Gracias por estar ahí en este generoso y extenso repaso a los buenos tiempos de la revista "Fotogru... Fotogramas"! de cuando no era un interminable catálogo de publicidad, no se lamía tanto el ojete al producto nacional y, por lo general, se trataba con desdén al cine de género y aledaños... suspiro, ¡buenos tiempos aquellos, par diez!.
miércoles, 30 de septiembre de 2020
MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2- GALERÍA DE CARTELES (Y FIN DE FIESTA)
Llegamos al final de Septiembre y al de esta sección, recopilando una serie de carteles escaneados de las páginas de viejos "Fotogrumos", algunos para anunciar estrenos de cine, otros para hacer lo idem con lanzamientos en vídeo. Así que, a falta de pan, y en plan despedida oficial, se los metemos aquí, apiladitos, reclamando a su cinefagia y nostalgia.
Gracias por estar ahí en este generoso y extenso repaso a los buenos tiempos de la revista "Fotogru... Fotogramas"! de cuando no era un interminable catálogo de publicidad, no se lamía tanto el ojete al producto nacional y, por lo general, se trataba con desdén al cine de género y aledaños... suspiro, ¡buenos tiempos aquellos, par diez!.
Gracias por estar ahí en este generoso y extenso repaso a los buenos tiempos de la revista "Fotogru... Fotogramas"! de cuando no era un interminable catálogo de publicidad, no se lamía tanto el ojete al producto nacional y, por lo general, se trataba con desdén al cine de género y aledaños... suspiro, ¡buenos tiempos aquellos, par diez!.
lunes, 28 de septiembre de 2020
BORO IN THE BOX
El cine de Bertrand Mandico, experimental, vanguardista y de corte surrealista, es asimismo una rara avis dentro del rollo estrictamente arty, ya que con todo lo pretencioso que puede llegar a ser un film de estas características, Mandico se las apaña para hacerlo verdaderamente bien. No acaba siendo un peñazo y sus virtudes técnicas y narrativas (o no-narrativas si se prefiere) son lo suficientemente interesantes como para que nos sentemos frente a una de sus películas y acabemos el visionado la mar de contentos. No en balde, la mayoría de sus películas no llega a la hora de duración, lo que me parece un oasis en el desierto. A eso, hay que añadirle que el sinsentido que fabrica y plasma en imágenes, donde todo está acompañado por toda suerte de fluidos corporales (o no) y viscosidad, no es del todo sesudo, con lo que nos permite disfrutar de lo que estamos viendo sin que tengamos tampoco que darle muchas vueltas. Es como mirar un cuadro bonito. Y no nos enteramos de mucho, pero es que tampoco hay mucho de lo que enterarse.
Junto a otra cineasta, esta vez sí, con trabajos mucho más peñazo, la islandesa (y muy follable) Katrin Ólafsdóttir, que le pega al cortometraje raro como si no hubiera mañana, redactó el “Incoherence Manifesto” (Manifiesto de la incoherencia), en el que reivindican el cine libre, sin formato y, por supuesto, incoherente. Y efectivamente, a todo esto responde el mediometraje que les vengo a comentar, “Boro in the box”.
Para hacerlo más marciano, decir que “Boro in the box” es un biopic sobre el, también extraño, cineasta polaco Walerian Borowcyk, director que en nuestro país tuvo cierto tirón en las sesiones golfas de finales de los 70 con películas tan populares como “Cuentos inmorales” o “La Bestia” (sobre un híbrido de mono y oso que anda más salido que el pico de una mesa). Pero claro, esto es todo menos un biopic al uso.
Hacer un sinopsis de una película como esta donde, efectivamente, nada tiene coherencia, se me antoja misión imposible, ya que al final se trata de una fábula donde el personaje protagonista es Bowowcyk sólo porque Mandico decide hacer que se trate de él, por lo demás, lo que aquí vemos es una sucesión de imágenes raras —y preciosas, filmadas con extremo buen gusto en glorioso blanco y negro—, situaciones grotescas y surrealistas que poco o nada tienen que ver con la vida del cineasta al que se homenajea. O al menos, eso parece a primera vista (y saquen ustedes sus relecturas sesudas si quieren, que yo no). Pero la cosa va más o menos así: La cámara nos presenta a lo que parece una mujer joven cuya cabeza está dentro de una caja con un agujero, y en off, nos dice que ese personaje siniestro, no es otro que Walerian Borowcyk, que ya ha fallecido, y que pasó toda su vida dentro de esa caja (que podemos considerar una metáfora. Una cámara de cine, al final es una caja con un agujero…). Un flashback nos muestra cómo su padre sedujo a su madre cuando esta jugaba a producir la muerte mediante asfixia a su hermana (¿), a través de lametazos pringosos de una lengua enorme, después de arrastrarse por el fango. Y dice la voz en off que este señor, aprendió a hacer de la podredumbre, dulce poesía. Total, que las situaciones extrañas se van sucediendo y, así, llegamos al momento en el que ella (el) nace, crece y recibe de regalo una cámara de cine, en un viaje iniciático desde Polonia a París, a hombros de su propio padre que carga con “Boro”, como si esta (este) fuera una mochila. Todo ello contado con mucho brío, con imágenes fascinantes, inconexas, que le sirven a Mandico, además, para marcar paquete en el sentido de que se saca de la manga unos cuantos planos imposibles que llevan al espectador avezado a preguntarse cómo demonios los ha hecho. Todo muy loco, muy buñueliano, pero totalmente modernizado y con querencia por el cine fantástico, siempre presente, en “Boro in the box”. Una pequeña maravilla.
Por supuesto, “Boro in the box” lo peta en festivales y, aquí, se pudo ver en el festival de Sitges el año de su producción, 2011.
Yo creo que merece la pena.
sábado, 26 de septiembre de 2020
IT CAME FROM THE 80s!
En "It came from the 80s!" Francesco Borseti entrevista nada menos que a 124 individuos relacionados con el lado más oscuro del cine que se produjo en Hollywood a lo largo de los años ochenta. Llámenlas películas de bajo presupuesto, exploitation o serie B. Da igual. Como era de esperar, abunda el terror y derivados, pero también encontramos comedias como "Cavegirl", "Hunk" o "The Pink Chiquitas". Y los entrevistados no siempre son el director, el guionista, el técnico de efectos especiales o los actores. A veces se da voz a los personajes menos visibles de un rodaje.
