Es muy curioso, que cuando una película de éxito más o menos
modesto pasa por la disección del cine “exploit”, a esta le salen primos tontos
más o menos dignos que con el paso del tiempo generan un culto incluso mayor
que la película a la que expolia; el caso más claro lo tenemos en “Gremlins”,
cuyos familiares retarder hoy en día son piezas de indiscutible culto tales
como “Ghoulies”, “Critters”, “Munchies” o también cosas más de andar por casa
descalzo como puedan ser “Hobgoblins”o “Esclavos del diablo”.
Sin embargo, películas de envergadura internacional, gordas
como nutrias y que se ven en todo el mundo, tienen, además de esos primos
tontos, otros que pasan hambre. Los casos más palpables serían los de “Star Wars” o sobre todo “E.T. El extraterrestre” que tiene la suerte de tener los
“exploitations” más tercermundistas y pobres de la historia. No conformes con
un “Amigo de las estrellas” o un “Mi amigo Mac”, que serían los “Exploits” más o
menos dignos, tiene que soportar el mal aliento que desprendemos los españoles
con “El E.T.E y el Oto”, el hambre africana de “Nukie”, o la lepra turca de
“Badi”, donde solucionaron el E.T. poniéndole una almohada en la cabeza a un
enano.
Pero los filipinos son palabras mayores porque tienen dosis
más altas de cara dura y un sentido de lo bizarro que les viene de serie y que
muchas veces no lo traen consigo otros países por exóticos que estos sean.
Por eso, de entre todas esas ponzoñas brilla con luz propia
el “E.T.” filipino.
Recién editado por Trash-O-Rama distribuciones bajo el
título de “T.T. El Extra Terrestre” pero conocida internacionalmente con el
estupendo título de “Little Boy Blue: Tiny Terrestrial”, se esconde una
película que más que ramalazos “exploit” los tiene de parodia. Digamos, que
pese a su factura olorosa y tercermundista con actores desdentados que entran y
salen, con exteriores que son poco más que descampados, destaca, por un lado,
que el E.T de turno, además de ser azul, es una mezcla de E.T con un Mogwai del
tamaño de un retrasado mental, que le fascina la imaginería católica con sus
vírgenes y sus rosarios, y que emite unos sonidos y tiene un aspecto que son
demasiado desagradables como para que el público empatíce con dicho
extraterrestre. Casi estamos deseando que entre alguien y lo quite de en medio
de un disparo. Por otro lado, el cuarteto protagonista formado por abuela
extraña y tres niños, uno de los cuales agita sus brazos por encima se su
cabeza cada vez que habla, en clara alusión a su discapacidad mental. También
deseamos que les disparen a estos.
Lo que “T.T, El Extra Terrestre” hace, es mofarse de la de
Spielberg, en tanto, los protagonistas son conscientes de la existencia de la
película “E.T. El Extraterrestre” y en cuanto reciben la visita de este Little
Boy Blue, le llaman T.T. en alusión al de la película. En ese sentido, los
numeritos humorísticos se van sucediendo a la par que, de un modo u otro, va
siguiendo la estructura narrativa de la película original.
Para acabar de hacerla un film de interés trash, “T.T. El
Extra Terrestre” fusila la banda sonora original de “E.T. El Extraterrestre”,
pero también la de “Regreso al futuro” y tantas otras, como es costumbre en
todo este tipo de cine de derribo.
Entonces, pasa lo que pasa con la gran mayoría de films de
naturaleza exótica; que habiendo visto ya tanto, esta no nos sorprende ni lo
más mínimo. Con todo está simpática, y podía estarlo aún más de no ser porque
la película se acerca peligrosamente a las dos horas.
Dirige Eddie Reyes, que aunque no volvería a dirigir hasta
2004 con una cosa titulada “Tukso Si Charito 2”, fue asistente del director de
célebre títulos de la basura filipina tales como “Las locas aventuras de Batman y Robin”, de Tony Reyes del que puede que hasta sean hermanos.
Como curiosidad, se puede ver. Y hasta te echas unas risas.