sábado, 9 de agosto de 2008

YO SERVÍ AL REY DE INGLATERRA

En la entrada anterior que publiqué, les decía lo paletos que son los cineastas intelectualoides. Hoy también les digo que el publico intelectualoide es bastante paleto. ¿Qué por qué?, porque la película de la que hablaré es una comedia bastante más deudora del cine de Mariano Ozores que del arte y ensayo que el espectador medio de esta clase de productos cree estar viendo.
Y todo porque es Checa. Eso es suficiente para que gente que habla mierda de Spielberg y se deshace en halagos con el cine de Gastón Pauls, vaya en tropel a ver esto y, encima, salgan hablando de la maravilla que acaban de ver.
Un tipo muy bajito (“defecto” este al que se hace referencia durante toda la película), se dedica a vender salchichas en las estaciones de tren, cometiendo pequeñas estafas. Un día procede con un caballero bastante adinerado, quien le coloca a currar de camarero en antros para ricos. El bajito irá ascendiendo en su puesto a base de situaciones cómicas, que van desde el “slapstick”, con un par de escenas que recrean el cine mudo, hasta el destete más voraz y digno del destape de nuestra transición.
La película está entretenida y se deja ver, a pesar de sus dos horazas de metraje. Incluso hay escenas de descojonarse. Pero, a pesar de su impecable diseño de producción, no deja de ser una comedia chusca y vodevilesca. Lo que, por otro lado, me parece fenomenal.
Bien. Lo que yo me pregunto es: Si esta película en vez de Checa fuese Americana y si, anteriormente, su director Jirí Menzel, no hubiera ganado un Oscar con otra peli...¿acudiría el colectivo gafapasta a verla? Los comentarios que este hace son del tipo “es maravillosa” o incluso “es deliciosa”... de una película en la que en un banco de semen un tipo llena el baso, mientras que otros apenas llenan el culo (en uno de sus muchos gags).