Tan solo han pasado tres años desde aquél pequeño éxito de la clasificación “S” que fue “Bacanales romanas” y la forma de consumir cine erótico ha cambiado mucho en 1985. El porno ya está legalizado, no existe la clasificación “S” y lo que viene siendo cine de destape ya está pegando sus últimos coletazos del mismo modo que ya imperan en la cartelera los títulos del emergente nuevo cine español con la comedia madrileña a la cabeza. Asimismo, la exhibición de pornografía en salas ha quedado reducida a reductos suburbiales donde lo que lo que menos importa es la programación ofrecida, y el auge del vídeo domestico convierte el género en un producto preferente para ese formato.
Por eso, el estreno de esta secuela de “Bacanales romanas” no tiene razón de ser en esa época y, pasando por taquilla sin pena ni gloria (no llegó ni a 35.000 espectadores del año 85 la pobrecilla), “Bacanales romanas II” se convierte en una auténtica rara avis del cine español, amen de tratarse de una cinta inencontrable hasta hace poco que han comenzado a aparecer copias de la misma en VHS en páginas de venta de artículos de segunda mano, como si fueran setas.
El caso es que, consciente su director Jaime J. Puig de que el erotismo ya no es el reclamo principal, y de que la fundamental baza de “Bacanales romanas” era su humor "spoof", en esta segunda parte anula casi por completo el folleteo —hay un par de escenas subiditas de tono, pero muy suaves, muy inofensivas— y se centra al 90% en el humor. Mantiene toda suerte de anacronismos, los chistes propios del "spoof" (romanos jugando a las tragaperras, montando en moto o bailando en la discoteca), pero la voz cantante la marcan los chistes. “Bacanales romanas II” es, al igual que, por ejemplo, “Jaimito contra todos”, una película de chistes. Muchos, muy malos, pero que sin embargo están ejecutados por los actores con tanto gracejo que la película, donde escasea el número de planos, posee un ritmo apabullante precisamente porque van escenificando los chistes uno tras otro en modo metralla.
En ese sentido, y como buena producción catalana que es, la película sirve como vehículo de lucimiento para aquellos estupendos artistas de variedades que operaban en los teatros del paralelo barcelonés y ya tenían una gran presencia en la película previa, pero que aquí son los absolutos protagonistas: Conrrado Tortosa “Pipper”, Lita Claver “La Maña”, Raquel Evans o “La Pelos”, sostienen el peso de “Bacanales romanas II” y escenifican todos los chistes verdosos con gran soltura y eficacia llevándole a pensar a uno como es que toda esta tropa no tuvo más suerte en el resto de la península, y cómo no hicieron mucho más cine, porque son todos cojonudos. Pipper sería César Calígula y La Maña daría vida… a La Maña, una empleada del servicio que ansía que César Calígula la penetre.
Por supuesto, “Bacanales romanas II” prescinde del argumento —y ni falta que le hace— y apuesta por las situaciones propicias para poder filmar los chistes. Todos de cornudos, de violaciones, de mariquitas… de cuando se podían hacer sin que ningún colectivo se ofendiera.
La película es una serie Z con todas las de la ley; amparada bajo la conciencia de ser una comedia, se recrea la antigua roma en unos urinarios, o en un chalét con piscina o en un parquecillo de por ahí, eso sí, todos vestidos de romano, y para ambientar más la cosa, no hay problema a la hora de insertar escenas robadas de viejos péplums que ponen en situación al espectador. Con dos cojonazos.
Entonces, a rasgos generales es mala de pelotas, casi ofende la factura y el morro gastado, pero sin embargo... ¡es tan, tan divertida! Y créanme cuando les digo que me entretuvo como pocas, y que me descojonaba, cual niño pequeño o cual viejo verde rancio y fascistoide, con todos y cada uno de los estúpidos chistes. Vamos, una cosa como no me pasaba hace tiempo. Y eso es maravilloso.
Jaime J. Puig, al igual que con la primera parte, firma bajo el seudónimo de Jacob Most y se despide de la dirección cinematográfica con una pequeña lista de films indescriptibles y la escritura del guion, tres años después, de esa joya del "trash" ibérico que es “Andalucía Chica” de José Ulloa, película para el lucimiento de Antonio Molina cuando este ya estaba con un pie en la tumba.
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viernes, 8 de julio de 2022
domingo, 10 de julio de 2016
LOS FOTOCROMOS (Y EL POSTER) DE "LA SELVA ESTÁ LOCA, LOCA, LOCA..."