Gracias a la distancia que otorga el paso de los años, nos enteramos de muchas marujadas. Por ejemplo, que durante el parimiento de "Creepozoides", David DeCoteau le preguntó a uno de sus actores si se hacía pajas pensando en Linnea Quigley. Descubrimos que Fred Olen Ray cometió un error garrafal mientras filmaba "Del espacio profundo", destruyendo la cabeza del monstruo antes de rodar los primeros planos. Que a Ken Dixon le encantaba ajustar los bikinis de las chicas protagonistas de "Esclavas del espacio", película que fue incapaz de terminar a tiempo, por lo que tuvo que hacerlo otro individuo. Y que en el rodaje de una escena de sexo para "Terror Night / Bloody Movie", la "scream queen" Michelle Bauer dejó un reguero de flujo vaginal al cabalgar el pecho de su partenaire. DeCoteau, Ray, Dixon, la Bauer o nombres como Mark Shostrom, Roger Corman y Charles Band son los más conocidos que localizarán a lo largo de este libro. Y ahí está gran parte de su encanto, que el autor no se contenta con estos, gusta también de centrar su atención en los que no lograron destacar ni siquiera a un nivel puramente zetoso. Muchos solo hicieron una película para luego desaparecer. Y te encuentras con historias tan tristes como la de John McCauley, director de "Deadly Intruder", que pasó del porno al exploitation y de ahí a limpiar ventanas, movida esta que el hombre explica con mucha honestidad y sentido del humor. También descubres a auténticos supervivientes, mercenarios del cine que desempeñaban todo aquello que tocara si lo que querían era seguir currando en el "show business", peña que no tenía manías en escribir guiones de terror, montar películas porno o actuar en dramas televisivos. Fascinante. Aunque mi anécdota favorita es una relacionada con el infra-film "Alien Transformator", historia de un astronauta poseído que va mutando en monstruo. A este le daba vida Rex Smith, famoso por encarnar al "Halcón Callejero". Para mayor desesperación del director, el actor no terminaba de ser puntual cuando tocaba rodar. Corría el rumor de que andaba follándose a una de las actrices / modelos, así que el dire mandó a un asistente para que siguiera a Smith por la noche y sacara fotos de lo que viera. Al día siguiente, le mostró el material revelado al actor y le amenazó que si no cumplía se lo mandaría a su preñada esposa. No hace falta decir que, a partir de ese momento, el amigo Rex se portó como todo un profesional.
Entre los varios títulos desglosados en el libro, localizamos algunos que han pasado por este blog, como "The Chilling", "The Lamp", "The Oracle", "The Rejuvenator" o "Time Walker" (ni idea que Jason "Flesh Gordon" Williams se había reconvertido al cristianismo!).
La verdad es que he tardado bastante tiempo en terminar de leer "It came from the 80s!", en parte porque está escrito en inglés, claro, en parte para prolongar el placer/la curiosidad, pero también porque, según la película tratada y/o los implicados, el interés descendía levemente. Aún así, hay muchas partes tan fascinantes como divertidas y, después de todo, no existe nada mejor que internarse en las entrañas de infraproductos y descubrir sus secretos, primeramente porque suelen ser más gozosos que las propias películas y, segundamente, porque al menos los entrevistados no se pasan el rato comiéndose el culo unos a otros... y ¿a quién no le mola una buena dosis de chismorreos mal intencionados?.
Recomendable.
Gracias a la distancia que otorga el paso de los años, nos enteramos de muchas marujadas. Por ejemplo, que durante el parimiento de "Creepozoides", David DeCoteau le preguntó a uno de sus actores si se hacía pajas pensando en Linnea Quigley. Descubrimos que Fred Olen Ray cometió un error garrafal mientras filmaba "Del espacio profundo", destruyendo la cabeza del monstruo antes de rodar los primeros planos. Que a Ken Dixon le encantaba ajustar los bikinis de las chicas protagonistas de "Esclavas del espacio", película que fue incapaz de terminar a tiempo, por lo que tuvo que hacerlo otro individuo. Y que en el rodaje de una escena de sexo para "Terror Night / Bloody Movie", la "scream queen" Michelle Bauer dejó un reguero de flujo vaginal al cabalgar el pecho de su partenaire. DeCoteau, Ray, Dixon, la Bauer o nombres como Mark Shostrom, Roger Corman y Charles Band son los más conocidos que localizarán a lo largo de este libro. Y ahí está gran parte de su encanto, que el autor no se contenta con estos, gusta también de centrar su atención en los que no lograron destacar ni siquiera a un nivel puramente zetoso. Muchos solo hicieron una película para luego desaparecer. Y te encuentras con historias tan tristes como la de John McCauley, director de "Deadly Intruder", que pasó del porno al exploitation y de ahí a limpiar ventanas, movida esta que el hombre explica con mucha honestidad y sentido del humor. También descubres a auténticos supervivientes, mercenarios del cine que desempeñaban todo aquello que tocara si lo que querían era seguir currando en el "show business", peña que no tenía manías en escribir guiones de terror, montar películas porno o actuar en dramas televisivos. Fascinante. Aunque mi anécdota favorita es una relacionada con el infra-film "Alien Transformator", historia de un astronauta poseído que va mutando en monstruo. A este le daba vida Rex Smith, famoso por encarnar al "Halcón Callejero". Para mayor desesperación del director, el actor no terminaba de ser puntual cuando tocaba rodar. Corría el rumor de que andaba follándose a una de las actrices / modelos, así que el dire mandó a un asistente para que siguiera a Smith por la noche y sacara fotos de lo que viera. Al día siguiente, le mostró el material revelado al actor y le amenazó que si no cumplía se lo mandaría a su preñada esposa. No hace falta decir que, a partir de ese momento, el amigo Rex se portó como todo un profesional.
Entre los varios títulos desglosados en el libro, localizamos algunos que han pasado por este blog, como "The Chilling", "The Lamp", "The Oracle", "The Rejuvenator" o "Time Walker" (ni idea que Jason "Flesh Gordon" Williams se había reconvertido al cristianismo!).
La verdad es que he tardado bastante tiempo en terminar de leer "It came from the 80s!", en parte porque está escrito en inglés, claro, en parte para prolongar el placer/la curiosidad, pero también porque, según la película tratada y/o los implicados, el interés descendía levemente. Aún así, hay muchas partes tan fascinantes como divertidas y, después de todo, no existe nada mejor que internarse en las entrañas de infraproductos y descubrir sus secretos, primeramente porque suelen ser más gozosos que las propias películas y, segundamente, porque al menos los entrevistados no se pasan el rato comiéndose el culo unos a otros... y ¿a quién no le mola una buena dosis de chismorreos mal intencionados?.
Recomendable.
viernes, 25 de septiembre de 2020
PELO SUELTO
Al igual que en España, en México, existe la tradición de promocionar a sus cantantes pop a través del cine, concibiendo películas a su medida que sirven a la vez de promoción para sus más reciente lanzamientos discográficos, y de negocio redondo con el que llenarse los bolsillos con poco esfuerzo. Por supuesto, Gloria Trevi era carne de película. Protagonizó tres, de entre las cuales, esta primera que hizo, “Pelo Suelto” fue un mega éxito que se posicionó en los primeros puestos de las películas más taquilleras de la historia de México.
