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sábado, 14 de mayo de 2022

COMMANDO PARA MATAR

Sigo revisando las producciones más impersonales y sosas del Fred Olen Ray ochentero gracias a la generosidad de Don Enorm. Hace unas semanas le dimos un meneo a "Cyclone, al filo de la muerte" y, ya entonces, introduje toooodo el rollete con respecto a por qué no me gustaron en su día. Si necesitan instruirse, vayan para allá y échenle un ojo.
Ahora toca la otra "action movie" que el cineasta parió en 1987 para "Trans World Entertainment", esta "Commando para matar", "Commando Squad" en v.o. Siempre me llamó la atención que el título español incluyera la segunda M anglófila en comando (supongo que con el afán de churrupetear del entonces aún reciente éxito de la maravillosa película de Arnold Schwarzenegger), cosa que ha sido finalmente corregida en versiones más actuales.
Con el fin de detener a unos malvados narcos, una serie de agentes son enviados a México city. Todos morirán... menos el último, que secuestran y torturan. Así pues, ante el desespero, el encargo recae en una pava. Será la que acabará poniendo orden, salvando a su colega y matando a los malos.
Nada que destacar. Acción del montón, pero un poco más a lo pobre. El ritmo es farragoso. Las escenas de persecuciones y tiroteos carecen de suspense o emoción. Lo mismo que los "stunts" que, aunque los hay, son menos espectaculares que los de "Cyclone, al filo de la muerte". La violencia escasea y, en fin, que no, no funciona. "Commando para matar" es bastante palizas.
Siendo otro el director, esta reseña terminaría aquí. Pero hablamos de San Fred Olen Ray, y su incomparable universo, y es ahí donde localizamos todos aquellos elementos llamativos que hacen de la experiencia algo medianamente más interesting.
Para empezar, que no falte el "momento Ray_ante" de rigor. Pal caso, tenemos la aparición de una legendaria tienda de coleccionismo cinematográfico allá en Los Ángeles ("Hollywood Book & Poster") que se supone tapadera para armar a los agentes (entre el arsenal disponible ¡un espectacular cuchillo con hoja rellena de ácido!). Justamente, antes de que la prota haga su entrada, vemos a la dependienta venderle un póster de "El misterio de la pirámide" -del mismo Ray- a un chavalín (he intentado localizar al actor, pero no figura en ninguna parte. ¿Tal vez el hijo del dire? En ese caso hablaríamos del hoy también filmmaker Christopher Olen Ray), previo comentario: "No se por qué, pero por lo visto a todos los niños les gustan esta clase de películas". Graciosísimo. Y, justamente, ya que mentamos ese título en concreto, señalar que en él aparecía una avioneta estallando en mil pedazos. Ray, como buen alumno que era de Roger Corman, la reutiliza en "Commando para matar" (a pesar de que el escenario sea sensiblemente distinto) y la hace petar por efecto de un certero disparo mediante recortada. ¡Toma puntería!.
Pero esos no son los únicos toques llamativos del film, hay más... aunque por la vía negativa. Errores, unos bastante tochos. Por ejemplo, un personaje procura ocultar su identidad a los ojos de un villano, que lo conoce previamente. Justo a continuación, ambos se encuentran cara a cara y el villano reacciona como si no supiera quien es. ¿Pa qué tanto disfraz entonces?. El héroe secuestrado anda metido en una caseta en medio del campamento de los narcos. Se supone que, por esa razón, debería ser el lugar más vigilado. Pues no, lo cierto es que es un cachondeo. Cuando el guarda de la puerta desaparece, nadie le da la más mínima importancia, ni siquiera uno de los esbirros que pasa por allí. Hay más (como que veamos perfectamente las colchonetas en las que caen algunos actores cuando son abatidos... podría ser cosa del formato, pero es así), todas igual de absurdas o, como dicen hoy día, "WTF".
En cuanto a los actores, y demás individuos pululando delante de la cámara, tenemos a los integrantes de la secta FOR (de Fred Olen Ray), todos en roles segundones: Robert Quarry, Dawn Wildsmith (interpretando, como siempre, a una tipa dura y mal lechada), Ross Hagen, Michelle Bauer en un papel no acreditado y despelotado y el mismo Señor Director jugando al póquer. Debuta como nuevo miembro el mítico Russ Tamblyn.
Del resto destacan otra de esas "bimbos" ex-chica Playboy, Kathy Shower, a la que hemos podido gozar como dios trajo al mundo en "Las aventuras de Tennessee Buck". Todo un clásico de la acción ochentera, Brian Thompson. Dos leyendas del exploitation, William Smith y Sid Haig (que haría buenas migas con el dire y saldría también en "Warlords", acá da vida a un esbirro que se pone como una moto cuando inflige dolor). Y, finalmente, un par de "antiguos", de esos que Ray fichaba por puro fanatismo, como Mel Welles (el Mushnick original de "La pequeña tienda de los horrores") o Marie Windsor, con una filmografía repletita de clásicos y subclásicos del fantastique de segunda o tercera división.
El guion corre a cargo de otro jefe, Michael Sonye (ya saben, cantante de "Haunted Garage" y responsable del libreto de "Fonda Sangrienta"). El todoterreno Gary Graver se responsabilizó de la fotografía. El supuesto México donde se desarrolla la acción no resulta demasiado convincente (sobre todo la aldea. Pa mi que el diseñador de producción no hizo los deberes), tiene toda la pinta de ser uno de los escenarios favoritos y habituales de Olen Ray, las cuevas de Bronson Canyon, hogar de mucho cine de monstruos barato en los años 50 y 60. ¡Ah! y uno de los personajes masculinos responde al chispeante nombre de: Putita.
¿Qué otra peli de baja estofa da más?.

