Durante el año 1982 en España, en tiempos en los que la televisión más que una opción de entretenimiento era religión, se emitió con gran éxito la teleserie —o más bien culebrón— “Dallas” creada por David Jacobs. Se convirtió, por obra y gracia de la providencia, en un fenómeno social a nivel internacional con gran calado, curiosamente, en nuestro país. De su poblada galería de personajes obtuvo especial popularidad uno en concreto bastante cabrón, J.R. Ewing, interpretado con total pericia por Larry Hagman. El tal J.R. era un magnate petrolero texano que utilizaba su poder, su influencia, la extorsión y la mentira para conseguir sus fines, y, a pie de calle, donde todo el mundo comentaba en petit comité las fechorías de esta figura, se comenzó a extender la inclusión de expresiones recurrentes en nuestro lenguaje que incluían a J.R. “Eres más malo que J.R.”, por ejemplo, salía de la boca de miles de españolitos en los primeros años de la democracia española.
Al mismo tiempo, triunfaba en televisión desde hacía casi una década el cómico Pepe da Rosa, que con una suerte de chascarrillos y cantando unas sevillanas satíricas en las que el cómico hacía alarde de un ingenio muy por encima de lo que se estaba acostumbrado en el humor de aquellos años, se metió al público en el bolsillo con tonadillas que aludían a la actualidad televisiva; Alcanzó el cenit de su éxito haciendo la sevillana “A J.R.” (a la que se le atribuye de manera casi oficial que es el primer rap escrito en nuestro país, aunque da Rosa lo ejecutó de manera inconsciente) en la que analiza a modo de tanguillo, con una mala leche muy marcada, los contenidos de la serie de marras, pero con anterioridad ya había triunfado con “Los cuatro detectives”, canción dedicada a Colombo, Banachech, McLoud y Kojack, personajes televisivos también muy queridos y, posteriormente, triunfaría con “Los lagartos de la tele”, sevillana dedicada a otro fenómeno televisivo como fue la serie “V”.
El caso es que su canción “A J.R.” y el furor general que estaba teniendo la serie “Dallas”, no podían pasar desapercibidos para el mundo del cine de la época que se adjudicaría una serie de éxitos de taquilla expoliando, a modo de parodia, los bombazos televisivos del momento. Nace así, orquestada por el mítico Paco Lara Polop, esta “Le llamaban J.R.” que parodia de forma muy cafre y a la española la trama de la serie “Dallas” con la popular canción de Pepe da Rosa siempre de fondo y con el total protagonismo del cómico sevillano.
El lujo americano de los escenarios de “Dallas” se ven aquí reducidos a poco más que un chalet con piscina, en lo que en la ficción viene a ser un cortijo andaluz de nombre Palace. Eso sí, el elenco, está compuesto por nombres de lo más granado del cine español dando vida a los gerifaltes de la teleserie americana en su versión castiza, por lo que la Sue Ellen de la serie original aquí vendría a ser rebautizada como Eli, la Pamela de “Dallas” aquí sería Canela, Bobby sería Tobi, y J.R. mantendría sus siglas, esta vez para dar nombre a un tal Jerónimo Romero.
Aquí J.R. sería el hijo de los guardeses de un cortijo andaluz que está a punto de ingresar en el seminario para ser cura, hasta que recibe la noticia de que va a heredar el macro-dominio de Palace, así como la empresa familiar, la Chorizo Egüik Company and Huevos Corporeision. A partir de ahí, el bueno de J.R. se convierte en poco más que un negrero y, al igual que sucedía en la teleserie americana, se desarrollan las tramas en torno a la extorsión, el chantaje y el abuso de poder, aderezado todo con unas gotitas del todavía coleante destape autóctono y mucho humor de sal gruesa, haciendo especial hincapié en los chistes homófobos. Todo un muestrario de incorrección política que haría las delicias de la infame Carolina Iglesias y el resto de comicastros millennials abanderados del “buenismo” y que han puesto de moda la palabra “cancelación”. Estos son la nueva censura, pero ese sería otro asunto. Aquí no habían ni nacido.
Además la película, supongo que rodada deprisa y corriendo, aparece en los cines en un momento en el que la serie original está de especial actualidad, puesto que en el final de la temporada que se emitiese en aquél momento de 1982, al J.R. original le pegan un tiro, cosa que deja al país en suspense a la espera de la siguiente temporada. “Le llamaban J.R.” aprovecha esa situación hasta las ultimas consecuencias siendo J.R. asimismo disparado al final de la película y dejando al espectador a dos velas, anunciando el desenlace de este acontecimiento en una próxima película que se materializaría un año después bajo el título de “J.R. Contraataca” (y que verán aquí reseñada próximamente).
