jueves, 20 de marzo de 2025

HABITÁCULO 1991

Localicé recientemente una grabación videográfica de naturaleza casera fechada el año 1991. Normalmente era yo el que rondaba el hogar con la cámara, pero aquella tarde fue mi madre la que decidió encargarse de inmortalizar el entorno mediante ojo electrónico. Diría que la casualidad quiso que me pillara totalmente volcado en mis pasiones cinéfagas.... pero mentiría. Y digo que mentiría porque yo era -y soy- así las 24 horas del día, de lunes a domingo. Para mí, toda esta morralla es un auténtico modo de vida, una filosofía.
En un momento dado, tras pillarme en el sillón disfrutando de las lecturas adecuadas (ver última imagen), visitamos el que era mi dormitorio en 1991. Y ahí me dio el subidón, y unos pocos escalofríos, al rememorar la bella decoración que inundaba mis paredes, o se apoltronaba sobre los estantes. Decidí pues sacar capturas de todo ello y compartirlas con ustedes en este, mi blog de pajillismo "fanatoso". El lugar más adecuado posible.
Dice así...


A- El póster de "Robocop". Una de mis diez películas favoritas de todos los tiempos. Este, además, lo obtuve de forma gratuita el día que acudí al estreno, allá en el cine "Comedia" de Barcelona. Al salir, un tipo disfrazado del madero robótico los regalaba. En el lado positivo, y a causa del gran gozo experimentado durante el visionado del clásico, regresé una semana después con amigos. Esta vez la voz había corrido y la cola era inmensa. En el lado negativo, ese mismo póster terminó hecho añicos por las implacables garras del gato doméstico. Siendo un ser humano le habría asesinado... pero al él se lo perdoné. Y se lo sigo perdonando a día de hoy.

B- Una de mis obsesiones entonces, "Fonda Sangrienta". Supe de ella gracias a mis revistas franchutes, como bien expliqué en su momento. Y anduve como loco buscándola por vídeo-clubs hasta que di con ella en uno inhóspito, situado cerca de donde estudiaba primero de BUP (lo recuerdo repleto de clientes... que tiempos aquellos). Como era costumbre en esos casos, me hice socio, la alquilé y, una vez devuelta, nunca jamás regresé.
Desconozco cómo conseguí el cartel -que era el de los vídeo-clubs-, pero ahí lo tuve un tiempo, colgado en mis paredes.

E- En los estantes, y de izquierda a derecha, los muñecos de "Iron Man" (colección "Secret Wars"). Otro de "El Castigador" (uno de mis héroes de tebeo favoritos). Y la banda sonora de "Agárralo como puedas (1 y 2)" en cinta de casete.
Detrás, algunos libros ilustres. Los dos primeros "Libros Sangrientos" de Clive Barker. Varios de la colección "Super Terror", destacando los de Richard Laymon. Y dos biográficos en inglés, el de Roger Corman ("How I Made a Hundred Movies in Hollywood and Never Lost a Dime") y el de George A. Romero ("The zombies that ate Pittsburg").

F- Estos eran los carteles de dos cortometajes que hice en aquella época, "El Principal" (mi versión de "El Rector" + "Curso 1984") y "El demonio del viento" (mi versión de "Posesión Infernal" + "Scalps", y del que ya hablé una vez por acá)



A- He comentado muchas veces en este ciber-antro que, siendo joven, sentía un fanatismo exacerbado por Fred Olen Ray. Puede sonar a chiste. Y tal vez nunca se lo hayan creído del todo. Pero ahí va la prueba irrefutable de ello. En mi dormitorio contaba con una imagen suya rescatada de las páginas de "Psychotronic" a modo de pedestal de adoración, exactamente igual a esta que les dejo a continuación...


B- Algunas de mis cintas de vídeo. Por entonces contaba con pocas de venta original, así que me fabricaba las caratulas o, en su defecto, les pegaba una fea tira de papel blanco con los respectivos títulos escritos en Olivetti (aquí un ejemplo más que gráfico). El estante superior (letra C) anda plagado de estas.

D- Comenzamos con los pósters grandes. No es que "King Kong contra Godzilla" me entusiasmara mucho, pero ese cartel molaba, con el bicho peludo sujetando un tren por los aires. Se lo dejo a continuación para que lo degusten íntegro.
El segundo no tiene truco, primera secuela de la franquicia iniciada con "Viernes 13". Por entonces la consideraba una de las mejores. Hoy ya no lo tengo tan claro.





Estos no necesitan presentación, ni introducción, ni nada.
"Commando" (otra de mis diez favoritas) y "Re-Animator".



A- Aunque no lo he comentado al principio, este recorrido es de derecha a izquierda, siguiendo el barrido que hizo la cámara. Así, pasamos a la siguiente pared donde, de primeras, destaca otro póster de otro clásico, "El día de los muertos", solo que en su versión francesa. Iba de regalo, bien plegadito, en las páginas centrales de una de mis queridas lecturas habituales, "L´Ecran Fantastique".
Se lo dejo a continuación versión JPG para que entiendan la razón de que formara parte de mi excelsa decoración...



B- Seguimos con más "Godzilla". Alguien podría sospechar que era un auténtico devoto de la criatura, cuando no se conocía a estas películas como "Kaiju Eiga" y solo eran "pelis cutres de monstruos nipones". Y lo cierto es que no, simpatía toda la que quieran... pero fanatismo, poco. Lo que me molaba, y supongo que de ahí su presencia constante, eran los carteles, sus diseños, algo muy propio de las "monster movies" clásicas. En este caso se trata de uno yanki (fotocopia a color ampliada, para más señas), el de "Godzilla versus The Thing" que lucía así de bien....



C- Y,  por supuesto, en este periplo "habitacionil" no podía faltar una referencia directa a la number one, a la diosa, a "Evil Dead". Pal caso hablamos de otro desplegable situado en las páginas centrales de otra publicación franchute (donde se la conoce como "La nuit des démons"), aunque ninguna de las habituales. No logro recordar cual. Con el tiempo y una caña acabé perdiendo dicho material, y no saben lo mal que me supo/sabe.

D- "Nº 1 del Servicio Secreto" y su super agente secreto, "Charles Bind", llegó a ser una seria obsesión en mis juventudes. Andaba loco con sus dos aventuras cinematográficas, la mentada y "Licencia para amar y matar" (la tercera jamás llegué a verla). Tanto como para que, nada más inaugurar este blog en el 2007, les dedicara una sentida entrada.
Visto ahora es algo que no acabo de comprender porque, salvo algunos "gags" puntuales, eran subproductos tremendamente mediocres. En cualquier caso, logré hacerme con su "affiche", así pues era de menester lucirla (además de que me encantaba en sí misma). La perdí, sí también, aunque muchos años después pude resarcirme agenciándome el póster y algunos fotocromos que, experiencia y canas obligan, andan perfectamente guardados junto a otra buena ristra de papelotes peliculeros. ¿Pa qué? Pues ni idea... pero, en fin, hay enfermedades incurables que gozas sufriendo.

Nota: Es curioso lo mucho que tiro de la palabreja "affiche", especialmente considerando su origen eminentemente francés. Supongo que podemos considerarlo influencia directa de mis lecturas cinéfilas habituales esos años. Visto así, encantado que forme parte de mi léxico.


A- Más "affiches" que solía conseguir en tiendas de coleccionismo cinematográfico. Esta es la de "Al filo del hacha", el aburridísimo slasher español de la mano de José Ramón Larraz que vi en el cine "Waldorf" de Barcelona. No, no me gustó nada... pero, tal y como siempre he dicho, me flipa el cartel. Es cojonudísimo. De ahí que lo pegara a mis paredes. 
Mi relación -por así llamarla- con el film se intensificó hace unos años, a raíz de disponer de sus fotocromos y póster y el interés de una compañía británica por incluirlos en la edición especial de la interfecta, tal y como narré poco después, coincidiendo con su salida al mercado. Es un pequeño logro del que estoy muy orgulloso.... no obstante, creo que mi reseña tirando a negativa 
de la película puso punto y final a posibles colaboraciones futuras con el sello. Ya saben,quien canta las verdades....

