Este es el otro título del que les hablaba hace unos días en el que Bronson/Cannon apostaron por una violencia menos cruda y un Charlie un poco más pacífico. Y eso que la historia daría para bastante cañeta, pero no era esa la intención del equipo al realizarla. ¿Resultado?, pues un fracaso en taquilla. No mucho después, J.Lee Thompson, legendario director de esta y otras muchas (entre ellas, varios vehículos bronsianos), decía en una entrevista para la revista "Impact" que cuando Charles Bronson no mataba en una película, al público no le interesaba. Y es que mucho me temo que en "Mensajero de la muerte" el del bigote solo utiliza la escopeta para disparar contra un objeto muerto. Lo que ejercita un poco más son los puños, pero nada del otro Jueves. Eso sí, en el poster que no falte su imagen bien armado.
La movida arranca con una masacre... más fuerte por su significado que por cómo está rodada. Unos tios con escopeta entran en una granja repleta de mujeres y niños y acaban con todos. Eso provoca una guerra entre familias Mormonas. Bronson esta vez no es ni un poli, ni un justiciero, sino un periodista con buenas intenciones decidido a demostrar que el crimen lo han cometido otros individuos ajenos al conflicto familiar y con fines lucrativos.
Pues bueno, si dejamos de lado la falta de más sangre y, sobre todo, la ausencia de un Charles Bronson en plan exterminador de maleantes, hay que reconocer que la peli está entretenida. Un producto solvente, sin mayores pretensiones, ni problemas. Se puede ver perfectamente y no aburrirse en exceso. Eso si, luego se recomienda un "Death Wish" vía intravenosa.