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viernes, 20 de mayo de 2022

MARY, MARY, BLOODY MARY

Película de Juan López Moctezuma, previa a la que le dio prestigio dentro de los parámetros del fantástico, “Alucarda: La hija de las tinieblas” y que con un inconfundible sabor setentero nos narra las peripecias de una pintora que, instalada en México, entre obra y obra le queda tiempo para seducir a señores de buen ver, sesgarles la yugular y beberse su sangre. Si aparece una señorita apetecible, también hará lo propio con ella. Hasta que un buen día hace acto de presencia en la ciudad un hombre enmascarado —y con sombrero— que parece tener las mismas filias que esta señorita y que pretende asesinarla, sin éxito, de varias maneras. Este hombre resultará ser ¡su padre! Entre tanto se irán desarrollando largas conversaciones e investigaciones que harán al espectador retorcerse en su butaca de aburrimiento.
La mayor curiosidad de la película radica en que, siendo mexicana, se filmó con personal angloparlante con visos a la distribución internacional, si bien, aparecen unos cuantos personajes secundarios —su única razón de ser es la de morir a manos de esta pseudovampira o de las de su padre— cuyas líneas de texto son es castellano, por lo que no deja de resultar simpático el hecho de que el argumento gire en torno a extranjeros en México que se alimentan a base de sangre humana. Más allá de eso, como es rigor, y pese al potente sentido estético que se gastaba Moctezuma, aquí de lo que se trata es de alargar metraje a base de diálogos lentísimos que se ven adornados con dos, tres o cuatro asesinatos muy vistosos y coloridos, como mandaban los cánones populares de la época. Pero hasta que llegamos a ellos, hay que sufrir el resto de la película.
Por otro lado, el principal reclamo de “Mary, Mary, Bloody Mary” es el protagonismo del omnipresente patriarca del clan Carradine, John Carradine, cuya presencia es un mero spoiler. Por supuesto, apenas aparece en pantalla un par de minutos en una sola escena (la del final), que era la clase de papeles que ya en esa época acostumbraba a hacer, sin embargo, Moctezuma se las apaña para que esté presente todo el metraje sin necesidad de contratarle más que para una sesión, puesto que se trata del extraño individuo enmascarado que intenta eliminar a nuestra protagonista y que por el camino hace mil y una fechorías. Lógicamente, esas escenas en las que nunca le vemos la cara, son interpretadas no ya por un doble de cuerpo, sino por un individuo en plena forma física, cosa que no era el caso de Carradine. Negocio redondo… si es que verdaderamente la presencia de John Carradine a esas alturas era motivo para movilizarse e ir al cine, que lo dudo.
Por lo demás, cine pop mexicano con cierta clase, menos garrulo que al que estamos acostumbrados y al que hay que echarle paciencia para verlo sin que se nos vaya el santo al cielo.

martes, 19 de enero de 2010

ONDAS DE CHOQUE

La primera vez que vi esta peli -hace ahora ya bastante añitos- me pareció un rollazo de puta madre. Ayer noche, le di una segunda oportunidad (ya saben, con la edad uno se vuelve más paciente y permisivo) y, en fin, la encontré un pelín más soportable... incluso moderadamente entretenida.
Prototípico producto setentero (por su "look" y sus formas) sobre un grupo de turistas que, accidentalmente, aterrizan en una isla habitada por un viejo nazi ermitaño con un secreto, o mejor, con cinco o seis... concretamente una panda de soldados zombie mutantes con la capacidad de habitar bajo el agua y que hacen gala de un instinto asesino implacable. Como es de ley, no tardarán nada en surgir de las profundidades e ir a por los intrusos.
Muy reposadita y sin apenas una gota de sangre, "Ondas de choque" intenta crear una atmósfera sin conseguirlo, pero tampoco hace demasiada falta, tal como está, la peli se puede degustar tranquilamente (sobre todo eso, tranquilamente) y regalarse los ojos con un curioso y simpático cacho de cine de terror de los 70. Menos es nada.
Como suele ocurrir en muchas de estas "series B", el verdadero punto de interés lo encontramos entre el reparto y el equipo técnico. Peter Cushing y John Carradine no necesitan presentación, aunque hay que decir que sus papeles son algo escuetos, sobre todo el segundo. También es reconocible la chica prota, la guapa Brooke Adams, a la que has podido ver en "Invasion of the Body Snatchers" (la versión del 79) o "La zona muerta", entre incontables más. El director no es otro que Ken Wiederhorn, un tipo muy habitual en este blog, que debutaba para la ocasión. A los maquillajes tenemos a Alan Ormsby, nombre asociado -en diferentes funciones- a films como "Deranged", "Children shouldn´t play with dead things", "Dead of night", "Porky´s 2" o "El beso de la pantera". Como colofón, mencionar que Fred Olen Ray se encargó de la foto fija, ahí trabó amistad con John Carradine, quien saldría en muchas de sus futuras películas. ¿Bonito, eh? (tanto como el engañoso cartel... de zombies gigantes NADA... pero se perdona).