Como colofón, y por aquello de no perder la costumbre, les dejo la caratula completa del VHS surgida de los archivos de Don Enorm.

martes, 14 de abril de 2020

BLOOD AND FLESH: THE REEL LIFE AND GHASTLY DEATH OF AL ADAMSON

Al Adamson forma parte de esa ralea de "auteurs" surgidos del "exploitation" y el "trash" más visceral donde también encontramos a peña como Ted V. Mikels, Andy Milligan, Herschell Gordon Lewis, Jerry Warren, Ray Dennis Steckler, Edward D. Wood Jr., Doris Wishman, etc, etc. Algunos mejores / más carismáticos que otros pero, en esencia, todos cacota. En mi juventud andaba loco por ellos, leía y leía sin descanso sobre sus hazañas en las páginas del "Fangoria" yanki (con ayuda del respectivo diccionario) y me fascinaban. Luego, pasaba lo que pasaba. Localizabas una de sus películas, la deglutías con fervor y... ¡hostión al canto! El consiguiente dolor variaba en función de la incapacidad del cineasta. Con Adamson puedo decir que la contusión fue mayor que con ninguno. Cercana a la muerte total. Eso ocurrió el día que, entusiasmado y tembloroso, alquilé "Sangre en el castillo de Drácula". Un pestiñazo sin redención. Al cabo de unos años, alguien tuvo la idea de editar en dvd varias de sus pelis, o fue obligado por los extraños designios de la distribución. Entre ellas, la más mítica del pack, "Drácula contra Frankenstein". Aunque dolido y desconfiado, decidí darle una segunda oportunidad. En balde, seguían siendo mierda, sin la más mínima gracia o soterrado encanto. Y así ha sido siempre para mí con respecto al patillero Adamson. Pero ya saben que, en lo que respecta al 99% de los cineastas zetosos, y sus toscas producciones, suele ser más interesante el concepto. O lo que hay detrás. Esa es la razón de que todos los documentales -y biopics- que se les dedican sean tan disfrutables. Incluido "Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson", aunque con leves reservas.
Lo que hace destacar a Al Adamson sobre todos sus coetáneos es que sufrió una muerte horrible. Fue asesinado y enterrado bajo cemento. Tal es el peso de semejante material que el documental se ve obligado -lógicamente- a dedicarle una generosa porción. Podríamos decir que se divide en dos documentales muy distintos. El primero se centra en los orígenes de la carrera de Adamson y su posterior desarrollo a base de mogollón de imágenes, fotos y carteles -muy en la línea de cómo se hacen hoy día, dinámicos y alegres-. Se disfruta mucho e incluso te ríes con algunas anécdotas (especialmente aquellas que hacen referencia a J.Carrol Naish). Pero luego toca la segunda parte, totalmente volcada en el asesinato, narrado con todo lujo de detalles, como si fuese un programa de esos dedicados a temas escabrosos que echan a las tantas. Y aunque está interesante, corta mucho el rollo y se hace algo pesado. Tal vez habría molado más equilibrar ambas partes. Por separado funcionarían cojonudamente, pero pegadas se anulan un poco mutuamente. Lástima.
Con todo, "Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson" termina siendo bastante gozable. Y ayudan a ello presencias tan curiosas y entrañables como las de Sam Sherman, Fred Olen Ray, John "Bud" Cardos, Russ Tamblyn, Greydon Clark, Gary Graver, Worth Keeter y aficionados / fanzineros ilustres como Tim Ferrante, Chris "Temple of Schlock" Poggiali y Michael J. "Psychotronic Video" Weldon.
A David Gregory, director, debemos alguna ficción puntual (formó parte del clan que firma "The Theatre Bizarre") y, sobre todo, muuuucho material documental de entre el que sobresale "Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del Dr. Moreau", que sin ser nada del otro jueves se deja ver.

