lunes, 15 de agosto de 2022

MAGIC

“Magic” es una estupenda película de finales de los 70 que, aun habiéndose estrenado en nuestro país en su momento, y por lo general, no ocupar el lugar que se merece a causa de ciertos problemas de distribución —la Fox solo contaba con una parte de los derechos— han relegado, a nivel internacional, al nicho televisivo, donde durante años se ha emitido con regularidad. En los USA, hasta su reciente aparición en Blu Ray, nunca había tenido edición en vídeo o DVD. En nuestro país, sin embargo, ha contado con varias de origen sospechoso; primero fue editada en VHS de mala manera por I.V.E y, veintitantos años después, lo fue en DVD por R&S distribuciones, que nos ofrecía una copia infecta en pantalla cuadrada y con una caratula cutre a más no poder. Además, llevaba un subtítulo no oficial por el que hoy es conocida la película: “El muñeco diabólico”, cosa del todo incomprensible si tenemos en cuenta que en su estreno por salas se lanzó simplemente como “Magic” -acompañándose por un pequeño subtítulo que rezaba: “Una historia de amor alucinante”- y por el más que obvio hecho de que ya existía una película extremadamente popular que llevaba ese título —la de Chucky, por supuesto—. Más adelante, con la fiebre del DVD pirata, se lanzaría una nueva edición totalmente fraudulenta que, sin embargo, respetaría su formato original de dieciséis novenos y una calidad de imagen mayor que la de las anteriores.
Como fuere, se trata de una perturbadora película a mayor gloria del talento de Anthony Hopkins que en su momento, ya solo el trailer, presentado por el muñeco de ventriloquia protagonista, Fats, aterró a las plateas de finales de los 70 de manera sorprendente, teniendo incluso que retirarlo porque provocaba ataques de nervios a los espectadores.
La película, que se basa en una novela escrita previamente por el guionista William Goldman —que recibió la friolera de un millón de dólares por los derechos para la adaptación al cine y la escritura del libreto— cuenta la historia de Corky, un joven mago al que no le va muy bien en sus incursiones en las “Open nights” de los locales de la ciudad. Para reforzar su espectáculo, lo mezclará con un numerito de ventriloquia en el que un muñeco a imagen y semejanza suya hará chistes obscenos a la par que interactuará con los juegos de magia. Y la cosa así, sí que funciona. De esta forma, un exitoso manager decidirá lanzarlo al estrellato presentando el número de Corky a la cadena de televisión HBO. La única condición que pone el canal, es someter al artista a un reconocimiento médico, cosa a la que este se niega irracionalmente, huyendo a su pueblo natal para no tener que oír hablar del tema. Allí se reencuentra con su novia del instituto, con la que mantendrá un affaire.
Cuando su manager se presenta allí de improviso sospechando el por qué de su animadversión hacia la prueba médica, comprobará que Corky tiene un severo trastorno mental, puesto que le pilla teniendo una acalorada discusión con su muñeco.
Todo se complicará cuando Corky, dominado por su propia marioneta, asesina al manager. Pero ¿es una enfermedad mental de Corky? ¿O es que el muñeco tiene vida propia?
Por supuesto se trata de una película con más de cuarenta años y el impacto que pudiera provocar al espectador en 1978 es considerablemente menor al causado hoy en día, pero, por encima de la capacidad para aterrarnos, queda la calidad de la obra, excelentemente rodada por Richard Attenborough que con un ritmo pausado, que se torna histérico en las secuencias de mayor tensión, consigue que el espectador se quede pegado a la butaca sin pestañear. Da gusto sentarse a ver una película como esta en los tiempos que corren.
Attenborough no era más que uno de los varios nombres que optaban a la silla de director, de hecho aceptó rodarla porque de esta manera se aseguraba la futura financiación para su proyecto sobre Gandhi, pero hubo varios antes que él que aspiraban a encargarse de “Magic”, entre ellos Spielberg, del mismo modo que se barajaron actores de la talla de De Niro o Jack Nicholson —cuenta la leyenda que rechazó el papel de Corky porque se le imponía usar bisoñé y no quiso...—. También se pensó en contratar a Gene Wilder para que pusiera voz al muñeco, pero el productor Joseph E. Levine se opuso rotundamente, alegando que no quería ningún cómico en la película, ya que consideraba acabaría con el tono eminentemente serio que debía llevar “Magic”. Con los años, se llegó a preguntar a Wilder en una entrevista si había algún papel que le hubiera gustado interpretar y respondió, tajantemente, que el de Corky en “Magic”, ya que estimaba podría haberlo efectuado estupendamente. Yo, casi le secundo.
“Magic” es un clásico relativamente olvidado, y uno de los títulos influyentes de la época. El propio Don Mancini asegura cuanto debe a “Magic” su creación “El muñeco diabólico” y, de hecho, en la reciente serie de televisión sobre Chucky, incluye una escena que homenajea directa y abiertamente a la película de Attenborough. Pero no solo Chucky bebe de esta; todas las de muñecos de ventriloquia asesinos posteriores la tienen bien presente, si bien tampoco es la primera dentro de lo que podríamos llamar un subgénero (otra destacable es "Devil Doll" dirigida por Lindsay Shonteff. Curiosamente conocida en España como ¡¡¡"El muñeco diabólico"!!!!). Lo que sí que es, sin duda, es la mejor.
Junto a Anthony Hopkins, tenemos en el reparto a un inmejorable Burgess Meredith, a Ann-Margret y Ed Lauter en el papel de su esposo, que acusa problemas mentales tan severos, o más, que los del personaje de Corky. Todos están geniales.
Una de las imprescindibles de los 70.