A día de hoy, y cada vez menos, “Le llamaban J.R.” es recordada por el público mayor de 40 como un clásico del humor de los 80, pero en realidad se trata de un artefacto cuya vida útil se reduce a los dos o tres meses que la película habría de permanecer en cartel. Todo está rodado para que funcione en ese intermedio entre temporada y temporada, y mientras la canción de da Rosa sonara en radio y televisión. En 1985, tres años después de su estreno, “Le llamaban J.R.” ya era una película vieja.
Por lo demás, es mala, chabacana, por momentos ridícula y los chistes funcionan a duras penas, pero yo creo que es un producto que tiene en general cierta gracia, ya sea por los motivos por los que fue concebido, ya sea porque se trata del ejemplo de cine exploit que mejor refleja el carácter del español medio de aquellos años tanto detrás de la cámara como en la platea, que tomaba coñac, fumaba puros y veía en la tele la misa de los domingos, el fútbol, “Dallas” y escuchaba la música y se mondaba de la risa con el genial Pepe da Rosa.
El reparto, lleno de astros, lo componen nombres como los de Antonio Garisa, Guillermo Montesinos, Mary Santpere, Miguel Rellan, Alfonso del Real, Luis Barbero o el entrañable José Riesgo —Julián en Barrio Sésamo—, todos en estado de gracia y pasándoselo muy bien haciendo esta película, y actrices propias del destape, aquí quizás más vestidas que de costumbre, como puedan ser María Salerno, Pilar Alcón o Mónica Cano.
A mí, en general, me gustan este tipo de películas.
Pueden disfrutar de los fotocromos para cine, que ya colgamos en este blog en su momento, pinchando aquí.
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lunes, 10 de octubre de 2022
viernes, 14 de octubre de 2022
J.R. CONTRAATACA
Secuela directa de “Le llamaban J.R” y rodada inmediatamente después de aquella con el fin de seguir capitalizando la franquicia que Paco Lara Polop se había sacado de la manga a costa (y pitorreo) de la serie “Dallas”, y sin pagar ningún tipo de copyright al respecto (que se sepa).
Esta secuela, “J.R. contraataca”, es un poco más de lo mismo aunque sustancialmente peor, pero inconscientemente incorrecta, brutalmente incorrecta diría yo, porque la premisa principal consiste en curarle un repentino homosexualismo que le ha venido a J.R. Con ese comportamiento inadecuado no tiene derecho a heredar el emporio Palace y, entre unos y otras, procurarán devolverle la hombría de las maneras más básicas y elementales, mientras por otro lado lidia con los chupópteros.
Al final del anterior film, y al igual que en la temporada en curso de la serie que parodia, a J.R. le pegan un tiro dejando la puerta abierta para esta secuela que comienza con J.R. ingresando en el hospital y descubriendo el espectador que no ha muerto a causa del disparo, solamente tiene un perdigón incrustado en un testículo. Contrata así un guardaespaldas enano (interpretado por un enorme Pepe Carabias) que vigilará que ninguna fémina se acerque a J.R., pues al mantener sexo peligra la salud de su testículo.
Por otro lado, entes envidiosos que ansían el poder de Palace, conspirarán contra el potentado inyectando hormonas femeninas en el whisky que este bebe a diario, generando así una homosexualidad repentina en nuestro protagonista.
La sal más gruesa, la homofobia más salvaje y el peor de los gustos juntos de la mano en este guion de Juan José Alonso Millán dirigido por el propio Lara Polop, que se ventilan todo el trabajo en un par (o tres) de jornadas con la idea de estrenar pronto y recoger los frutos antes de que se pase el tirón de la serie.
Suena a tópico, pero el humor de la película es tan basto y se ceba tanto con los homosexuales —incluso llegan a definir el termino “pederasta” como “maricón perdido”— que a día de hoy sería tristemente cancelada. De hecho, me pregunto sinceramente si no será este el hecho por el que la película no está, como sí lo está su antecesora, circulando libremente en plataformas de streaming, ni que sea Flixolé, con completa libertad. Por suerte, siempre nos quedará la mula.
Poco más que decir… al margen de esta curación del gay J.R. made in Pepe da Rosa —que asimismo se adjudica parte de su argumento en los créditos—, la película es cutre y chabacana a más no poder, mala como un delincuente, sin embargo su visionado resulta entrañable si no nos tomamos muy en serio el mismo y, lógicamente, naturalmente y mientras se tenga sentido del humor, se ríe uno mucho con los chistes de maricones, más que porque sean buenos, simplemente porque existen y porque hoy serían condenados a muerte. Por supuesto, los espectadores sabíamos a lo que veníamos.