No es la primera vez que Jacob Most, alias de Jaime J. Puig, aparece en este blog. Víctor ya reseñó en su día una de sus estridentes comedias, "Bacanales Romanas".
Por desgracia no tenemos reseña de "La selva está loca, loca, loca..." y tampoco la hemos visto, pero el día que me encontré ante su poster quedé absolutamente fascinado. ¡¿Qué cojones es esta mierda?!. Si amplían la respectiva foto y leen los diálogos estilo comic que sueltan los animales dibujados, se toparán con perlas como: "¿Qué tripa se la ha roto al "Tarza" este?", "Corta ya la movida "Tarza", que no me vas" o "Madre que mogollón, esta no es mi selva, ¡me la han cambiao!". Puro arte. Sorprende también encontrar que parte de la producción corre a cargo de a famosa Profilmes, la factoría de fantaterror español que en los 70 dio salida a las no menos temibles aventuras fílmicas de Paul Naschy. Tiempo después tuve acceso a sus fotocromos y ahí sí que ya me quedé sin habla. Genuina comedia cutre española de los 80 parida con cuatro pesetas e intención de subirse al carro de lo que era entonces la honda en las películas de risa que venían del otro lado del charco, usar la palabra "loca" en el título, cuantas más veces mejor, ejemplos los hay para parar un tren (desde "Estos zorros locos, locos, locos" a "La loca historia de los 3 Mosqueteros", como otra muestra de esa tendencia en nuestro cine).
No hace falta ser muy ducho para pillar cual debe ser el tono de esta infra-obra de arte. De momento, y hasta que la suframos en una pantalla, nos quedamos con algunos de los nombres ligados a ella, como el del protagonista, Carles Velat, muy habitual por entonces en el cine y la televisión de procedencia catalanas ("Las aventuras de Zipi y Zape", "En busca del polvo perdido", "El fascista, Doña Pura y el follón de la escultura", "No me toques el pito que me irrito" o "Un genio en apuros"). Pa mi que por aspecto se le debería considerar algo así como "el Woody Allen español", de ahí que le asociaran siempre a comedias, por chusqueras que fuesen. Le acompañan la chica de la película, la más que conocida Silvia Marsó, el humorista Conrado Tortosa "Pipper", el muy habitual en cine de destape chungo Joaquín Gómez / Quin Gomes. Otra que tal, Carla Dey. Y Mir Ferri, que también puede presumir de mucha roña en su curriculum. El actor de color se llamaba Julian Granje Davies y solía salir mucho en la primeriza tv3, la televisión de Cataluña (gracias Patrick!).
El director de foto no es otro que el hoy bien reputado Carles Gusi.
Lo que me encanta es que en el poster pongan en un recuadro al productor, Gonzalo González.... ¡si joder, claro, Gonzalo González!..... de los González de toda la vida.
En fin, que ahí les dejo los fotocromos (y el póster) de "La selva está loca, loca, loca...". En una palabra: Im-pa-ga-bles.
Por desgracia no tenemos reseña de "La selva está loca, loca, loca..." y tampoco la hemos visto, pero el día que me encontré ante su poster quedé absolutamente fascinado. ¡¿Qué cojones es esta mierda?!. Si amplían la respectiva foto y leen los diálogos estilo comic que sueltan los animales dibujados, se toparán con perlas como: "¿Qué tripa se la ha roto al "Tarza" este?", "Corta ya la movida "Tarza", que no me vas" o "Madre que mogollón, esta no es mi selva, ¡me la han cambiao!". Puro arte. Sorprende también encontrar que parte de la producción corre a cargo de a famosa Profilmes, la factoría de fantaterror español que en los 70 dio salida a las no menos temibles aventuras fílmicas de Paul Naschy. Tiempo después tuve acceso a sus fotocromos y ahí sí que ya me quedé sin habla. Genuina comedia cutre española de los 80 parida con cuatro pesetas e intención de subirse al carro de lo que era entonces la honda en las películas de risa que venían del otro lado del charco, usar la palabra "loca" en el título, cuantas más veces mejor, ejemplos los hay para parar un tren (desde "Estos zorros locos, locos, locos" a "La loca historia de los 3 Mosqueteros", como otra muestra de esa tendencia en nuestro cine).