Otra constante en este tipo de películas es que suelen ser muy rentables, pero muy malas, films en los que los productores escamotean el presupuesto hasta límites insospechados. Total, el producto a vender, en este caso Gloria Trevi, están ya vendidos mucho antes de que se dé la primera voz de acción. En consecuencia, se genera una genuina y espantosa serie Z en la que la dejadez es una marca de identidad.
Así, “Pelo Suelto”, además de ser una infamia, es una película que hace gala de un surrealismo técnico y un tercermundismo generalizado, que si bien es cierto que cuesta un imperio el enfrentarse a un visionado completo de la cinta, también es verdad que merece la pena echarle un ojo, eso sí, muy de pasada.
Gloria Trevi se interpreta a sí misma en una película en la que se mezcla una trillada historia de ascenso a la fama, con una subtrama en la que un par de individuos de aspecto post apocalíptico (¡parecen sacados de “Mad Max 2”!) se dedican a secuestrar niños auspiciados por una organización llamada ¡Los Robachicos! —curiosamente, al mismo tiempo, Gloria Trevi y su representante/amante Sergio Andrade, en la vida real, secuestrarían chicas pre adolescentes para su uso y disfrute sexual, con lo que todo resulta tremendamente retorcido si se conoce el caso…—. Uno de los niños que iba a ser secuestrado, se escapa con un disquete informático en su poder, que contiene información sobre esta organización criminal. Durante el trasiego, se topa con Gloria Trevi, que mientras que intenta contactar con una discográfica que anda buscando grandes estrellas, ayudará al niño a encontrar a “Los Robachicos” y liberar a sus amiguitos. Por supuesto, todo saldrá bien y Gloria conseguirá contactar con los de la discográfica, la lanzarán al estrellato y, como colofón en un concierto final, interpretará la canción que da nombre a la película.
Resulta muy curioso que una cantante que se caracteriza por ofrecer una importante carga sexual en el escenario, mostrando su ropa interior, su culo cada vez que puede, y que se destroza las medias como una salvaje, protagonice una película casi infantil, para niños, mientras nos muestra toda suerte de bikinis y modelitos que sugieren sexualidad por los cuatro costados. Menos chocante es la pobre factura técnica de la película, sin apenas producción, aprovechando conciertos reales de la cantante y rodada deprisa y de cualquier manera. Cutre, chabacana, mal contada y terriblemente aburrida, lo mejor es todo lo referente a “Los Robachicos” y su modus operandi que, de puro bizarro, al final tienes que descojonarte de la risa.
Por supuesto, el éxito estaba asegurado y la Trevi continuaría haciendo películas después, que aunque exitosas, nunca superaron el número de espectadores que tuvo esta primera incursión en el cine.
Por supuesto, una película de estas características tenía que contar en la dirección con un experimentado artesano del cine Mexicano, nada menos que Pedro Galindo III, que pone fin a una carrera llena de clásicos del cine trash, entre los que destacan el primero de la saga “Siete en la mira”, “Pánico en la montaña”, “Vacaciones de terror 2” y, por supuesto, ese extraño y chapucero exploit de “Pesadilla en Elm Street” que era “Trampa Infernal”.
Al respecto del resto de films protagonizados por la Trevi, pues, probablemente, vayan apareciendo aquí reseñados en lo sucesivo si me da el punto. El clan Andrade-Trevi, se merece que sus películas sean, al menos, visionadas.
miércoles, 23 de septiembre de 2020
MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2- POPURRÍ
Se aproxima el final de esta sección, "Mis fotogrumos favoritos 2", y ante la duda de que hacer con una serie de escaneos sin especial conexión entre ellos, ni nada excesivamente destacable como para dedicarles una entrada exclusiva, decidí rejuntarlos con la excusa del popurrí. Y el resultado, es el siguiente:
Un anuncio de los famosos libros de "Campo de batalla: La tierra", esos que inspiraron una película de magro recuerdo y que firma el inventor de aquella famosa secta.
Vale, el siguiente recorte es trampa, porque no pertenece a ningún "Fotogrumos". En realidad salía en la revista "Pronto". Pero la ocasión era perfecta y decidí colarlo ahí, con dos cojones... y dos tetas. Algunos podrían escandalizarse porque Sabrina lo enseña todo y Don Johnson no, pero si lo miras bien, las tetas de él también están al aire, así que nada que objetar.
Y para terminar, tenemos una crítica BUENA! de "La serpiente voladora". Si la escaneé y puse aquí se debe a que, mientras hoy es de lo más normal leer una parrafada positiva sobre el clásico de Larry Cohen, hacerlo en la misma época de su estreno se antoja como algo tan raro que, en fin, merecía la pena destacarse.
Enjoy...
Un anuncio de los famosos libros de "Campo de batalla: La tierra", esos que inspiraron una película de magro recuerdo y que firma el inventor de aquella famosa secta.
Vale, el siguiente recorte es trampa, porque no pertenece a ningún "Fotogrumos". En realidad salía en la revista "Pronto". Pero la ocasión era perfecta y decidí colarlo ahí, con dos cojones... y dos tetas. Algunos podrían escandalizarse porque Sabrina lo enseña todo y Don Johnson no, pero si lo miras bien, las tetas de él también están al aire, así que nada que objetar.
Y para terminar, tenemos una crítica BUENA! de "La serpiente voladora". Si la escaneé y puse aquí se debe a que, mientras hoy es de lo más normal leer una parrafada positiva sobre el clásico de Larry Cohen, hacerlo en la misma época de su estreno se antoja como algo tan raro que, en fin, merecía la pena destacarse.
Enjoy...
lunes, 21 de septiembre de 2020
BABES IN THE WOODS
Primigenio nudie cutie de los años 60 cuyo principal atractivo reside en que los historiadores y expertos en este subgénero daban por completamente desaparecido. Por supuesto, en 2002, en algún sucio almacén de algún antiguo cine en algún recóndito lugar de la américa más profunda, aparecieron unas latas que contenían la película en su totalidad, por lo que la Independent International Pictures se quedó con las bobinas encontradas y la restauraron y transfirieron para que, por lo menos, quedara una constancia de la existencia de esta joya perdida.
Por supuesto, hay que darle un interés histórico a todo esto, porque la película no es más que una pizpireta excusa para mostrarnos a una serie de señoritas que se desnudan y bailotean ante la cámara de manera desenfrenada. Sin embargo, tiene algo de encanto.
Tres muchachitas muy descaradas se van de excursión al campo. Llegando a una gasolinera dejarán ojiplático al dependiente que las atenderá con una sonrisa en los labios (y una erección en el pantalón). Una de ellas se dará un largo baño de espuma en su bañera. Después, las muchachitas bailarán y se despelotarán en todas y cada una de las habitaciones de la casa de campo donde se alojarán, para luego seguir bailando en la discoteca (¿) o ponerse a cocinar sin más indumentaria que un mandil. Todo esto bajo la atenta mirada de la gerente de la casa, que no aprueba esas actitudes tan desprejuiciadas.
