
¿Y cómo soporta la peli el paso de los años? Maravillosamente. Lo cierto es que no decae ni un poquito. Se sostiene por si misma desde el primer fotograma, desde la primera escena con Gene Wilder explicando sus teorías sobre la muerte cerebral, e insultando a la cobaya humana que le sirve para demostrar sus ideas (“cochino, cerdo, ¡HIJO DE ZORRA¡” ¿Se acuerdan? ) y mantiene ese ritmo hasta el final.
De antología son los gags del encuentro del monstruo con la niña que tira flores al pozo, se le acaban y le pregunta “¿Y ahora que tiramos?”. Boyle, para conseguir una estruendosa carcajada, tan solo tiene que mirar a cámara de manera cómplice. Ya sabemos lo que viene después, pero por si a alguno se le había olvidado, podemos ver a la niña volar por encima de la cabeza de sus padres y verla aterrizar sobre la cama, a la par que vemos planos de sus padre preocupados porque no saben donde están, y justo cuando la niña aterriza en la cama, ellos abren la puerta, y allí se la encuentran durmiendo placidamente. Una escena que solo podía haber sido coreografiada por un maestro.
¿Y que decir del cameo de Gene Hackman? Ese ciego que pide a dios un poco de compañía y de pronto irrumpe el monstruo en su casa. En su intención de colmar a su visita de atenciones, por poco lo devuelve a la tumba, abrasado, empapado y quemado.
Y el mejor gag de la peli, justo cuando el monstruo a cobrado vida, que Gene Wilder se está vanagloriando de su creación, a Igor, interpretado por el gran Marty Feldman, observando en un segundo plano este nacimiento, no se le ocurre otra cosa que sacarse de su bolsilla un cigarrito y se lo enciende, motivo este por el que descubrimos que el monstruo tiene miedo al fuego. Y me podía tirar así un rato largo.
He tenido mis dudas, a la hora de decidir si reseñaba o no esta peli, porque por un lado, salvo que es genial en todos sus aspectos, no se que más puedo decir de ella, y por otro, yo creo que de esta peli está todo dicho. Pero si, me quería dar el gustazo de decir lo buena que es y de que forme parte de AQUÍ VALE TODO, porque se lo merece. Qué también tenemos cabida para las pelis buenas, oigan.