No hace falta ser muy ducho para pillar cual debe ser el tono de esta infra-obra de arte. De momento, y hasta que la suframos en una pantalla, nos quedamos con algunos de los nombres ligados a ella, como el del protagonista, Carles Velat, muy habitual por entonces en el cine y la televisión de procedencia catalanas ("Las aventuras de Zipi y Zape", "En busca del polvo perdido", "El fascista, Doña Pura y el follón de la escultura", "No me toques el pito que me irrito" o "Un genio en apuros"). Pa mi que por aspecto se le debería considerar algo así como "el Woody Allen español", de ahí que le asociaran siempre a comedias, por chusqueras que fuesen. Le acompañan la chica de la película, la más que conocida Silvia Marsó, el humorista Conrado Tortosa "Pipper", el muy habitual en cine de destape chungo Joaquín Gómez / Quin Gomes. Otra que tal, Carla Dey. Y Mir Ferri, que también puede presumir de mucha roña en su curriculum. El actor de color se llamaba Julian Granje Davies y solía salir mucho en la primeriza tv3, la televisión de Cataluña (gracias Patrick!).
El director de foto no es otro que el hoy bien reputado Carles Gusi.
Lo que me encanta es que en el poster pongan en un recuadro al productor, Gonzalo González.... ¡si joder, claro, Gonzalo González!..... de los González de toda la vida.
En fin, que ahí les dejo los fotocromos (y el póster) de "La selva está loca, loca, loca...". En una palabra: Im-pa-ga-bles.
sábado, 13 de agosto de 2022
CALÍGULA
Por lo que a mi respecta, "Calígula" representa el epítome de la libertad y osadía del cine típicamente setentero. Solo en ese periodo tan fascinante podría haberse concebido semejante locura. Una película histórica sobre los desmanes de un emperador romano, producida por una revista para pajilleros ("Penthouse"), con un pastizal invertido en su creación (incluidos decorados enormes y barrocos), actores de categoría y un contenido hasta las trancas de sexo explícito, violencia y mucha mucha sordidez. Unas maneras ya no imposibles de ver una década previa, o posterior (más enfocada al espectáculo despreocupado destinado a complacer al espectador), directamente impensable en los tiempos que corren. Solo por eso, merece considerarse... lo que no quiere decir, ni por el forramen, que estemos ante una obra de arte o algo así.
Obviamente, por todo ello, las historias en torno a la confección de "Calígula" son cientos. Podría pasarme horas desgranándolas aquí, pero no tengo ganas. Busquen en Imdb o cualquier fuente afín y podrán empaparse. Baste resumirlo en que, una vez terminada, algunos de sus actores, su director original (Tinto Brass), el autor del supuesto texto adaptado (el mega-reputado Gore Vidal), los críticos (Roger Ebert se piró del cine a media peli, cabreadísimo, ¡¡ja!!) e incluso parte del público (iba para exitazo, pero fue retirada de las salas en medio del subidón. Todavía sigue prohibida en algún lugar) echaron incontables pestes de ella, renegaron de su mera existencia, soñaban con desvincularse y salían por la tele pidiendo que nadie fuese a verla. Un super-escándalo.
Narrativamente la cosa no tiene mucho truco. Asistimos al ascenso y caída de Calígula como emperador. Entre medias, unas pocas intrigas palaciegas, muchas judiadas por la espalda, algo de truculencia y sexo, sobre todo muuuucho sexo. Tetas, coños, culos y una incontable cantidad de pollas. Pero hasta hartar. "Calígula" es pura lascivia. Desde el primer al último fotograma. Y repito, no solo hablo de erotismo, hablo de explícita pornografía. Vemos mamadas y comidas de coño (incluidas de naturaleza gay), corridas, alguna penetración y hasta una meada. Sin medias tintas. Todo ello envuelto en un aire como a peli de mucha categoría, incluso artística (con una bonita banda sonora, destacando el tema romántico y el que abre el film, de procedencia clásica). Claro, la mezcla es tremenda e irresistible para aquellos que adoren la rareza, el fruto prohibido, la arqueología de tiempos que no volverán. Por lo demás, no les voy a engañar, es un tostón. Larga, lenta y aburrida. Únicamente nos mantiene despiertos el elemento "sleaze". La acumulación de barrabasadas e instantes shock (donde también asistimos a un parto totalmente real), a cada cual más cafre. Aquellos estrictamente pornográficos fueron rodados e insertados por el mecenas de "Penthouse" a espaldas del reparto. De ahí los lógicos mosqueos. Este viene compuesto por nombres tan sorprendentes como los de Peter O´Toole o John Gielgud. Malcom McDowell haciendo del personaje titular, e ideal, teniendo en cuenta su habitual tendencia a interpretar tíos raros y chungos (razón por la que, justo después, aceptó un rol tan opuesto en la estupenda "Los pasajeros del tiempo"). La hermosa Helen Mirren, aireando sus dos enormes tetazas. Y en el apartado curiosidades, John Steiner, al que luego veríamos en chorromil exploitations italianos.