Un poco más de lo mismo de siempre en el subgénero, pero combinando interiores en decorados con papel pintado con exteriores donde simplemente vemos el follaje del bosquecillo donde rodaron la película, eso sí, todo ello mudo, pero con una voz en off que nos va contando lo que hacen las señoritas y sus circunstancias, en esplendoroso blanco y negro de un celuloide que creo distinguir de 16 mm.
Resultan simpáticos los títulos de crédito con divertidas animaciones que reproducen a las tres chicas conduciendo hacia su destino, combinando con los nombres del reparto y el equipo técnico escritos a mano en bonitas letras. Y ¡ya está! Eso es todo, no hay más que rascar.
Por otro lado, del director de la cinta acreditado como A.A. Krovek, nunca más se supo, a no ser que fuera otro director usando un pseudónimo. Sin embargo, de las actrices se sabe algo más. Por un lado tenemos a Vickie Miles, también conocida como A. Louise Downe, que cuando no estaba en pelotas en sus películas le escribía los guiones a don Herschell Gordon Lewis (de quien era pareja). Suyos son los de “Blood Feast” (donde también tiene un papelito como actriz) y “The Gruesome Twosome”. Y cuando no estaba actuando o escribiendo, también se dedicaba al maquillaje, vestuario y asistencia de dirección de un buen puñado de películas zetosas durante la década de los 60. Las otras dos que completan el trío, Marge London y Karen Moor, hicieron poquita cosa más, y lo poco que hicieron también fue para Gordon Lewis.
Cuando detecto una película de este tipo es casi una obligación verla, pero vamos, que es más por inquietud archivera y curiosidad, que por gusto. Aunque esta, no es tan, tan, tan, tan coñazo como tantas otras.
sábado, 19 de septiembre de 2020
BLOOD FEST
Al "Holocausto Caníbal" de Ruggero Deodato se le pueden achacar muchas cosas malas, comenzando por toda la crueldad desplegada hacia los animales. Pero hay otra característica que a mi siempre me ha irritado profundamente, y es que se supone que es una crítica, un palo, a una corriente que en esa época tiraba mucho en el cine italiano, los documentales "mondo", construidos a base de imágenes horribles de supuesta violencia real (sobre todo contra las criaturillas de la naturaleza, siempre las grandes víctimas de la estupidez humana) que, disfrazados de monserga moralista, llamaban a los más bajos instintos del espectador medio (y los billetes de su cartera). Molesto con ello, Deodato facturó una peli en la que los mismos documentalistas son los responsables de toda la brutalidad que filman sus cámaras. Muy bien, hasta ahí muy bien, el problema reside en que para esputar dicho mensaje se valió, prácticamente, de las mismas y poco honrosas tretas que usaban los cineastas "mondo". Así pues, toda su intención quedaba diluida en una enorme, absurda y ofensiva incoherencia.
Pues bien, con "Blood Fest" pasa algo parecido... aunque, afortunadamente, sin que ningún ser vivo lo pague con su vida durante el proceso. Hay una escena en la que un personaje suelta un "speech" brillante que me llegó al alma, en el que acusa al terror moderno de no dar miedo, de haber perdido su esencia amenazante, y culpa de ello a su integración en el mainstream. Señala directamente a los vampiros "de color púrpura", a los zombies televisivos (aunque estos tengan el inevitable papel de peso en la misma "Blood Fest"... junto a los payasos siniestros, claro), a los viejos y sobre explotados psycho-killers y que todo se ha convertido en pasto de pueril merchandising. Más razón que un santo. Olé. Sin embargo, la curiosa paradoja es que la misma "Blood Fest" es pura, dura y total consecuencia de todo ello. Es, en parte, culpable de aquello que critica. Veamos por qué.
La historia no deja de ser una combinación entre "Una cabaña en el bosque" y "Hell Fest". Va a celebrarse una feria dedicada al cine de terror, una "Con" de esas que dicen los yanquis. El prota, un adolescente adorador del género y que trabaja en un vídeo-club (dato que chirría especialmente si tenemos en cuenta que la peli se desarrolla en tiempos modernos, supongo que era el desesperado intento por parte de los artífices de mandar un guiño más de los muchos que hay), se pirra por acudir, pero su padre no le deja. Sí, ya, el padre como representación inevitable de la autoridad moral y que desprecia esas mismas películas por su violencia y sadismo. Lo que pasa es que, en este caso, el hombre tiene algo de razón. Años atrás, y siendo el prota aún infante, un tipo enmascarado entró en su casa y acuchilló a la madre hasta matarla. Con semejante trauma, uno no comprende cómo el teenager se pirra por los "slashers" y tal, pero así son estas pelis. Supongo que es factible alegar su corta edad cuando ocurrió, pero podría mostrar algo de empatía hacia el padre, digo yo. Total, que a pesar de las prohibiciones el chaval consigue ir y, una vez allá, y tras el mentado "speech", los responsables de la organización, deseosos de que exista una genuina peli de terror terrorífica, y castigar un poco a ese "fandom" amuermado que se viste con camisetas de "Viernes 13", se disfraza del asesino de "Scream" o lleva llaveros con la cara de "Chucky", comienza a masacrarlo con el fin de que abandone su zona de confort y vuelva a sentir miedo de verdad. El prota y sus amigos harán lo imposible por evitar fenecer y escapar del lugar.
En otra desesperante muestra más de paradoja, la misma película que, se supone, ama el género y critica a aquellos que lo desprecian (como el padre del protagonista, y además a conciencia, como verán los que sufran la obra completa) es, a su vez, responsable de "alertar" de su peligro (la típica doble moral yanqui). Es decir, los organizadores de la feria son adictos a ese tipo de cine y están tan frustrados por la tendencia inofensiva que ha adoptado los últimos tiempos que deciden rodar su propia película asesinando a un montón de peña inocente para devolverle la peligrosidad (evidentemente, aquí nadie saca a relucir que una buena peli de terror no tiene por qué ser ultra-violenta, incluso ni siquiera contener más de un crimen, pero claro, eso no es comercial). ¿Qué me estás contando? ¿que el padre del prota tenía razón? ¿Que esta clase de cine atrae a individuos peligrosos? Mi no comprende. Otra evidencia más: el villano explica que para crear su ejército de asesinos, se agenció a un grupo de tarados y los sometió al visionado repetido de una película del género con el fin de hacerles creer que ellos eran el psycho-killer protagonista. Inquietante.