B- De "Las aventuras de Flesh Gordon" nunca he escrito reseña, aunque sí tuve acceso al libro de memorias de su protagonista, Jason Williams, donde se contaban todas las respectivas trifulcas del rodaje. Inevitablemente, por su peculiar condición, es una película que me cae harto simpática, aunque probablemente más en 1991. Tenía la "affiche" española, con un gracioso dibujo de Jano (y un "Flesh Gordon" poco fiel al del film), y de ahí que optara por incluirla como parte de la decoración. Les dejo a continuación una imagen de la misma.... pero no, no es mía, tuve que buscar en las redes para dar con ella. Yo, desgraciadamente, la perdí. Igual que con la de "Al filo del hacha". En fin, ya saben, cosas de la juventud, de cuando todavía no has aprendido a valorar estas mierdas entrañables.


C- Ahí tienen una ristra de autógrafos. De izquierda a derecha, Bruce Campbell, Ted Raimi (ambos obtenidos durante el XXIV Festival de Sitges del mismo 91, donde acudieron a presentar "Lunáticos") y el tercero.... pues no logro discernir de quien se trata. Por época y momento, posiblemente sea John McNaughton, director de "Henry, retrato de un asesino". Si es así, su presencia en aquella edición venía motivada por la mediocre "Mutación Asesina" (tal vez sea momento de revisarla). Lo cierto es que no sentía ningún interés por el director y su obra, pero ya que lo teníamos ahí, mientras esperábamos que Campbell y Raimi salieran del hotel, pues le pedimos la estampita. Fans completistas es lo que éramos, témome.

Y cerramos con una imagen que, aunque ajena al tema central de esta entrada, pertenece al mismo vídeo, espacio y tiempo, aquel en el que mi devoción se encontraba en plena eclosión. Para el caso, lo que sujeto en mis manos era una de mis lecturas favoritas por aquellos días, con permiso de la prensa franchute habitual, el fanzine "Draculina", según las artes editoriales de Hugh Gallagher, mediocre dibujante / videoasta. Concretamente, ese número es el que me descubrió la existencia de Nick Zedd. Les dejo la portada a calidad para que se hagan una idea de lo irresistible de la publicación, por su contenido (cine de horror, sobre todo aquel de explotación y tipo casero / amateur) y su forma + estética (impresión mierdosa, fotos oscuras, papel barato y un punto de sordidez gracias a la ristra de imágenes chusqueras de tipas desnudas, salpicadas de sangre y mostrando sus poco llamativas tetas caídas). Lastimosamente, y como suele pasar, las ambiciones de Gallagher acabarían destruyendo a su creación, sobre todo cuando decidió profesionalizarse, tirar de papel satinado a color y, sobre todo, centrar el contenido más en el tema pajero... vale, es comprensible, seguro que así se vendía mejor, pero ello supuso anular por completo su naturaleza, esa que hacía de "Draculina" algo especial.


martes, 18 de marzo de 2025

LAS CORRERÍAS DEL VIZCONDE ARNAU

Una suerte de proto-destape a mayor gloria del eterno José Sazatornil “Saza” y de un actor que, tras una larga trayectoria en el teatro y como secundario en cine, Valentín Tornos, alcanza la popularidad ya como septuagenario gracias al programa-concurso “Un, dos, tres”, donde conmovió a una generación de españoles interpretando, en la “parte negativa” del show, al inefable Don Cicuta —que muy pocos recordamos por cuestiones generacionales, pero del que todos hemos escuchado hablar a nuestros padres—. Además, y al contrario de lo que solía ocurrir con las comedias de la época, esta resultó un fracaso de taquilla con apenas 200.000 espectadores en las salas. Se trata de una tirando más bien a burda, en la que un noble, El Vizconde Arnau, queriendo dejar el legado de poder que un día su apellido tuvo, desea tener hijos. Pero tras dar a luz el primero de todos ellos, su esposa queda impedida, por lo que, para que no se pierda su estirpe, comienza a gestar hijos bastardos con distintas mujeres.
El argumento se centra en las conversaciones que tiene El Vizconde con su abogado (“Saza”), dando pie así a una serie de flashbacks que nos narran las correrías (eróticas) de título, con el único afán de mostrar al espectador un poquito de carne femenina. No mucha, que Franco todavía andaba por ahí dando guerra. Sin duda, un título menor de la comedia española de los 70, perpetrada, también, por uno de nuestros directores más infaustos, Joaquín Coll Espona, responsable del binomio de films protagonizados por José Luis López Vázquez, “El Fascista”.
“Las correrías del Vizconde Arnau” es floja, no destaca en absoluto por el nivel humorístico y mucho menos por el cinematográfico, sin embargo, sí lo hace por tratarse del legado fílmico de Valentín Tornos, que fallecería tan solo uno año y medio después del rodaje, víctima de las secuelas de una trombosis cerebral que lo dejó maltrecho durante sus últimos meses de vida.
Precisamente, y es por esto por lo que el título reseñado tiene cierta popularidad entre cinéfilos de morro fino, cuenta la leyenda que la trombosis cerebral que se llevó a Tornos le vino justamente rodando esta película y, justo, tras dar el director la voz de acción en una secuencia. Hasta ahí todo bien, pero el dato siniestro viene cuando, cuentan, una vez detectado el accidente cerebro-vascular del que el actor había sido víctima, el equipo decidió acabar la jornada rodando los contraplanos de Tornos con este sentado de espaldas a la cámara en dicho estado de trombosis. Una vez finalizado el rodaje de ese día, se avisó al médico de lo sucedido. Después, lógicamente, Tornos no pudo continuar, por lo que fue se terminó con la presencia de un doble que hizo todas sus intervenciones de espaldas, algo que es muy evidente en el film.
También se cuenta que el contraplano en el que Valentín Tornos está sufriendo la trombosis quedó registrado para la posteridad, sin embargo, viéndola por primera vez ya conociendo estos datos, he sido incapaz de localizarlo. Sí que he detectado a los dobles de espaldas, pero nunca el contra plano con el actor ya diezmado, estando yo especialmente atento a este detalle.
Como fuere, el metraje con el doble de espaldas no alcanza un 20% de las intervenciones de Tornos, y este parece estar en perfecto estado de salud durante la mayoría del film, por lo que, en un principio, al actor le debió dar el tabardillo con la película prácticamente terminada.
Ahora, si no conocemos los detalles de esta “anécdota”, “Las correrías del Vizconde Arnau” no es más que una mala comedia de mediados de los 70, muy inferior a los clásicos del género que vendrían coetánea y posteriormente.
Durante muchos años Valentín Tornos sería recordado, como ya he dicho, por Don Cicuta, personaje del que hubo hasta merchandising en unos años en los que la mercadotecnia estaba en bragas en nuestro país, y poco se habló de su trayectoria cinematográfica, mucho menos de esta película que se olvida con la misma facilidad con la que, inicialmente, le damos al play a nuestro reproductor.