Por lo demás, Antonio Garisa, Mary Santpere, Guillermo Montesinos, José Carabias etcétera, etcétera, como en la primera, se lo pasan divinamente frente a las cámaras soltando diálogos cafres y haciendo su dinerito.
“Le llamaban J.R” llevó a los cines a casi un millón de espectadores; se estrenó en el momento preciso. “J.R. contraataca” por el contrario llegó ya con la fiebre de “Dallas” un tanto paliada, apenas movilizó a los cines de barrio a doscientos y pico mil espectadores. Muy poco.
Al final de la película un Pepe da Rosa metidísimo en el rol de J.R. amenaza con un contundente “¡Volveré! ¡Volveré!” a sus enemigos. Obviamente no hubo trilogía, y da la sensación de que mientras la producción trabajaba en esta secuela, ya se olía que no iban a hacer muchas más películas con el personaje.
Esta secuela, “J.R. contraataca”, es un poco más de lo mismo aunque sustancialmente peor, pero inconscientemente incorrecta, brutalmente incorrecta diría yo, porque la premisa principal consiste en curarle un repentino homosexualismo que le ha venido a J.R. Con ese comportamiento inadecuado no tiene derecho a heredar el emporio Palace y, entre unos y otras, procurarán devolverle la hombría de las maneras más básicas y elementales, mientras por otro lado lidia con los chupópteros.
Al final del anterior film, y al igual que en la temporada en curso de la serie que parodia, a J.R. le pegan un tiro dejando la puerta abierta para esta secuela que comienza con J.R. ingresando en el hospital y descubriendo el espectador que no ha muerto a causa del disparo, solamente tiene un perdigón incrustado en un testículo. Contrata así un guardaespaldas enano (interpretado por un enorme Pepe Carabias) que vigilará que ninguna fémina se acerque a J.R., pues al mantener sexo peligra la salud de su testículo.
Por otro lado, entes envidiosos que ansían el poder de Palace, conspirarán contra el potentado inyectando hormonas femeninas en el whisky que este bebe a diario, generando así una homosexualidad repentina en nuestro protagonista.
La sal más gruesa, la homofobia más salvaje y el peor de los gustos juntos de la mano en este guion de Juan José Alonso Millán dirigido por el propio Lara Polop, que se ventilan todo el trabajo en un par (o tres) de jornadas con la idea de estrenar pronto y recoger los frutos antes de que se pase el tirón de la serie.
Suena a tópico, pero el humor de la película es tan basto y se ceba tanto con los homosexuales —incluso llegan a definir el termino “pederasta” como “maricón perdido”— que a día de hoy sería tristemente cancelada. De hecho, me pregunto sinceramente si no será este el hecho por el que la película no está, como sí lo está su antecesora, circulando libremente en plataformas de streaming, ni que sea Flixolé, con completa libertad. Por suerte, siempre nos quedará la mula.
Poco más que decir… al margen de esta curación del gay J.R. made in Pepe da Rosa —que asimismo se adjudica parte de su argumento en los créditos—, la película es cutre y chabacana a más no poder, mala como un delincuente, sin embargo su visionado resulta entrañable si no nos tomamos muy en serio el mismo y, lógicamente, naturalmente y mientras se tenga sentido del humor, se ríe uno mucho con los chistes de maricones, más que porque sean buenos, simplemente porque existen y porque hoy serían condenados a muerte. Por supuesto, los espectadores sabíamos a lo que veníamos.
Por lo demás, Antonio Garisa, Mary Santpere, Guillermo Montesinos, José Carabias etcétera, etcétera, como en la primera, se lo pasan divinamente frente a las cámaras soltando diálogos cafres y haciendo su dinerito.
“Le llamaban J.R” llevó a los cines a casi un millón de espectadores; se estrenó en el momento preciso. “J.R. contraataca” por el contrario llegó ya con la fiebre de “Dallas” un tanto paliada, apenas movilizó a los cines de barrio a doscientos y pico mil espectadores. Muy poco.
Al final de la película un Pepe da Rosa metidísimo en el rol de J.R. amenaza con un contundente “¡Volveré! ¡Volveré!” a sus enemigos. Obviamente no hubo trilogía, y da la sensación de que mientras la producción trabajaba en esta secuela, ya se olía que no iban a hacer muchas más películas con el personaje.
miércoles, 22 de febrero de 2017
LOS FOTOCROMOS DE "LE LLAMABAN J.R."
Pepe Da Rosa, probablemente fuera uno de los cómicos españoles más popular de los años 80 en España. Contaba chistes, cantaba Sevillanas con cierta solvencia, se le considera el primer hombre que rapeó en España -no de manera consciente, eso sí- y además actuaba. Un hombre del renacimiento.
