jueves, 1 de enero de 2009

DRACULA, UN MUERTO MUY CONTENTO Y FELIZ

En 1995 el amigo Mel no andaba en su mejor momento. Su estilo de humor, y su acartonado sentido de la estética, estaban ya bastante anticuados. Venía de hacer la mediocrísima parodia de "Robin Hood" y, en pleno renacer del spoof gracias al éxito de "Agárralo como puedas", se animó a rodar una coña con el en ese momento recuperado Leslie Nielsen a costa de Drácula y la entonces aún caliente versión de la novela de Bram Stoker según Francis Ford Coppola.
Claro, la idea de unir a dos monstruos del humor como Nielsen y Brooks tendría que haber esputado la mejor comedia de la década. Pero no fue ese el caso. Un colega y yo fuimos a verla al cine, y salimos bastante decepcionados. Hoy, pasados más de diez años, la vuelvo a mirar con ojos compasivos y... bueno, haciendo un esfuerzo podría salvarse, pero por los pelos.
En esencia "Drácula, un muerto muy contento y feliz" se mantiene fiel a la novela que parió al rey de los chupasangre, en cuanto a cierta estructura básica, pero luego, lógicamente, la salpica de cuestionables chistes... algunos terriblemente tontos y otros bastante más ingeniosos (destacando, a mi gusto, cuando el vampiro intenta dirigir telepáticamente a Mina y su sirvienta, provocando el caos entre ellas... o la rapidez con la que, por mero interés, un carcelero cambia de opinión respecto al destino de Renfield). Mel Brooks se reserva el papel que mejor le va, el de Van Helsing, y se rodea de unos pocos de sus clásicos, como Harvey Korman, Anne Bancroft (la que fue su mujer hasta el día de su muerte) o Rudy De Luca en el guión. Luego pica un poco de los nombres del momento, destacando mucho bellezón y al por entonces popular Peter MacNicol (también en "Los Cazafantasmas 2"), ideal para el rol de Renfield... aunque también algo cargante.
Lo que más choca de este "Dracula" es su tempo humorístico. Como peli entretiene lo suyo... pero, como comedia, los gags no abundan y hay momentos más extensos de lo normal en los que, esencialmente, no hay materia para la risa, la historia se limita a seguir. Es raro!. Luego, habría que ver cuánta fue la aportación de los dobladores españoles, por esos continuos tacos que resultan cómicos al situarse en medio de diálogos de tono típicamente Victorianos (como cuando Mel Helsing suelta lo de: "La medicina moderna es una puta mierda!") y por esa directa alusión a Chiquito de la Calzada (muy celebrada por el público en pase al que fui). Por otro lado, Nielsen está simpático, en su línea.
En fin, que la peli acaba resultando un divertimento tontorrón, aunque lejos, muy lejos, de los momentos más inspirados de la carrera de su realizador. No conozco al dedillo los resultados de taquilla, pero no me sorprendería saber que fueron estrepitosamente flojos. Después de aquello, Brooks dejó la dirección y se dedicó a reciclar su propia obra con resultados bastante satisfactorios -para él-, destacando los musicales basados en "Los productores" y "El jovencito Frankenstein".