sábado, 15 de marzo de 2025

PLACER SANGRIENTO

Candidatas a "pionera del slasher" hay unas cuantas, "Bahía de Sangre" (1971), "Noche silenciosa... noche sangrienta" (1972), "Navidades Negras" (1974, probablemente la única que merece tal medalla), "El asesino tras la máscara" (1976, aunque no fue lanzada hasta 1980, lo que le arrebató la posibilidad) y.... ¿¿"Placer Sangriento"?? Considerando lo más elemental de su trama, y el año de producción, 1973, podríamos incluirla en el listado. Pero, claro, ¿hasta qué punto situar en una isla a un grupo de turistas que son, más o menos, sistemáticamente asesinados mediante arma blanca por una figura misteriosa oculta entre sombras es, per se, materia de slasher? en ese caso, ¿no ocurriría lo mismo con unos cuantos "whodunit" previos al estreno de "La noche de Halloween" y consortes? En fin. Yo no creo que "Placer Sangriento" tenga nada de pre-slasher, ¿por qué? porque salvo dicho argumento, todo parecido con la fórmula propia de esa clase de productos es nulo. No pensarían así sus distribuidores, que tras estrenarla como "The Single Girls" (es decir, "Las chicas solteras") fue rebautizada para su posterior lanzamiento en vídeo, muy consecuentemente, "Bloody Friday", osea, "Viernes Sangriento" (llamativo considerando que el largometraje se desarrolla a lo largo de un fin de semana completo) Más claro, el agua.
En realidad, "Placer Sangriento" es un subproducto de explotación típicamente setentero, con todas las señas de identidad del cine barato de entonces, a saber, diálogos rellenametrajes absolutamente gilipollas, absurdos e inútiles, y personajes que les van a la par, es decir, de comportamientos ilógicos. Ahora son mega-majos, ahora son unos cabrones. Ahora se caen bien, ahora se odian. Todo aleatóriamente. Destacan en ese sentido el novio de la chica prota, que pasa de matón a tipo encantador de una escena a otra. O la reacción de ella, "te aborrezco / te quiero según me da la neura". Tampoco es manca la pava que se pirra por perder la virginidad siguiendo un ritual algo peculiar en el que su pretendiente deberá violarla durante un paseo nocturno.
Y sí, luego hay unos pocos crímenes escasamente gráficos. El primero nada más arrancar el film, y luego ya no tenemos otro hasta 48 minutos después, de una escasa pero eterna duración total de 83. Lo demás, pues ya les digo, pura paja. Y no me refiero a aquella en la que sus viciosas mentes están pensando. De esas poco, cuatro tetas ultra-gratuitas y para de contar.
Los culpables de semejante desaguisado son un par de leyendas de la explotación setentera y ochentera, marido y mujer en la vida real, Ferd (que no Fred) y Beverly Sebastian. Algunos les recordarán por su "Rocktober Blood / Concierto de sangre" y, muy especialmente, el que es su verdadero "hit", "Gator Bait", protagonizada por la misma y mal lograda Claudia Jennings que luce palmito en el film reseñado. Otros rostros y cuerpos medianamente reconocibles son los de Albert Popwell, el colega "de color" de "Harry Callahan" y la sexy Robyn Hilton, cuyas apetecibles ubres han sido explotadas también en "Cry Uncle!", "Sillas de montar calientes" (era la secretaria del disparatado gobernador encarnado por Mel Brooks), "Mujeres violentas" de Robert Vincent O'Neil (padre fundador de la saga "Angel"), "Video Vixens!", sex comedy con sello Troma dirigido por el normalmente pornógrafo Henri Pachard y "Malibu Express", convirtiéndose así en chica Andy Sidaris.
Naturalmente, no podía publicar esta reseña sin echar mano de la mitiquísima caratula que lucía el VHS en los estantes de nuestros añorados vídeo-clubs (cortesía de "Video Screen S.A.", la misma peña que en su día movió "La muerte ataca en New York". ¡¡Catalogazo!!). Immmmmpresionante... y falsa como un billete de veinte euros con la efigie de Juan Carlos Gallardo (desconozco completamente su origen real. Podría hacer cábalas, pero mentiría. Si alguien reconoce la llamativa imagen, que escriba). Era pura carne de fascinación para ojos adolescentes. De haber incorporado "Placer Sangriento" un momento como ese en sus costrosos fotogramas, otro gallo canturrearía, pero no, la cosa queda lejos de ser tan intensa. Lo que tenemos es, pues eso, cine barato de los setenta aburrido y totalmente prescindible.
Por si se lo preguntan, Ferd y Beverly Sebastian firmarían su última película en 1993. Él palmaría en 2022 y ella pasaría a ser la presidenta de una asociación destinada a la protección del galgo. Curioso y bonito a la par.

martes, 11 de marzo de 2025

THE NOSTRIL PICKER

Por supuesto, cuando uno se enfrenta a una película cuyo título se traduce, más o menos, como “El que se hurga la nariz”, tiende a pensar en el típico producto postmoderno e irritable deudor de la Troma más loca y gamberra, o en su defecto, uno de esos ñordos noventeros, entre tercermundistas y cachondos, directos a vídeo, en la línea de la infame “F.A.R.T”. Sin embargo, nada que ver con eso.
En realidad, “The Nostril Picker” es una película independiente rodada a finales de los 80 que nace bajo el título de “The Changer” (“El cambiador”), tan oscura y pequeña que tiene problemas para ser distribuida.
La cosa gira en torno a un perturbado mental que disfruta acosando a las mujeres y al que, un buen día, se le presenta un veterano del Vietnam que le otorga un don psíquico consistente en tomar la apariencia de cualquier cosa a voluntad. Con ese don, nuestro protagonista decidirá transformarse en una adolescente, apariencia con la que aprovechará para colarse en un instituto y, así, obtener la confianza de las chicas jovencitas a las que, una vez en el sitio idóneo, y tomando su forma original, asesinará llegando incluso a devorarlas.
Lo curioso de todo este asunto es que, aunque el criminal se tira más de media película adoptando forma femenina, esta solo la perciben los otros personajes, nunca el espectador, que le ve todo el rato con su forma original, es decir, como la de un tipo de mediana edad, medio calvo y aspecto de pervertido. Quizás por una cuestión presupuestaria, quizás por una cuestión estilística, pero, el hecho de que no veamos nunca transformarse al asesino me parece un acierto y es lo que convierte a esta película, malsana por otro lado, en una cosa medianamente interesante. Al margen de esto, y con unas ideas un poco tontas, contiene gore explícito y artesanal que resulta muy efectivo y, en definitiva, no está tan mal como cabía esperar en un principio. Pintaba horrorosamente.
“The Changer” es un film oscuro y de atmósfera decadente que, sí, deambula hacia la comedia, pero no de manera tan explícita  como se nos propone en el póster que acompaña a esta reseña (el original era muy extraño y con ecos de David Cronenberg). Es tan rara y peculiar que no encontró distribución formal hasta 1993. Y como lo que proponía en un principio no resultaba muy atractivo para los distribuidores, estos se agarraron a un clavo ardiendo y decidieron lanzarla bajo el título de “The Nostril Picker” y hacerla pasar por lo que podíamos llamar una “tromada”. Ahora, resulta muy curioso que se decida vender la película como la de un asesino que se hace pelotillas porque, en realidad, durante todo el metraje apenas se hurga la nariz una vez… y lo hace de pasada,  ni tan siquiera recreándose en el acto. 
Tras su lanzamiento, la película no apareció en formato doméstico alguno hasta que, en 2014, fue recuperada por el sello especializado "Massacre Video", que la relanzó en esta tesitura de asesino pelotillero.
El director, Mark Nowicki, provenía del Hollywood de los 80, donde se encargaba de etalonar películas mainstream (“Yentel” de Barbra Streisand o “Arizona Baby”) y, después de su aventura en la dirección, volvió al Hollywood más convencional en funciones de montador, metiendo mano en “El otro lado de la vida” o “Copland”. Ahí es nada.
El elenco lo componen desconocidos, supongo que amistades de Nowicki, aspirante a actores o gentes de mal vivir. Muchos con muy pocos o, como es el caso del curioso protagonista Carl Zschering, un solo título en sus respectivas filmografías.