sábado, 29 de junio de 2024

PROFETAS DE LA CARRETERA

Corría primera mitad de los noventa. Ingenuamente interesado por el, en brevísimo sobreexplotado y desvirtuado, "cine independiente norteamericano", andaba muy enganchado a lecturas como la revista "Film Threat", directores del calibre de Alex Cox (que era inglés, sí, pero ya me comprenden) o Amos Poe y la siempre recurrente, cinematográficamente hablando, estética urbana y decadente transitada por perdedores errantes en busca de una oportunidad. Por eso mismo, el día que leí sobre "Profetas de la carretera" ("Roadside Prophets" 1992) en la mentada publicación, comencé a sentir tembleques. Escrita y dirigida por Abbe Wool, quien había sido pareja sentimental de Alex Cox y es co-autora del guion de la discutible "Sid & Nancy", protagonizada por John Doe (nombre real: John Nommensen Duchac, y anda que no suena bien), actor, cantante y guitarra + bajista de la seminal banda punk "angelina" "X", y, peliculeramente hablando, con toda la pinta de encajar en aquello que ansiaba consumir: Joe, motero de buen corazón, se hace amigo de otro, Dave, recién incorporado a su gris curre en una fábrica. Durante un visita al bar, este le habla de un casino maravilloso donde uno se hace rico y tiene acceso a tías estupendas, situado concretamente en el legendario Eldorado, así todo junto (lugar al que Richard Driscoll dedicó una película entera) Justo entonces, Dave muere electrocutado mientras juega a los marcianitos. A partir de ahí, Joe decide llevar sus cenizas hasta ese supuesto paraíso. Embarcarse en un viaje incierto para localizarlo. Naturalmente, ello desembocará en uno de los formatos predilectos por el cine "indie": la "road movie" de ambientación desértica, con inevitable tufo a "Easy Rider" y, sobre todo, "Paris, Texas", que en "Roadside Prophets" se ve referenciada al incluir al prota de aquella, Harry Dean Stanton, en la banda sonora.
Sin embargo, centrarse en esos datos sería quedarse muy corto. Porque hay mucho, mucho más. "Roadside Prophets" se deja ver, no diré lo contrario, pero al carecer de genuina trama -solo es una acumulación de escenas, en las que el protagonista va conociendo personajes peculiares y viviendo situaciones igualmente nada convencionales- termina siendo un poco coñazo. Esto lo sé ahora, que por fin he tenido oportunidad de verla, porque, aunque sí llegó a España, o nunca la localicé en mis vídeo-clubs (raro considerando que la distribuía MGM) o para entonces todo mi interés se había evaporado, cosa perfectamente posible.
Lo realmente divertido del visionado ha sido, pues eso, ir reconociendo nombres, caras, voces y demás. Un juego que, opino, a poco que sean ustedes unos cinéfilos medianamente curiosos, e interesados por cierta subcultura o contra-cultura a la que el film apela completamente, disfrutarán.
Pero comencemos por el principio, la directora y guionista Abbe Wool. Asumo que "Roadside Prophets" no funcionó ni medianamente, porque jamás retomó las tareas de dirección, limitándose a formar parte de los equipos técnicos en un porrón de títulos más que variados, hasta 2014. Luego desapareció.
El productor, Peter McCarthy, tampoco era manco. Debutó junto a Alex Cox en "Repo Man". Siguió con "No me grites que ya te veo" (vehículo para John Cusack y Tim Robbins en plan pareja cómica), "Voy a por ti" (la "célebre" parodia del "blaxploitation" cortesía de Keenen Ivory Wayans) y lo probó en la dirección. Suyas son "Floundering" (otra con pinta de encajar a la perfección en el molde noventero del cine "indie") o "Death & Taxes" (que puso fin a su carrera en el fatídico 2014). Aunque el ejemplo más raro lo tenemos con "Motín en el planeta prisión", neo-western futurista a mayor gloria de Michael Paré que, por una serie de conflictos varios, McCarthy se vio obligado a co-dirigir.
Justo, en esta última localizamos al director de fotografía de la reseñada, Tom Richmond, ejerciendo como tal. No sorprende que, igualmente, terminaría colaborando con Alex Cox... pero sí nos deja ojipláticos descubrir en su filmografía títulos del "calibre" de "Hard Rock Zombies", "Kill Bots" o "Amityville IV: La fuga del diablo". Un jefe.
"Roadside Prophets" pertenece al catálogo de "New Line Cinema", todavía interesados en apoyar un cine bastante más minoritario a pesar de llevar poco menos de una década petándolo gracias al fenómeno Freddy. Y si la "New Line" de los noventa andaba de por medio, también lo hacía su presidente Bob Shaye. Y quien dice Bob Shaye, dice Lin Shaye, hermana y actriz "nepotista" (hoy día popular por su recurrente rol en la saga "Insidious") que, pal caso, interpreta a una mujer sidosa casada con un hombre canceroso.
Más nombres curiosos: Timothy Leary, famoso defensor de las drogas alucinógenas (quien, graciosamente, se marca un discurso anti-drogas duras), David Carradine pegándose el gusto de cantarnos una canción propia (no olvidemos que darle al estribillo y las cuerdas era su otra gran pasión. Tal vez la primera), John Cusack como alocado revolucionario tuerto, Arlo Guthrie (hijo de famoso cantautor Woody Guthrie), un joven Don Cheadle, el eterno secundario Stephen Tobolowsky y Adam Horovitz, más conocido como uno de los "Beastie Boys" (bajo el nombre de Ad-Rock) Lo cierto es que co-protagoniza el film junto a John Doe en el rol de un chaval desquiciado que, básicamente, persigue al protagonista desesperado por encontrar a sus desaparecidos progenitores. Lo he relegado a este rincón por una cuestión de gustos personales: su personaje resulta de lo más cargante, irritante y agobioso. A mi juicio, uno de los aspectos más flojos del largometraje.
En un momento dado, la pareja aterriza en un pub donde un grupo "lounge" de lo más hortera ("Too Free Stooges") toca una canción romántica. Uno de sus componentes es el omnipresente Flea (de larga y lustrosa carrera musical y cinematográfica) Junto a él dos "crooners", encarnados por un par de personajes sumamente apetitosos. Dick Rude, uno de los más mejores amigos de Alex Cox, actor en sus primeras películas y co-guionista de "Directos al infierno" y Manny Chevrolet, una especie de showman / humorista de segunda. Se convirtió en habitual de la realizadora de video-clips y cortometrajes Modi, una pava surgida del punk que asistió a Penelope Spheeris en el rodaje de "The Decline of Western Civilization", "Los tachuelas" y "Hollywood Vice Squad", donde tenía un papelito junto a su padre, y actor secundario de carácter Ben Frank (pueden verlo también en "Yo soy la justicia") Esa faceta de actriz la continuó explotando para el SOV de culto "Dark Romances" y el célebre punk-film superochero "Lovedolls Superstar" de Dave Markey. Hizo buenas migas con Exene Cervenka, cantante de los mismos "X" donde pululaba John Doe (él y Exene eran pareja), pariendo a pachas el guion de "Bad Day", cortometraje rodado en super 8 a modo de western de espíritu cómico que contaba en el reparto con el mismo Doe y nada menos que Kevin Costner. Así, Modi debutaba como directora. Aunque seguidamente pasaría a centrarse en el videoclipismo, de vez en cuando volvía a las pequeñas ficciones -siempre currando bajo el nombre de su productora "Modivation"- Muchas de ellas vehículos de lucimiento para, justo, Manny Chevrolet (compartiendo plano con otro de los habituales de Modilandia, Henry Rollins) "Rosa Mi Amor" fue el que lo petó más, llevándose varios premios en sendos festivales. Tal vez alguno de ustedes recuerde el monográfico que el programa de "cultura alternativa" del segundo canal de TVE, "Metrópolis", le dedicó a la chica. Tras aquel pequeño subidón, Manny Chevrolet intentó pasarse a la política sin mucho éxito. Y Modi, viendo el aparente fin del negocio musical con la llegada de "Napster", se piró a Texas, fue mamá y abrió una tienda de temática "vintage". Dice que anda currando en una serie formato "streaming", así que no ha dejado del todo las cámaras. Curiosos, pueden visitar su página web.
Efectivamente, la reseña de "Roadside Prophets" era una excusa para hablar de ella.
Pero volvamos al film de Abbe Wool, en plan colofón.
Como ya supondrán a estas alturas, la música tiene un papel preponderante. Aparte de la presencia de los ya mentados Exene Cervenka y John Doe marcándose un par de canciones, localizamos a -inevitablemente- "Beastie Boys", Gary U.S. Bonds, "The Pogues" o "Pray for Rain" -encargándose de la fanfarria incidental-, estos dos últimos muy presentes en el cine de Alex Cox. Aunque, a mi gusto, la guinda la tenemos al final, con una copla bastante guapa canturreada por la reconocible voz rasposa de Keith Morris, vocalista de los míticos "Circle Jerks" -otros Coxistas convencidos- que, pal caso, se parapeta tras el nombre grupal de "Bug Lamp". No es el único "Jerk" que rula por la banda sonora, Zander Schloss, bajista de aquellos, también participa.

domingo, 1 de diciembre de 2013

STRIKER

No se muy bien por qué, pero en la época de su lanzamiento tenía la sensación de que "Striker" era un plagio tardío -italiano, of corze- de "Rambo", que llegó a los video-clubs cuando la moda de los tíos mazas contra ejércitos estaba ya algo gastada y Bruno Mattei había dado buena cuenta de ello con sus subproductos, tales como "Strike Commando" o "Doble Objetivo". Curiosamente, esta última aterrizó en nuestras estanterías gracias a "Films Cuatro", la misma distribuidora de "Striker", la diferencia es que mientras en aquella la caratula era lo más sosa imaginable, pal caso que nos ocupa fueron un poco más listos, despertando al enfermo que había/hay en mí.
Así de lejos, "Striker" (no confundir con el "Stryker" de Cirio H. Santiago, únicamente unidas por un punto en común, su condición de exploit) parece una película de lo más peculiar incluso pa las de su poco lustrosa ralea. ¿Qué hace el héroe en la portada con un tirachinas?, ¿es guasa?. ¿Y eso de "Melany Rodgers como top "Ramba""? (algo a lo que en ningún momento se hace alusión en la peli, y además, si se fijan, en la parte inferior de la caratula aparece como Melonee Rodgers). Estos detalles le conferían un aura peculiar que la hacía sumamente y equivocadamente atractiva.
Solo dos años separan al film comentado de "Rambo", entonces, ¿por qué esa sensación de producto atrasado (¿retrasado?) a su tiempo?. No me hagan mucho caso, porque cuando me la puse a ver el otro día, lo hice convencido de que era terreno virgen para mi... hasta que reconocí un plano concreto que me reveló la dolorosa verdad, ¡¡ya la había visto!!. ¿Extraño?, sí, pero no. En esos tiempos me comía estas mierdas con la misma facilidad que me encerraba en el lavabo a masturbarme. Y es que, para un fan del "trash" como ya era yo, "Striker" iba cargadita de muchos alicientes: El director oculto tras ese cantoso "Stephen M. Andrews" era nada menos que Enzo G. Castellari. Como co-guionista teníamos a otro anti-clásico, el infame Umberto Lenzi. Y en tareas de interpretación un puñado de supervivientes de la escuela italiana (John Philip Law, John Steiner y Werner Pochath) además de todo un "action hero" de tercera que terminaría convertido en icono del cine de acción videoclubero, Frank Zagarino. Hablemos de él. Su curriculum resulta envidiable. A finales de los 80, además de su papel en "Striker", trabajó para otro italiano ilustre, Giannetto De Rossi -que dejaba un rato de lado el látex pa ponerse a dirigir- en "Cy-Warrior, especial combat unit" (cuya caratula trae cola). Por cierto, es horrible. De ahí pasó al mercado yankee, donde protagonizó una ralea de productos videocluberos casi delirante, con "Terminator" siempre como fuente de expolio, por citar algunos: "Operación Cyborg" (y secuelas), "Cyborg Cop 3" o "Perdidos en el tiempo", que en inglés suena mejor, "Alien Chaser". Pero Frank Zagarino guarda un as en la manga, cuando nadie conocía aún su faz (es decir, unos pocos menos de los que la conocen ahora) compartió plató con Charles Bronson en "El guardaespaldas de la primera dama". ¡Chúpate esa!.
En el film que nos ocupa, el rubiales interpreta a un héroe con pinta de... héroe, actitud de héroe y nombre de héroe, "John Slade". Es sacado de un posible encierro por la inteligencia de los USA para que vaya a Nicaragua y libere a un periodista compatriota y amigo que ha sido secuestrado. Allí se junta con una muchacha de buen ver y rescatan al reportero Tribulete. Pero luego hay una traición por medio y vuelven a caer en manos de los malos. Entonces "Slade" se difraza de "John Matrix" y se lo pasa pipa enseñando las tetas, sudando, poniendo cara de cabreo y sacando armas de debajo de las piedras con las que exterminar al reparto de extras. Todo muy italiano ello, muy torpón, cutre, mediocremente fotografiado y extremadamente aburrido. Ya saben cómo era la acción del cine "trash" italiano, como ver una telenovela a la hora de la siesta.
En fin, decía al principio de esta reseña que la caratula de "Striker" hacía suponer que aquello era más de lo mismo, pero no exactamente igual. Sin embargo, ahora puedo afirmar que mi joven e ingenua percepción fue un espejismo. Esta peli es pura fórmula, de cabo a rabo, sin sorpresas ni estridencias. Previsible hasta lo denunciable. Un desvergonzado rip-off de la de Stallone. Vamos, que Lenzi no se lo curró ni pizca cuando se puso al teclado, porque, encima, los diálogos son realmente propios de un retarded. De tebeo malo. Y vienen cargados de ese ultra-patriotismo yankee totalmente absurdo, especialmente idiota siendo como son fetuccinis sus perpetradores. Es la interpretación gran guiñolesca de lo que un italiano cree que es un estadounidense amante de la bandera (o el desesperado deseo de complacer a esa parte de la audiencia). Obviamente, los malos son un puñado de Sandinistas comandados por un Ruso cabronísimo que odia la barras y estrellas y es puro histrionismo barriobajero.
Junto a los actores citados, encontramos toda una bizarrada, Pierre Agostino (oculto tras el alias de Peter Gold). Este señor tiene un curriculum de lo más peculiar ya que, además de repetir con Castellari en "Hammerhead", actuó para don N.G.Mount en "Operación: Las Vegas", para dos monstruos del "trash" como Ted V. Mikels y Ray Dennis Steckler en "War Cat" (conocida en España como "Ángel de la venganza", básicamente una "Rambo" con tetas) y para este último en un par de sus películas improvisadas, "Las Vegas Serial Killer" y "The Hollywood Strangler Meets the Skid Row Slasher". Más mareante resulta descubrir que Agostino también se marcó roles en films de Charles Nizet quien, a su vez, tenía papelillo en la misma "Operación: Las Vegas" de N.G.Mount... el mundillo del "trash" es un pañuelo chorreante de mucosidades.
Y como guinda, el bueno de Daniel Greene marcándose un cameo al final de la peli. Joder, si lo sé, no vengo.
Dato enfermizo: En 1991, y dentro del mercado norteamericano, Zagarino protagoniza junto a David Carradine una cosa titulada "Project Eliminator" donde interpreta a un soldado de las fuerzas especiales que responde al nombre de "John Striker Slade" (o "John Salde" a secas, según donde leas el dato) y no hay indicios de que ambos films vayan conectados más allá de la presencia del mazas... ¿¿es una segunda parte de la peli de Castellari??.... ¡¡¡RARO, RARO!!!.
"Striker" es entrañable a su manera... sin dejar de ser pura caca maloliente.