sábado, 3 de enero de 2009

NECROMANCER / MAGIA NEGRA

Prototípica serie Z producida a finales de los inevitables 80 y con una "scream queen" con protagonismo absoluto. La guapísima Elizabeth Cayton / Kaitan era habitual en esta clase de cine, a mediados de los 90 comenzó a "escalar puestos" (de la Z a la B, por así decirlo. Es una de las víctimas en el séptimo de "Viernes 13") y justo entonces, puf!, desapareció.
Pero centrémonos en este "Necromancer" (curiosamente distribuido por "Columbia"), un despiporre francamente gilipollas sobre una chica violada que busca venganza a través de la magia negra, hasta que la cosa se va de madre y decide detener al demonio que ella misma ha despertado.
Como buen producto de tercera fila, todo en el es absurdo. La chica violada y su amiga ven un anuncio en un periódico (un obvio recorte pegado con cola) en el que una pitonisa se ofrece, precisamente, para ayudar a aquellos que buscan venganza... ¿!!?. Las chavalas van y en menos de cinco minutos se encuentran en una habitación, con la bruja, viendo objetos moverse y rayos por todas partes. ¿Quedan traumatizadas?, que va, se van a casa, se toman una copita y se parten el culo. De entre medio aparece un especie de "nerd" aspirante a satanista (que, como el resto del reparto, se supone jovenzuelo aunque esté interpretado por un tipo más que adulto... ¡y lo del skate no cuela!) que quiere ayudar a la prota, pero cuya función carece de sentido, pues lo matan sin aportar mucho o nada a la trama. Encima, todo ello con un nivel muy escaso de gore (al final un poco) y unos efectos especiales tercermundistas (la máscara demoníaca ya es fea de por si, pero es que los ojos superpuestos son de escándalo). Por supuesto, tanta nulidad intenta ser compensada con la amiga Elizabeth mostrando su más que apetecible cuerpo (aunque seguro que ella creía estar interpretando a un personaje profundo y atormentado) y, por aquello de que para gustos los colores, muchos varones musculados luciendo únicamente calzoncillos.
Al final, lo mejor es Russ Tamblyn en el papel de un profesor la mar de golfo. De hecho, es quien aporta la sutil nota de humor voluntario y logra dos de los pocos momentos realmente potables de la función.
Para ver con los amigos, y olvidar pasados 5 minutos.