sábado, 8 de marzo de 2025

LOS OJOS DEL GATO

Y ahí va otra muestra más de que 1985 fue un año chévere para el cine de género. Por entonces Stephen King ya había perdido un poco su aureola de prestigio (lejos quedaban "Carrie", "El misterio de Salem´s Lot" o "El resplandor") pasando a ser más como carne de cañón, materia fácilmente adaptable con la que asegurarse unos dólares en taquilla. Tampoco se contrataba ya a directores de prestigio que se encargaran de la tarea, valía cualquier artesano competente. Digamos que con King ocurrió lo que siempre ocurre con los yankis, lo sobre-explotaron y para la llegada de "Los ojos del gato", pues ya no atraía a las masas. Menos aún desde la conversión de Dino De Laurentiis en el productor oficial del "Kinguismo", etapa esta que arrancó muy bien con "La zona muerta" y concluyó algo deslucidamente con "Miedo Azul" o la propia e infame primera y única película del escritor ejerciendo de filmmaker, "La rebelión de las máquinas". Por suerte "Los ojos del gato" cae en zona intermedia. Para el caso, Stephen King no es mero material adaptable, él mismo se encarga del guion, pariendo un largometraje compuesto de historias (sí, repitiendo la fórmula del clásico), siendo las dos primeras exclusivamente confeccionadas para la ocasión y la tercera, y última, la auto adaptación de un relato publicado en las páginas de "Penthouse", ejemplar este que se marca un cameo en la película, entre muchas otras coñas y referencias al universo del padre de "It". Según he visto y leído, en todas partes salen gráficamente numeradas y espoileadas... por eso he decidido evitarlo, para que cuando se sienten ante la tele dispuestos al visionado, puedan jugar al juego de localizarlas. Créanme, la mayoría son tan evidentes como graciosas.
El artesano competente contratado en esta ocasión fue el bueno de Lewis Teague, quien ya tenía experiencia previa trasladando material de Stephen King a la pantalla con la aburrida "Cujo", pero, además, a lo largo de los años -previos y posteriores- fue dejando su estampa en títulos tan entrañables como "La bestia bajo el asfalto", "La joya del Nilo", "Kamikaze Detroit" o "Peligrosamente Unidos". El, asumo, fracaso de esta última le condenó a currar para la caja tonta hasta 2010, luego se retiró (remarcar que en 2007 rodó un corto de curiosísimo título, "Cante Jondo")
Otros individuos a valorar tras las cámaras son Milton Subotsky, co-fundador de los legendarios estudios "Amicus" y especialista en antologías de historias cortas, quien ligó su nombre al del escritor de Maine a lo largo de varios años. Alan Silvestri, compositor destinado a ser recordado por la partitura que ideó para "Regreso al futuro" ese mismo 1985. De hecho, hay quien dice que esta y la de "Los ojos del gato" guardan cierto parecido. Y es verdad. La diferencia es que, mientras en la reseñada utilizó sintetizadores, para la previa, mil veces mejor presupuestada, tiró de orquesta. Carlo Rambaldi, papá de "E.T. El Extraterrestre", quien se encarga de diseñar a cierta resultona criatura, acompañado por nuestro Emilio Ruiz del Río para "la maquetas de fondo". Y chapamos el repaso con el prestigioso y oscarizado Jack Cardiff, ocupándose de la dirección fotográfica.
Todo este bonito plantel -y más del que hablaré luego- dan forma y fondo a "Los ojos del gato", una película, ya lo adelanto, condenadamente entretenida, simpatiquísima, buenrollera y muy muy recomendable. A mí se me pasó en un suspiro hace un par de noches. Todo gira en torno a un felino callejero, la mar de precioso, con un objetivo, llegar hasta el dormitorio de una niña que le pide auxilio así como telepáticamente. En el camino, se topará con un tipo que quiere dejar de fumar y acude a una agencia muy eficaz pero brutalmente radical en sus métodos. Y un gangster adicto a apostar quien propone un juego mortal al amante de su esposa: dar la vuelta completa a un rascacielos desplazándose a través de la estrecha cornisa exterior. Si gana, se queda a la mujer y un buen pellizco de dinero. Si pierde... bueno, le espera el implacable asfalto tras una caída de varios metros.
Estas dos historietas son especialmente eficaces y, aunque quedan lejos del terror puro -yo usaría la palabra thriller-, vienen cargaditas de ideas brillantes, mucho humor (sobre todo la primera) y mucho suspense (la segunda, especialmente si padeces miedo a las alturas). Finalmente llegamos a la última que, sin ser un descalabro ni mucho menos, es un pelo flojilla, ni que sea por comparación. Aquí el gato logra su meta y, ahora sí, le tocará enfrentarse a dos trolls malignos, el diseñado por Rambaldi que amenaza a la cría y la autoritaria madre de esta. A pesar de dicha calidad descendente, el conjunto termina resultado altamente disfrutable. Concluido el show, uno lamenta la ausencia de esta clase de gozoso entretenimiento en el cine de hoy día.
Si como yo son amantes de los gatos, disfrutarán viendo al protagonista en acción, aunque puede que también sufran un poco en algunas escenas. Concretamente una en la que es sometido a una breve electrocución. Ya saben, según se dice no hubo mal trato y todo eran trucajes... y confío que así sea, pero, bueno, en 1985 estas cosas se miraban bastante menos. No obstante, y justamente por ser de la época que es, merece destacarse el trabajo de coordinación con las criaturas peludas. Está super bien resuelto, cosa más que meritoria considerando la -maravillosa- ausencia de CGI (y la no menos maravillosa individualidad de los felinos)
¡¡Ah!! Si no lo digo, reviento. En un momento dado, asistimos al encuentro entre un padre y su hija limitada intelectualmente. La escuela donde se desarrolla el bis a bis se supone para niños especiales, cosa indicada en un letrero. Lo gracioso del caso es que, mientras en inglés leemos "for the exceptional", el doblaje en castellano suelta un "para niños subnormales" que, salvo por mi risotada resultante, hoy se consideraría algo ofensivo.
Ya que estamos, a la cría monger la interpreta una aún muy jovencita Drew Barrymore, fresca de su paso por "E.T. El Extraterrestre" y a puntito de meterse en el infierno del vicio borrachuzo y drogadizo (no olvidemos que con tan solo trece primaveras fue ingresada en un centro de rehabilitación). Por aquello de dar cierta cohesión a la trama, su presencia / apariencia se expande a una niña anónima anunciando comida de gatos y el protagonismo total del último capítulo. Efectivamente resulta algo repelente, pero eso ya lo esperábamos. La acompañan el hoy mal considerado James Woods, perfectísimo en su rol de fumador compulsivo, Alan King, Kenneth McMillan, Robert Hayes en uno de los pocos papeles que podrían hacer sombra a aquel que le dio la fama, el de "Ted Striker" en "Aterriza como puedas", Candy Clark, James Naughton, James Rebhorn, Charles S. Dutton, Tony Munafo (amiguísimo de Sylvester Stallone y muy habitual en sus películas) y Mike Starr (el "Georgie Weiss" de "Ed Wood" y matón ineficaz en "Dos tontos muy tontos"), quien desaparece de la trama de una escena a otra y sin explicación alguna aparente.
A la sacrosanta hora de elegir la imagen ilustrativa, me he encontrado en una seria diatriba. Quería incluir mi favorita, la de tirón gótico con ese caserón absurdo en un páramo + luna llena -sin conexión alguna con el film-, pero también estaba la que en su día fabricó "Filmayer" para el lanzamiento en vídeo, igual de tosca / bella que la de "Miedo Azul". Al final lo más sencillo ha sido juntar ambas, milagro al que ha contribuido la extensión del tocho. Ventajas de padecer incontinencia "reseñista".

