martes, 25 de octubre de 2011

PARANORMAL ACTIVITY 3

Oren Peli, ya fuera de las labores de dirección desde la primera entrega, antes de caer en picado con su saga, y más actualmente que le han salido plagiadores de debajo de las piedras, pone punto y final a la franquicia que ha renovado el cine de terror actual, y lo hace por todo lo alto.
Sin en PARANORMAL ACTIVITY 2 se retrocedía en el tiempo y así comprendíamos un poco mejor todo lo que sucedía en la primera, en PARANORMAL ACTIVITY 3, se vuelve a retroceder, esta vez hasta los ochenta, cuando las hermanas protagonistas de la primera y segunda entregas eran niñas, y se nos desvela el por qué de tanta actividad paranormal. No quiero hacer spoliers, pero si que revelaré una cosa; el nombre de ese espíritu tan cabrón que ha estado dando por el culo a las señoritas de esta familia, se llama Toby. Tócate los cojones.
Bien, ¿Y como descubrimos el periplo ochentero de Toby? Fácil. Es la tercera entrega. El factor sorpresa ya ha desaparecido. Ya no estamos visionando unas supuestas cintas reales, si no que estamos siguiendo una historia. Los realizadores conscientes de esto, y sin abandonar nunca la estructura de la saga, que es la de el supuesto visionado de vídeos caseros, se permiten el lujo de jugar con la ficción y nos introduce de nuevo en el hogar recién jodido por los espíritus de la segunda entrega. La protagonista de la primera, entra en escena con una caja llena de cintas de vídeo, según ella, pertenecientes a la abuela de ambas. Las deja en el sótano y así, tras presentársenos esos vhs, se hace un parón en la pantalla, y con mucha raya y nieve en pantalla, comenzamos a ver los carcomidos VHS de los ochenta, dando pie a la tercera entrega de la saga. Brillante. Y por supuesto, la textura de las imágenes que vemos en pantalla, adopta un look de HI-8, muy adecuado y molón.
Luego, ya damos paso a lo de siempre. El listón de la segunda entrega, donde se consiguió darse un giro e intensificar el terror estaba muy alto, y claro, en cuanto a horrores, esta ya no consigue alcanzar a sus precedentes. Es la que menos miedo da de las tres. No obstante, conscientes de esto, Peli y su equipo optan por introducir humor en la saga, y lo hacen de manera muy inteligente; Vale, las cámaras con infrarrojos están ya sobadas, no dan miedo. Pues metamos sustos en momentos en los que nadie se los espere, a base de pequeños gags… ¡¡¡Cojonudo!!! Todos los sustos de PA3 provienen de causas ajenas al cabrón de Toby, y siempre dentro de un contexto cómico, es decir, que tras la taquicardia, viene la risa, pero siempre justificada. No es humor porque sí, es un humor que encaja perfectamente dentro de toda la seriedad que desprende la saga… una pequeña tomadura de pelo, que siempre (y si la ven lo comprobarán) te pilla de improviso.
No obstante, no importa que ya haya dejado de dar miedo lo que sucede de noche en las cámaras que están grabando. Siempre habrá algo, una niña que pasa corriendo, un cuadro que se cae, una luz que se enciende, que nos provocará escalofríos. Además, coño, ¡que es muy buena!
Un broche de oro, para la mejor saga de cine de terror del siglo XXI, una manera de poner fin a algo que puede degenerar mucho, con clase y solera, y una manera de rodar películas que pasará a la historia como sub-género. Y en definitiva, PA3, es tan buena como las otras dos. Dirigen el cotarro dos
individuos casi nóveles: Henry Joost y Ariel Schulman. No noto mucha diferencia entre ellos y Oren Peli o Tod Williams.