viernes, 9 de enero de 2009

TRES DÍAS DE LIBERTAD

A José Antonio de la Loma le unía al “Vaquilla” algo más que el cine y su obsesión por los delincuentes. Durante muchos años, el director ejerció como su contable. Llegó a confesar en su momento que “Al Vaquilla lo quiero como a un hijo”. Por eso, la última película de De la Loma, como no podía ser de otra manera, está otra vez inspirada en las desventuras del famoso criminal.
Dándole las dosis justas de ficción, y cambiando los nombres de los personajes (aquí el "Vaquilla" pasa a ser “El Gato”... y que dicho sea de paso, al estar interpretado por un actor profesional, Joan Bentallé, le otorga un aspecto mucho más aseado, que no cuela...) "Tres días de libertad" nos cuenta, precisamente eso, los tres días de permiso que le dan al preso en cuestión y como le putean entre unos y otros, para que se eche de nuevo a la mala vida y, en vez de volver a la cárcel, se fugue a Francia, para que así si le pillan, le incremente la condena.
En esta peli no hay nada de acción, no se ven apenas delitos y sí mucho paliqueo de lo más tonto e insustancial, amén de una jamelga a la que “El Gato” se beneficia y tiene dos tetas como dos balones de playa, los cuales pasea desnudos cada dos por tres durante todo el metraje. Y eso es lo que mas interés tiene la puñetera película, la verdad. Aunque me la comí enterita...
Y es que ¿cómo se le ocurre a De la Loma volver al subgénero que le dio la fama, en una década en la que lo que petaba eran las pelis de Álvaro Fernández Armero? ¿Cómo se le ocurre hacer la película con actores y no con delincuentes reales como solía?
Total, que la última película de De la Loma, totalmente fuera de lugar en 1996, se estrenó únicamente en dos o tres salas de Barcelona, no duró mas de una semana en cartel y no recaudó más de quince millones de pesetas. Lo que no está mal si tenemos en cuenta que la peor recaudación del cine español es de 13.000 pesetas. Pero no recuerdo el título.
"Tres días de libertad" es pura carnaza para completistas de las pelis de maleantes, porque es una autentica rareza... pero también muy mala.