Una mujer casada, harta de la indiferencia a la que le
somete su marido, decide, un buen día, salir a follar con todo aquél que se
cruce en su camino. Y eso hace.
La gracia de esta película, a parte de la perenne – en las
pelis porno de Jess Franco- falta de pollas duras, y el cachondo (aunque poco
oroginal) título, es el duelo de mamar pollas que se pegan Lina Romay y Mabel Escaño, que además de chupar falillos blandos, compiten entre las dos para ver
cual dice el chiste más ingenioso mientras lo hacen. Algunos tienen gracia,
otros no. No obstante, da gusto verlas y oírlas.
También destaca porque de una forma muy guarrindonga, se
juntan las pollas de dos actores, bien juntitas, y Lina Romay se las zampa a la
vez metiéndose las dos pollas en la
boca, o a tiempos, chupando un poco a uno, y otro poco a otro. Ante tan
excéntrica (y cerda) situación, no me extraña que los actores no trempen.
Como suele ser habitual, la película se le atribuye a Lina
Romay, una vez más bajo el pseudónimo de Lulu Laverne, y si es cosa de
pseudónimos y sentido del humor en el porno, esta gente, no se como se lo
pasaría follando ante las cámaras (las actrices parece que bien, los actores,
no tanto a juzgar por su pollas blandas), pero poniendo –o poniéndose-
pseudónimos, yo creo que se lo pasaron de puta madre. Así, la sempiterna Lina
Romay, firmaría como Laverne en la dirección, pero como felatriz firma como
Candy Coster, Mabel Escaño es Sandra Pitosa,
José Miguel García es Evaristo Pichales, José Llamas es Paco Jones, Concha Montes es Mona Lisa (¿) y Pepe Porta
es Pepet Poyalet. Muy gracioso en el fondo…
La peli es muy poca cosa. Se ve que está el equipo en un
hotel con una cámara, se ponen a follar y a improvisar delante de ella, y sale una peli porno de una
hora, que cumplió, lógicamente, su función de hacer dinero y ser muy alquilada
en vídeo.
De la etapa porno, de las más mediocres… pero ¡cómo mola es
espíritu!