miércoles, 5 de marzo de 2025

martes, 4 de marzo de 2025

SATÁN CAFÉ

Extraña e ignota película independiente valenciana, estrenada con palos y piedras a mediados de los 90. Su existencia es casi anecdótica.
Se trata de un "noir" de bajísimo presupuesto, segunda película de Pedro Uris (su ópera prima, “Cuenta atrás”, es aún más ignota que esta), guionista de profesión y redactor en "Cartelera Turia", que pasó por las pantallas sin pena ni gloria y cuyo resultado, al margen de una fotografía que en según qué momentos resulta estupenda (puede que fruto de la casualidad), resulta anodino, repetitivo y pesado. Tampoco se trata de un guion muy inspirado ya que, al final, tenemos una película compuesta de planos muy aleatorios con gente hablando, muchas veces soltando frases que no tienen ningún sentido, invocando así a la bendita comedia involuntaria.
Parece un cliché el hecho de que, cuando una película sale regular, o directamente mal, recurrir a que el problema no está en las labores creativas o de dirección, echando la culpa sus artífices, siempre, al bajo presupuesto o los recortes a los que se ha sometido al film por uno u ambos lados. Y eso, innegablemente, es un incordio para el resultado final... pero da un poco lo mismo cuando, de base, el material con el que se cuenta es más bien tirando a malo, como el guion de esta “Satán Café”.
Sin embargo, el director, Pedro Uris, parece del todo honesto cuando asegura en su blog que esta película no le gusta especialmente, pero tampoco se arrepiente de haberla hecho, y que los problemas de la terquedad de la misma son —efectivamente— una mala previsión de fondos para realizarla. El tipo puso dinero de su propio bolsillo, así como recibió la ayuda de la Generalitat que cubría un 20% del presupuesto necesario. Con todo, conseguiría acabarla.
Sin embargo, resulta curiosísimo el comprobar que, de verdad, esta es una película a la que le falta pasta por un tubo. De hecho, es evidente, aquí no hay excusa que valga, se nota que no la había. Donde más,  en la economía de planos. Tenemos escenas enteras ¡en un único plano medio! que hacen que, desde luego, se resienta el ritmo de la cinta. Y digo yo, con dos horas de duración a base de conversaciones y secuencias que no llegan a ningún lado ¿no se podrían haber arrancado páginas a ese guion? no es que la película hubiese mejorado mucho, pero al menos contribuiría a hacer el sopor un poco más tolerable. Incluso así, siempre es un placer ver una muestra de lo que en petit comité nos gusta llamar “una película amateur rodada en 35 mm”, que hubo muchas en los años 70 y 80, si bien en los 90 (esta es de 1994) ya eran más escasas.
En el lado de los atributos está su condición osada, hasta el punto que no se corta a la hora de incluir sendos numeritos musicales, con una suerte de jazz-soul- rap, parece que compuesto exprofeso, que no está nada mal, interpretado para la ocasión por la actriz María José Peris (si es playback o no, lo desconozco)
La trama gira en torno a un individuo que, cumpliendo con la petición en vida de un amigo suyo recién fallecido, acude al forense para identificar su cadáver. Tras tan extraño acontecimiento, decidirá investigar la muerte del amigo, descubriendo por el camino hechos sin mucho sentido, orden, ni concierto (como toda la película en sí misma).
Por supuesto, al tratarse de una producción pequeñita, el elenco está compuesto por actores desconocidos para el gran público, muchos de procedencia valenciana, entre los que destacan las presencias de Mario Pardo y Germán Montaner, a quienes sí hemos visto las caras en películas como “Makinavaja: El último chorisso” o “El milagro de P. Tinto”, respectivamente.
Ciertamente, una película rara, misteriosa y desperada. Ni tan siquiera se le profesa un culto, como pasa con producciones similares como, por ejemplo, “Fotos” de Elio Quiroga, lo que consigue que, dentro de lo que cabe, “Satán Café” sea aún más interesante.

sábado, 1 de marzo de 2025

FRÍO COMO EL ACERO

Probablemente 1991 era un mal año para lanzar a un nuevo "action hero" empapado en toda la gloria que acompañó al género la década previa. Los últimos en lograrlo, Jean-Claude Van Damme y Steven Seagal, fueron lo suficientemente prudentes (ellos o, mejor pensado, sus respectivos agentes) de arrancar sus carreras a finales de los ochenta. Y, además, aportando un algo de novedoso, o diferente, al decantarse por las artes marciales como técnica. El problema del nuevo aspirante, Brian Bosworth, era su incondicional adscripción al modelo Schwarzenegger. Armario empotrado de músculos absurdos, mandíbula cuadrada y hostia pura como método favorito de defensa. Añadamos la estética que gasta en este, su primer "gran" film (y único), "Frío como el acero". Es como muy de los ochenta pero en su vertiente más hortera y cutre, entonces ya demasiado démodé. Incluida una horrorosa "mullet" a modo de guinda. Un "bonito" cuadro que, en su momento, a un amigo y a mí nos echó para atrás. No fuimos a ver "Frío como el acero" al cine. La alquilamos en vídeo, pero ni la terminamos. A él Bosworth le parecía un nazi. Y a mi me cayó gordo por el rollo "portero de discoteca chusca" que gasta. Tampoco fuimos los únicos en reaccionar tan negativamente. La peli no pegó como se esperaba y la carrera del actor quedó relegada ya de por vida a subproductos de acción directos para vídeo-club y dirigidos por "astros" del nivel del omnipresente Fred Olen Ray ("Pánico en el Concorde") o el insulso Allan A. Goldstein ("Riesgo límite"). Entre la primera tanda de esas mismas basurillas localizamos, justo, una secuela bastarda de "Frío como el acero" únicamente destinada al mercado españolo, "Frío como el acero. Buscando venganza". En realidad el film se titula "One Tough Bastard" / "One man´s justice" y el personaje responde a un nombre parecido, pero no igual. La cosa empeora entrados en el siglo XXI, con Bosworth protagonizando películas cristianas ("El poder de la cruz") o navideñas repletas de actores decadentes y, seguramente, tan adictos a las enseñanzas divinas como lo fueran previamente a drogas, alcohol y otros vicios.
Pero en 1991 el colega Brian estaba en su apogeo físico. Es tan "perfecto" que casi parece una caricatura, cosa extensible a toda la película, por su tono exagerado, el abuso de macarrismo sideral, sus buenas dosis de violencia e incluso un puñado de tetas (pegadas a cuerpos de infarto). Y es que, claro, partiendo de la base que todo gira en torno a una banda de moteros mega-malísimos que, asociados a la mafia, esparcen la "villanería" y preparan un atentado de grandes dimensiones, pues la cosa da para un montón de chuloputismo, barbas, chollas, hermillas, motazas, tacos a tutiplén, tipos extremadamente sudorosos, duros y cabreados (la testosterona chorrea por los bordes sin miramiento alguno), una banda sonora trufada hasta el agotamiento de hard-rock, AOR y algo de heavy metal (incluida aparición de un grupo tocando rodeado de strippers) y muchas, muchas, muchísimas hostias, especialmente las que proporciona un Brian Bosworth que, empujado por el FBI, se infiltra en el clan motard para pararles los pies.
Y sí, durante un buen rato el ritmo es acelerado y la locura considerable. El director, Craig R. Baxley, tira de unas maneras dinámicas y ágiles, sin dar respiro al espectador, trufando el lienzo de explosiones, disparos y algunos "stunts" dolorosos (por supuesto, sin gota de CGI). Pero Baxley, que venía de la coordinación de dobles de acción, tampoco era un gran director. Su debut para la gran pantalla, "Acción Jackson", es una de las "action movies" más flojitas de su dorada década, a pesar de disponer de todos los elementos necesarios para lograr un pleno (entre ellos Carl Weathers y la idea de revitalizar el "blaxploitation"). Tampoco fue nada memorable la siguiente, "Dark Angel. Ángel de la muerte", en la que Dolph Lundgren se enfrentaba a un alien lanzador de cortantes cd´s. Fui a verla al cine con resultados discretitos. Tal vez debería darle un nuevo muerdo. Así pues, llegado cierto punto, "Frío como el acero" comienza a desinflarse. Los peligros de arrancar con tanto brío. Jodido mantenerse. Y durante la segunda mitad, vas perdiendo interés progresivamente... hasta que, vale, el clímax se recupera. Aunque, bueno, la sensación final es de que, siendo un producto bastante visible y ameno, se queda a medio gas. Hacer notar las similitudes con algunas otras películas del género por entonces aún recientes. Por ejemplo, Bosworth parte el brazo de un villano usando una dolorosa técnica popularizada por Steven Seagal. Y el final, final, es directamente una copia del de "La jungla de cristal". Todavía más llamativo resulta que los dos malos principales, Lance Henriksen y William Forshyte, pocos años después harían roles bastante parecidos en, justo, una de Van Damme ("Blanco Humano") y una de Seagal ("Buscando Justicia").
Otros rostros majos que asoman son los de Sam McMurray como el supuesto compañero de Bosworth, opuesto a él, dando a entender que estamos ante el patrón de una pura "buddy movie", aunque luego no se desarrolle a fondo. Richard Gant, el forense poseído por Jason en el noveno "Viernes 13". A Paulo Tocha -gran apellido- lo hubiese ignorado de no haber mirado su alucinante filmografía. Ha estado nada menos que en "Ninja Terminator", "Contacto Sangriento" (+ otras de Van Damme) o "Depredador 2".  Y es que, en realidad, con tanto motero y tanto "stunt", hay un porrón de secundarios / dobles de acción con currículums vistosos y coloristas, como es el caso de Robert Winley, al que puedes ver en "Jake Speed: La aventura de África", la serie "Sledge Hammer!", "Libertad para morir" (otra vez Van Damme) y nada menos que "Terminator 2: El juicio final". Así pues, daré un salto para detenerme en Kevin Page, el yuppie reventado a balazos por "Ed-209" en "Robocop" o la inevitable "partenaire" femenina, Arabella Holzbog, quien tampoco lograría nada en su carrera, participando a posteriori en subproductos de calibre de "Cornasaurios 2" o "El hombre holograma".
El caso del guionista, Walter Doniger, es un poco atípico. Comenzó su carrera en los cincuenta, tanto escribiendo como dirigiendo muchísima serie de televisión. Se detiene en 1983 para regresar en 1991 con "Frío como el acero" que resultaría ser su último crédito antes de jubilarse y palmar en 2011.