sábado, 21 de mayo de 2011

GUERREROS DEL ESPACIO

“Guerreros del Espacio” o, en su divertido título original, “The Ice Pirates” (“Los piratas del hielo”) es la peli que durante el boom del video-club por ahí los 80 muchos alquilamos y disfrutamos y de la que apenas nada sabíamos. Pasados 15 años, todos la recordábamos con cierta nostalgia y cariño y no han sido pocas las personas con las que me he cruzado que me preguntaban por “una peli del espacio y de risa que vi de crío y me gustó mucho”.

Bien, una vez más y con el sano fin de contentar a los de mi quinta, aquí tienen la reseñita de “Guerreros del Espacio”.
La historia es lo de menos, y ya que no me apetece ponerme a escribirla, o copiarla de alguna web, les dejo este enlace.
Parece mentira, pero en el reparto de esta producción de la MGM figuran nombres del calibre de Anjelica Huston, el hoy más reputado que nunca Ron “Hellboy” Perlman (curiosamente en “Alien Resurrección” hizo un papel muy parecido), John Carradine, John Matuszak (el "Sloth" de los "Goonies") y, como no, el fenecido Robert Urich. El director, Stewart Raffill, poco después viviría un escueto “momento de gloria” gracias a su “Mi amigo Mac” (refrito cutre de “E.T.” apadrinado por la casa McDonalds) y luego desaparecería entre telefilms y encargos para video-club.

A su manera, “Guerreros del Espacio” se adelantó a “Spaceballs” de Mel Brooks como la primera parodia moderna del cine de aventuras galácticas con referentes constantes a títulos intocables como la saga “Star Wars”, “Alien” (en esta ocasión se trata de un “herpes del espacio” y en lugar de salir del estómago de John Hurt durante la cena, lo hace del interior del pollo asado que se disponen a devorar) o “Mad Max” (en vez de gasolina, el material preciado es agua y hay una secuencia que se desarrolla en un desierto apocalíptico por el que corren autos exageradamente monstruosos). Pero de toda la larga lista de referencias, gags más o menos ocurrentes (la escena en la que convierten a los machos en eunucos mediante una maquinaria propia de una factoría de alimentos está entre lo mejor y más delirante) y demás, destacan dos aspectos, francamente brillantes, que son lo que más recuerdan aquellos que vieron el film en su infancia, a saber: Los robots, nunca se han vuelto a ver robots tan divertidos y de look tan molón, auténticas chatarras continuamente en proceso de oxidación pero capaces de practicar karate si para ello se les programa (atención al robot pintado de negro por su mecánico –un negro, claro- y al robot-proxeneta que suelta esa mitiquisima frase “Hey hombre blanco, hey negrito, ¿tenéis ganas de echar un polvito?”). El otro momento inolvidable es al final, cuando la nave de los buenos y la de los malos caen en un agujero temporal durante el cual cada 5 segundos representan años, así, de este modo, vamos viendo a los héroes y a los villanos envejecer a ritmo alarmante mientras intentan combatir con espadas que apenas pueden sujetar. Atención al nacimiento y crecimiento hiper-acelerado del hijo del prota, a la muerte y descomposición de la criada y al peinado afro del amigo negro que crece hasta proporciones gigantescas.
En fin, un auténtico divertimento que desde aquí recomiendo muy encarecidamente.

lunes, 1 de junio de 2009

AULLIDOS

Hay algo de mágico y maravilloso en esto de repasar un viejo clásico -moderno- del horror. Y también en regodearse escribiendo reseñas como la que sigue.
Ayer noche tenía mono de "Aullidos", y me puse a verla. Naturalmente gocé plenamente de ella, me entretuvo, despertó mi lado nostálgico y reafirmó el hecho de que, como el terror de aquella década, no lo ha habido y no lo habrá. Lo digo de entrada: Esta es una gran película. Tu y yo lo sabemos... pero siempre hay despistados y mentes impuras que tal vez no hayan tenido la grandiosa suerte de verla, a ellos va destinado el presente escrito.
"Aullidos" es, junto a la también cojonuda "Un hombre lobo americano en Londres", uno de los mejores films de terror de su década, así como las dos más logradas muestras de cine licántropo producido entonces ya que, entre otros motivos, fueron pieza clave para modernizar el mito del hombre lobo, tanto narrativamente como en los efectos especiales. Sí, la primera mutación mega-gráfica fue invento -justamente Oscarizado- de Rick Baker para "Un hombre lobo americano en Londres". 
Si "Aullidos" se "adelantó" fue, sencillamente, porque el responsable de estas (un pelín más exageradas que en el film de John Landis), Rob Bottin, era alumno de Baker, quien le aconsejó / ayudó durante el rodaje de la reseñada (como bien indican los créditos finales), para mayor posterior cabreo de Landis.
Ya que hablo de los dos films en cuestión, cabe mencionar que en ocasiones se crean disputas sobre cual es mejor o peor... bien, yo creo que ninguna gana a ninguna... es más, se complementan perfectamente, y en lo que una falla, la otra acierta (y viceversa). Aunque sí es bien cierto que "Aullidos" es un trabajo más "tradicional" que "Un hombre lobo americano en Londres".
Hay un asesino que ronda por la ciudad. Se ha citado con una famosa presentadora televisiva y se monta el consabido tinglado. Durante el encuentro, algo extraño ocurre, la mujer grita horrorizada y la policía abate al criminal. Con el fin de recuperarse del sustazo, será enviada a pasar unos días a una especie de colonia. El problema es que está infestada de hombres lobo y, entre estos, ronda un "viejo amigo"
 ... supuestamente muerto.
Joe Dante, director, venía de la factoría Roger Corman (quien se marca un divertido cameo, rebuscando posibles monedas olvidadas en una cabina telefónica) y había dirigido la, también entrañable, "Piraña". Era joven y rebosaba talento, algo que se plasma perfectamente en esta peli. Al guión, John Sayles (quien también se marca un papelito como forense), gran guionista de cine fantástico, mediocre director de pelis más "de autor". En dicha tarea le acompaña Terence H. Winkless, a quien le aguardaba una extensa carrera en los dominios de la "serie B" (su debut en la dirección lo hizo con la curiosa "The Nest"). Ambos adaptan una novela original de Gary Brandner.
El reparto está plagado de maravillosos rostros populares: Una guapísima Dee Wallace (apuntito de ser la madre del mejor amigo humano de "E.T."), Patrick Macnee, Dennis Dugan (hoy director de comedias ultra-mainstream), Kevin McCarthy y Dick Miller (inseparables del mejor cine de Joe Dante), John Carradine, Slim Pickens, Elisabeth Brooks (resulta difícil olvidarse de esta ultra-sexy mujer lobo, tristemente fallecida de cáncer cuando solo tenía 46 tacos), Robert Picardo y más, muchos más. Cómo no, por ahí también rula Forrest J. Ackerman, luciendo entre las manos un ejemplar de su mítico "Famous Monsters". La excelente banda sonora la firma un inconmensurable Pino Donaggio. En el equipo técnico descubrimos a gente tan curiosa como Mark Goldblatt en el montaje (entonces futuro director del primer "Punisher" y montador de grandes films de acción en Hollywood), Robert Burns en la dirección artística (cosa que años antes hiciera en "La matanza de Texas" de donde, by the way, se recupera uno de sus cadáveres momificados para ambientar la tienda regentada por Dick Miller), Doug Beswick, David Allen, Greg Cannom (talentos en el terreno de los efectos especiales y/o la stop-motion) o Peter Manoogian (quien poco después se convertiría en realizador para la factoría de Charles Band).
"Aullidos" es una de aquellas películas que, por mucho que las ves, siempre descubres nuevos detalles, cosillas que le dan color y vida y contribuyen a su condición actual de clásico, desde su guión, hasta su fotografía, pasando por otros apartados técnicos y/o artísticos, va repleta de energía. Cierto que en ocasiones, y por aquello de la época y tal, roza el ridículo (los licántropos en dibujos animados fornicando, el caniche del final....), pero se le perdona muy mucho, y más como está hoy día el panorama. Las transformaciones son retorcidamente deliciosas y los hombres lobo en sí mismos me parecen geniales, con un aspecto fiero y una agilidad sorprendente... en eso, creo yo, le ganaron la partida al yanki desubicado en Londres.
El film fue un éxito y, como bien sabéis, generó una ristra de interminables secuelas, todas bastante chusqueras 
 -aunque curiosas-, que alcanzarían hasta el número ocho.
De obligada visión. Espero que a nadie se le ocurra hacer un remake de esta, ¡por dios!.

