Título de culto en las Américas, "Massacre at central high" es una de aquellas películas que, en la era dorada del vídeo-club, tuve en las manos cientos de veces, pero nunca me acababa de decidir si quería alquilarla o no. ¿Quién sabe?, tal vez temía verla para no llevarme una decepción. Con ese título, y esa caratula, algo bueno debía de tener. Eso y que Bruce Campbell la sitúa entre sus diez favoritas, dentro del apartado "tan malas que son buenas". Al final decidí tirar de la era dorada del equino para agenciármela, y aunque ha tardado en aterrizar, ya puedo por fin decir que he roto la maldición.
Y la pregunta es: ¿Valía la pena?. Sinceramente, no.
"Masacre en central high" cuenta la historia de un insti en el que un grupo de matones tienen acojonados a un grupo de "fricos" (leáse "nerds" o "geeks"). En eso que llega un chico nuevo, y resulta ser amigo de uno de los matones. Pero claro, no le mola lo que ve, y pronto se enemista con ellos, hasta el extremo de que, como venganza, los chungos le dejan medio lisiado. ¡Ui, lo que han hecho!, poco se imaginan que en realidad el chaval es un psycho-killer y pronto comenzará la escabechina. Lo curioso, y novedoso, del caso, es que una vez aniquilados todos los matones, los "fricos" comienzan a creérselo demasiado, tanto que terminan convertidos en otros matones. Evidentemente, el psycho no tardará en acabar de completar los deberes.
En los USA se vende como un "slasher", pero no lo es. Se trata de un film de acción, o un thriller, que en muchos aspectos se adelantó a títulos como "Curso 1984", "La gran revancha" o "Heathers" (en la que Christian Slater interpretaba un poco el mismo papel protagonista, aunque con más sorna). Las muertes no son especialmente gores, pero sí un pelín retorcidas, recreándonos en aquella del ex-"frico" que se lo monta con dos tipas en una tienda de campaña junto a un acantilado, y con ayuda de dinamita, el prota se encarga de que un montón de piedras les corten el rollo.
"Massacre at central high" es, primero, muy setentera (esas pintas, esos pantalones acampanados) y, segundo, muy mala. Mala de esas que te ríes y puedes soportar hasta el final... pero mala al fin y al cabo. Las situaciones son totalmente inverosímiles, incluso para un creyente total como yo. En ese universo no hay sentimientos, a nadie le afecta demasiado que sus amigos mueran, o que sus novias les pongan los cuernos. Tampoco hay mucha racionalidad viendo algunos de los diálogos que se marcan los "fricos", totalmente absurdos y, eso sí es raro, no hay adultos. No sale ni un personaje mayor de 20 hasta diez minutos antes de acabar. Y la policía no interviene hasta que faltan cinco. De hecho, todo ocurre en un insti, pero las aulas repletas de taburetes no aparecen más que para escenificar un tontísimo intento de violación.
Aunque para tonto, el desenlace.
En el reparto, algún nombre reconocible como los de Andrew Stevens, Robert / Bob Carradine o Kimberly Beck. Es lo más destacable que hizo en vida su director, Rene Daalder. Mejor eso que nada.
Mala de cojones, pero curiosa.