Les dejo la caratula completa del VHS, cortesía de nuestro "consigueitor" particular Enorm.

jueves, 27 de febrero de 2025

MINUTOS MUSICALES 31: EL MEJOR DE "TOY DOLLS"

Está científicamente demostrado que, en general, cualquier debut es siempre lo mejor de la carrera del respectivo artista/creador. Vale, tal vez no sea "lo mejor", pero sí contiene una energía especial, única, que, seguramente, ya no se repetirá jamás de los jamases. Hay quien atribuye ello a la desesperación, al innato deseo de epatar, a la frescura de aquel movido por la pasión, sin haber caído presa aún de rutinas, obligaciones laborales o el contentar a sus devotos. Tal vez, donde más se note sea en lo musical. Y, muy concretamente, en el "género" (se supone que no lo es, pero ya nos entendemos) del punk rock y sus muchas variantes. Raro, rarísimo es el grupo cuyo segundo, tercer, quinto o sexto larga duración iguala y, mucho menos, supera al primero. Tal vez se deba a que semejante "estilo" basa su esencia en lo puramente enérgico, ya sea a la hora de componer como a la hora de crear las letras. Y la energía, inevitablemente, se desgasta con el paso del tiempo. Claro que luego vienen los gustos personales. Quiero decir, puedes considerar mejor el LP de debut de tu banda favorita, pero mantener una relación especial, peculiar, con cualquiera de los que siguieron. Eso mismo me pasa a mi con "Toy Dolls".
He contado muchas veces ya cómo descubrí a este legendario trío británico, capitaneado desde su arranque a finales de los setenta por el peculiar Michael Algar, más conocido como Olga (capaz de generar una voz inconfundible a la hora de canturrear -"de castrado", según él-). Estaba yo currando en un vídeo promocional para una panda de pintores amateurs cuando uno me cedió una cinta de casete de los interfectos con el fin de ilustrar sonoramente su segmento. Quedé prendado al escuchar. Aquel era el material vigoroso, chispeante y divertido que andaba buscando como loco desde hacía algunos años. Ocurrió en 1993 y fue lo que comúnmente llamamos amor a primera vista. Resultó ser punk... aunque en aquel momento eso daba igual. Como lo da el hecho de si podemos considerar al grupo adecuado para la etiqueta. Sinceramente, veo muy poco de punk genuino en "Toy Dolls". Los consideraría más una caricatura del mismo, pero una muy bien dibujada, tal y como atestigua la imagen que les mostraba en la parte trasera de uno de sus discos. Llevaba varias semanas consumiéndolos pero todavía no los había visto en carne y hueso. Eran tiempos sin internet y costaba lo suyo informarse a fondo sobre ciertos temas minoritarios, así pues representaban todo un enigma. Cuando finalmente vi dicha imagen, aluciné. Eran EXACTAMENTE como los había imaginado, casi salidos de la serie "The Young Ones", lo que aumentó mi devoción.


Debatiblemente "auténticos" desde una perspectiva "punkista" aparte, lo que nadie puede discutir es que eran -y son- un combo absolutamente incomparable. Su sonido, su voz, su rollo alocado, su estética. No hay, no ha habido y no habrá nadie como "Toy Dolls".... o casi. Mantienen cierto vínculo, discreto pero existente, con los norteamericanos "The Dickies". De hecho, Olga llegaría a unirse a ellos en un directo y ambos lo petaron de modo parecido -y una excusa "punkista" de lo más trillada y facilona-, ejecutando una versión aceleradísima del tema musical de una exitosa serie infantil. Los yankis con "Banana Splits" y los ingleses con "Nellie the elephant", su único "hit", especialmente en el país de donde son originarios que, según ha declarado siempre su líder, posteriormente pareció rechazarlos sistemáticamente hicieran lo que hicieran. Tuvieron que salir al exterior para triunfar, con especial fijación en Japón, donde son verdaderos héroes (también es normal que, gastando una personalidad tan única, provoquen sentimientos extremos de odio o amor).
En lo que a mi respecta, me volví super-fan de los "Toy Dolls". Compré absolutamente todo cuanto pude. El resto de su discografía, vídeos de conciertos, camisetas... lo que fuese. Nada saciaba mi sed. Los adoraba. 
Tuve la "suerte" de coincidir en el tiempo con el lanzamiento del que muchos consideran uno de sus mejores discos -incluido su frontman-, "Absurd-Ditties", LP que les devolvió un poco a primera plana. Dos años después, a la par con el siguiente, "Orcastrated" (y el anodino + temporal cambio de nombre a "Toy Dollz"), los vi en directo. Diría que disfruté muchísimo, pero mentiría porque nunca me han gustado los conciertos.


Toda la mierda "toydollsiana" que llegué a acumular.


y aquí en 1993 luciendo orgulloso parte de la misma.

Así iban las cosas cuando, inevitablemente, nuestro idilio comenzó a apagarse. Sus nuevos trabajos eran cada vez más mediocres. Repetitivos. De primeras me quedé con el de debut como lo más, "Dig that groove baby". Y sí, es un gran disco, hasta las trancas de temas inolvidables (la misma "Nellie the Elephant", "Stay Mellow", "Fiery Jack"...) pero, con el paso de los años, fui asumiendo que mis genuinamente favoritos no eran aquel, ni "Absurd-Ditties" (que ha perdido algo de "punch"). Tampoco el segundo "A far out disc", por mucho que me guste (y no menos el tercero, "Idle Gossip", con momentos potentes pero lastrado por su patosa producción), el "number one" vendría a ser aquel con el que debutaron en la década de los noventa, "Fat Bob´s Feet".



En realidad pertenece a un trío de LP´s por los que siento una muy especial estima. Lo encabezan "Bare Faced Cheek" y "Wakey Wakey!". Concretamente, este último contiene el tema que acabó sonando en el documental sobre los pintores y, por tanto, la primera vez que oía a "Toy Dolls", así que sería normal la preferencia. No obstante, como digo, este y "Bare Faced Cheek", aunque juntos vienen cargados de composiciones altamente gozosas ("Howza bouta kiss babe?!?", "Fisticuffs in Frederick Street", "The Ashbrooke Launderette...", "One Night In Moscow (& We'll Be Russian Home!) -esta es la que suena en el dichoso documental-", "Blaze Of The Borough") no alcanzan la perfección. Muy al contrario, eso sí ocurre con "Fat´s Bob Feet", al que no le sobra ni un solo tema. Se puede escuchar de principio a fin sin que uno sienta el deseo, a veces incordiante, de querer saltarse un surco o dos.
Y, por si fuera poco, los tres comparten otras virtudes. Las maravillosas portadas a base de dibujos graciosos. Un sonido algo más guitarrero que los previos, pero sin abusar -ni "heavymetalizarse"- como ocurriría poco después. Una energía inagotable. Coros pegadizos. Ritmos adictivos. En fin, que me encantan, y adoro "Fat Bob´s Feet". ¿¿Cómo no iba a ponerme palote un disco titulado "Los pies del gordo Bob"??
A la hora de elegir una muestra sonora, considerando lo mucho que me mola todo el contenido, pues ha costado, pero la lógica decía que me decantara por, justo, la que da título al pifostio, es decir...