martes, 7 de agosto de 2012

LA BATALLA DE LOS SIMIOS GIGANTES

Añeja producción de la Toho en su mejor época, en la que se aprecia un gran cuidado con las maquetas y los efectos especiales respecto a otras de sus coetáneas, aunque, lógicamente, los dos señores disfrazados de mono que aparecen en la película, no gozaron del carisma y aceptación del publico nipón de los que si gozaron Godzilla y demás monstruos japoneses. Por eso no son tan populares.
El caso es, que aún haciéndome gracia los Kaiju Eija, no es un género que me entusiasme, puesto que al fin y al cabo, vista una, vistas todas (rollos nucleares, científicos buscando explicaciones tontas a cosas que no tienen ningún sentido, señores disfrazados destrozando maquetas y lucha final entre dos monstruos), y esta “La batalla de los simios gigantes”, no varía mucho, la verdad, pero para una tarde de domingo tonta, nos alcanza.
Conocida en algunos países como “Frankenstein´s monsters” (???) –no confundir con “Frankenstein conquers the World”- Nos cuenta la historia de un simio gigante que tras una lucha encarnizada con un pulpo, vuelca un barco. Pronto sale a la superficie y destroza las ciudades. Un científico yankie experto en simios gigantes, quien crió uno en su laboratorio hasta que lo soltó en las montañas, mantiene la teoría de que este nunca atacaría a los humanos y tampoco podría vivir en el agua, por lo que llega a la conclusión de que el simio malo debe ser otro. Pronto se descubrirá el pastel, y el bien se alzará ante el mal. Bueno, ya saben… un Kaiju entretenidillo, nada del otro mundo en el que el mono verde se las tendrá que ver con el mono marrón, destrozarán muchas cosas, el ejercito les hará de las suyas y todo acabará bien.
Pero claro, a mí casi me llama más la atención algunos aspectos secundarios de la película, como las respuestas y reflexiones que suelta el científico americano Dr. Smith, interpretado por Russ Tamblyn, que se parece un poco a Greg Kinnear pero con cara de pánfilo. El delirio. Sin ir más lejos, hay una escena en la que un periodista le pregunta si es posible que se haya despertado de su letargo un simio gigante, a lo que responde, tras pensárselo unos segundos: “posiblemente”. Gestos, contundencia y doblaje, convierten esa interpretación en un chiste súper gracioso. O como cuando un científico japonés advierte que habrá que proteger a la población, y acto seguido suelta una sonora carcajada. Cosas de los Kaiju.
Poco más que añadir.
Dirige Ishiro Honda (o Isidro Honda, como le llamaba Carlos Pumares), que es al cine de la Toho, lo que Terence Fisher al cine de la Hammer.