Naturalmente, tanta mandanga sensacionalista solo podía atraer a las moscas igual que lo hace la caca. Y en este caso fueron un puñado de cineastas de baja estofa y mentalidad explotativa que comenzaron a producir sucedáneos semi-pajeros con el nombre de "Calígula" en el título o, en su defecto, ambientación romana de tirón sexy, valga como ejemplo "Calígula y Mesalina" o "Roma: Orgía imperial" del inevitable Bruno Mattei, "Una virgen para Calígula" del "especialista" Jaime J. Puig -suyas son las dos entregas de "Bacanales Romanas", de donde "Una virgen para Calígula" recicla parte del material-, o "Roma. L'antica chiave dei sensi" del especialista en cine pajero Lorenzo Onorati, usando el nombre de Lawrence Webber. Tal vez el más destacado sea Aristide Massaccesi, que bajo el alias de David Hills se sacó de la manga "Caligola: La storia mai raccontata", titulada en España por José Frade muy sabiamente como "Calígula 3: la historia jamás contada" (lo que nunca he sabido es donde anda "Calígula 2", posiblemente se refiera a "Calígula y Mesalina", que era la más descarada del pack -incluso en su cartel, donde podemos hablar de plagio puro-) Pal caso, al emperador loco lo interpreta David Brandon, el histriónico director de teatro orejudo en "Aquarius". Y, justamente, el responsable directo de aquella, el gran Michele Soavi, se marca un papelito y, además, fue "secretario de montaje" durante su confección. Casiná.
Naturalmente, tanta mandanga sensacionalista solo podía atraer a las moscas igual que lo hace la caca. Y en este caso fueron un puñado de cineastas de baja estofa y mentalidad explotativa que comenzaron a producir sucedáneos semi-pajeros con el nombre de "Calígula" en el título o, en su defecto, ambientación romana de tirón sexy, valga como ejemplo "Calígula y Mesalina" o "Roma: Orgía imperial" del inevitable Bruno Mattei, "Una virgen para Calígula" del "especialista" Jaime J. Puig -suyas son las dos entregas de "Bacanales Romanas", de donde "Una virgen para Calígula" recicla parte del material-, o "Roma. L'antica chiave dei sensi" del especialista en cine pajero Lorenzo Onorati, usando el nombre de Lawrence Webber. Tal vez el más destacado sea Aristide Massaccesi, que bajo el alias de David Hills se sacó de la manga "Caligola: La storia mai raccontata", titulada en España por José Frade muy sabiamente como "Calígula 3: la historia jamás contada" (lo que nunca he sabido es donde anda "Calígula 2", posiblemente se refiera a "Calígula y Mesalina", que era la más descarada del pack -incluso en su cartel, donde podemos hablar de plagio puro-) Pal caso, al emperador loco lo interpreta David Brandon, el histriónico director de teatro orejudo en "Aquarius". Y, justamente, el responsable directo de aquella, el gran Michele Soavi, se marca un papelito y, además, fue "secretario de montaje" durante su confección. Casiná.
Hoy se dice, se comenta, que toda la mala prensa acarreada por Calígula -el emperador romano, no la película- podría ser mentira. Que caía gordo al senado y, tras su muerte, se dedicó a escribir las trolas más enfermizas y despiadadas con intención de pintarlo como un monstruo de cara a la historia. Hicieron un buen trabajo, la verdad. Nunca sabremos si estaba así de pillao, pero desde luego resulta mucho más divertido pensar que sí. Tal ha sido su peso que incluso inspiró la creación de uno de los villanos más míticos de los tebeos de "Juez Dredd" -de cuando eran buenos- un juez supremo rubio, medio psicópata y que otorga un puesto de responsabilidad a un pez, igual que, se supone, Calígula hizo con un caballo al que nombró cónsul y sacerdote. Aquel personaje respondía al ingenioso nombre de "Juez Cal". Tampoco podemos pasar por alto la simpática canción que los "Dickies" le dedicaron en 1989.
