Sin embargo, en los USA, este documental rula más por los
circuitos de la “Explotation” y los programas dobles (la edita “Something Weird
video).
Sea como fuere, yo tenía cierto interés en verlo, y he
podido hacerlo en las mejores condiciones.
El documental cuenta, a base de rodar misas negras oficiadas
por el caradura de LaVey, y entrevistas a él mismo, a sus adeptos, y a varios
de los vecinos del edificio dónde se practicaban estas ceremonias, la filosofía
de esta extraña secta, que básicamente lo que hacían, era soltar cuatro
chorradas (LaVey ni se sabía más de cuatro nombres para nombrar a Satanás, y
hacía misas de no más de cinco minutos), con una tía en pelotas tumbada en el
altar.
Las quejas de los vecinos, tampoco son para tanto, puesto
que tampoco era una secta muy escandalosa, y cuyas excentricidades eran casi
infantiles; LaVey, se vestía de demonio a la vieja usanza, con cuernecitos y
todo, o tenían un león como mascota, amparándose en una ley que no prohibía
tener leones en casa. Hay quien dice que incluían al león en sus prácticas
sexuales, pero no dejan de ser habladurías de los vecinos. La sensación que me
queda tras ver el documental, es que se trata de unos pobres “diablos”-nunca
mejor dicho- y que el director era amiguete del “Papa negro” y que esto no es
más que una película de burda propaganda.
Lo bueno, es ver las texturas y colores en los que está
rodado el documental, sus 16 mm. Y todo muy “camp” y alegre, a pesar de la
supuesta oscuridad de lo que retrata, que le confiere, al documental, aires de
película “Nudie”.
Con todo, el documental se deja ver, pasamos el rato, y
hasta nos echamos unas risillas con el atuendo de Antón LaVey, su caradura a la
hora de reivindicar cosas como el sexo libre, y nos jactamos al comprobar que
la famosa Iglesia de Satán, no es sórdida, si muy ingenua, no hacen nada
provocador, por sacrificar, no sacrifican ni un melocotón, y en definitiva, es
una tontería muy gorda. De hecho, esta secta es más popular por los rumores que
corren de que Antón LaVey fue el asesor satanico de Roman Polanski en “La
semilla del diablo”, hecho este, real o no, que le emparentó directamente con
el caso Charles Manson, que por si misma.
Dirige, no sin cierta inutilidad un tal Ray Laurent, que
cuenta únicamente con esta película en su filmografía, así como unos cuantos
títulos de baja estofa de los que es montador.