El día que nos enteramos de que el respetado, excesivo y surrealista cineasta británico Ken Russell se pasaba al terror "standard", todos nos quedamos patidifusos. El resultado, "La guarida del gusano blanco" (según un relato de Bram Stoker, adaptado -dicen- muy libremente), es desde luego lo más "normal" del realizador (junto a "Viaje alucinante al fondo de la mente"), pero claro, hablando de Russell ese término no acaba de hacerle verdadera justicia.
Un arqueólogo localiza el esqueleto de un antiguo gusano gigante al que rendían culto una estirpe de medio vampiros, medio serpiente. Una de estas, de atractivo aspecto, llega al pueblo dispuesta a revivir a la criatura, aunque para ello tenga que luchar contra el arqueólogo y su panda de colegas, entre ellos un joven, y aún no tan famoso, Hugh Grant.
"La guarida del gusano blanco" se vendió como una "comedia de terror". Es bien cierto que el humor campa a sus anchas alegremente por toda la peli, pero también que este queda bien lejos de, por ejemplo, el estilo Americano. Vamos, que las gracias son muy british, y a veces no las pillas, o no sabes si se están riendo de ti o es otra de las paranoias del puto loco del director (como cuando "encantan" a los vampi-serpientes mediante música y les hacen bailotear). Coñas a un lado, estamos ante un film muy entretenido, que se sigue con interés, se disfruta y cruza ante tus ojos en un pis pas. Visualmente tiene momentos realmente potentes, como las secuencias de alucinaciones provocadas por el veneno que lanza la vampira/serpiente (no se pueden explicar, hay que verlas), la pesadilla de Hugh Grant, inquietante en su absurdez y el aspecto de los monstruos. El que espere sangre, tendrá sus justas pero satisfactorias dosis. Hay algún susto, momentos sacrílegos (ese Russell!) y mucha perversidad, la mala se pasa media peli en pelotas, y la secuencia en la que seduce a un joven boy scout es impagable.
A la fiesta hay que añadir una muy adecuada canción de rock-folk estilo "The Pogues".
Altamente recomendable.