Pero dejando de lado tales apreciaciones ¿psicológicas?, y las incoherencias, y el exceso de comedia, y de referencias (incluida "Evil Dead"), y los clichés narrativos y, por supuesto, los clichés humanos (la aspirante a actriz medio idiota, el director de cine arrogante, la estrella del terror que odia al género que le da de comer -vaya novedad, ¿y que hay de malo en ello?-, la chica rarita que acabará siendo la novia del prota y, por supuesto, su amigo gordo y gracioso que se pirra por echar un polvo -y lo echa, por imposible que parezca. Eso sí, los muy cobardes se saltan la escena en cuestión-, al que da vida Jacob Batalon, el amigo gordo y gracioso de "Peter Parker" en la pelis del arácnido producidas por "Marvel Studios"), e incluso los cameos "cool" (Zachary Levi haciendo de sí mismo), lo realmente irritante de "Blood Fest", lo "peligroso", es su tremebunda mirada al ombligo, su naturaleza de producto destinado a lamer el ojete del "fandom", a complacerlo hasta el punto de perder la dignidad. Tanto se esfuerzan, tanto tiempo dedican a los guiños, los homenajillos y las citillas, que desaprovechan la oportunidad de hacer aquello que justamente más necesita el género: Una película buena, con personalidad, estilo y algo de cerebro.
A cambio obtenemos casi una producto pornográfico en su naturaleza "friki". Y yo ya estoy hasta los cojones de todo eso, de esa especie de secta religiosa en la que se ha convertido el fanatismo hacia mi cine predilecto, logrando únicamente desprender a este de su esencia, convirtiendo la pasión en algo superficial, casi festivo, tomado a guasa, trivializando todo su qué, su razón de ser. Y tanta culpa tienen las galletas de "La matanza de Texas", los peluches de "Freddy Krueger" y los calcetines de "Evil Dead", como la película comentada. Profundamente dañinas / nocivas para el género al que supuestamente pertenecen y rinden pleitesía.
Irritante. Casi mejor rebautizarla como "Blood PEST".
Pues bien, con "Blood Fest" pasa algo parecido... aunque, afortunadamente, sin que ningún ser vivo lo pague con su vida durante el proceso. Hay una escena en la que un personaje suelta un "speech" brillante que me llegó al alma, en el que acusa al terror moderno de no dar miedo, de haber perdido su esencia amenazante, y culpa de ello a su integración en el mainstream. Señala directamente a los vampiros "de color púrpura", a los zombies televisivos (aunque estos tengan el inevitable papel de peso en la misma "Blood Fest"... junto a los payasos siniestros, claro), a los viejos y sobre explotados psycho-killers y que todo se ha convertido en pasto de pueril merchandising. Más razón que un santo. Olé. Sin embargo, la curiosa paradoja es que la misma "Blood Fest" es pura, dura y total consecuencia de todo ello. Es, en parte, culpable de aquello que critica. Veamos por qué.
La historia no deja de ser una combinación entre "Una cabaña en el bosque" y "Hell Fest". Va a celebrarse una feria dedicada al cine de terror, una "Con" de esas que dicen los yanquis. El prota, un adolescente adorador del género y que trabaja en un vídeo-club (dato que chirría especialmente si tenemos en cuenta que la peli se desarrolla en tiempos modernos, supongo que era el desesperado intento por parte de los artífices de mandar un guiño más de los muchos que hay), se pirra por acudir, pero su padre no le deja. Sí, ya, el padre como representación inevitable de la autoridad moral y que desprecia esas mismas películas por su violencia y sadismo. Lo que pasa es que, en este caso, el hombre tiene algo de razón. Años atrás, y siendo el prota aún infante, un tipo enmascarado entró en su casa y acuchilló a la madre hasta matarla. Con semejante trauma, uno no comprende cómo el teenager se pirra por los "slashers" y tal, pero así son estas pelis. Supongo que es factible alegar su corta edad cuando ocurrió, pero podría mostrar algo de empatía hacia el padre, digo yo. Total, que a pesar de las prohibiciones el chaval consigue ir y, una vez allá, y tras el mentado "speech", los responsables de la organización, deseosos de que exista una genuina peli de terror terrorífica, y castigar un poco a ese "fandom" amuermado que se viste con camisetas de "Viernes 13", se disfraza del asesino de "Scream" o lleva llaveros con la cara de "Chucky", comienza a masacrarlo con el fin de que abandone su zona de confort y vuelva a sentir miedo de verdad. El prota y sus amigos harán lo imposible por evitar fenecer y escapar del lugar.
En otra desesperante muestra más de paradoja, la misma película que, se supone, ama el género y critica a aquellos que lo desprecian (como el padre del protagonista, y además a conciencia, como verán los que sufran la obra completa) es, a su vez, responsable de "alertar" de su peligro (la típica doble moral yanqui). Es decir, los organizadores de la feria son adictos a ese tipo de cine y están tan frustrados por la tendencia inofensiva que ha adoptado los últimos tiempos que deciden rodar su propia película asesinando a un montón de peña inocente para devolverle la peligrosidad (evidentemente, aquí nadie saca a relucir que una buena peli de terror no tiene por qué ser ultra-violenta, incluso ni siquiera contener más de un crimen, pero claro, eso no es comercial). ¿Qué me estás contando? ¿que el padre del prota tenía razón? ¿Que esta clase de cine atrae a individuos peligrosos? Mi no comprende. Otra evidencia más: el villano explica que para crear su ejército de asesinos, se agenció a un grupo de tarados y los sometió al visionado repetido de una película del género con el fin de hacerles creer que ellos eran el psycho-killer protagonista. Inquietante.
Pero dejando de lado tales apreciaciones ¿psicológicas?, y las incoherencias, y el exceso de comedia, y de referencias (incluida "Evil Dead"), y los clichés narrativos y, por supuesto, los clichés humanos (la aspirante a actriz medio idiota, el director de cine arrogante, la estrella del terror que odia al género que le da de comer -vaya novedad, ¿y que hay de malo en ello?-, la chica rarita que acabará siendo la novia del prota y, por supuesto, su amigo gordo y gracioso que se pirra por echar un polvo -y lo echa, por imposible que parezca. Eso sí, los muy cobardes se saltan la escena en cuestión-, al que da vida Jacob Batalon, el amigo gordo y gracioso de "Peter Parker" en la pelis del arácnido producidas por "Marvel Studios"), e incluso los cameos "cool" (Zachary Levi haciendo de sí mismo), lo realmente irritante de "Blood Fest", lo "peligroso", es su tremebunda mirada al ombligo, su naturaleza de producto destinado a lamer el ojete del "fandom", a complacerlo hasta el punto de perder la dignidad. Tanto se esfuerzan, tanto tiempo dedican a los guiños, los homenajillos y las citillas, que desaprovechan la oportunidad de hacer aquello que justamente más necesita el género: Una película buena, con personalidad, estilo y algo de cerebro.
