sábado, 29 de octubre de 2011

JASON X

Lo digo y no me arrepiento: "Jason X" es buena. Si una peli consigue entretenerme durante 90 minutos, para mi es buena, y las últimas aventuras del asesino de Cristal Lake consiguieron hacerme pasar un rato maravilloso (con la ayuda de unas palomitas, un agua y una sala casi vacía).
Cuando la productora "New Line" adquirió los derechos de la saga "Viernes 13", se planteó rodar la GRAN SECUELA, la gran peli que diera el carpetazo definitivo y le devolviera a Jason la dignidad perdida. Buscaron una historia "original", unos personajes creíbles, un entorno sobrenatural y como resultado obtuvieron "Viernes 13, parte 9: Jason va al infierno", también conocida como "Viernes 13: El Final", una película espantosa, absurda, idiota y pretenciosa, que intentaba dignificar una serie de ideas que, ya de entrada, no necesitaban ser dignificadas dadas sus limitaciones. El fan de "Viernes 13" y de Jason no busca personajes creíbles y una trama que se salga de la "rutina", el fan de la saga tiene ya más que asimiladas las características habituales de un "Viernes 13" (esas mismas características que tanto odian los críticos), y cuando ve una nueva entrega, quiere más de lo mismo, pero peor (osea, mejor)... quiere adolescentes cachondos, quiere campamentos, quiere los asesinatos en orden cronológico, quiere sangre y quiere a Jason. Imagino que conscientes de su enfoque equivocado, los jefazos de "New Line" se plantearon que en el caso de un supuesto "Viernes 13, parte 10", iban a actuar de forma contraria: Fuera racionalidad, fuera personajes inteligentes, ¡aquí vale todo!, si la gente quiere a Jason, van a tener a Jason.
Y de eso va "Jason X". El guionista de la peli ha sido lo suficientemente inteligente como para aceptar que es imposible tomarse en serio la décima parte de una saga en la que el asesino ha sido destrozado de mil maneras, pero siempre ha conseguido volver. Así que de entrada sitúa la historia en el futuro, primero en el 2010, para luego dar un salto 450 y pico años adelante. Lo mejor de "Jason X" está en su planteamiento, el hecho de que los científicos quieran conservar al asesino para estudiar su útil poder de regeneración, y se enfrenten a una –guapísima- doctora cuyo fin es congelarlo de modo que, aunque no se pueda destruir, sí se pueda controlar. Claro que, como era de esperar, todo sale mal y el monstruo y la chica terminan recibiendo un baño de nitrógeno líquido. Cientos de años después, son recogidos por una nave que viene a la tierra en busca de "objetos arqueológicos". Los tripulantes quedan fascinados por el aspecto de Jason: "¿Qué es eso que lleva en la cara?", "¡Es una máscara de hockey!, un juego que prohibieron en el 2000 y pico...". ¡¡Brillante!!.
La tripulación de la nave no tiene desperdicio. Las chicas van todas semi-desnudas y están de lo más ricas. Las parejas no hacen más que intentar follar a todas horas (¡no han cambiado mucho las cosas en casi 500 años!), hay un militar malhumorado, la inevitable nena-cyborg que quiere ser como el resto de las mujeres pero le faltan unos pezones (gran gag) y un capitán que solo piensa en vender a Jason al mercado negro como la valiosa pieza de museo que es. Claro que esto es un "Viernes 13" y el asesino despierta en el momento más inoportuno. La primera muerte futurista es la mejor de toda la peli, introduce la cara de una chica dentro de un recipiente con nitrógeno líquido (¡again!) y una vez congelada, la estampa sin compasión contra una mesa, rompiéndola en miles de pedazos. A pesar de las apariencias, no es que el gore sea muy exagerado en las nuevas aventuras de nuestro psycho-killer favorito, pero lo hay (tipos partidos en dos, otros completamente descuartizados y una muerte especialmente imaginativa: Un soldado cae sobre un pincho en espiral y no deja de girar y girar hasta aterrizar en la base del mismo). Afortunadamente, la truculencia de los crímenes no es la única característica que "Jason X" recupera tras toda esa oleada de "slashers" rutinarios y descafeinados de los 90, también hay tetas y, para colmo, el personaje chistoso de turno es exterminado sin compasión en el momento más inesperado. ¡Eso es transgredir las normas!, parece mentira que hayamos tenido que esperar a todo un "Viernes 13" para verlo, y es que comenzaba a ser preocupante esta "pérdida de valores" de los psycho-killers tradicionales.
Podemos comparar "Viernes 13, 6ª parte" con esta nueva entrega, pues ambas guardan un agradecido punto en común: el humor, y no solo el humor (que lo hay y en algunos momentos peca de patoso), mas bien la sana auto-parodia. Pasará a los anales de la historia la escena en la que, para distraer a Jason, le crean un entorno virtual con el aspecto de Cristal Lake, utilizando como cebo a dos típicas animadoras rubias y tontas que, entre saltitos de alegría, se confiesan adictas al alcohol, los porros y el sexo prematrimonial. Naturalmente ambas acaban molidas a palos por el gran Jason (con una técnica de la que ya hiciera buen uso en la séptima entrega de la saga).
A partir de este momento, y hasta el final de la peli, nos sitúan en un "tour de force" en el que no existen límites de ninguna clase. Desde la chica-cyborg ataviada a lo "Matrix" que deja KO al asesino a base de piruetas, coces karatekas y ráfagas de balas, hasta la demencial recuperación de Jason, convertido ahora en una máquina de aniquilar el doble de poderosa -un "Jasonator" mismamente-. Pero para desmadre, el desenlace de la peli... tenéis que verlo para creerlo.
Sean S. Cunningham, el "padre" del primer "Viernes 13", retoma aquí las riendas de la producción con el fin de chupar un poco del "nuevo slasher" (tal como hicieran algunos tipos listos con "Halloween H20") y se saca del bolsillo a James Isaac en las tareas de dirección, un habitual técnico de efectos especiales que dio el salto tras las cámaras con "House 3/Horror Show". Kane Hodder vuelve a dar vida al psycho-killer que, todo sea dicho de paso, ha sufrido algunas agradecidas mutaciones en su aspecto: Tiene pelo y su máscara dibuja una eterna mueca enfadada que le hace mucho más amenazador. La guinda del pastel la ponen Harry Manfredini en la banda sonora, recuperando los típicos "golpes de efecto sonoros" de la saga, y un sorprendente David Cronenberg que se pasa por ahí y es rápidamente aniquilado.
Totalmente reivindicable.