viernes, 5 de julio de 2013

LOS DREGGS

Y ya tenemos aquí, una vez más, al hijo pródigo, Fred Olen Ray. Todo un clásico de este blog. Para la ocasión, hablaremos de una de las películas de su filmografía cómodamente instaladas en lo que podríamos llamar, no sin cierto temor, la "etapa dorada" del sr.director, 1988, es decir, los años en los que se había apoltronado definitivamente en la serie B/Z como uno de sus más apreciados y populares representantes, produciendo morralla a troche y moche, siempre con un amplio sentido del humor y un equipo casi fijo de actores y técnicos. ¡Ah!, y por entonces aún rodaba en 35mm. Eran tiempos en los que el cineasta disponía de productora propia, la infame "American-Independent Pictures" (no confundir con "American International Pictures" ni con "Action International Pictures"), y básicamente hacía lo que le daba la gana... sin salirse del guión, de SU guión, el del Roger Corman de los 80, por así decirlo.
En concreto "Los Dreggs" vendría a ser un especie de homenaje a los seriales de ciencia ficción y aventuras de los años 30, pero pasados por el tamiz Fred Olen Ray, es decir: muchos diálogos para rellenar metraje (y extremadamente estúpidos, añado), incapacidad de dotar de un mínimo de ritmo a nada y reciclaje desesperado. No en balde, su título original es "The Phantom Empire", exactamente igual que un serial del año 1935 con protagonismo de Gene Autry (a quien se cita directamente a modo de guiño fricoso durante una charla). Eso sí, sin ningún vínculo real más allá de la -imagino que- buscada coincidencia titular. 
La peli que nos ocupa a España llegó de la mano del entrañable sello "Lightning Video" que, aprovechando la presencia en la trama de unos bichejos caníbales de ojos blancos, intentaron colárnosla como un especie de exploitation de "Gremlins" bautizándolos como "Dreggs" (aunque no recuerdo que en el film se mencione ese nombre... y no será porque no le dan al pico, los muy hijos de su madre). Al menos la caratula era de lo más llamativa, prometiendo emociones mil, monstruos, robots, chicas malas, etc... lástima que en ningún lado pusieran que se había rodado en tan sólo seis llamativos días, por aquello de aprovechar el equipo que Ray había alquilado para alguna de sus producciones previas. Tío listo.
Un cazatesoros en plena mala racha es contratado por una chica rica para buscar una civilización oculta bajo tierra donde, se supone, encontrarán diamantes de incalculable valor. Pero antes de llegar, tendrán que enfrentarse a toda suerte de peligros tales como una tribu caníbal, un robot mortífero, dinosaurios y una jefa alien con pinta de amazona y muchas malas pulgas.
¡¿Qué gran concepto, verdad?!. Sí. Lástima, como decía, que todo ello esté facturado con la habitual desgana y pereza del cine de Fred Olen Ray. ¿Por dónde empiezo?... ¡hay tanto!. La peli se abre con un absurdo texto en el que el mismo director asegura que lo que va a narrarnos es totalmente verídico. ¿Recuerdan cuando en la reseña de "Biohazard" les hablaba del "toque Ray"?, bien, pues en "Los Dreggs" esto que les comento ejerce como tal. Seguidamente, viene la que, a mi gusto, es la mejor escena del film, en la que un monstruo de patético y ridículo aspecto altamente zetoso (un tipo con una evidente máscara de carnaval) sale de una cueva, ataca a una familia de picnic y le arranca la cabeza al padre. ¿Gore?, sí, un poco, pero también increíblemente cutre y mal parido... ver el cambio de expresión de la cara de la víctima de perola entera a cercenada resulta im-pa-ga-ble. Con todo, yo de chaval tenía la costumbre de ver los primeros cinco minutos de la peli unas horas antes de sentarme en serio frente a la tele. Y claro, con un arranque así, uno se lleva fácilmente a engaño.