A cambio obtenemos casi una producto pornográfico en su naturaleza "friki". Y yo ya estoy hasta los cojones de todo eso, de esa especie de secta religiosa en la que se ha convertido el fanatismo hacia mi cine predilecto, logrando únicamente desprender a este de su esencia, convirtiendo la pasión en algo superficial, casi festivo, tomado a guasa, trivializando todo su qué, su razón de ser. Y tanta culpa tienen las galletas de "La matanza de Texas", los peluches de "Freddy Krueger" y los calcetines de "Evil Dead", como la película comentada. Profundamente dañinas / nocivas para el género al que supuestamente pertenecen y rinden pleitesía.
Irritante. Casi mejor rebautizarla como "Blood PEST".
viernes, 18 de septiembre de 2020
TARDE DE FIESTA CON ZIPI Y ZAPE
Especie de secuela de “Tarde de fiesta” (habría incluso una
tercera secuela bajo el epígrafe de “Carrusel Infantil”) cambiando para la
ocasión la pista portátil al aire libre del circo Sémola por los lúgubres
rincones de la popular discoteca barcelonense Muntaner 3, que da cobijo al
espectáculo filmado en vídeo que tenemos a bien reseñar hoy.
Básicamente, se trata de un poco más de lo mismo que en el
anterior vídeo, pero con un plato fuerte que es el que hace vender la cinta: El
protagonismo del dúo infantil “Zipi y Zape” compuesto por los hermanos Luis
María y Javier Valtuille que estaban en plena efervescencia de su efímera fama.
Así que, es de suponer, que entre el caché de los artistas y el estar esta vez
resguardados en el interior de una discoteca, estamos ante un “Tarde de fiesta”
más ambicioso… pero también más frío por una total ausencia de público en el
espectáculo que, no obstante, escuchamos a través de una pista de audio
enlatada a pesar de no verlo nunca. Así que, entre pitos y flautas, lo cierto
es que este vídeo es más inerte que el anterior, que estaba más lleno de
dinamismo y vida, gracias a los componentes del circo sémola.
Entonces, en este “Tarde de fiesta con Zipi y Zape”, se van
entrelazando actuaciones en playback de “Zipi y Zape”, que interpretan sus
canciones más exitosas, con actuaciones de circo que van desde la mímica del
clown Jaumet o un espectáculo de guiñol, hasta la magia de Xevi, la presencia
del faquir Kirman (¡que repite después de “Tarde de fiesta”!), o la alegría de
los payasos “Los Kaprani”, que no son más que la versión exploit y
tercermundista de los míticos Hermanos Tonetti.
Todo muy chungo y desolador pero, y al igual que sucedía con
el anterior “Tarde de fiesta”, raro y entretenido (en menor medida), aunque
solo sea por lo desfasado de la propuesta.
Técnicamente, se aplica la ley del mínimo esfuerzo. Poco más
que los shows grabados a imagen fija con unos cuantos insertos mal metidos en
los que, a poco que nos fijemos, nos damos cuenta de que no están siquiera
sincronizados… y ni falta que les hace. “Zipi y Zape” actúan ante la cámara en
un improvisado escenario cuyo fondo está compuesto por mosaicos de espejo que
no imposibilitan la visión de los dos niños, de milagro.
En definitiva, un producto raro (no recuerdo yo haberlo
visto nunca en ningún vídeoclub madrileño en la época), cutre y rancio, que se
convierte en material interesante precisamente por estos “atributos”.
En los títulos de crédito figura como realizador un tal S. Subirats, o lo que es lo mismo, Sebastian D’Arbó,
utilizando para firmar su inicial y segundo apellido. Desde luego, el estilo
del parapsicólogo, es inconfundible…
Estas cosas hay que verlas, sufrirlas y, si se puede,
coleccionarlas.
miércoles, 16 de septiembre de 2020
MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2- PITUFANDO!
Recordamos nuestra colorida infancia con estas pitufantes páginas publicitarias aparecidas en un viejo "Fotogrumos" donde se da bombo y platillo al lanzamientos de varios VHSs con aventuras de las entrañables criaturas azules paridas por Peyo.
Pitúfenlas a gusto!.
Pitúfenlas a gusto!.
lunes, 14 de septiembre de 2020
EL INCANSABLE PROSTITUTO
Comedia bávara de contenido soft y humorístico que
bajo el título internacional de “House of the 1000 sins” (según el país, puede
cambiar el título y el metraje ya que existen varios cortes de la película) se
esconde una infamia de lo más tontorrona que se estrenó en nuestros cines con
la calificación “S” con el adecuado título de “El incansable prostituto”.
La cosa es bastante básica: Con la excusa de
mostrarnos un montón de carne femenina durante el trasiego, la acción nos
traslada a un hotel que es un éxito entre las mujeres gracias a que, allí, el gigoló
local las deja de lo más satisfechas. El problema vendrá cuando este se enamora
de una de sus clientas y tiene que lidiar con esa tesitura y con el hecho de
que cierto día, pues, no se le pone dura… por lo que tendrá que visitar a una
doctora que analizará su vida sexual desde la adolescencia.
Una trama insípida, con gags que casi nunca funcionan,
pero que no deja de ser una rareza por el toque surrealista que se le da a las técnicas
de follisqueo que emplea este hombre. Así, entre ensoñaciones que emparentan
directamente los senos exuberantes de las habitantes de ese hotel con las ubres
de una vaca, o flashbacks que nos muestran su pasado sexual —y sus traumas—,
nuestro protagonista tendrá sexo de las formas más extrañas, entre las que se
incluyen el echar un polvete con una fémina dentro de una red que cuelga de
árbol a árbol. Todo muy loco (y casi vanguardista, en una película que pretende
todo lo contrario).
Un producto curioso, distinto a los otros títulos de
comedia sexy alemana que nos llegaban en la época, y que eran más alocados
y alegres. “El incansable prostituto”,
al final no es más que material de derribo carente de interés más allá de lo
antropológico.
Estrenada en España seis años después de su estreno en
Alemania, la película hizo la pasta habitual de una película “S” con unos
171.000 pajilleros que acudieron a verla a las salas más infectas destinadas a
la exhibición de este tipo de cine erótico festivo.
Kurt Nachmann, director artesanal de la vieja guardia alemana, con
guiones en tropecientas películas de corte clásico y una filmografía como
director que comienza en los albores de los años 60, dirige unas cuantas
películas del palo, como “Viena Erótica” firmada con el pseudónimo de Fred Wagner
o “Josefina la cachonda”, titulada en su versión original “Josefine
Mutzenbacher II - Meine 365 Liebhaber”, pero que españolizaba el título en su
estreno aquí para asemejarse más al producto “S” patrio de la época que,
supongo, vendería más que el bávaro. Nachmann pone fin a su carrera con el título que
acabamos de reseñar.
Testimonial.