sábado, 27 de junio de 2009

ABEJAS ASESINAS

También la locura catastrofista de los 70 engendró basura, y probablemente la más chusca de todas sea "Abejas Asesinas", co-producción entre Mexico y los USA dirigida por Alfredo Zacharias, señor que ya había demostrado su incapacidad anteriormente con la aburridísima "La mano del diablo" y tantas otras ponzoñas como "El Sargento Capulina", "El Karateca azteca" o "Capulina contra las momias".
"Abejas Asesinas" es un desastre en si misma, en ningún momento demuestra disponer de mucho sentido, está plagada de humor involuntario y el voluntario resulta altamente ridículo, abundan los diálogos totalmente estúpidos y el trío protagonista es del todo inolvidable, el incansable John Saxon, al que se ve más perdido que un hijoputa el día del padre, la tipa, una viuda alegre muy irritante y al pobre John Carradine en el absurdo rol de un científico que acosa a su sobrina.
Entre los tres intentarán, a lo largo de toda la peli, domesticar las abejas africanas con fines comerciales mientras a su alrededor se produce la invasión de turno, repleta de momentos francamente divertidos y vergonzantes, no hay más que ver la reacción "de histeria" de algunos extras mal pagados para hacerse una idea.
De por medio, mucha verborrea seudocientífica línea "National Geographic", mucho enjambre super-puesto, muchas imágenes de archivo usadas por la jeta (varias de aviones estrellados expresamente en terreno de pruebas) y una idea tan idiota como la de convertir a las abejas en homosexuales para detener el ataque. Tal como suena.
Eso sí... mensaje ecologista al final.

sábado, 1 de abril de 2023

2013: RESCATE EN L.A.

Fui a ver la famosa/infame secuela de "1997: Rescate en Nueva York" cuando se estrenó en una sala medio vacía. Al salir, la sensación no era demasiado entusiasta. Aún así, cegado por mi fanatismo juvenil hacia su director, corrí a escribir una reseña muy positiva para un fanzine de naturaleza punk/radikal llamado "Sancocho Metálico", donde me centré en el notable lado subversivo del film, demostrando de esta manera que, ocasionalmente, las películas más comerciales y aparentemente tontunas son las más críticas con el "establishment", las más transgresoras, sin necesidad de dárselas de cine de autor y/o intelectual. No obstante, en mi fuero interno sabía que John Carpenter y su troupe (Debra Hill y el mismo Kurt Russell, los tres autores del guion. Me los puedo imaginar embriagados de nostalgia y echándose unas escandalosas risas entre tecleo y tecleo) me habían fallado. Pero ya saben como es esto del paso del tiempo y la perspectiva. Ayer, aprovechando que la daban por la tele, me animé a verla, sin el peso de todo el trajín emocional.
La hija del presidente de los USA se ha liado con un revolucionario y huido hasta la ciudad de Los Ángeles, convertida ahora en una isla donde deportan a todos los ciudadanos indeseables (que roban, violan, asesinan y estafan, pero también van los que fuman, comen carne roja, beben, dicen tacos y son ateos) En su huida se llevó un aparato capaz de dejar sin electricidad al planeta entero y temen que lo utilice. Una vez más, engañan a Serpiente Plissken -y mira que es lerdo- para que acuda y, en tiempo límite -antes de que le mate un virus inoculado en su sangre-, recupere el trasto y elimine a la niña, al revolucionario y a todo aquel que se ponga a tiro.
Entramos de lleno en la etapa "flojucha" de la filmografía de Carpenter. Dejadas atrás sus aportaciones más o menos dignas de finales de los ochenta ("El príncipe de las tinieblas", "Están Vivos" o "Memorias de un hombre invisible") en los 90 vivió años no demasiado inspirados. Todo lo parido entonces era más bien desangelado y patosillo (salvo "En la boca del miedo", pero por los pelos) Y "2013: Rescate en L.A." le va a la zaga. Lo que ocurre es que es la secuela directa (o más bien remake encubierto) de una peli muy querida. Y un personaje igual de apreciado. Y eso pesa. En una no muy antigua convención visitada por John Carpenter, hubo quien se atrevió a esputar una pregunta mal intencionada sobre el film reseñado, ¿y qué hizo nuestro querido filmmaker? -en una época en la que ya se había vuelto la mar de gruñón-, responderle con un seco y significativo "Fuck you!"
Aceptémoslo, "2013: Rescate en L.A." es malilla. Muy tonta. Además, gasta unos efectos visuales dolorosamente malos. El CGI aún andaba en pañales, sí. Pero es que también los "mate paintings" dejan mucho que desear. A pesar de ello, vista ayer, y consciente de que no podía esperar gran cosa, la disfruté. Me entretuvo. Tanto por sus momentos buenos (el duelo con la oxidada lata de por medio), como patéticos (el famoso surfeo en la cresta de un tsunami. De verdad, ¿qué se habrían fumado Carpenter, Russell y Hill en ese momento?). Y, como decía al principio, por todo ese saludable espíritu crítico -y premonitorio- hacia los Estados Unidos y sus poderes fácticos (con un presidente cobarde que solo sabe rezar, el parafascismo ultra-moral, etc), así como las ideas delirantes (el grupo de deformes adictos a los retoques de cirugía estética. El gang compuesto de niños altamente violentos armados hasta la sobaquera), la aniquilación de algunas convenciones narrativas (evitar cualquier subtrama amorosa acribillando a la chica de la peli cuando menos te lo esperas) y el brutal desenlace. Decir que "2013: Rescate en L.A." es una película mala pero divertida sería excesivo, pero sí es cierto que gasta un sutil tufo a "placer culpable" del todo entrañable.
Estaremos de acuerdo en que su verdadero fuerte es la tremenda galería de rostros que van asomando a lo largo de la función, casi todos habituales "personalidades cult", y acaparan desde el protagonista hasta, casi, los extras. Ahí va el listado completo (Kurt Russell aparte): Stacy Keach, Cliff Robertson, Valeria Golino, Steve Buscemi, George Corraface, Bruce Campbell, Robert Carradine, Peter Fonda, Pam Grier, Paul Bartel, Peter Jason, Leland Orser, Al Leong, Thomas Rosales Jr. y, aunque no aparezca acreditado en ninguna parte, un fugaz Marco Rodríguez (el psycho del supermercado en "Cobra"). Tremendo ¿verdad?, es un auténtico regalo para el aficionado. No obstante, este no respondió con mucho entusiasmo y la peli se estrelló en taquilla. Otro palo gordo para un Carpenter que veía como, poco a poco, su llama se apagaba sin remisión. Desde entonces, el único medio por el que Serpiente Plissken se ha movido ha sido el noveno arte. En lo referente al audiovisual, ha habido rumores de series, secuelas y remakes... pero, hasta ahora, na de na. Si algo de todo eso prospera, seguramente será ya sin un Kurt Russell que anda pensando en retirarse. Francamente, mejor así. Es este uno de esos personajes que solo funcionan con un rostro y unas maneras, las del actor que le dio vida desde buen principio. ¿Se imaginan otro tipo haciendo de "Harry Callahan", "John Rambo", "Indiana Jones" o "John Matrix"? No, no molaría nada.