martes, 25 de febrero de 2025

A MENINA DO SEXO DIABÓLICO

“A menina do sexo diabolico” es, probablemente, una de las películas porno más desquiciadas, curiosas y entretenidas de cuantas he tenido a bien ver. Porno con un pie en el terror y, más concretamente, en el subgénero de "rape & revenge" con el que, indiscutiblemente, casa bastante bien. Y es que es más rara que un perro verde. Comienza como un pizpireto porno al uso, brasileño, que suelen ser más cerdos, y con secuencias "teen" que pronto se tornan explícitas. Aunque el film no engaña a nadie; la primera escena ya es una declaración de principios, con la protagonista, una adolescente virgen, haciéndose un dedo en la ducha ante la desesperación de sus padres que no comprenden por qué su niña pasa tanto tiempo en el cuarto de baño. Acto seguido, un estudiante vendrá a buscarla en su descapotable y, pronto, decidirán ir a la playa donde darán rienda suelta al instinto (aunque el muchacho acaba penetrando a la damisela, un poco contra su voluntad). Todo transcurre de manera más o menos alegre y divertida, intercalando escenas sexuales de la adolescente con otras de orgías grupales y acrobáticas al más puro estilo brasileiro, sin que nada diste mucho de una producción porno de las mismas características salvo por lo entretenido del material de transición, lo que ocurre entre polvo y polvo, que recibe mayores atenciones de lo habitual sin que por ello falten escenas típicas del cine marrano brasileño, con animales apareándose o nuestra protagonista masturbándose ante dos caballos que copulan. Todo eso es un poco asqueroso, pero bueno —al menos en esta cinta no interactúan humanos y cuadrúpedos—. 
El tema es que, en un momento de la película, nuestra protagonista va a pasar unos días a una casa de campo propiedad de sus tíos. Allí establece una relación con un bigotudo primo suyo que la desvirga (por segunda o tercera vez). Y nace el amor. Pero sus otros tres primos envidiosos, ávidos de sexo y sangre, llevan a la muchacha en medio del campo, la atan al suelo, la violan violenta, gráfica y cruelmente y, después, le cosen el cuerpo a balazos, abandonándolo a su suerte en medio de la nada. La providencia querrá que el cadáver resultante sea localizado por el primo bigotudo, quien termina poseído inmediatamente por el espíritu de la muchacha quien, escopeta en mano, montará un cristo importante con la familia (no olvidemos que aquí todos son primos), no dejando títere con cabeza en un tour de force a la Charles Bronson, pero con muchas más cantidades de sangre y un recital de sobreactuación facial que da gusto ver. 
Una película porno de lo más burra y descarada que, desde luego, no me ha dejado en absoluto indiferente. Una pornochanchada juvenil que se convierte en algo parecido a “La última casa a la izquierda”, pero con mucha más mala idea y violencia. Me ha gustado bastante… es muy curiosa. Otro punto gracioso de la cinta es que se aprovechan los títulos de crédito finales para anunciar las películas ya disponibles de la productora, entre las que se encuentran “Quinta dimensao do sexo” “24 horas do sexo explícito” o “48 horas do sexo hallucinante” del ínclito José Mojica Marins ¡Y se nos recomienda verlas! No en balde, "A menina do sexo diabolico" es una producción de Mario Lima, productor de todo el porno que hizo Marins en los 80. Precisamente, se suponía que este iba a encargarse de dirigirla, pero finalmente no lo hizo porque estaba harto del género y decidió poner punto y final a esta etapa. No obstante, instó a Mario Lima a que, además de producirla, también la dirigiera, y resultó ser la mejor película del lote. Por otra parte, “A menina do sexo diabolico” está protagonizada por Makerley Reis, actriz recurrente del porno brasileño que, a finales de los 80, se metió en la política del país presentándose a las elecciones como concejala por Sao Paolo, haciendo los mítines en topless y ejecutándolos de manera sensual y sugerente. Por ese motivo, a partir de entonces, se la conoció popularmente como “La Cicciolina de Bexiga”, ya que es obvio que la joven, natural precisamente de Bexiga, imitaba las maneras de la más popular y polémica porno-diputada italiana. Con todo, “A menina do sexo diabolico” sería la última película de Mario Lima tanto en la producción como en la dirección, hasta que 14 años después, en 2001, volvió al redil eventualmente con “Dr. Bartolomeu e a clínica do sexo”. Muy interesante la breve, sucia y salvaje filmografía de Mario Lima, siempre asociado con el gran Mojica Marins.

sábado, 22 de febrero de 2025

JUEZ, JURADO Y EJECUTOR

Padeciendo yo "justicieritis" aguda, y gastando la película semejante título -¡patrio!-, difícil, muy difícil iba a ser que no corriera al vídeo-club más próximo a alquilarla esperanzado. Y difícil, muy difícil iba a ser también que el resultado no se saldara con la palabra que comienza por D y acaba en "ción". Así pues, otra más palasaca, de esas que no veía desde aquel primer y poco notorio intento. Hasta que, ¡yes!, la otra palabreja maldita, que arranca con un N y concluye con "gia", comenzó a dar por culo y decidí hacerme de nuevo con ella y repetir, preparado, preparadísimo esta vez, sabiendo perfectamente a lo que me exponía. Y, claro, "asín" no vale, porque el consiguiente golpe duele menos e incluso terminas encontrándole virtudes al pifostio, aunque anden muy muy ocultas entre esos maravillosos drops y esas rayacas propias del ripeo-de-vhs que me pasó mi bien amado Enorm (la caratula completa también se la debemos a él. Si es queeee...)
John Willis es un poli duro como una roca. Le han matado al compañero, así que, nada más comenzar la película, anda ya vengándose, liándola a tiros y matando a todo al que se le ponga por delante, incluso si son señoras. Paralelamente, un psicópata sale libre de su encierro y, raudo, se dirige a los lúgubres túneles del metro neoyorquino a recuperar su banda de malandrines, que viven ahí, ocultos entre la oscuridad. No tardarán nada en comenzar a robar y asesinar a viandantes confiados. El poli se alía con una periodista que investiga el asunto (sí, terminarán yaciendo) y decide pararles los pies, a lo bruto y aunque le quiten la placa y la dignidad.
En realidad este producto del año 1988 luce como título original el chanante "Underground", a veces mutado a "Underground Terror" por aquello de darle más color. Pero no, no hay terror. Ni acción. Estamos ante un puro y duro thriller de segunda. Bien facturado en general, decente, con su notoria dosis de violencia, algún leve arrebato de gore gráfico (poca cosa) pero más bien plomizo. Notas que tenía potencial, pero se queda a medio gas (consecuencias del escaso montante, presupongo), aunque no va exenta de pequeños buenos momentos y, muy especialmente, un policía justiciero protagonista que funciona gracias a su tremenda mala hostia. Por ejemplo: uno de los villanos intenta robarle el bolso a una pava y ¿¿qué hace nuestro madero??, pegarle tres tiros por la espalda mientras huye. ¡Toma cha!. Sí, claro, es uno de los malos, pero en el momento de la ejecución él no lo sabe con seguridad, lo revienta únicamente por querer robar un monedero. Si eso no es expeditivo, ya me dirán qué es. Tampoco le tiembla el pulso a la hora de eliminar esbirros arrepentidos de sus actos que solo pretenden ayudar. E incluso se diría que disfruta acabando con el jefe de la pandi -considerar esto un spoiler les convierte a ustedes en unos ingenuos-, exigiéndole a berridos que le mire a los ojos previo remate. Todo ello ante la horrorizada reacción de la periodista, allí presente. En eso, como digo, la peli se me ganó y recordó al "Harry Callahan" de 1971, cuando se movía de manera ambigua entre la legalidad y la ilegalidad, sin despeinarse.
A semejante mastuerzo con placa lo interpreta un muy adecuado Doc Dougherty, quien debutaba acá y luego haría unas cosas más, moviéndose entre productos televisivos y roles muy secundarios para películas más o menos conocidas. Un carrerón parecido al de su guapa "partenaire", Forbes Riley, cuyo crédito más curioso es el protagonismo previo en uno de los slashers más toscos que se recuerdan, "Splatter University", según las artes directivas de un Richard W. Haines apunto de entrar a formar parte de la factoría Troma. Y así ocurre también con el resto, auténticos supervivientes que lo mismo te salen en un blockbuster, haciendo de policía o abogado o barrendero, que en un subproducto.
Con el personal que hay tras la cámara la cosa cambia levemente. Muchos de los principales responsables de "Juez Jurado y Ejecutor" tenían las manos manchadas de puro zetismo, habiendo participado en títulos rimbombantes, algunos hoy considerados de puro culto. Quizás el más llamativo sea Brian O´Hara, co-guionista y responsable de la "story". Como director se encargó en 1999 de la famosa e infame comedia transgresora "Rock 'n' Roll Frankenstein", muy políticamente incorrecta, con chistes homofóbicos, auténtico maltrato animal... allá ande iba provocaba sarpullido. El otro guionista, Bob Zimmerman, escribió también el libreto de un popular slasher de tercera regional, "Silent Madness", además de meter la zarpa como técnico en "Pesadillas de una mente enferma", "La casa del terror (Don´t go in the house)" o "Aberraciones sexuales del conde Drácula".
Igualmente en tareas de machaca curró mucho James McCalmont, director de "Juez, Jurado y Ejecutor". Puedes ver su nombre en una galería interminable de títulos -antes y después de sus propios y únicos dos largometrajes- que van desde "Mi diabólico amante" a "El silencio de los borregos". Previo a la reseñada, venía de co-firmar un aburrrrrido tostón pos-apocalíptico titulado "Infierno en Safehaven" junto a otro que ha pasado unas cuantas veces por acá, Brian Thomas Jones.
Y terminamos con el primer nombre que aparece en los créditos de "Juez, Jurado y Ejecutor", Steven D. Mackler, productor, cuyo currículum va bien surtido de "joyas" como "Neon Maniacs" (reseñada en nuestro pest-seller), "Deadtime Stories", "Infierno en Safehaven" por supuesto, así como la película que el co-culpable de aquella, Thomas Jones, venía de hacer solano, "The Rejuvenator". Otra cosa titulada "Voodoo Dawn", según guion de John Russo y con papelillo para un entonces aún novato Tony Todd y, por fin, un poco de "cualité" con "El pico de las viudas", aunque tampoco le serviría ya de mucho.
Es curioso que siempre ande/mos hablando de que si Fred Olen Ray, Jim Wynorski, David DeCoteau, Charles Band, etc, etc... pero como vemos, el campo del cine de explotación y bajo presupuesto norteamericano de los ochenta era bien vasto, habitado por un montón de señores que, aunque jamás destacaron demasiado, dejaron sus pequeñas huellas en forma de sendos productos entrañablemente pestilentes. Y anda que no mola nadar entre toda esta roña a cambio de noventa minutos medianamente sufrientes.