El resto, pues un coñazo. Las peligrosas grutas por las que se desplaza el equipo explorador son todo el rato las mismas cuatro paredes, perfectamente iluminadas y con un amplio y cómodo pasadizo totalmente aplanado para que los actores puedan caminar sin demasiada dificultad. Una vez llegan al mundo perdido bajo tierra, este se limita a ser el puto exterior, justificando la luz solar como efecto de un volcán en perpetua erupción (sacado de vaya usted a saber qué documental). ¡¡Mamón, al menos pon algún filtro!!. Naturalmente este mundo está tirando a desolado, cuatro tipas en biquini y una amazona reina de aparatosa indumentaria leather. Poco más, todo muy pobre y triste. Completan el paisaje un puñado de dinosaurios en stop-motion directamente robados del film de 1977 "El planeta de los dinosaurios". Además de este reciclaje, tenemos muchos otros, destacando la aparición de una versión tuneada de "Robby, el robot" de "Planeta Prohibido" (el modo patoso y desordenado, casi verbenero, en el que los exploradores se enfrentan a él, resulta más que hilarante) y, mi favorito, el vehículo supuestamente futurista que aparecía en la serie de televisión de "La fuga de Logan" y que muchos que compartan edad conmigo recordarán afectuosamente. También localizamos la nave espacial que luego Olen Ray reutilizaría para su película "Alienator" (y que, probablemente, venía de reutilizar de alguna otra... ¿"Prison Ship" tal vez?) en un tremebundo efecto de perspectiva forzada, el truco favorito del cineasta que, si ya suele usarlo habitualmente en sus películas, en esta es un no parar. Tenemos esqueletos de dinosaurio, cráteres y diamantes, todas muy mal paridas.
Tanto delante como detrás de las cámaras encontramos nombres muy habituales del universo Ray, sobre todo en aquella época. Veamos: Ross Hagen, Dawn Wildsmith (la ex del director se marca un rol altamente irritante y odiable), Robert "Conde Yorga" Quarry, Susan Stokey, el malogrado Russ Tamblyn en un papel muy escueto, Michelle Bauer (enseñando pechamen, ¡claro!, aunque menos de lo habitual) y Michael Sonye como el decapitado del prólogo (y que, entre sus habituales funciones de guionista -además de cantante en el grupo "Haunted Garage"- está el haber firmado el libreto de la popular "Fonda Sangrienta"). Inevitablemente, la jamona Sybil Danning interpreta a la reina alien medio-amazona en esta, su segunda colaboración con Fred Olen Ray tras "El misterio de la pirámide", atención a la secuencia altamente patética en la que se enfrenta a un dinosaurio gracias a una lanza que localiza por pura casualidad. Sin embargo, la medalla se la lleva Jeffrey Combs, sí, el mismísimo "Herbert West" de "Re-Animator" (y que, cómo no, se reserva el chascarrillo complaciente citando "Miskatonic"). Venía de colaborar con Ray en una peli previa, la aburrida "Cyclone", y supongo que por cosas de contrato, se vería obligado a intervenir en "Los Dreggs". Viéndolo, es fácil compartir su dolor. Quiero decir que a los habituales de Ray, Hagen, Wildsmith, Bauer o Quarry, los ves en su salsa... pero con Combs sufres verdadera vergüenza ajena, no puedes evitar sentirte mal por/con él oyéndolo soltar esas frases tan chorras, viéndolo correr arriba y abajo o enfrentándose incapazmente al robot. Para mi que se sentiría totalmente fuera de lugar... ¡¿qué hacía él metido ahí, entre toda esa peña de la serie Z?!. En alguna entrevista posterior, ha confesado honestamente estar muy arrepentido de la experiencia. Sin embargo, años después repetiría con el director en el western "Bandidos Americanos".
En el apartado técnico, encontramos a T.L.Lankford, Gary Graver y Bart/Bret Mixon. Destaca por curioso Tony Malanowski como co-montador, un tipo que ha pasado media vida disculpándose por haber dirigido la peli que le abrió las puertas del cine profesional, "The Curse of the Screaming Dead", una costrosa fábula de zombies altamente zetosa que acabó en las arca(da)s de la Troma (¿quién si no?) como "Curse of the Cannibal Confederates". Si les digo que el mismo Lloyd Kaufman la considera una de las peores de su catálogo, se lo digo todo todito.
Me puse a revisar "Los Dreggs" ayer noche con ganas y mucha voluntad, por eso quizás me pareció un 10% menos aburrida y terrible de lo que la recordaba. Pero no nos engañemos, eso es exactamente lo que es, por mucho que Ray intente salvar la papeleta a base de humor... claro que, pal caso, a veces este hace más daño que bien, acercando en demasiadas ocasiones el conjunto al puro patetismo. Eso respecto a los momentos cómicos, el resto ya resulta miserable por si solo.
Únicamente recomendada a fans del director y su troupe... después de pegarse un lingotazo de trinaranjus y una clencha de petazetas.