viernes, 27 de octubre de 2017

EL TREN DE BERTHA

“El tren de Bertha”, o más bien dicho, sus críticas son un claro ejemplo de la hipocresía (y en el peor de los casos, de la ignorancia) de aquellos que ven cine de calidad –y solo cine de calidad- cuando calibran la película de la que van a hablar según el rasero que más les conviene.
“El tren de Bertha”, no es más que un “Exploitation” de serie B que se aprovechaba del tirón que tenía “Bonny & Clyde” y una consecuencia directa de “Mamá Sangrienta” dirigida, precisamente, por el productor de esta, Roger Corman. Lo que pasa, es que la dirige un asalariado Martin Scorsese, y solo por eso, para esos plumillas, esta película es un ejercicio de estilo, una película a tener en cuenta. Me gustaría saber que pensarían de ella esos mismos, si la hubiera dirigido cualquier otro. Scorsese aborda su segunda película bajo la batuta del productor, Roger Corman, que le pide unos mínimos comerciales que no son de su cosecha (esto es, dosis ingentes de violencia y sexo, aunque luego, Scorsese, convertiría la violencia en un recurso habitual en su filmografía) y se limita a rodar lo que sus jefes le piden, pero obviamente, salvo por algunas cositas que sí serían su sello, aquí no vemos a Scorsese por ningún lado. Sin embargo, está claro que esta película le sirvió de aprendizaje. Al margen de Scorsese, “El tren de Bertha”, es una película interesante.
Basada en las memorias novelizadas de la tal “Boxcar Bertha” que da nombre a la película en su versión original, cuenta la historia de una joven huérfana que  durante la gran depresión”, se asocia a un sindicalista del sector ferroviario. Los avatares del destino propician que ante los problemas con las huelgas y los sindicatos, el sindicalista, Bertha, y un par de hombres más que se encuentran por el camino, formen una banda criminal que se dedica a asaltar trenes con el fin de donar este dinero al fondo para huelgas, sin embargo, ya se les busca por comunistas y criminales. Durante la travesía que nuestros protagonistas atravesarán, seremos testigos de varios baños de sangre.
El principal atractivo de esta película, que al final no deja de ser una peliculita de bajo presupuesto, es el poder ver como se maneja Martin Scorsese con pocos duros y con tan solo tres semanas para rodar. Y no se apaña mal, no crean, pero no mejor que otros directores de películas baratas. Cuando se escribe sobre “El tren de Bertha”, nadie se quiere dar cuenta de la cantidad de desenfoques con los que cuenta la cinta –no por una cuestión estética, sino por incompetencia-, ni de lo mal montada que está, o de ese raccord criminal que no pocas veces provoca la hilaridad del cinéfilo más puñetero y avispado. Por otro lado, el verdadero interés de esta película, radica en ver las carencias y chapuzas de las que hace alarde, y jamás lo contrario. Porque no. Porque “El tren de Bertha” está entretenida, y es curiosa, pero es una película muy mal hecha. Casi Amateur.
Un tal Miguel Ángel Palomo, decía en la prensa: "Un filme comprometido, contestatario, (...) rodado con furia, con dominio visual, y apoyado por una Barbara Hershey que desprende a la par dureza y sensualidad".
Yo me pregunto si vimos la misma película, porque que eso de que es un filme comprometido… Amigo mío, esto es un puto filme comercial cuyo único afán es el de llenar los bolsillos del productor. Que nuestro prota sea un sindicalista no es más que un matiz. Toda esa furia y dominio visual, lo dice usted porque es Scorsese, porque la única verdad es que esta película está rodada con el culo, es una chapuza. Eso si, Barbara Hershey está muy rica, y la vemos hasta las amígdalas en esta película.  Así que lo de la dureza vendrá por las erecciones que provoca la actriz rebosante de juventud y toda ternesca, y la sensualidad por la de veces que sale follando ¿no? Cómo se les ve el plumero. En fin.
Al margen de esto, ciertamente es una película entretenida, con sus altibajos, curiosa y visible. Pero en ningún caso es esa obra revolucionaria que nos quieren hacer creer que es, solo por ser de quien es. Ah, y el guion es flojito.
Como anécdota, decir que cuando Scorsese acabó la película, se la puso a John Cassavetes, quién le dijo que había empleado un año de su vida en hacer una pedazo de mierda y que se alejara del “Exploitation”. Scorsese le hizo caso y se puso a hacer pelis de mafiosos.
En los papeles protagonistas tenemos a la ya mencionada Barbara Hershey que, insisto, no es normal lo buena que está esta mujer (pajilleros, preparados para darle a la pausa y al zoom en la escena en la que ella juega a los dados), incluso en su vejez. Hershey, no quedó muy contenta con la película, y arremete contra Corman diciendo que lo que habia rodado Scorsese estaba muy bien, pero que el film quedó defenestrado por el montaje de Corman que se excede en escenas de sexo y violencia, y que en consecuencia, el público solo vio eso. Yo le digo que, hija mía, si a esta peli le quitas las tetas y la violencia, no solo lo que cuenta importa un bledo al espectador, sino que además sería un coñazo.
También tenemos, en el papel de sindicalista,  a David Carradine, muy joven y totalmente incapacitado para el arte de la actuación, que por aquél entonces salía con la Hershey (con lo feo que era, anda que no tuvo suerte), y que tiene la suerte de hacer una escena en el film junto a su padre John Carradine, que ya estaba mayor el hombre… pero no era consciente de lo mucho que la serie B/Z explotaría todavía su vejez.
Barry Primus y Bernie Casey, habituales en los repartos independientes (e incluso underground) de fuera de Hollywood del momento, completan el reparto.
Está bien. Una curiosidad.

sábado, 7 de febrero de 2009

BOOGEYMAN 2 (LA OTRA)

Para moverse en el campo de la serie Z hay que ser muy astuto, pero también gastar un morro considerable. No es la primera vez que la secuela de un éxito menor utiliza el suficiente metraje de su antecesora como para llenar más de la mitad de los 90 minutos de duración, en un intento desesperado por ahorrarse unos cuantos dólares y estafar a los fans del género. Si un 50% de la película "Boogeyman 2" son escenas de "Boogeyman 1", el restante 50% tiene toda la pinta de haberse improvisado en un fin de semana sin invertir ni un centavo.
Ulli Lommel, figura de culto en algunos circuitos, pertenecía a la cuadrilla de actores de los que el venerado cineasta Alemán Rainer Werner Fassbinder solía echar mano. Llegados los 70, Lommel decidió saltar a la dirección y lo hizo con una versión pasada de vueltas y muy coñazo de "M, el vampiro de Dusseldorf" que tituló "La ternura de los lobos". Poco después, el buen hombre decidió viajar a las Américas y entró de lleno a formar parte del universo "underground" neoyorquino que reflejaría en varias de sus más extrañas películas, "Cocaine Cowboys" y "Blank Generation", ambas con el mítico Andy Warhol interpretando pequeños papeles. Justo en ese período, Lommel pasaría a convertirse en un director, actor y guionista que mezclaba sin complejos elementos própios del cine de autor con otros puramente "exploitation". De este período surgieron varias pequeñas películas de horror, pero sólo una logró dejar huella, la mentada "Boogeyman".
Rodada el año 1980, producida por el rey de la roña Jerry Gross y con un cascado John Carradine en el reparto, la película narraba la historia de un cristal con el poder de asesinar a todo bicho viviente. El inesperado, y seguro que modesto, éxito de la cinta, llevó a su equipo a pensar en una segunda parte que finalmente se rodaría en 1982 y en la que Ulli Lommel ejercería de productor, actor (interpretando a un frustrado director de cine al que los productores le obligan a incluir más sexo y violencia en su película) y co-director sin acreditar. El que sí firmó fue Bruce Starr. El papel principal recayó en manos de Suzanna Love, en ese momento esposa de Lommel.
Para explicarnos la sencilla historia que se oculta tras "Boogeyman 2", el productor incluye a lo largo de más de media película escenas y asesinatos varios a modo de flash back extraídos directamente de la primera parte. Una vez exprimido el material de base, los cineastas se esfuerzan en mostrarnos los crímenes más baratos, ridículos e improvisados sobre la marcha que nunca antes un fotograma había osado inmortalizar. Es evidente que el nuevo material de "Boogeyman 2" se hizo a todo correr y con el sano espíritu amateur de sacarle el máximo partido a todo. Una manera como cualquier otra de facturar un largometraje que dé dividendos sin invertir ni un céntimo.
Pues la cosa debería salirles bien, porque en 1994 Lommel volvería a las tareas de productor (y co-director no acreditado) en "Boogeyman 3", película que no he visto y de la que poco se sabe.
Después de un tiempo desaparecido, y gracias al auge del video digital, Lommel regresaría con fuerza a inicios del siglo XXI realizando títulos de bastante dificultosa catadura, como "Zombie Nation", o varios retratos muy asá de psycho-killers reales.

martes, 26 de abril de 2011

DIAS DE HORROR Y MUERTE

En 1986 el ínclito Fred Olen Ray compró una costrosa película setentera firmada por Don Davison (originalmente titulada HONEY BRITCHES), le añadió algunos minutos de metraje nuevo y se la vendió a la Troma, que gustosamente la rebautizó como DEMENTED DEATH FARM MASSACRE... THE MOVIE llegando a nuestros video-clubes con el simpático título español que da nombre a la reseña.
Unos ladrones de Joyas de personalidades muy características, dos chicos y sus respectivas novias, tras un gran robo, se quedan sin gasolina en la huida, en lo hondo de la América profunda, topando con una casa donde viven una señorita de muy buen ver, y su católico y paleto marido, repudiador de la gratuita carne, que sin embargo les ofrece alojamiento, puesto que la visión de una de las atracadoras, turba su libido. Por la radio se entera de que sus invitados son ladrones, y acto seguido pasan a ser rehenes de estos. La cosa se complica, cuando al follarse uno de los atracadores a la mujer del paleto, la novia del atracador corre a pelearse con la señora de la casa, que acaba muerta a golpes.
La película se adscribe alegremente a los géneros “redneck” y “violación y venganza” aunque, por lo visto, esta es la versión recortada. Teniéndolo en cuenta, la verdad es que poca cosa puedo decir, aunque por la naturaleza de la cinta, abiertamente “nudie”, me temo que los recortes, mas que de violencia, son de desnudos. De hecho, todas las protagonistas femeninas, son jamonas, muy jamonas (hay una un tanto desgarbada) que parecen paridas para hacer este tipo de películas.
No obstante, y con momentos de aburrimiento extremos, la película se deja ver con total agrado, gracias, por ejemplo, a las misóginas frases que suelta el marido católico durante toda la película: “¡Puta!, me tapo los oídos para no continuar escuchando las sucias palabras que salen de tu sucia boca”, o “Puta, ramera, ¿Cómo osas tentar a un hombre de Dios?” que son algunas de las perlas que suelta por la boca el personaje, así como el trato vejatorio al que son sometidas las mujeres durante todo el metraje. Quizás para muchos, esto sea motivo de denuncia, pero en mi (nuestro) caso, no ajenos a cierto sentido del humor, son momentos para la celebración.
Tenemos también a John Carradine, que forma parte de ese metraje añadido por Fred Olen Ray , y cuya presencia total no llega a cinco minutos. Interpreta, al mas puro estilo Bela Lugosi con Ed Wood, a un señor que nos cuenta los peligros de la carne, al principio, durante y al final de la película.
En resumidas cuentas, la cosa está entretenidilla, a pesar de ser casi toda ella diálogos. O quizás estos sean el verdadero aliciente, por lo marcianos que son. Obviamente, Troma, vendió la película a su público, de manera mucho más demencial y divertida de lo que en realidad es. Menudos piratillas.