Mi anécdota personal en torno a "Calígula" se sitúa a finales de los ochenta, estudiando primero de BUP. Eventualmente organizábamos pases de películas interesantes para el alumnado. Al ser yo responsable de seleccionarlas, cayeron "Curso 1984" y, obvio, la reseñada. Les aseguro que aquel pase fue un éxito de asistencia. Vinieron hasta los profesores. Y nadie habló ni, casi casi, se marchó durante el visionado. Me senté en primera fila, orgulloso de mi victoria, y a ratos echaba la vista atrás para inspeccionar las caras de asombro del personal. En un momento dado, una chica exclamó "¿Pero quién es el pervertido que ha puesto esto?" Supongo que algún profesor sería abroncado porque nunca hubo más proyecciones. ¿Se imaginan repetir tal hazaña en 2022?
Mi anécdota personal en torno a "Calígula" se sitúa a finales de los ochenta, estudiando primero de BUP. Eventualmente organizábamos pases de películas interesantes para el alumnado. Al ser yo responsable de seleccionarlas, cayeron "Curso 1984" y, obvio, la reseñada. Les aseguro que aquel pase fue un éxito de asistencia. Vinieron hasta los profesores. Y nadie habló ni, casi casi, se marchó durante el visionado. Me senté en primera fila, orgulloso de mi victoria, y a ratos echaba la vista atrás para inspeccionar las caras de asombro del personal. En un momento dado, una chica exclamó "¿Pero quién es el pervertido que ha puesto esto?" Supongo que algún profesor sería abroncado porque nunca hubo más proyecciones. ¿Se imaginan repetir tal hazaña en 2022?
lunes, 17 de agosto de 2015
BACANALES ROMANAS
Curiosa película que en su momento se ganó la clasificación “S” cuando en realidad contiene escenas de sexo explícito
–protagonizadas por Ajita Wilson en su mayoría, ya sea con hombres o mujeres- y
que es un pequeño clásico del sub-género ya que en su momento un modesto éxito
la acompañó en las salas.
“Bacanales Romanas” nace como absoluta consecuencia del
“Calígula” de Tinto Brass y resulta, al igual que sus películas hermanastras,
aquellos pornos ochenteros dirigidos por Jess Franco, un producto simpático y competente,
pero cuyo contenido erótico es de lo más sórdido y desasosegante.
Y es que “Bacanales Romanas” es una “spoof movie” porno. Ahí
es nada. Y entre polvo chapucero y polvo chapucero (con algo tan de los ochenta
como son los actores que no consiguen enderezar el miembro) tenemos diálogos
imposibles (pero graciosos, con todos los actores soltando tacos indiscriminadamente y en el tono más castizo posible), chascarrillos y gags a un ritmo de vértigo, llevándose la palma en
cuanto a humor algo tan socorrido como son en las comedias de época los
anacronismos, viendo como los Romanos contestan al teléfono, por ejemplo,
o una Romana suplicando a un joven aquello de “Tócame un poquito” para que este saque una guitarra española y se
ponga a tocarla. Chorraditas.
Luego, a nivel estético y formal, me llaman mucho la atención
las escenas porno, bien ambientadas y con música épica, que no pega nada con lo
que estamos viendo.
Cuenta la historia de Pijón, un Galo virgen al que todas las
Romanas se disputan. Así de sencillo.
Al final, aunque sea una película de lo más deleznable,
resulta un divertimento tontorrón e inofensivo a pesar de su sexo
explícito.
Dirige el asunto Jacob Most, en realidad Jaime J. Puig,
directorcillo artesanal y de tercera regional que cuando rodaba películas más
subidas de tono de lo habitual, se ponía este seudónimo. Suyas también son “La Selva está loca, loca, loca” o “Una virgen para Calígula”, así como los guiones
de “Andalucía chica” de José Ulloa o “Goma-2” de José Antonio de la Loma.
En el reparto, además de la anteriormente mentada Ajita
Wilson, tenemos nombres tan hilarantes como los de King Gomes (en realidad
Joaquín Gómez, secundario de activa carrera actoral, incluso en nuestros días),
Pipper o Red Mills (visto en “Los Violadores"), junto a Raquel Evans, Carla Day
o Antonio Maroño.
El éxito del film generó una secuela, “Bacanales Romanas, II
parte”, con muchos actores provenientes del reparto original y en clave aún más humorística
que la que nos ocupa, incluyendo en su reparto actores cómicos como puedan ser
Lita Claver “La Maña” o Manolo de Vega,
pero claro ya era 1985, y se pueden imaginar lo que hizo el público de
aquel año ante una película como esta: Huir. Y si la primera fue un sonoro
éxito, la segunda hay quien afirma que ni existe. Sí que existe y si la
localizo daré buena cuenta de ella aquí.
Por lo demás, esta es bastante curiosa.
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