martes, 18 de febrero de 2025

EMMANUELLE (2024)

Emmanuelle es enviada a Hong Kong donde trabaja para un hotel de alto copete que está generando pérdidas. Su misión consiste en descubrir que es lo que no está funcionando. Todo parece ir sobre ruedas, salvo por el libertinaje que se respira en esos ambientes ricos, con scorts que se ofrecen en la piscina y casetas privadas donde se folla con total impunidad. Y Emmanuelle se deja envolver por ese ambiente guarrindongo de las élites en China. Así que se tira a todo lo que se menea, macho o hembra, como mujer independiente y feminista que es. Hasta que conoce a un enigmático chino que hace cosas raras fuera del hotel al que nunca va a dormir, y se obsesiona con él, entrando en su particular mundo de abstinencia sexual, perversión y perfume caro.
Es unánime. El "reboot" de “Emmanuelle” es una bosta considerable. En fondo y forma. No ha gustado a las élites intelectuales a las que parecía ir dirigida, ni ha gustado a los fans, entre los que me encuentro. Pero nobleza obliga y tuve que visionar esta nueva versión, pese a que, desde el primer momento, todo pintaba bastante mal.
Sin embargo, celebro que “Emmanuelle (2024)” sea una película fallida en todos los aspectos. Fallida porque es brutalmente aburrida, inmensamente aburrida, criminalmente aburrida. Con una estética tan aséptica y digital como la de un anuncio de cruceros. Y fallida porque, en el afán de la producción por darle la vuelta como a un calcetín al concepto “Emmanuelle” y convertirlo en una suerte de “50 sombras de Grey” sofisticado, lo que se consigue es un extraño efecto contrario. Aquí tenemos a una Emmanuelle empoderada, una ejecutiva poderosa… pero en esencia, y en parte gracias a los homenajes/guiños que se hacen a la versión de hace 50 años, al final obtenemos un sexploit. Fino, de clase alta y en esencia feminista, pero como se trata de versionear un clásico que trata de una mujer muy caliente que se entrega prácticamente a cualquiera con el fin de saciar su desmedido apetito sexual, el resultado es el mismo de cualquier entrega de Emmanuelle, una película de explotación sexual. La nueva Emmanuelle se regala a cualquiera que le haga tilín hasta que al final es echada a los perros para que la devoren por parte del hombre al que ama. Lo mismito que en la película de Just Jaecking. Lógico, hay que defender al clásico, así que la manera de justificar la jodienda indiscriminada de Emmanuelle, e incluso el eterno concepto de mujer objeto de la que también este "reboot" hace gala, es haciéndola un poco más inteligente de lo que era el personaje cuando lo interpretaba Sylvia Kristel y, obvio, fichar a una mujer para que dirija la cinta, en este caso la esteta franchute Audrey Diwan. 
Por lo demás, otros puntos en común con el clásico setentero serían la escena del avión, con la que abre créditos esta nueva película, el butacón de mimbre estratégicamente colocado en una secuencia vital de la misma, y la subtrama de sumisión en torno al maromo al que conoce en su hotel, que al igual que en el original (en donde lo hacía su marido), se la ofrece a otros para que sea penetrada de manera exótica por macarras.
Todo esto sin la gracia, la potencia visual y ¿por qué no? el erotismo que tan bien supo crear Just Jaecking a base de visillo trasparente y medias en el objetivo de la cámara. Y es que quizás yo ya ande más cerca del pensar de un viejo verde que del de un treintañero woke y vegano, pero lo cierto es que, mientras “Emmanuelle (1974)” es todavía una obra cumbre del cine erótico capaz de generar erecciones en su enésimo visionado 50 años después de su estreno, esta cosa franchute estrenada mundialmente en el Festival de San Sebastián, no sirve ni para hacerse una mala paja, siendo asimismo vulgar y rancio como lo era el film original. Lo del avión en la de los setenta era una cosa… esa secuencia rozó el fenómeno social, de hecho, todavía funciona con esa Emmanuelle lúbrica, sugerente y atrevida. Aquí, le da un condón al tipo, se da media vuelta y, hale, folla que te folla en el retrete del avión. En silencio. Como si le estuviera explotando un grano.  Horroroso.
Tras buscar muchas actrices para interpretar a Emmanuelle, puesto que el proyecto lleva en marcha más años de los que os pensáis, la elegida para encarnar el papel por el que Sylvia Kristel se convirtió en un icono internacional es Noémi Merlant que, bueno, si la Kristel podía ser Emmanuelle, a ver por que no lo iba a poder ser esta. A Merlant la pudimos ver en otra película para élites, “Un año, una noche” del extraño Isaki Lacuesta. También destaca la presencia de Naomi Watts, ya talludita, como jefa de Emmanuelle en esa empresa hotelera, y que está tan desubicada y perdida en esta película, que casi le dan ganas a uno de darle el pésame. Y no, guarros, no hay escena lésbica entre la Watts y la Merlant.
“Emmanuelle”, que poco después de ser vetada en nuestro país y movilizar a un buen número de españoles a Francia para poder verla, hizo unas cifras en taquilla del todo escandalosas, es lo que es por méritos propios. Y por méritos propios, también, “Emmanuelle (2024)” apenas congregó 12.000 míseros espectadores. Para ver la de la Kristel había hostias. Para ver la de la Merlant no había ni cines dispuestos a exhibirla.
Un bluff.