domingo, 1 de enero de 2012

EMPAREDADA

Por alguna extraña razón que desconozco, a finales de los 80 e inicios de los 90, a la peña le dio una inexplicable Poenitis... de Edgar Allan Poe. Es decir, que les entró la neura de readaptar los más famosos relatos del célebre escritor. Claro que los cineastas de más categoría en tal empresa fueron Dario Argento y George A. Romero con su "Los ojos del diablo", seguidos de cerca por Stuart Gordon y "El pozo y el péndulo" (producido por Charles Band). Así que imaginaos el nivel del resto: Roger Corman, Fred Olen Ray, Jim Wynorski... y Harry Allan Towers, legendario productor de "serie B" gracias a sus aportaciones cinematográficas del personaje de "Fu-Manchu" (curró incluso junto a Jesús Franco durante los años 60/70) asociado para la ocasión nada menos que con un ex-director porno francés (Gerard Kikoine, quien se había marcado un escueto tanto convirtiendo a Anthony Perkins en un nuevo "Dr.Jekyll/Mr.Hyde" con "Al borde de la locura"), un oscuro exploiter (Alan Birkinshaw) e incluso, en un momento dado, el mítico ex-"Cannon" Yoram Globus. Vaya panorama. Para dar un mayor toque exótico al asunto, Towers había descubierto lo baratico que salía rodar sus películas en Sudáfrica, y hasta allí arrastraba a sus equipos, cosa que también hizo en el caso que nos ocupa (en su periplo sudafricano, trabajó junto al peculiar Darrell Roodt, semireputado especialista en cine fantástico allá en su tierra y donde le llamen, suya es la infamemente famosa "Dracula 3000").
Y sí, lo de Edgar Allan Poe es una puta excusa (que en los créditos figura como Edgar AllEn Poe... ¿trifulcas legales acaso?), ya que "Emparedada" no guarda ninguna relación con el supuesto relato que adapta, el de "The Premature Burial". En realidad tiene más puntos en común con "El Gato Negro". Primero porque todo el rato sale un gato negro (gñé!), y segundo porque, como dice el título, al asesino le va emparedar a sus víctimas. Estas son todas chicas malas salidas de un especie de psiquiátrico / residencia / correccional (que responde al poeniano nombre de Ravenscroft) cuya norma es aceptar únicamente a mozas de buen ver y mejor catar (y más si son ex-estrellas del porno en un intento de meterse -ja!- en eso del cine legítimo, como Ginger Lynn). Al lugar llega una profa nueva, muy guapa ella, que comienza a tener visiones en las que ve a un John Carradine hecho polvo en su última peli intentando salir de detrás de una pared. El dueño del castillo no es otro que "mister hachazo" Robert Vaughn. Y a sus servicios está un patético Donald Pleasence con peluquín y tirando a histriónico. Otros rostros más o menos conocidos son los de un joven Arnold Vosloo (futura "Momia") y William Butler (que hace el papel que siempre solía, noviete chulillo). Se trata de descubrir quien es el asesino y por qué mata (y salvo un crimen, poca sangre derrama), pero llegados a los 60 minutos de peli, ya ha dejado de interesarnos. El resto lo vemos porque, total, ya que estamos puestos, al menos que termine.
Aburrida, sosa, de ver-y-olvidar... en definitiva, muy de los 90.

viernes, 20 de enero de 2017

AULLIDOS 2

Con lo maja y resultona que era el “Aullidos” de Joe Dante, es muy curioso lo condenadamente mala que es esta secuela. Mala, malísima, pero también muy graciosa.
Una especie de investigador llega a la conclusión de que la mujer a la que están dando el último adiós en un funeral es una licántropo. Así que, tras la noticia, la hermana de la muerta y su maromo se van con el tipo este a Rumanía con el fin de cargarse a una jamona (Sybil Danning) que responde al nombre de Stirba, quien se saca las tetas cuando le viene en gana, y es la jefa de todos los hombres lobo. Entre tanto, la banda new wave “Babel” toca su canción, y los punks arrasan con todo a su paso, o  regalan gafas de sol fardonas a Christopher lee.
Eso es lo que alcanza a comprender mi cerebro para construir una sinopsis de “Aullidos 2”, “Your sister is a werewolf” como subtítulo de algunas versiones o “Striba, The Werewolf Bitch” de otras.
Basada chabacanamente en la segunda novela de las tres que componen “The Howling” y rodada en Checoslovaquia, este pedazo de mierda sigue, por los pelos, el argumento que dejó la de Joe Dante y viene dirigida por Philippe Mora, quien también se encargó de “Aullidos 3”.
Cuentan que como “Aullidos 2” se filmó en co-producción con Checoslovaquia, el equipo andaba hasta las trancas de autóctonos desconocedores de cómo afrontar la confección de una película. Concretamente, la ineptitud del que le tocó a Mora como asistente de director afectó tanto a la película que se nota en pantalla. Y vaya si se nota, lo que no sabemos es si culpar al checoslovaco o se trata de una excusa barata inventada por Philippe Mora.
La presencia de Christopher Lee es meramente alimenticia y por poco no se nos convierte en un John Carradine más. Él mismo aseguraba que esta era su peor película.
Pero la verdadera protagonista de “Aullidos 2” es la secuencia de créditos finales, donde vamos viendo, entrelazadas entre si, tomas falsas, la actuación del grupo “Babel” y, al ritmo de la música, una y otra vez, con cada golpe de batería, las ubres de Sybil Danning, cuyo arrogante y agresivo destete, repetido en esta secuencia hasta 18 veces, da lugar a pensar que se están mofando de ella, y de la propia película. A saber. Cosa de los montadores, o de Mora, o de su putísima madre.
Así pues, resulta un producto simpático, un despropósito calamitoso en el que nunca sabemos lo que pasa, y en el que además de punks podemos ver enanos, despelote, negras y hombres lobos que atacan en exteriores diurnos desde estudios con fondos negros. ¡Véanla!

lunes, 29 de enero de 2024

BLOOD CULT

“Blood Cult” es uno de los clásicos populares del SOV.
Erróneamente promocionada durante lustros como la primera película de terror filmada en vídeo (mentira, en Estados Unidos ese honor lo ostenta la desquiciada “Agresión en la casa del terror” que incluso llegó a editarse en nuestro país, aunque si nos ponemos puristas, la británica “Death Shock” data de 1981. Pero claro, es un porno soft con pinceladitas de terror, y en ese aspecto la industria porno, sin duda, fue pionera a la hora de rodar en vídeo), “Blood Cult” es un perfecto ejemplo de negocio redondo. Quizás por ingenuidad, por hacernos una idea romántica de algo tan apasionante, siempre hemos asociado el cine en vídeo al amateurismo, a directores entusiastas que llevan a cabo una producción como buenamente pueden con su dinero, amigos y favores. Nada más lejos de la realidad, “Blood Cult” es la prueba; un producto diseñado para ganar miles de dólares.
Y es que en la época de mayor auge de los videoclubs, los desahuciados del mundo del cine encontraron en estos establecimientos un nicho que explotar. Daba un poco igual la película que hubiera en las estanterías; si era de terror, se alquilaría. Así, los productores Jill Clark, Bill F. Blair y Linda Lewis, se asociaron con el fin de rodar en poco menos de nueve días y dos cámaras Betacam, una película de terror que con un bajísimo presupuesto pudiera reportarles beneficios. Para dirigir el tinglado contrataron al marido de Linda Lewis, Christopher Lewis. El tipo tenía un pasado demasiado turbio, había sido declarado culpable de pertenecer a una productora que, en los 70, se dedicaba a rodar porno gay con menores, cosa que ocasionó el consabido escándalo. Para el rodaje de “Blood Cult” ya estaba absuelto.
La película costó 25.000 dólares, sin embargo, se emplearon 100.000 más en una campaña promocional por videoclubs. Era muy agresiva y les dio resultado, por lo que se vendieron cintas de vídeo por un tubo y nuestros productores se forraron. Así pues, “Blood Cult” pasa a la historia por tratarse de la primera película rodada en vídeo que consigue unos beneficios importantes. Resulta curioso que su condición se usara como reclamo, como algo atractivo (el estar parida en vídeo y pensada solo para ser así consumida) cuando, hasta entonces, era algo de lo que casi avergonzarse. A partir de ahí, el SOV se impondría en los videoclubs americanos compitiendo en alquileres con los lanzamientos que provenían de los cines.
La película, por supuesto, era lo de menos. En este caso, adscribiéndose al slasher, cuenta la historia de un asesino que está actuando en un campus universitario y en sus inmediaciones. La policía investiga el asunto y resulta que estos asesinatos están vinculados a los sacrificios de una secta satánica. Como se pueden imaginar, un autentico rollazo. Sin embargo es muy curioso el ver como una película tan pequeña, distribuida únicamente en el mercado del alquiler, puede hacerle la competencia a títulos grandes que han costado diez  veces más. “Blood Cult” es un prototipo que evidencia que, en el negocio del cine, lo de menos es la película.
Por lo demás, tiene su gracia el look del vídeo costroso así como los efectos especiales a base de jarabe de arce y látex, que además es lo que se explotaba; cierto erotismo soterrado, y mucha sangre y amputaciones.
Yo supongo que si la hubiera visto con 17 años me hubiera entusiasmado, pero a mi edad, que ya he visto de todo, no pasa de una sonrisilla cómplice durante el visionado, por un producto que me provoca cierta simpatía.
Blair, Clark y Lewis continuaron explotando, juntos o por separado, este modelo de producción barata en vídeo, y con alguna incursión en el celuloide de 35 mm (“Terror at Tenkiller”) o 16mm (“Forever Evil”), produjeron películas clásicas de la explotación en formato vídeo, como puedan ser “The Ripper” supuestamente protagonizada por Tom Savini, “Revenge” con John Carradine ya cadáver o “Dan Turner, Hollywood detective” con  la presencia de Marc Singer.
Un mundo fascinante el del SOV primigenio.

