jueves, 14 de agosto de 2014

¿Y SI NOS COMEMOS A RAUL?

Tras pasarse una temporada como realizador netamente "exploitation" bajo mandato del imperio Corman (suyas son la jodidamente aburrida "Neurosis asesina" -que produjo el hermano Gene-, la simpática y entrañable "La carrera de la muerte del año 2000" y la planísima "Cannonball") el director y actor Paul Bartel se encuentra sin curro ni posibilidades de dirigir. Transcurridos varios años opta por una estrategia desesperada: idear un proyecto sencillo, buscar financiación entre amigos y familia y parirlo desde la más rutilante independencia a base de culos de celuloide desechado y un año y pico de rodaje. El resultado es este "Eating Raoul", "¿Y si nos comemos a Raul?" en España, que contra todo pronóstico acabó convertido en un hito del cine "cult" de su época, inicios de los 80, y dio nuevos bríos a la carrera de su director, que a partir de entonces se especializó en comedia, género al que, esencialmente, pertenece "Eating Raoul"... eso sí, una comedia tirando a excéntrica, o eso pretendía el muchacho, aunque vista hoy resulte de lo más normalita a pesar de sus notables remalazos de humor negro.
Un matrimonio de lo más inocente y casto sueña con inaugurar un restaurante, pero las cosas no les van demasiado bien. Además de ir escasos de capital, resulta que la gente que les rodea es ruda y pervertida, cosa esta que los tiene hartos. Un día, y de modo totalmente accidental, asesinan a un indeseable y le roban, descubriendo así un modo ideal de ganar dinero fácil. Después de todo, hacen un favor a la sociedad borrando gentuza del mapa.
Con semejante actitud en mente, organizan un especie de servicio sexual como gancho para cazar viciosos. Todo va de perlas hasta que entra en juego un hispano que les descubre y se ofrece a ayudarles para ampliar las ganancias y repartírselas. ¿Cómo?, vendiendo los cadáveres resultantes a una empresa que los convierte en comida para perro, nada menos. Pero el pendejo no se contenta con eso, quiere más, quiere a la esposa del protagonista, a la que poco a poco va convirtiendo en aquello que más odian. Como era de esperar, las cosas se complicarán cacho ante tan retorcida situación.
Dadas las peculiares condiciones en las que se rodó "Eating Raoul" no hace falta decir que el resultado dista mucho de ser espectacular o aparatoso. Bartel se decanta por una puesta en escena hiper-sencilla y básica y, sobre todo, por los diálogos, el "efecto más barato del cine", como decía aquel. Y sí, la cosa tiene su gracia, pero tampoco es que sean chispeantes o tremendamente ingeniosos.
A pesar de la trama criminal y canibalística,
el nivel de violencia está bajo mínimos, ni gota de sangre, todo es como muy de “cartoon”. Sí que veremos un par de tetillas y algún momento inspirado (como el asesinato en grupo del jacuzzi, previo topetazo con la cámara), pero en general la verdad es que "Eating Raoul" no termina de funcionar. Se me hizo algo pesadita y no puedo decir que me riera mucho. Tal vez en su momento se trataba de algo fresco y rompedor, aunque solo fuese por su origen genuinamente “indie” (de cuando aún no estaba de moda el término y este tipo de cine era realmente independiente), pero desde luego no ha envejecido demasiado bien, en ningún sentido. Aún así, el culto que arrastra es innegable y años después incluso llegó a generar una versión teatral en formato musical. ¡Estupendo!.
Ese mismo éxito contribuyó a que Paul Bartel pudiese seguir rodando películas, como "Prohibida su publicación", la famosa pero fallida "Lust in the dust" (un homenaje al cine del mangante John Waters pasado por el tamiz del western), "Contra todo pronóstico", su paso por la serie "Cuentos asombrosos" y otro de sus títulos populares, "Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills". Las cosas no deberían irle demasiado bien cuando lo intentó de nuevo en plan super-indie con "Shelf Life", pero casi nadie se enteró de su existencia.
La compañera femenina del actor/director en "Eating Raoul" no era otra que Mary Woronov, una actriz de culto para el cine de culto. Su carrera arrancó en la factory de Andy Warhol. Seguidamente se adentró en los pantanosos parámetros del "exploitation" más puro, participando en toda suerte de productos, algunos tan legendarios como "Noche silenciosa, noche sangrienta" o “Terrorvision”. Visita Imdb si te corroe la curiosidad.
Bartel y la Woronov llevaban tiempo compartiendo créditos, como actores estuvieron juntos en "Rock n´roll high school", pero a partir del éxito de "Eating Raoul" se oficializaría su condición de pareja en la ficción y saldrían como tal en algún que otro films más, como "Kill Bots" de Jim Wynorski donde, literalmente y por nombre y apellido, retoman sus personajes del flim reseñado. Curioso. Hoy día Mary Woronov sigue saliendo en películas zetosas y rimbombantes, pero también en cosas más potentes como "La casa del diablo" o "Los renegados del diablo". Muchos diablos.
Al hispano calentorro le da vida Robert Beltran, de longeva, activa y televisiva carrera. Volvería a verse con Mary Woronov en la mediocrísima "La noche del cometa", y con ella y Bartel en "Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills". También le podéis localizar en esa hiper-chunguez grabada en vídeo por Alex Cox el año 2009 titulada "Repo Chick".
Otras curiosidades del reparto son:  Buck Henry (reputado actor, guionista y amigo de George Kuchar), Ed Begley Jr., Edie McClurg (notoria actriz cómica –lucía una permanente traga lápices en “Todo en un día”-), Don Steele (famoso disc jockey de hiperbólica personalidad que ya había trabajado para Paul Bartel en "La carrera de la muerte del año 2000" -interpretando, cómo no, al agotador locutor de televisión-. Saldría en "Gremlins" haciendo de, pos sí, DJ). Para finalizar, y si no pestañeamos demasiado, podremos ver los cameos de John Landis y Charles Griffith (incansable guionista de la factoría Corman -suyo es el libreto de, entre muchas otras, "La pequeña tienda de los horrores" y "La carrera de la muerte bla, bla"- y director de notables basuras como "Up from the depths", que el propio Corman consideraba una mierda, o "Wizards of the Lost Kingdom II").
En la banda sonora suena una versión muy simpática, y en castellano, de "Devil With a Blue Dress On" cortesía de "Los Lobos".
El misterioso productor y co-guionista de "Eating Raoul" se llama Richard Blackburn. Como director dispone únicamente de un capítulo para la serie "Historias del más allá" y del rarísimo largometraje de terror "Lemora", de la que yo misma hablé en una ocasión. Otro proyecto que Bartel y Blackburn tenían entre manos, desafortunadamente nunca realizado, era una comedia horrorífica titulada "Frankencar", sobre un tipo que, desprovisto de sus extremidades, controla mentalmente un super-buga como arma vengadora contra aquellos que le agredieron y le dejaron inválido. Tremendo.
Paul Bartel llegó a idear una secuela directa de "Eating Raoul" titulada "Blind Ambition" y en la que iba a salir Chevy Chase como el villano de la función. Tenía el dinero, la confirmación de Mary Woronov y las ganas, pero desafortunadamente su inesperado fallecimiento el año 2000 truncó cualquier posibilidad de materializarla.
Perra vida esta.