Personalmente, sin volverme loco, si que me hace cierta gracia, y tengo especial debilidad por las parodias que hizo a rebufo de la serie "Dallas", que tenía a España en vilo. "Le llamaban J.R.", es una de ellas. Aquí sus fotocromos.
Personalmente, sin volverme loco, si que me hace cierta gracia, y tengo especial debilidad por las parodias que hizo a rebufo de la serie "Dallas", que tenía a España en vilo. "Le llamaban J.R.", es una de ellas. Aquí sus fotocromos.
lunes, 11 de abril de 2011
LOS ALEGRES BRIBONES

Tres hombres con una ruina muy grande encima (Uno vive en las alcantarillas, otro sobrevive vendiendo huevos, una docena a peseta, y el otro, es un cocherito al que el caballo, que habla, no le hace ni puto caso), se buscan la vida como pueden, a base de pequeños hurtos y engaños. Un día un científico gangoso, les cuenta que ha inventado una cosa, que hará que en el casino, salga siempre el número y el color que ellos apuesten en la ruleta, pero que por sus pintas de indigentes, primero deberán tomar clases de buenos modales y comprarse ropa decente para no llamar la atención en el casino.
Muchos sketchs, todos con un humor muy localista, pero claro, al ser el humor Andaluz tan básico, los gags se entienden perfectamente, y disfrutamos de ellos.
Finalmente, y a pesar de lo que pueda parecer a priori LOS ALEGRES BRIBONES, resulta un agradable entretenimiento, que cumple con sus pretensiones, que son las de causar mucha risa. Hay momentos que lo consigue.
Pepe Da Rosa, máximo exponente del humor Andaluz, e inventor del rap Español (sin el saberlo ni si quiera), gozó en los setenta y ochenta de gran popularidad, gracias a sus sevillanas cómicas (y eso que el tipo era Argentino de nacimiento…), sus chistes en actuaciones televisivas y películas como LE LLAMABAN J.R. , J.R. CONTRAATACA, y alguna mas que protagonizaría para Mariano Ozores, y no llegó a mas, porque en 1986, moriría a edad temprana. Dejó su legado a su hijo Pepe Da rosa J.R., que no le llegaría ni a la suela de los zapatos.
Paco Gandia, de menos popularidad en el resto de España, también protagonizó alguna película, pero su especialidad era contar chistes. Y el resto del reparto, como a les digo, serían conocidos en Triana, porque al menos por lo que a mi respecta, ni flores.
Dirige el Sevillano Pancho Bautista, que dirigió tres filmes andaluces mas para Triana Films, en la que diversos cuentachistes se lucirían, y luego se le perdió la pista.
LOS ALEGRES BRIBONES, sería su film más popular.
martes, 5 de noviembre de 2024
MI MEJOR AMIGO, MI HIJO
Hoy en día, cuando pensamos en la figura de Bill Cosby, más que en el cómico y actor que fue, el papá de América como le llamaban, o en su entrañable show “La hora de Bill Cosby”, tendemos a pensar en su vertiente más oscura y siniestra, la del individuo que se ha tirado media vida drogando y violando a tantas mujeres como le apeteció, y cuya carrera ha quedado empañada por ello. Esto no es más que una muestra del poder que ejercen ciertos individuos, escasos de moral, y se creen en potestad de hacer lo que les da la real gana —de hecho, a Cosby se le pilló en 2014, pero lleva practicando sexo bajo sumisión química desde los años 60—, solo porque pueden.
Ahora, lo más chocante es que esa actitud depravada venga de parte de un tipo que se hizo famoso por promover valores como la amistad, la familia y la bondad en la gran mayoría de sus trabajos. Cosby era, en lo que a su humor se refiere, blanco como la patena, casi un cumbayá… por lo que choca especialmente esta doble vida fuera de los focos.
Para muestra de su blancura, un botón.
“Mi mejor amigo, mi hijo” es un telefilm del año 1972 orquestado por el propio Bill Cosby que tuvo la idea, la produjo, interpretó el papel principal e incluso compuso la banda sonora, firmándola como William H. Cosby Jr. (su nombre real).
Un individuo llamado Blu trabaja como mozo de carga en el aeropuerto, además de trapero y taxista los fines de semana para ganar un poco de dinero. Su esposa lo mismo, trabaja como auxiliar en el hospital y limpiando casas. Tienen un hijo pequeño y viven en un estado de extrema pobreza. Es por eso que la obsesión de Blu es ahorrar hasta el último centavo que gana, ya que le tiene echado el ojo a una casa fuera del gueto y su sueño es mudarse allí con su familia para tener una vida digna. Pero claro, este estado perpetuo de trabajo ha mermado la relación con su hijo, el cual comienza a comportarse de manera un tanto molesta porque su padre no le hace ni puñetero caso. Blu intentará convertirse en un padre para él, pero le puede más el hecho de ganar dinero, el futuro.