domingo, 10 de marzo de 2013

LOS CRÍMENES DEL ÁTICO

El británico Pete Walker (que no Peter!!) es un personaje bien curioso que, con los años, ha quedado en el semi-olvido. Cineasta especializado en terror (y porno-soft, o sexploitation, o llámenle como quieran) activo sobre todo durante los años 70, dirigió su última película, la simpática "La casa de las sombras alargadas" (aquella que reunía a unos abueletes Vincent Price, Christopher Lee, Peter Cushing y John Carradine), el año 1983... y desde entonces no ha hecho nada más, salvo aparecer en algún documental o reportaje. Pero vamos, que vivo está. Resulta curioso que, a diferencia de los muchos "artesanos del terror" de antaño, Walker no haya intentado regresar, ni aunque sea por la puerta pequeña. En realidad la mayoría de sus pelis son un coñazo de órdago, ¿para qué engañarnos?, no llegan a los niveles zetosos de su compatriota Norman J. Warren, aunque por los pelos.
A Walker lo descubrí de jovenzuelo a través del "Fangoria" yankee y la primera de sus pelis que alquilé fue "Terror sin habla", o "Frightmare" en su país de origen, con una atractiva portada y una trama que prometía canibalismo y sordidez. Naturalmente el resultado me decepcionó profundamente. Aún así, seguí viendo aquellas pelis del Sr.Walker que cazaba en el video-club y, salvo la mentada "La casa de las sombras...", poco lograba complacerme. Hasta que un día alquilé "Los crímenes del ático" y, por alguna razón, se quedó grabada en mi mente. Un tiempo después volví a recordarla y la busqué, lo que me obligó a comerme otras obras del señor director y que, vamos, tampoco es que me hicieran muy feliz (como "Esquizofrenia", por ejemplo). Finalmente un día vi una reseña de aquel misterioso film desaparecido en un blog americano y reconocí un par de imágenes (una de ellas, una faz putrefacta repleta de gusanos, acabó en mi facebook),¡¡por fin!!, se llamaba "The Comeback" (igual que el título hispánico, vamos), año 1978. Cuando vi la caratula (esta que tienen por aquí cerca) todo terminó de cuadrar. Gracias a mi querido "brodah" la conseguí y ayer me la zampé, por fin, tras tantos años de dudas y dudillas.
Nick Cooper es un "crooner" -a mi me recuerda bastante a Scott Walker- que regresa a su Inglaterra natal y querida tras una prolongada estancia en Los Angeles. Además de cantante, también es un puto calzonazos. Dejó su carrera cuando se casó con una pava de esas manipuladoras y ahora que le ha abandonado, el muchacho quiere recuperar fama y gloria, para lo que se instala en un enorme y neogótico caserón regentado por un par de siniestros ancianos, donde piensa grabar su nuevo disco. Mientras ocurre todo ello, su ex visita el que antaño fuera el bonito ático de la parejita y, cuando menos se lo espera, aparece un intruso vestido de anciana, con una aterradora máscara y, a base de berridos y guadaña, se la carga en lo que es una secuencia bastante impactante y truculenta (antes de su aparición, la falsa abuela va siempre acompañada de unos inquietantes aullidos). De todo esto el prota, ni papa, que sigue a su rollo, liándose con la secre del jefe y, eso sí, oyendo por las noches extraños llantos y gritos. Incluso llega a toparse con un cadáver putrefacto sentado en una silla de ruedas. ¿Se estará volviendo locuelo, o tanto la asesina de la guadaña como los momentos "Cuarto Milenio" van conectados?, ¿quizás alguien intenta hacerle perder la razón?. Caray, cuanto misterio (y cómo se nota la influencia de Dario Argento... ¿un cantante moderno enfrentado a unos crímenes bien sangrientos perpetrados por arma blanca?. Bien debió de liarla Argento en las Inglaterras cuando también Norman J. Warren plagió su "Suspiria" con "Terror", "El ente diabólico" en Espaing).
Pues sí, compañeras y compañeras, el buen regusto que conservaba del primer visionado adolescente de "Los crímenes del ático" estaba justificado. La peli funciona, y bastante bien. Toda ella va repleta de enigmáticos enigmas que te mantienen en vilo hasta el final, que es cuando se aclaran... y aunque el motivo del asesino, a pesar de ser potente, está un poco puesto ahí con calzador, lo perdonas, lo perdonas porque, de mientras, lo has disfrutado bastante y, más importante aún, has gozado de algunos muy leves pero significativos momentos de sutil escalofrío. Repito que la imagen de la vieja asesina funciona muy bien, y cada una de sus apariciones viene acompañada de una descarga en el espinazo. También molan las escenas en las que el cantante se pasea por el caserón, de noche, intentado descubrir el origen de los acojonantes llantos y berridos... sin mencionar cuando le conducen hasta el sótano y... en fin, mejor lo véis.
Muy británica toda ella y muy de los 70 (esos peinados, ese look, esas ropas, esas canciones deliciosamente horteras...), "Los crímenes del ático" no termina por ser ninguna obra maestra, ninguna maravilla ni título imprescindible del terror, pero sí una cosita bien maja y bien válida que merece verse... y, seguramente, la mejor peli de Pete Walker. Al menos de las que yo he visto, sí, sin duda.

jueves, 24 de septiembre de 2009

LA CENTINELA

Consecuencia directa del "boom" sobre cine satánico producido en los USA por ahí mediados / finales de los 70 (con "El Exorcista" como detonador y "La Profecía" como mimado hijo bastardo), "La Centinela" me dio auténticas pesadillas de chaval a causa de sus numerosas secuencias de inquietante y extraño surrealismo truculento. El director no es otro que Michael Winner (basándose en una novela de Jeffrey Konvitz), responsable de los tres primeros films de la saga "Death Wish", y cuenta con un reparto considerable, que se extiende incluso a papeles minúsculos, ahí va la lista (en orden imdbiano): Chris Sarandon, Martin Balsam, John Carradine, José Ferrer, Ava Gardner, Arthur Kennedy, Burgess Meredith, Sylvia Miles, Deborah Raffin, Eli Wallach, Christopher Walken, la sexy Beverly D'Angelo (futura esposa ficticia de Chevy Chase en las pelis de la chiflada familia americana, y que protagoniza una escena de onanismo muy potente), Tom Berenger (en un rol tamaño ladilla), Jeff Goldblum (que ya había currado para Winner en "Death Wish" haciendo de violador y con el que tenía muy buena relación) y ¡Richard Dreyfuss de extra!. La verdadera prota de la función, la sosita Cristina Raines, terminaría con sus escuetos huesos en la caja tonta. De los efectos visuales y maquillajes se responsabilizan dos grandes, Albert Withlock (quien había colaborado en pelis de Hitchcock) y Dick Smith, respectivamente.
Una modelo y su novio buscan piso. Encuentran uno amplio, de aspecto algo gótico, pero a precio de ganga. Tras instalarse (ella sola, es una chica muy de los 70) conoce a los vecinos, que son una panda de tipos y tipas raro/as. Encima, por la noche, escucha ensordecedores estruendos en el piso de arriba. Enfadada, va a reclamar a la dueña del lugar y esta le dice que flipa, pues salvo un siniestro cura ciego asomado día y noche a la ventana del ático, hace años que nadie más habita allí.
La premisa es tan interesante como suena, y el film está plagado de pequeños momentos francamente efectivos, sobre todo cuando la moza, de madrugada, solana y linterna en mano, sube al piso ruidoso y se encuentra con una sorpresa escalofriante. A ratos Winner pierde el pedal y se pasa de rollo efectista, pero para un fan del cine de terror de bajo viente como yo, ya mola. Atención al desenlace, con la enfermiza intervención de auténticos fenómenos de feria, de aspecto turbador, sí, pero poco dotados para la interpretación.
Con todo, un pequeño film muy estimable que el propio Winner intentó remakear hace poco, sin conseguirlo.

