De ambos había ya hablado por aquí en alguna ocasión. Pero
hoy me centro en Pelayo por dos motivos: La reciente aparición de una de sus
películas a una calidad acojonante (ésta “Rocío y José”) y el hecho de que no
hace mucho que me enteré por lo que es conocido este hombre realmente.
Ustedes habrán oído hablar infinidad de veces de Los Pelayo,
esa familia que logró desbancar los casinos de medio mundo y de los cuales se
ha hecho una espantosa película, “The Pelayos”. Pero lo que igual no sabían es
que el cabeza de esta familia, es nada menos que Gonzalo García- Pelayo (del
que de su faceta como cineasta, apenas hay alguna referencia en la película),
que creó un método para acertar a la ruleta, basándose en la probabilidad de un
fallo de construcción que estas tenían. El método para ganar, era completamente
legal, así que los casinos comenzaron a temblar. De hecho tuvieron que fabricar
nuevas ruletas corrigiendo ese fallo únicamente por su culpa, que estaba dejando
los casinos sin dinero.
Lo curioso es que mientras que yo conocía su faceta como
cineasta, desconocía que el director fuera el eminente “pater familias” de Los
Pelayo.
Pelayo, es una de las cabezas visibles del llamado “CineAndaluz”, cuyo estilo deambula entre la mamarrachada más chunga y el cine
experimental. De hecho hay quien se ha atrevido a compararlo, no sin cierta
razón, con Val Del Omar.
Con la crítica en su contra, con pelis que, aún con estrenos
comerciales, son poco menos que subterráneas, su cine, costumbrista (como todo
el cine Andaluz), sin embargo, es motivo de análisis y estudio para –y por-
según que universidades, que le dedican hasta retrospectivas (Me gustaría ver
esos análisis de películas tan corrosivas y cutronas como “Corridas de alegría”
y escuchar las sesudas tesis que, seguro, le dedicaron).
Pero la mayoría del público desconoce la trayectoria, corta,
de este director.
“Rocío y José” es una película a medio camino entre el
documental y la ficción, de corte experimental en la parte documental, y
terriblemente populachero en cuanto a la narración, que nos cuenta la historia
de una parejita joven (y andaluza) que se enamora durante su peregrinaje al
Rocío.
Básicamente, se trata de filmaciones del Rocío que vemos a
ritmo de terribles (y temibles) Sevillanas, a la par que cada equis minutos,
nos cuenta la estúpida, intrascendente y aburrida historia de amor de los dos
catetillos. Un documental con insertos, vaya.
De una hora y poco de duración, el experimento, a fin de
cuentas, no deja de ser interesante, curioso, y combina, no sin cierto
descontrol, maneras de filmar en lo documental talentosas, con la más absoluta
incapacidad para las escenas de ficción.
Desde luego, un –cuestionable- innovador incomprendido con
un cine a descubrir (solo cinco películas) interesante, y sobretodo, diferente
en la época en la que operaba este hombre (últimos setenta, primeros ochenta)
Aunque repite actores de su anterior película “Corridas de
Alegría”, el tono y maneras, son completamente diferentes, por lo que resulta
un cineasta de lo más versátil.
Muy interesante… y andaluz.