Un buen día, al chaval le salen unos sarpullidos en el codo, motivo por el que su madre acaba llevándole al hospital. Resulta que tiene anemia por células falciformes, una extraña enfermedad de los negros que, inevitablemente, llevará al pequeño protagonista a la muerte. Precisamente eso es lo que determina que Blu cambie de modus operandi, decidiendo pensar menos en el mañana y disfrutar más del presente, pasando todo el tiempo que pueda con su hijo.
Menudo folletín ¿eh? Muy de Bill Cosby por otra parte. Sin embargo la cosa no está mal, apenas dura una hora y diez y se deja ver perfectamente pese a que esta película se compone en un 90% de diálogos. Y es que para la elaboración del guion, Cosby contó con la pluma de Allan Sloane, guionista que las pasó putas durante la caza de brujas siendo uno de los trabajadores de Hollywood en la lista negra, quien se especializó en escribir para televisión tramas sobre gente con algún tipo de problemas o discapacitados. Se le daba bien el asunto. Entonces, este dramón sobre las prioridades de un padre y la anemia de células falciformes, no exento de cierta moralina e incitaciones a la autoayuda, fue premiado con el más preciado galardón que puede obtener un trabajo televisivo, el EMI al mejor guion.
Para la dirección Bill Cosby contó con el artesano Gilbert Cates que, visto lo visto, también se especializó en trabajos televisivos de esta misma índole, aunque a lo largo de su carrera hizo un par de curiosas escapadas al mundo de la pantalla grande. Suyas son el thriller “Ambición mortal” con Karen Allen y Keith Carradine, que no estaba mal, o “Amor de verano” con unos jovencísimos Beau Bridges y Susan Sarandon.
Por otra parte, para hacer de la esposa de Blu, tenemos a Gloria Foster, actriz asimismo de prominente carrera televisiva que ya en su vejez apareció en “Matrix”, pero que coincidió con Bill Cosby, además de en este telefilm, en la serie que le brindó la fama, “Yo, espía” o en la película que pasó a los anales del cine malo, por eso, por mala, “Un espía súperguay”.
Por supuesto, Bill Cosby, en los 70 no era en exceso popular en nuestro país, pero a partir de 1986, que se estrenó acá su sitcom de mayor éxito, “La hora de Bill Cosby”, su fama se disparó de manera notable, motivo por el que compañías de vídeo mas grandes o más modestas, aprovecharon para lanzar en vídeo algunas de las viejas películas del actor. "Feeling", roñosa distribuidora española (subsidiaria de "Thor Films" dedicada al melodrama), tuvo a bien poner en alquiler el telefilm bajo el título que ilustra la reseña, cuando el original es “For all my friends on The Shore”. Por otro lado, cuando más adelante la película fue emitida por los distintos canales televisivos de nuestro país, pasó a titularse “A todos mis amigos de la tierra”, algo más fiel al original, pero igual de horroroso. Y es que Bill Cosby no daba puntadas sin hilo y, en un alarde de mesianismo, el título que escoge para su película no hace alusión a los hechos que acontecen en la misma, pero sí nos advierte que el papá de América quiere lanzar un mensaje a todos sus amigos de la tierra. Porque puede.
No era difícil adivinar entonces, entre tanta megalomanía, lo que se dedicaría a hacer el cómico a señoras y señoritas de diversa índole y edad, anestesia para trabajos odontológicos mediante.
Pero el telefílm, de lagrimita fácil, se deja ver, está entretenido.
Ahora, lo más chocante es que esa actitud depravada venga de parte de un tipo que se hizo famoso por promover valores como la amistad, la familia y la bondad en la gran mayoría de sus trabajos. Cosby era, en lo que a su humor se refiere, blanco como la patena, casi un cumbayá… por lo que choca especialmente esta doble vida fuera de los focos.
Para muestra de su blancura, un botón.
“Mi mejor amigo, mi hijo” es un telefilm del año 1972 orquestado por el propio Bill Cosby que tuvo la idea, la produjo, interpretó el papel principal e incluso compuso la banda sonora, firmándola como William H. Cosby Jr. (su nombre real).
