Conocida también con el título anglosajón de “Deep Fears” (váyanse
ustedes a saber por qué carajo), la película trata de ser un thriller psicológico
al estilo norteamericano, pero que se queda en una cosa poco menos que risible.
Parece imposible hacerlo, pero consiguen que sin saber nada de la película, el
espectador adivine, nada más ver al protagonista, lo que le va a ocurrir. Y
acierta a la primera, pero no porque luego la trama se desarrolle de tal manera
que vayamos comprendiendo que tenemos razón… nada de eso, cuanto mas avanza la
trama, llena de “flash backs” y montaje descolocado, más vamos dudando de si lo
que hemos intuido nada más comenzar es cierto o no. Sabemos que tenemos razón,
porque al final nos muestran lo que habíamos intuido al principio, pero el
desarrollo de la película es confuso hasta el fin. Ya digo, una cosa de locos,
tan mala, que parece mentira que nada más ver a un actor, sepamos ya de que va
el asunto. Eso no deja de tener su mérito ¿no creen?
La cosa es más o menos así: Presenciamos un asesinato de un
hombre al que no vemos con claridad hacia una mujer. Pronto la acción nos
muestra a un policía que entra en el lugar del asesinato, y encuentra el cuerpo
muerto de la mujer, el cuerpo muerto del supuesto asesino, y a un individuo que
con una pistola apunta al cuerpo muerto del supuesto asesino. La cámara sube hasta
su cara y le dice al policia “Tranquilo, yo también soy policía” y le enseña la
placa… ¡En ese mismo momento ya sabemos que el asesino es ese supuesto policía!
¡No puede ser posible! Lo es. El resto de la película vemos como el prota, ve
alucinaciones y se nos muestra un trauma que tiene sobre una esposa suya que le
hizo no se qué, y desde entonces va matando a toda aquella que le recuerda a
ella, o sea a todas. Vamos, un pifostio de mierda, que para más inri es
aburrido de pelotas.
Ahora, hay que quitarse el sombrero: El prota, el tal
Salvador Servoni, es un galán ya talludito que en un afán de hacerle parecer más
joven, le han plantado en la cabeza una peluca que canta por soleares. Además,
de que es feo de pelotas, pero no mucho si lo comparamos con el resto del
reparto. En mi vida he visto una película con gente más fea, y féminas en pose
sexy mas viejas y poco apetecibles que las que salen en esta abominación de película.
Eso es otro de sus dudosos logros.
Técnicamente, la factura nada tiene que envidiar a cualquier
cosa que hagas tú en tu casa con una mini-dv y montando en un p.c, salvo por el
estilo que se gasta el director, el tal Oscar González Iñiguez, que para dotar
de tensión las escenas más intensas, no se le ocurre otra cosa que mover la cámara
mucho y acompañar estos movimientos con los del zoom hacia delante y hacia atrás
sin ningún sentido, cosa que por otro lado me parece maravillosa.
¿El problema? el de siempre: son incapaces de hacer algo mínimamente
entretenido, por lo que todo los bueno/malo que tiene esta película, se va por
la taza del váter como buena mierda que es.
Mejor perder el tiempo leyendo esta reseña que viendo la película.