo clavas a la pared (clava la ropa, se entiende…), para hacer creer a Alfonso del Real, que es un extraterrestre… ¿Qué necesidad hay? ¿Qué tienes en contra de los primates?
Por lo demás, muy entretenida y recomendable. Le ha sacado partido a la basura que tenía para explotar.

lunes, 10 de octubre de 2022

LE LLAMABAN J.R.

Durante el año 1982 en España, en tiempos en los que la televisión más que una opción de entretenimiento era religión, se emitió con gran éxito la teleserie —o más bien culebrón— “Dallas” creada por David Jacobs. Se convirtió, por obra y gracia de la providencia, en un fenómeno social a nivel internacional con gran calado, curiosamente, en nuestro país. De su poblada galería de personajes obtuvo especial popularidad uno en concreto bastante cabrón, J.R. Ewing, interpretado con total pericia por Larry Hagman. El tal J.R. era un magnate petrolero texano que utilizaba su poder, su influencia, la extorsión y la mentira para conseguir sus fines, y, a pie de calle, donde todo el mundo comentaba en petit comité las fechorías de esta figura, se comenzó a extender la inclusión de expresiones recurrentes en nuestro lenguaje que incluían a J.R. “Eres más malo que J.R.”, por ejemplo, salía de la boca de miles de españolitos en los primeros años de la democracia española.
Al mismo tiempo, triunfaba en televisión desde hacía casi una década el cómico Pepe da Rosa, que con una suerte de chascarrillos y cantando unas sevillanas satíricas en las que el cómico hacía alarde de un ingenio muy por encima de lo que se estaba acostumbrado en el humor de aquellos años, se metió al público en el bolsillo con tonadillas que aludían a la actualidad televisiva; Alcanzó el cenit de su éxito haciendo la sevillana “A J.R.” (a la que se le atribuye de manera casi oficial que es el primer rap escrito en nuestro país, aunque da Rosa lo ejecutó de manera inconsciente) en la que analiza a modo de tanguillo, con una mala leche muy marcada, los contenidos de la serie de marras, pero con anterioridad ya había triunfado con “Los cuatro detectives”, canción dedicada a Colombo, Banachech, McLoud y Kojack, personajes televisivos también muy queridos y, posteriormente, triunfaría con “Los lagartos de la tele”, sevillana dedicada a otro fenómeno televisivo como fue la serie “V”.
El caso es que su canción “A J.R.” y el furor general que estaba teniendo la serie “Dallas”, no podían pasar desapercibidos para el mundo del cine de la época que se adjudicaría una serie de éxitos de taquilla expoliando, a modo de parodia, los bombazos televisivos del momento. Nace así, orquestada por el mítico Paco Lara Polop, esta “Le llamaban J.R.” que parodia de forma muy cafre y a la española la trama de la serie “Dallas” con la popular canción de Pepe da Rosa siempre de fondo y con el total protagonismo del cómico sevillano.
El lujo americano de los escenarios de “Dallas” se ven aquí reducidos a poco más que un chalet con piscina, en lo que en la ficción viene a ser un cortijo andaluz de nombre Palace. Eso sí, el elenco, está compuesto por nombres de lo más granado del cine español dando vida a los gerifaltes de la teleserie americana en su versión castiza, por lo que la Sue Ellen de la serie original aquí vendría a ser rebautizada como Eli, la Pamela de “Dallas” aquí sería Canela, Bobby sería Tobi, y J.R. mantendría sus siglas, esta vez para dar nombre a un tal Jerónimo Romero.
Aquí J.R. sería el hijo de los guardeses de un cortijo andaluz que está a punto de ingresar en el seminario para ser cura, hasta que recibe la noticia de que va a heredar el macro-dominio de Palace, así como la empresa familiar, la Chorizo Egüik Company and Huevos Corporeision. A partir de ahí, el bueno de J.R. se convierte en poco más que un negrero y, al igual que sucedía en la teleserie americana, se desarrollan las tramas en torno a la extorsión, el chantaje y el abuso de poder, aderezado todo con unas gotitas del todavía coleante destape autóctono y mucho humor de sal gruesa, haciendo especial hincapié en los chistes homófobos. Todo un muestrario de incorrección política que haría las delicias de la infame Carolina Iglesias y el resto de comicastros millennials abanderados del “buenismo” y que han puesto de moda la palabra “cancelación”. Estos son la nueva censura, pero ese sería otro asunto. Aquí no habían ni nacido.
Además la película, supongo que rodada deprisa y corriendo, aparece en los cines en un momento en el que la serie original está de especial actualidad, puesto que en el final de la temporada que se emitiese en aquél momento de 1982, al J.R. original le pegan un tiro, cosa que deja al país en suspense a la espera de la siguiente temporada. “Le llamaban J.R.” aprovecha esa situación hasta las ultimas consecuencias siendo J.R. asimismo disparado al final de la película y dejando al espectador a dos velas, anunciando el desenlace de este acontecimiento en una próxima película que se materializaría un año después bajo el título de “J.R. Contraataca” (y que verán aquí reseñada próximamente).
A día de hoy, y cada vez menos, “Le llamaban J.R.” es recordada por el público mayor de 40 como un clásico del humor de los 80, pero en realidad se trata de un artefacto cuya vida útil se reduce a los dos o tres meses que la película habría de permanecer en cartel. Todo está rodado para que funcione en ese intermedio entre temporada y temporada, y mientras la canción de da Rosa sonara en radio y televisión. En 1985, tres años después de su estreno, “Le llamaban J.R.” ya era una película vieja.
Por lo demás, es mala, chabacana, por momentos ridícula y los chistes funcionan a duras penas, pero yo creo que es un producto que tiene en general cierta gracia, ya sea por los motivos por los que fue concebido, ya sea porque se trata del ejemplo de cine exploit que mejor refleja el carácter del español medio de aquellos años tanto detrás de la cámara como en la platea, que tomaba coñac, fumaba puros y veía en la tele la misa de los domingos, el fútbol, “Dallas” y escuchaba la música y se mondaba de la risa con el genial Pepe da Rosa.
El reparto, lleno de astros, lo componen nombres como los de Antonio Garisa, Guillermo Montesinos, Mary Santpere, Miguel Rellan, Alfonso del Real, Luis Barbero o el entrañable José Riesgo —Julián en Barrio Sésamo—, todos en estado de gracia y pasándoselo muy bien haciendo esta película, y actrices propias del destape, aquí quizás más vestidas que de costumbre, como puedan ser María Salerno, Pilar Alcón o Mónica Cano.
A mí, en general, me gustan este tipo de películas.
Pueden disfrutar de los fotocromos para cine, que ya colgamos en este blog en su momento, pinchando aquí.