Un individuo llamado Blu trabaja como mozo de carga en el aeropuerto, además de trapero y taxista los fines de semana para ganar un poco de dinero. Su esposa lo mismo, trabaja como auxiliar en el hospital y limpiando casas. Tienen un hijo pequeño y viven en un estado de extrema pobreza. Es por eso que la obsesión de Blu es ahorrar hasta el último centavo que gana, ya que le tiene echado el ojo a una casa fuera del gueto y su sueño es mudarse allí con su familia para tener una vida digna. Pero claro, este estado perpetuo de trabajo ha mermado la relación con su hijo, el cual comienza a comportarse de manera un tanto molesta porque su padre no le hace ni puñetero caso. Blu intentará convertirse en un padre para él, pero le puede más el hecho de ganar dinero, el futuro.
Un buen día, al chaval le salen unos sarpullidos en el codo, motivo por el que su madre acaba llevándole al hospital. Resulta que tiene anemia por células falciformes, una extraña enfermedad de los negros que, inevitablemente, llevará al pequeño protagonista a la muerte. Precisamente eso es lo que determina que Blu cambie de modus operandi, decidiendo pensar menos en el mañana y disfrutar más del presente, pasando todo el tiempo que pueda con su hijo.
Menudo folletín ¿eh? Muy de Bill Cosby por otra parte. Sin embargo la cosa no está mal, apenas dura una hora y diez y se deja ver perfectamente pese a que esta película se compone en un 90% de diálogos. Y es que para la elaboración del guion, Cosby contó con la pluma de Allan Sloane, guionista que las pasó putas durante la caza de brujas siendo uno de los trabajadores de Hollywood en la lista negra, quien se especializó en escribir para televisión tramas sobre gente con algún tipo de problemas o discapacitados. Se le daba bien el asunto. Entonces, este dramón sobre las prioridades de un padre y la anemia de células falciformes, no exento de cierta moralina e incitaciones a la autoayuda, fue premiado con el más preciado galardón que puede obtener un trabajo televisivo, el EMI al mejor guion.
Para la dirección Bill Cosby contó con el artesano Gilbert Cates que, visto lo visto, también se especializó en trabajos televisivos de esta misma índole, aunque a lo largo de su carrera hizo un par de curiosas escapadas al mundo de la pantalla grande. Suyas son el thriller “Ambición mortal” con Karen Allen y Keith Carradine, que no estaba mal, o “Amor de verano” con unos jovencísimos Beau Bridges y Susan Sarandon.
Por otra parte, para hacer de la esposa de Blu, tenemos a Gloria Foster, actriz asimismo de prominente carrera televisiva que ya en su vejez apareció en “Matrix”, pero que coincidió con Bill Cosby, además de en este telefilm, en la serie que le brindó la fama, “Yo, espía” o en la película que pasó a los anales del cine malo, por eso, por mala, “Un espía súperguay”.
Por supuesto, Bill Cosby, en los 70 no era en exceso popular en nuestro país, pero a partir de 1986, que se estrenó acá su sitcom de mayor éxito, “La hora de Bill Cosby”, su fama se disparó de manera notable, motivo por el que compañías de vídeo mas grandes o más modestas, aprovecharon para lanzar en vídeo algunas de las viejas películas del actor. "Feeling", roñosa distribuidora española (subsidiaria de "Thor Films" dedicada al melodrama), tuvo a bien poner en alquiler el telefilm bajo el título que ilustra la reseña, cuando el original es “For all my friends on The Shore”. Por otro lado, cuando más adelante la película fue emitida por los distintos canales televisivos de nuestro país, pasó a titularse “A todos mis amigos de la tierra”, algo más fiel al original, pero igual de horroroso. Y es que Bill Cosby no daba puntadas sin hilo y, en un alarde de mesianismo, el título que escoge para su película no hace alusión a los hechos que acontecen en la misma, pero sí nos advierte que el papá de América quiere lanzar un mensaje a todos sus amigos de la tierra. Porque puede.
No era difícil adivinar entonces, entre tanta megalomanía, lo que se dedicaría a hacer el cómico a señoras y señoritas de diversa índole y edad, anestesia para trabajos odontológicos mediante.
Pero el telefílm, de lagrimita fácil, se deja ver, está entretenido.
lunes, 2 de febrero de 2015
EL RETORNO DE LOS VAMPIROS

Mas que por su trayectoria, Zabalza es popular –además de
por borracho y por cruzar la pista de baile de una discoteca simulando que
nadaba- por ser el responsable de una de las películas más zarrapastrosas de
Paul Naschy, “La furia del hombre lobo” de la que, dicen, su sobrino de 13 años
escribió algunos diálogos y en la que, además de aprovechar metraje de la
anterior “La marca del hombre lobo", vemos como el licántropo cambia de ropa de
un plano a otro ¡en la misma escena!. Aunque por otro lado, la mujer lobo
antagonista que nos ofrece esta película y con la que Naschy pelea, es de lo
más sugestiva y acertada, pero bueno, eso sería otra historia.