La verdad es que da lo mismo verla que no verla, que
se hubiera quemado el negativo y se perdiera.
sábado, 12 de septiembre de 2020
MY CAREER AS A JERK
“My career as a Jerk” es un documental de noventa minutos de duración dedicado a un grupo de punk rock / hardcore por el que siempre he sentido mucho afecto: “Circle Jerks”. Su responsable directo no es un mindundi cualquiera sin puñetera idea de lo que está hablando, muy al contrario, David Markey lleva metido a fondo en la escena punkera de Los Angeles desde los albores de la década de 1980. Se dedicó a tocar la batería en algunos grupos y editar un fanzine llamado “We got power!”. Aunque donde realmente destacó fue en el terreno audiovisual. Solía pillar la cámara de Super 8 y hacer cortos (que tuve ocasión de ver en un dvd editado años después y, ciertamente, no me dijeron nada). Un día quiso ir más allá y se curró un largometraje contando con la participación de todos sus colegas. El resultado fue “Desperate Teenage Lovedolls”, una especie de comedia transgresora sobre el ascenso y caída de un grupo punk rock formado por chicas. Se le dio cancha y funcionó de perlas, tanto como para parir una segunda parte, “Lovedolls Superstar”. Sin embargo, el verdadero mérito de David Markey residía en su círculo social, compuesto de auténticos astros del mundillo punk / HC que, con los años, han terminado granjeándose un respeto y una admiración que, de rebote, ha salpicado al cineasta. Así, cuando el post-punk lo petó a principios de los 90, seguido muy de cerca por el grunge, él estaba ahí para facturarle video-clips a “Sonic Youth” y grabar un documental que generó bastante ruido gracias a la notable presencia de "Nirvana" -alias, el grupo que lo jodió todo-, “1991: The Year Punk Broke”. Markey siguió haciendo sus cositas, viviendo un poco de los residuos que dejaban por el camino sus colegas músicos y, hoy por hoy, vive de otra clase de residuo: la nostalgia. Regodeándose sin descanso en todo aquello que el punk / HC aportó durante su juventud, tan venerado por las nuevas e impresionables generaciones.
Y ahí es donde entra “My career as a jerk”, que narra la trayectoria de la banda en cuestión, a base de imágenes de archivo y entrevistas con todos aquellos que formaron parte de sus filas a lo largo de los años, destacando los más constantes, el voceras Keith Morris y el guitarra Greg Hetson. Quizás lo curioso de esa escena es que estaba en buena parte integrada por chavales salidos de los suburbios, un poco en contraste con el punk original, de ahí que entre los padres de algunos “Jerks” encontremos un abogado y un miembro del ayuntamiento. También entra en el apartado curiosidad cómo ha sido realizado el documental. Markey sabe obtener buenos planos y sonido decente usando cámaras de consumo casero. Incluso me parece que un móvil. Y yo, por supuesto, lo celebro.
Es jodidamente difícil seguir la carrera al completo de cualquier creador, sea del medio que sea, y no encontrar errores. Todos los tienen (y todos los tenemos). De lejos pueden parecernos cagadas inmensas, pero si nos situamos en el contexto, comprendemos que tenían razón de ser y son perfectamente excusables. Los “Circle Jerks” pueden presumir de tres primeros discos muy decentes. “Group Sex”, “Wild in the streets” y “Golden Shower of Hits”. Luego, las cosas comienzan a torcerse. Durante muchos años viví convencido de que derivaron al heavy metal, que era “la norma” en la época. Pero no, es cierto -tal y como dice el guitarrista- que optaron por un rock más estándar. Sin embargo, y a pesar de no ser heavy metal, tampoco era el sonido que les había identificado en sus primeras grabaciones. De esta guisa parieron su peor trabajo, “Wonderful” (aunque la canción que le da nombre está muy potable), y uno que, sin ser demasiado estupendo, no me desagrada del todo, “VI”. Fue en medio del periodo de cambios cuando conocieron a Alex Cox y se apuntaron al rodaje de “Repo Man”, aportando canciones y presencia, en una divertida escena en la que fingen ser una banda insulsa de esas que tocan en bodas. Pasan los años y, ¡pumba!, llega el “nuevo punk” gracias al éxito de “Green Day”. Los “Jerks” piensan aquello de “nosotros merecemos sacar tajada de esta moda, estábamos antes” y se apuntan con resultados decentes aunque no deslumbrantes: “Oddities, Abnormalities and Curiosities”.
El documental parece concluir con la absoluta, total y completa disolución de la banda, y de la amistad entre sus integrantes, pero a día de hoy los “Circle Jerks” continúan activos y siguen viviendo de los viejos éxitos.
Aunque la parte dedicada a sus años gloriosos está muy interesante, con todas las típicas batallitas, la que más disfruté es aquella centrada en su “decadencia” . Suelo encontrar apasionantes estas historias, porque es “fácil” gozar de un buen momento, pero no tanto cuando llegan las vacas flacas, ahí es donde realmente reside la verdadera verdad de todo, y el genuino valor y mérito de un creador, tirar palante a pesar de las inclemencias. Por algo estas partes suelen ignorarse.
“My career as a jerk” es material exclusivo para fans del grupo e interesados en el punk y todas sus vertientes. Pueden localizarlo en YouTube con subtítulos en castellano.
Y ahí es donde entra “My career as a jerk”, que narra la trayectoria de la banda en cuestión, a base de imágenes de archivo y entrevistas con todos aquellos que formaron parte de sus filas a lo largo de los años, destacando los más constantes, el voceras Keith Morris y el guitarra Greg Hetson. Quizás lo curioso de esa escena es que estaba en buena parte integrada por chavales salidos de los suburbios, un poco en contraste con el punk original, de ahí que entre los padres de algunos “Jerks” encontremos un abogado y un miembro del ayuntamiento. También entra en el apartado curiosidad cómo ha sido realizado el documental. Markey sabe obtener buenos planos y sonido decente usando cámaras de consumo casero. Incluso me parece que un móvil. Y yo, por supuesto, lo celebro.
Es jodidamente difícil seguir la carrera al completo de cualquier creador, sea del medio que sea, y no encontrar errores. Todos los tienen (y todos los tenemos). De lejos pueden parecernos cagadas inmensas, pero si nos situamos en el contexto, comprendemos que tenían razón de ser y son perfectamente excusables. Los “Circle Jerks” pueden presumir de tres primeros discos muy decentes. “Group Sex”, “Wild in the streets” y “Golden Shower of Hits”. Luego, las cosas comienzan a torcerse. Durante muchos años viví convencido de que derivaron al heavy metal, que era “la norma” en la época. Pero no, es cierto -tal y como dice el guitarrista- que optaron por un rock más estándar. Sin embargo, y a pesar de no ser heavy metal, tampoco era el sonido que les había identificado en sus primeras grabaciones. De esta guisa parieron su peor trabajo, “Wonderful” (aunque la canción que le da nombre está muy potable), y uno que, sin ser demasiado estupendo, no me desagrada del todo, “VI”. Fue en medio del periodo de cambios cuando conocieron a Alex Cox y se apuntaron al rodaje de “Repo Man”, aportando canciones y presencia, en una divertida escena en la que fingen ser una banda insulsa de esas que tocan en bodas. Pasan los años y, ¡pumba!, llega el “nuevo punk” gracias al éxito de “Green Day”. Los “Jerks” piensan aquello de “nosotros merecemos sacar tajada de esta moda, estábamos antes” y se apuntan con resultados decentes aunque no deslumbrantes: “Oddities, Abnormalities and Curiosities”.
