martes, 25 de diciembre de 2012

ESQUIZOFRENIA

En los “Home vídeos” Mexicanos, que como siempre digo, sustentan el grueso de la cinematografía del país, a parte de cine narco, otro de los géneros que mas se estila es el de terror. Y ahí es donde debemos darle la importancia que merecen los “Renés Cardonas Terceros” y demás, directores todos más malos que el hambre, pero que comparados con la fauna que pulula por esos lares, está claro que son los mejores en su especie, ya que al menos saben contar historias y como rodarlas. Por eso, dentro de los “Home vídeos”, filmados mayormente en vídeo, tenemos cosas más o menos visibles y de acabado semi-profesional, como son todas estas películas de los Cardonas, o los desbarajustes de corte totalmente amateur, como son los últimos productos para lucimiento de Alfonso Zayas, dentro de los parámetros de la comedia, o la película que nos ocupa.
Conocida también con el título anglosajón de “Deep Fears” (váyanse ustedes a saber por qué carajo), la película trata de ser un thriller psicológico al estilo norteamericano, pero que se queda en una cosa poco menos que risible. Parece imposible hacerlo, pero consiguen que sin saber nada de la película, el espectador adivine, nada más ver al protagonista, lo que le va a ocurrir. Y acierta a la primera, pero no porque luego la trama se desarrolle de tal manera que vayamos comprendiendo que tenemos razón… nada de eso, cuanto mas avanza la trama, llena de “flash backs” y montaje descolocado, más vamos dudando de si lo que hemos intuido nada más comenzar es cierto o no. Sabemos que tenemos razón, porque al final nos muestran lo que habíamos intuido al principio, pero el desarrollo de la película es confuso hasta el fin. Ya digo, una cosa de locos, tan mala, que parece mentira que nada más ver a un actor, sepamos ya de que va el asunto. Eso no deja de tener su mérito ¿no creen?
La cosa es más o menos así: Presenciamos un asesinato de un hombre al que no vemos con claridad hacia una mujer. Pronto la acción nos muestra a un policía que entra en el lugar del asesinato, y encuentra el cuerpo muerto de la mujer, el cuerpo muerto del supuesto asesino, y a un individuo que con una pistola apunta al cuerpo muerto del supuesto asesino. La cámara sube hasta su cara y le dice al policia “Tranquilo, yo también soy policía” y le enseña la placa… ¡En ese mismo momento ya sabemos que el asesino es ese supuesto policía! ¡No puede ser posible! Lo es. El resto de la película vemos como el prota, ve alucinaciones y se nos muestra un trauma que tiene sobre una esposa suya que le hizo no se qué, y desde entonces va matando a toda aquella que le recuerda a ella, o sea a todas. Vamos, un pifostio de mierda, que para más inri es aburrido de pelotas.
Ahora, hay que quitarse el sombrero: El prota, el tal Salvador Servoni, es un galán ya talludito que en un afán de hacerle parecer más joven, le han plantado en la cabeza una peluca que canta por soleares. Además, de que es feo de pelotas, pero no mucho si lo comparamos con el resto del reparto. En mi vida he visto una película con gente más fea, y féminas en pose sexy mas viejas y poco apetecibles que las que salen en esta abominación de película. Eso es otro de sus dudosos logros.
Técnicamente, la factura nada tiene que envidiar a cualquier cosa que hagas tú en tu casa con una mini-dv y montando en un p.c, salvo por el estilo que se gasta el director, el tal Oscar González Iñiguez, que para dotar de tensión las escenas más intensas, no se le ocurre otra cosa que mover la cámara mucho y acompañar estos movimientos con los del zoom hacia delante y hacia atrás sin ningún sentido, cosa que por otro lado me parece maravillosa.
¿El problema? el de siempre: son incapaces de hacer algo mínimamente entretenido, por lo que todo los bueno/malo que tiene esta película, se va por la taza del váter como buena mierda que es.
Mejor perder el tiempo leyendo esta reseña que viendo la película.