La mierda que nos ocupa cuenta la historia de una pareja de
amantes que se citan en un apartamento para follar. Él está casado y a ella parece asquearle el cuadro que tienen
ahí de “Saturno devorando a su hijo”. Tras media hora de conversaciones
intrascendentes de pareja, esta resulta ser una vampiro, que acto seguido le
muerde a él. Esto le cabrea mucho y la muele a palos hasta desfigurarla y
matarla. Se tira otro rato largo bajando el cadáver de la vampiro a la basura y cuando sube al apartamento,
ella está allí viva y se ponen a charlar como si tal cosa. A partir de
entonces, la película se vuelve un pifostio incomprensible en el que no sabes
si es que esto es una tomadura de pelo, o es que hay saltos temporales o es que
simplemente es así de chunga. Vamos, que a partir de ese momento no se sabe que
cojones pasa y además, él también se convierte en vampiro y la muerde a ella,
entre otras muchas incomprensibles cosas.
Siempre utilizo la expresión “Verla para creerla”. En esta
ocasión diré que, con esta, por más que la veas, no terminas de creértela. Tan
mala que parece una broma. Inenarrable. Y sin gracia, lo que la convierte en
una cosa única. Y si la película es para paladares finos, huelga decir, que lo
realmente interesante es la historia que hay detrás y por lo que realmente es
famosa esta película; Concebida con el
título de “El retorno de los vampiros”,
la película se rodó con tres cámaras en el corto espacio de tiempo de ¡Un día!
Con lo que se entiende perfectamente el desbarajuste, el que casi toda ella
esté rodada en un piso, que sea tan coñazo y que parezca que están improvisando
todo el rato. Estarían, efectivamente, improvisando. De hecho, su protagonista,
Simón Andreu, cuenta que ese método de trabajo era inusual, pero no
desconocido, ya que en televisión se trabajaba de esa manera. El caso es que la
película es tan mala, que no pudo conseguir licencia de distribución en 1972
hasta 13 años después, consiguiendo esa licencia en 1985 bajo el título de “El
misterio de Cynthia Baird”, pero estrenándose directamente en vídeo bajo el
título de rodaje, es decir “El retorno de los vampiros”. Un desbarajuste del
que he leído de todo, todo confuso y llego a la conclusión de que debió ser
como lo estoy explicando.
Por si todo esto fuera poco, se cuenta que los diez primeros
minutos de película se velaron, pero que igualmente los incluyeron en la
película (¡). Para aprovechar esos minutos, intercalaron estos momentos en
negro con escenas nuevamente filmadas en las que los protagonistas apagan la
luz y continúan hablando de sus cosas con la luz apagada, solución totalmente
estúpida porque ¡no había sonido directo y tenían que doblar los diálogos! Con
lo que esa solución se me escapa a todo entendimiento.
Todo esto que les cuento es harto interesante e insta a ver
la película, pero han de saber, que pese a esto, la película es lo más
insoportable que se puede uno echar a la cara. Lo que está muy bien en un
producto de estas características. Si fuera divertida, no sería la gran mierda
que hoy es. ¡Años deseando verla, para esto! En cualquier caso, para mí, el que
sea insufrible es un valor añadido.
En resumidas cuentas: Se trata de una película de una hora y
poco en la que la pareja protagonista habla y habla sobre gilipolleces y,
mientras, se convierten en vampiro, mueren, vuelven a convertirse, se atacan
entre ellos y al final sale otra pareja más madura que pone la guinda a una de
las películas más insoportables que he visto en mi vida.
Junto a Simón “Hagoloquemeechen” Andreu, tenemos a Susan
Taff (“El jorobado de la Morgue”, “Habla, mudita”) como su amante, María
Salerno (“Play boy en paro”, “Le llamaban J.R”) como su esposa cornuda y
Guillermo Méndez (“Un Vampiro para dos”, “Vivir en Sevilla”).
Zabalza rodó muchísimas ponzoñas, pero es popular por esta y
por la de Naschy.
Una pasada el saber que existen este tipo de productos. Y
verlos… aunque verlos sea otra cosa.
jueves, 24 de octubre de 2013
LA MANSIÓN DE LA NIEBLA

Según TODAS las bases de datos consultables y por consultar,
la película está co-dirigida por otro grande de la comedia como es Pedro Lazaga, sin embargo, en la
película no hay ni un solo nombre, o pseudónimo, que así lo acredite.
Cuenta la historia de diferentes personajes, que
en medio del campo, y por culpa de la niebla, dan a parar todos a la misma
mansión. Allí, se les cuenta los
problemas que hubo tiempo atrás a causa de un vampiro. Trasteando por la mansión, cada personaje irá presenciando
extrañas muertes, extraños poltergeist y demás parafernalias “fantaterrorificas”.
