PARCHIS ENTRA EN ACCIÓN, pone fin a la saga de Parchís y a la colaboración de estos con Javier Aguirre. Y quizás el fracaso de esta se debe a dos factores: A) Los chavalitos ya estaban creciditos, y B) la película es un tostón de padre y muy señor nuestro.
Esta vez, se deja el rollo lacrimógeno y estudiantil que se había estilado hasta ahora, para meter a los Parchis y al gordo Rodrigo Valdecantos en una intriga tonta que lejos de provocar nuestra hilaridad como pasaba con la formula anterior, nos provoca esa sensación de “¡¡Que se acabe ya!!” que nos provocan sus pelis Argentinas.
Resulta que el futbolista Cardona, ficha por un equipo Español y los Parchís se desviven por conseguir un autógrafo suyo, con tan mala suerte que se presentan en el estadio de futbol el mismo día que unos mafiosos le secuestran, con lo que la policía piensa que han sido ellos, y que el líder de la banda es, como no, el flaco. Parchis tedian que rescatar al futbolista y deshacer todo este entuerto.
De un plumazo, se quita de en medio a Don Matías, que solo aparece en una escena, cuando hasta ahora ha sido el “leit motiv” de la Saga, pero se mantienen los personajes de Don Atilio y el Cipri, que esta vez, pensando que el secuestrador es el Flaco, se encargarán de hacerle la vida imposible a base de comida.
Mala de solemnidad. Ya no continuó la saga y pronto moriría la formación Parchis tal y como la conocemos, para poco a poco, irnos colando otros componentes como Chus y Michel (también conocidos mucho después como PLATÓN ) y llegar a unos derroteros en los que Parchís, no grababan discos, no contaba con ni un solo componente original, pero actuaban en las fiestas de los pueblos hasta bien entrado 1990, y con mas pelillos en los huevos que en la cabeza.
Luego vendría PARCHIS 92, estrategia fallida por parte de las discográficas de relanzar el grupo y el éxito… pero eso sería otra historia.
Me quedan dos pelis más de las argentinas. Ahora ya tengo que darle prioridad a la paciencia.
Esta vez, se deja el rollo lacrimógeno y estudiantil que se había estilado hasta ahora, para meter a los Parchis y al gordo Rodrigo Valdecantos en una intriga tonta que lejos de provocar nuestra hilaridad como pasaba con la formula anterior, nos provoca esa sensación de “¡¡Que se acabe ya!!” que nos provocan sus pelis Argentinas.
Resulta que el futbolista Cardona, ficha por un equipo Español y los Parchís se desviven por conseguir un autógrafo suyo, con tan mala suerte que se presentan en el estadio de futbol el mismo día que unos mafiosos le secuestran, con lo que la policía piensa que han sido ellos, y que el líder de la banda es, como no, el flaco. Parchis tedian que rescatar al futbolista y deshacer todo este entuerto.
De un plumazo, se quita de en medio a Don Matías, que solo aparece en una escena, cuando hasta ahora ha sido el “leit motiv” de la Saga, pero se mantienen los personajes de Don Atilio y el Cipri, que esta vez, pensando que el secuestrador es el Flaco, se encargarán de hacerle la vida imposible a base de comida.
Mala de solemnidad. Ya no continuó la saga y pronto moriría la formación Parchis tal y como la conocemos, para poco a poco, irnos colando otros componentes como Chus y Michel (también conocidos mucho después como PLATÓN ) y llegar a unos derroteros en los que Parchís, no grababan discos, no contaba con ni un solo componente original, pero actuaban en las fiestas de los pueblos hasta bien entrado 1990, y con mas pelillos en los huevos que en la cabeza.
Luego vendría PARCHIS 92, estrategia fallida por parte de las discográficas de relanzar el grupo y el éxito… pero eso sería otra historia.
Me quedan dos pelis más de las argentinas. Ahora ya tengo que darle prioridad a la paciencia.