sábado, 13 de agosto de 2022

CALÍGULA

Por lo que a mi respecta, "Calígula" representa el epítome de la libertad y osadía del cine típicamente setentero. Solo en ese periodo tan fascinante podría haberse concebido semejante locura. Una película histórica sobre los desmanes de un emperador romano, producida por una revista para pajilleros ("Penthouse"), con un pastizal invertido en su creación (incluidos decorados enormes y barrocos), actores de categoría y un contenido hasta las trancas de sexo explícito, violencia y mucha mucha sordidez. Unas maneras ya no imposibles de ver una década previa, o
posterior (más enfocada al espectáculo despreocupado destinado a complacer al espectador), directamente impensable en los tiempos que corren. Solo por eso, merece considerarse... lo que no quiere decir, ni por el forramen, que estemos ante una obra de arte o algo así.
Obviamente, por todo ello, las historias en torno a la confección de "Calígula" son cientos. Podría pasarme horas desgranándolas aquí, pero no tengo ganas. Busquen en Imdb o cualquier fuente afín y podrán empaparse. Baste resumirlo en que, una vez terminada, algunos de sus actores, su director original (Tinto Brass), el autor del supuesto texto adaptado (el mega-reputado Gore Vidal), los críticos (Roger Ebert se piró del cine a media peli, cabreadísimo, ¡¡ja!!) e incluso parte del público (iba para exitazo, pero fue retirada de las salas en medio del subidón. Todavía sigue prohibida en algún lugar) echaron incontables pestes de ella, renegaron de su mera existencia, soñaban con desvincularse y salían por la tele pidiendo que nadie fuese a verla. Un super-escándalo.
Narrativamente la cosa no tiene mucho truco. Asistimos al ascenso y caída de Calígula como emperador. Entre medias, unas pocas intrigas palaciegas, muchas judiadas por la espalda, algo de truculencia y sexo, sobre todo muuuucho sexo. Tetas, coños, culos y una incontable cantidad de pollas. Pero hasta hartar. "Calígula" es pura lascivia. Desde el primer al último fotograma. Y repito, no solo hablo de erotismo, hablo de explícita pornografía. Vemos mamadas y comidas de coño (incluidas de naturaleza gay), corridas, alguna penetración y hasta una meada. Sin medias tintas. Todo ello envuelto en un aire como a peli de mucha categoría, incluso artística (con una bonita banda sonora, destacando el tema romántico y el que abre el film, de procedencia clásica). Claro, la mezcla es tremenda e irresistible para aquellos que adoren la rareza, el fruto prohibido, la arqueología de tiempos que no volverán. Por lo demás, no les voy a engañar, es un tostón. Larga, lenta y aburrida. Únicamente nos mantiene despiertos el elemento "sleaze". La acumulación de barrabasadas e instantes shock (donde también asistimos a un parto totalmente real), a cada cual más cafre. Aquellos estrictamente pornográficos fueron rodados e insertados por el mecenas de "Penthouse" a espaldas del reparto. De ahí los lógicos mosqueos. Este viene compuesto por nombres tan sorprendentes como los de Peter O´Toole o John Gielgud. Malcom McDowell haciendo del personaje titular, e ideal, teniendo en cuenta su habitual tendencia a interpretar tíos raros y chungos (razón por la que, justo después, aceptó un rol tan opuesto en la estupenda "Los pasajeros del tiempo"). La hermosa Helen Mirren, aireando sus dos enormes tetazas. Y en el apartado curiosidades, John Streiner, al que luego veríamos en chorromil exploitations italianos.
Naturalmente, tanta mandanga sensacionalista solo podía atraer a las moscas igual que lo hace la caca. Y en este caso fueron un puñado de cineastas de baja estofa y mentalidad explotativa que comenzaron a producir sucedáneos semi-pajeros con el nombre de "Calígula" en el título o, en su defecto, ambientación romana de tirón sexy, valga como ejemplo "Calígula y Mesalina" o "Roma: Orgía imperial" del inevitable Bruno Mattei, "Una virgen para Calígula" del "especialista" Jaime J. Puig -suyas son las dos entregas de "Bacanales Romanas", de donde "Una virgen para Calígula" recicla parte del material-, o "Roma. L'antica chiave dei sensi" del especialista en cine pajero Lorenzo Onorati, usando el nombre de Lawrence Webber. Tal vez el más destacado sea Aristide Massaccesi, que bajo el alias de David Hills se sacó de la manga "Caligola: La storia mai raccontata", 
titulada en España por José Frade muy sabiamente como "Calígula 3: la historia jamás contada" (lo que nunca he sabido es donde anda "Calígula 2", posiblemente se refiera a "Calígula y Mesalina", que era la más descarada del pack -incluso en su cartel, donde podemos hablar de plagio puro-) Pal caso, al emperador loco lo interpreta David Brandon, el histriónico director de teatro orejudo en "Aquarius". Y, justamente, el responsable directo de aquella, el gran Michele Soavi, se marca un papelito y, además, fue "secretario de montaje" durante su confección. Casiná.
Hoy se dice, se comenta, que toda la mala prensa acarreada por Calígula -el emperador romano, no la película- podría ser mentira. Que caía gordo al senado y, tras su muerte, se dedicó a escribir las trolas más enfermizas y despiadadas con intención de pintarlo como un monstruo de cara a la historia. Hicieron un buen trabajo, la verdad. Nunca sabremos si estaba así de pillao, pero desde luego resulta mucho más divertido pensar que sí. Tal ha sido su peso que incluso inspiró la creación de uno de los villanos más míticos de los tebeos de "Juez Dredd" -de cuando eran buenos- un juez supremo rubio, medio psicópata y que otorga un puesto de responsabilidad a un pez, igual que, se supone, Calígula hizo con un caballo al que nombró cónsul y sacerdote. Aquel personaje respondía al ingenioso nombre de "Juez Cal". Tampoco podemos pasar por alto la simpática canción que los "Dickies" le dedicaron en 1989.
Mi anécdota personal en torno a "Calígula" se sitúa a finales de los ochenta, estudiando primero de BUP. Eventualmente organizábamos pases de películas interesantes para el alumnado. Al ser yo responsable de seleccionarlas, cayeron "Curso 1984" y, obvio, la reseñada. Les aseguro que aquel pase fue un éxito de asistencia. Vinieron hasta los profesores. Y nadie habló ni, casi casi, se marchó durante el visionado. Me senté en primera fila, orgulloso de mi victoria, y a ratos echaba la vista atrás para inspeccionar las caras de asombro del personal. En un momento dado, una chica exclamó "¿Pero quién es el pervertido que ha puesto esto?" Supongo que algún profesor sería abroncado porque nunca hubo más proyecciones. ¿Se imaginan repetir tal hazaña en 2022?