“La Mansión de la niebla”, coproducida con Italia, y con
título internacional de “Murder Mansion” (entre otros cuantos), digamos que
tiene un montón de cosas buenas, pero tantas como malas, y
si equilibramos la balanza el resultado se inclina más hacia las malas. Porque adolece de lo de siempre, a saber: Ritmo nulo, desarrollo confuso,
guión no del todo sólido e imperante aburrimiento. Así, una atmósfera
totalmente envolvente, momentos de horror más que convincentes, escenografía y
fotografía perfectas, no logran imponerse al coñazo que, a rasgos generales,
supone sentarse frente a “La Mansión de la niebla”. De poco sirve que diga que, en el lado positivo, sea deudora, y recree con eficacia,
los entornos de las películas detectivescas a lo Agatha Christie, tipo “10
Negritos” o, más en su línea, “La Bestia debe morir”, sin ser una de esas en las que hay que
averiguar quien es el asesino, ya que anda más bien encaminada a
territorios “zombies”, a pesar de que se hable en su argumento, constantemente,
de un vampiro.
Y es que con el cine de terror español setentero si,
técnicamente, una película es impecable
pero no se apoya con lo narrativo, la cosa sirve para bien poco, porque,
al contrario, si un coñazo es técnicamente una chapuza, igual con las dosis
precisas de inutilidad se torna buena… no sería este caso, porque,
a pesar de la buena prensa que acompaña a esta película por parte de, como no,
el fandom especializado, que siempre se deja llevar por la pasión a la hora de
evaluar sus géneros favoritos, “La
mansión de la niebla” está demasiado bien hecha y las interpretaciones son
demasiado dignas para que la tengamos en cuenta como “peli chunga”, por lo que
solo se queda en coñazo, que es lo peor que le puede pasar a una película. Eso
si, un coñazo bonito. Demasiado bonito para mandarlo a quemar, ya que lo
momentos buenos, son demasiado buenos y, hasta por momentos, da miedo, provoca
inquietud. Pero no son tantos como para tenerla en cuenta… y
así sucesivamente.
En definitiva, que la película se queda en tierra de nadie,
y tajantemente, no ha obtenido repercusión a posteriori porque es
la definición misma de sosería.
miércoles, 7 de enero de 2009
LA PATRIA DEL RATA
El rata es un delincuente juvenil encarcelado tras hacer mil y una diabluras. Gracias a un amigo suyo que mueve unos hilos, es liberado como si fuese uno de los presos políticos excarcelados tras la muerte de Franco, aunque lo que de verdad quiere el amigo es que el criminal se una a un grupo terrorista que va a formar. El rata no acepta la proposición, ya que quiere enmendar su vida, así que recurre a los distintos partidos políticos de izquierdas a pedir trabajo, aprovechando su condición de preso que ha luchado contra Franco y se encuentra que, precisamente, por ser preso político los partidos no quieren saber nada de él, así que, de nuevo, se ve obligado a delinquir, atracando un banco que termina en secuestro y una niña minusválida de por medio.
Una película de maleantes bastante sobria, que se centra más en desenmascarar a la izquierda de la transición que en endiosar al delincuente, aunque eso también está: Las escenas dulzonas del rata con la niña minusválida, parecen extraídas directamente de "E.T." para que veamos lo bueno que es el tipo en realidad.
Dirigida por Francisco Lara Polop, artesano que rodó clásicos de la comedia más cafre y chabacana como "Virilidad a la Española" con Fernando Esteso o "Le llamaban J.R." y "J.R. Contraataca", películas que parodiaban la serie de t.v. "Dallas" para lucimiento del cómico Pepe Da Rosa , "La patria del rata" viene escrita por ¡¡¡Manuel Summers!!! Desconozco si está basada en algún delincuente real, pero esto huele a ficción mas que a otra cosa.
Se deja ver bastante bien, está entretenida, pero dista mucho de películas como las que vengo reseñando hasta ahora.
Dirigida por Francisco Lara Polop, artesano que rodó clásicos de la comedia más cafre y chabacana como "Virilidad a la Española" con Fernando Esteso o "Le llamaban J.R." y "J.R. Contraataca", películas que parodiaban la serie de t.v. "Dallas" para lucimiento del cómico Pepe Da Rosa , "La patria del rata" viene escrita por ¡¡¡Manuel Summers!!! Desconozco si está basada en algún delincuente real, pero esto huele a ficción mas que a otra cosa.
Se deja ver bastante bien, está entretenida, pero dista mucho de películas como las que vengo reseñando hasta ahora.
Además “El Rata” tira de metralleta, y eso se agradece.
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