lunes, 8 de febrero de 2010

TERROR EN EL MUSEO DE CERA

Esta es, posiblemente, mi peli de "terrores encerados" favorita de cuantas se han hecho. Resulta que la vi siendo muy crío, en una época de mi vida en la que el cine de miedo me daba, no miedo, sino pánico. Pero mis familiares me convencieron alegando que "Terror en el museo de cera" no era un film excesivamente fuerte. Aún así, contenía el suficiente número de imágenes e ideas como para quedarse grabadas en mi joven cerebelo. Pasaron los años, me volví adicto al género y el recuerdo de esta película seguía latente, el problema es que no la ubicaba. ¿Si no era "Los crímenes del museo de cera", ni "La cámara de los horrores", CUAL ERA?. Misterio.
El enigma en cuestión pude descifrarlo hace unos días tras visionar "Terror en el museo de cera", entretenidísima fábula que tiene algunos puntos en común con la citada "Los crímenes del museo de cera" (la que sale Vincent Price), pero prefiere tirar por otros derroteros. El dueño de un museo de cera dedicado a escenificar crímenes (y criminales) famosos, es achuchado por un hombre de negocios para vender su propiedad. Esa noche, y mientras reflexiona al respecto, la figura de "Jack el destripador" cobra vida y le asesina. ¿Hay algo sobrenatural en todo ello, o se trata de alguien disfrazado que actúa motivado por algún oscuro interés?. Eso es algo que el policía protagonista tendrá que averiguar... y rápido, que aún habrán unas cuantas muertes más.
Pues sí, amigos, ahí estaban todas esas imágenes e ideas que les comentaba al principio: la inquietante figura asesina de "Jack el destripador", el asistente deforme Karkov, la decapitación de una prostituta... todo. Lo curioso de "Terror en el museo de cera" es que se parió en un momento, 1973 (cuando nací yo, fíjate), en el que el cine de terror estaba apuntísimo de dar un cambio, de dejar atrás lo clásico y gótico para meterse en terrenos más realistas y crudos. Por eso, tal vez, haga gala de alguna tiiiiiiimida concesión a la mala leche, sobre todo con los asesinatos. El final es un pelín confuso, pues se nos descubre al criminal gracias a la recreación en cera de sus actos, y la figura que le representa no es que se parezca mucho al actor que le toca acarrear el papel... pero por eliminación, y gracias al bigote que gasta, lo aciertas.
El reparto cuenta con rostros tan clásicos como los de John Carradine, Ray Milland o Elsa Lanchester.
Lo dicho, ideal para pasar un buen rato.

jueves, 13 de diciembre de 2012

NOCHE SILENCIOSA... NOCHE SANGRIENTA

Después de intentarlo con "Terror en la funeraria", me entraron ganas de recuperar el otro vistoso lanzamiento terrorífico de la no menos apabullante "Chock Video", "Noche silenciosa... noche sangrienta", y gracias a mi buen amigo Pajarillo pude agenciarme una copia VHS y consumirla ayer noche. Y me sorprendió... de verdad os lo digo. Imaginaos cuanto que, al ver que el sueño me acuciaba (ya que me la puse muy tarde), preferí darle al "stop" y concluirla al día siguiente con todos mis sentidos puestos.
Como "Terror en la funeraria", "Noche silenciosa... noche sangrienta" (traducción literal del título en v.o.), es otro producto típicamente setentero distribuido por una incipiente "Cannon" que mezcla los terrores clásicos de la década previa con las modernidades que entonces ya comenzaban a ser demandadas por la audiencia (solo que con resultados mucho mejores). Así pues tenemos una historia de terror gótico, con misteriosos asesinatos en familia, noches siniestras y caserones antiguos en la que, de vez en cuando, irrumpe una secuencia más o menos truculenta, destacando un crimen en la cama, a base de hachazos, bastante notable y gratificante. Vamos, yo no me lo esperaba y cumplió su función. Y, si lo miramos detenidamente, también encontraremos en ella lo que, más adelante, serían elementos típicos del género "slasher", destacando los paseos en cámara subjetiva que se marca el asesino de turno (y que hasta ahora yo atribuía a "Navidades Negras", parida cuatro años después).
La movida, que es bastante culebronesca, gira en torno al capitoste de una mansión de renombre que inexplicablemente fallece en llamas. Unos años después, su nieto, heredero de la casa, pretende venderla, pero un loco peligroso se escapa del manicomio con intención de dirigirse al lugar armado con un hacha y matar a los intrusos y a todos aquellos que esconden un oscuro secreto. Será el nieto quien encuentre un diario y se entere de todo, parte esta muy interesante por un par de aspectos. Por un lado, su estética, de cine mudo y colores sepia, que le otorga un rollo fantasmagórico notorio (más si tenemos en cuenta que lo narrado es especialmente inquietante), por otro, que en ella hacen su aparición varios estetas de lo que unos años antes fue el llamado cine "underground", concretamente el de la "Factory" de Andy Warhol, gente como la actriz Candy Darling o el singular Jack Smith (director de la famosa "Flaming Creatures") entre otros. ¿Qué coño pinta gente del "underground" originario en una peli de terror?, porque no se limita a roles secundarios, sin ir más lejos, la co-protagonisma es una jovencita Mary Woronov, auténtica actriz de culto también habitual de los ambientes Warholianos. Tan curioso como misterioso.
No menos interesantes son las apariciones del mítico John Carradine y la intervención off-camera de, ¡oh!, Lloyd Kaufman, el cansino capitoste de "Troma", aquí en novatillas funciones de productor asociado. Del director, Theodore Gershuny, poco sabía yo, pero tras recurrir al socorrido Imdb descubro que es también responsable de un film de culto titulado "Sugar Cookies" (en España "Lesbianismo Asesino", ¡¡JUAS!!), de nuevo con la Woronov de por medio (por lo visto era entonces su pareja), y que hizo de narrador en "The Battle of Love's Return", ¡el largo de debut del mismo Kaufman!.
"Noche silenciosa... noche sangrienta" no está nada mal, y lo dice alguien que se suele aburrir horrores con la mayoría de productos terroríficos de los 70. La historia se sigue con interés, la atmósfera está bien lograda, esconde algunos pequeños momentos de genuina inquietud y, estéticamente, tampoco va del todo coja en cuanto a aciertos.
Un pequeño título menor a reivindicar.

viernes, 17 de julio de 2020

PSYCHO A GO GO!

Cuando Al  Adamson lanzó “Blood of Ghastly horror” en realidad lo que estaba lanzando era un mejunje descontrolado de una vieja y fallida película suya a la que le había añadido metraje nuevo protagonizado por John Carradine para la ocasión. El material que reutilizó, pertenecía inicialmente a la película que nos ocupa, “Psycho  a Go-Go”, que ya de por sí era todo un desbarajuste. Pero ni por esas, ni por más que lo intente, logro conectar un ápice con el universo de Adamson.
Me llamó la atención de esta película, a priori, el trailer que prometía algo realmente descerebrado sobre un sátiro que se divertía violando y torturando a señoritas mientras el actor que le daba vida ofrecía un recital de gestos y sobreactuaciones que suelen ser muy de agradecer en esto del cine de mierda. Y no es exactamente eso; se trata de una película sobre robos de joyas, muy sesentera que, de mal resuelta, acaba, efectivamente, con un desenlace en el que tiene que ver una especie de psicópata retorcido que hace la vida imposible a las señoras. Vamos, que un tipo roba unas joyas, las guarda dentro de una muñeca y luego acosará a  la dueña de la muñeca y su madre en escenarios nevados, o en el puto desierto, con el fin de recuperar lo que ha robado. De las sobreactuaciones, poco más que lo visto en el trailer. Nada, película muerta.
Lo gracioso del asunto está en que, por aquel entonces, había una actriz y cantante llamada Tacey Robbins a la que Al Adamson se quería tirar. Para lograrlo, convirtió este extraño thriller en una película para su lucimiento, y rodó numeritos cabareteros de la artista en clubes nocturnos, que luego añade a la historia sin orden ni concierto,  tornándose un bodrio inclasificable de muy difícil digestión. Ni por esas la película consigue funcionar a ningún nivel.
Desconozco si Adamson llegó a follarse a Tacey Robbins, pero lo cierto es que mientras pudo, enamoradizo como era,  metió a todas las mujeres que se quería beneficiar en sus películas, hasta que dio con la tetuda Regina Carol con la que incluso se casó, y a la que conoció en similares circunstancias que a Tacey Robbins.
Como fuera, el pestiño se estrenó en 1965 y, como no lo vio nadie, cuatro años después se reutilizó este material, introdujo nuevo metraje de corte fantástico con  mad doctor de por medio y la lanzó bajo el título de “The fiend with the electronic brain” para luego, en 1971, añadir más material nuevo y  pasar a la posteridad bajo el título anteriormente citado, “Blood of Ghastly horror”, que, paradójicamente, sería una de sus películas más populares. En ninguna de sus versiones este material mejora.
Como suele pasar con mucho del producto marca Adamson, se creía “Psycho a Go-Go” perdida para siempre… hasta que apareció integra en unas latas en su primera versión y los chicos de Troma la explotaron en DVD con extras más interesantes que la propia película.
No diré de este agua no beberé y puede que regrese con otra reseña de alguna Al Adamsonada en un futuro… pero, hoy por hoy, aquí se acaba mi relación con él.