"Carver" tiene tres características a su favor. Que es un slasher. Que es seria. Y que es gore. No hace mucho clamaba a los cielos porque el slasher del nuevo milenio parecía destinado al humor ("Hatchet") o al juego referencial ("Hack!"). ¿Para cuando uno puro y genuino?, que más allá de los inevitables referentes se limite a contar una historia de psycho-killer masacrando adolescentes y punto... sin cachondeo y sin mirarse al ombligo, crudamente. Pues bien, "Carver" esa ESA película.
Un grupo de chavales van de excursión y... ¡dios!, da hasta grima soltar esta parrafada. ¿Para qué seguir si la conocéis de sobras?, baste decir que el film da un leve giro a tan magreada trama con la aparición de una serie de películas snuff hechas en super 8 (y la mar de inverosímiles) que ponen en alerta al más listo de la pandilla. Por lo demás, rutina de la buena, no excesivamente aburrida y, sorprendentemente, no excesivamente mal interpretada (ojo a la chavala que, según como la encuadran, parece Michael Jackson con cinco quilos de más). "Carver" sabe mantener el ritmo, lo que hoy día cuesta horrores cuando juegas con un material tan trillado y, ¡ojo al dato!, casi 100 minutos de duración, nada menos.
Sin embargo, no sería justo reconocer que, hasta cierto punto, la peli se desvía un poco de sus raíces slasherianas para adentrarse en un terreno más propio de "La matanza de Texas" (y eso que el film de Tobe Hooper planea a lo largo de toda la proyección, pero se hace especialmente evidente en esta parte), cuando los últimos supervivientes se enfrentan en una brutal, sangrienta y encarnizada lucha con el psycho-killer gordo de turno... esta parte es especialmente delirante, por su sabrosa ración de hemoglobina, sus nada delicados métodos de defensa, una lograda atmósfera malsana (el disco de country que se va ralentizando a medida que la sensación de demencia se agudiza) y, eso también, ciertas resoluciones un pelín absurdas. Incluso diría yo que en algunos detalles recuerda a "Posesión Infernal", ya no solo por el abuso gran-guiñolesco, también por la imagen de uno de los protagonistas recorriendo la cabaña, escopeta en mano y embadurnado de dulce líquido rojo.
Donde "Carver" realmente destaca es en su brutalidad. El gore campa a sus anchas, las mutilaciones y torturas más sádicas no escatiman en detalles y, en especial, destaca una por retorcida y especialmente angustiosa, en la que uno de los chavales ve cómo el asesino le revienta un testículo con unas tenazas. Y sí, nada de florituras, nos lo comemos en primerísimo plano, con todo su esplendor, su burrismo y su escalofriante efecto sonoro (incluso un gráfico chorrillo de orina se desliza por el pene, ¡toma castaña!)... tremendo (y es que, encima, previamente la víctima recibe un sabroso baño de mierda, literalmente hablando). Está claro que el fin de tan sensible secuencia es llamar la atención, ¡y joder si lo consigue!, por un momento crees estar viendo una italianada caníbal de los ochenta.
Sinceramente, me ha sorprendido. "Carver" está muy por encima de la media con respecto a lo que suelen dar de si esta clase de productos rodados en vídeo (algo que cada vez cuesta más distinguir), no he usado el avance rápido... y me ha dejado la entrepierna considerablemente dolorida.
Bien merece un visionado.