El documental parece concluir con la absoluta, total y completa disolución de la banda, y de la amistad entre sus integrantes, pero a día de hoy los “Circle Jerks” continúan activos y siguen viviendo de los viejos éxitos.
Aunque la parte dedicada a sus años gloriosos está muy interesante, con todas las típicas batallitas, la que más disfruté es aquella centrada en su “decadencia” . Suelo encontrar apasionantes estas historias, porque es “fácil” gozar de un buen momento, pero no tanto cuando llegan las vacas flacas, ahí es donde realmente reside la verdadera verdad de todo, y el genuino valor y mérito de un creador, tirar palante a pesar de las inclemencias. Por algo estas partes suelen ignorarse.
“My career as a jerk” es material exclusivo para fans del grupo e interesados en el punk y todas sus vertientes. Pueden localizarlo en YouTube con subtítulos en castellano.
viernes, 11 de septiembre de 2020
EL HOMBRE QUE PUDO SALVAR LA VIDA DE MICHAEL JACKSON POR SEGUNDA VEZ
Nos remitiremos a hace más de 20 años, cuando las
televisiones nos bombardeaban con la historia de Luixy Toledo, para muchos un
freak mediático sin más ni más, para mí, uno de los más genuinos e interesantes
músicos outsider que ha dado la piel de toro.
Luixy, se hizo tremendamente popular a finales de los
90, gracias a una serie de fantasías que contaba en todo tipo de programas, ya
fueran divulgativos o de prensa rosa, en las que hablaba de su famosa piedra de
Marte entregada por la diosa Xylan o, sobre todo, por el plagio que
supuestamente hizo Michael Jackson de una de sus canciones, “Exorcismo”. Tenía
más fantasías de este tipo, pero ahora mismo no las recuerdo.
Obviamente, no hace falta decir en pleno 2020 que
todos estos cuentos no eran más que inventos que el músico, en su afán de
conseguir algo de notoriedad y llamar la atención de la industria musical,
ejecutaba con total dedicación delante de las cámaras. Y le salió bien la cosa.
Obtuvo celebridad, aunque sólo fuera porque le llevaban a los platós cubriendo
así el cupo freak de rigor que era menester en las parrillas televisivas de
aquellos años. Pero la bola se hizo grande y, por pura repetición, y harto seguramente
de su fama de freak que, al contrario de lo que pensaba, no influía positivamente
en su carrera como músico —que es lo que realmente Luixy anhelaba—, un buen
día, en no sé cuál programa, Luixy reconoció que todas esas historias de Marte,
de la diosa Xylan y demás, no eran más que un cuento chino. Sin embargo, el
asunto de que “Thriler”, no era más que
un plagio de su “Exorcismo”, lo mantuvo y defendió con uñas y dientes a lo
largo de los años. Y hasta hoy.
Luixy Toledo llevaba ya unos años fuera del circo mediático;
ni creo que durante este tiempo le interesara exponerse como se expuso a
finales de los 90, ni creo que en la televisión de los últimos 10 años hubiera
lugar para él, amén de que el chicle tampoco se puede estirar más, máxime
cuando reconoció que eran todo invenciones. Por eso, me resulta cuando menos
sorprendente que en pleno 2020 alguien haya decidido hacer un documental sobre
el bueno de Luixy.
“El hombre que pudo salvar a Michael Jackson por
segunda vez”, nos presenta un poco por encima a Luixy Toledo para, acto
seguido, dar una mirada posmoderna —e incluso condescendiente— de todo lo
relacionado con el plagio que supuestamente hizo Michael Jackson a nuestro
Luixy, en lo que es una entrevista en profundidad al artista. Luixy, da su
versión de los hechos (que ya hemos escuchado 20 millones de veces)
extendiéndose todo lo que le da la gana y metiéndose tan a fondo en su relato
que incluso, un par de veces, llega a emocionarse rompiendo a llorar, ya sea
recordando amigos del pasado que ya no están, ya sea narrando la injusticia que
supone que Jacko nunca reconociera el plagio.
Se habla brevemente sobre sus inicios con su banda
“Los Alacaris”, como para compensar, y se reincide, una y otra vez, con el tema
de Michael Jackson. Pero ni por asomo, se le da importancia ni a una cosa más,
ni repara en la música de este extraño artista que tiene composiciones como
para llenar una maleta. Y todas súper bizarras y divertidas.
Así, “El hombre que pudo salvar a Michael Jackson por
segunda vez”, lejos de hacer un retrato completo de Luixy Toledo, en lugar de
ofrecer algo original, se convierte precisamente en uno más de esos programas
sensacionalistas que se ríen del tonto. Va a dar carnaza, punto. Se pretende
dar una imagen moderna y alejada de
aquellos programas, pero al final es lo mismo, sólo que escudado con el uso del
HD, del travelling y un saturado etalonaje marcapaquete, que a la hora de
sentarme a ver un documental sobre Luixy Toledo me importan un carajo. Sólo se
quedan en la superficie. Con lo interesante que es Luixy más allá de esas
fantasías. Al final, lo menos importante de su, ya larga carrera, es
precisamente lo que cuenta, hasta la exasperación, este documental.
Por supuesto, en los créditos finales, los
realizadores se despojan de toda responsabilidad alegando que ellos no se hacen
responsables de las declaraciones del entrevistado. Muy valientes.
Sin embargo, de ritmo anda bien, está servido todo con
dinamismo, incluye animaciones que ilustran las transcripciones de los juicios
a los que Jackson se enfrentó acusado de plagio, o que narran otra de las
historias fantasiosas de Luixy (aquella en la que dice que él sirvió, en una
antigua reencarnación, a Michael Jackson en el siglo X), y sólo dura una hora,
por lo que, formalmente, y más si no se tiene un conocimiento previo sobre
Luixy Toledo (como a estas alturas es bastante probable), está entretenido y se
echa un ratillo. Pero nada más.
miércoles, 9 de septiembre de 2020
MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2 - ¿EL ÚLTIMO VIERNES 13?
¡Y mira que eran ilusos en "Fotogrumos"! ¿De verdad pensaban que se trataba de la última? A tenor del pequeño artículo aquí escaneado (acompañado por el maravilloso cartel), sí. Poco sabían lo que aún quedaba por ver!!!!.
lunes, 7 de septiembre de 2020
PASADO DE ROSCA
Ezio Greggio es, sin duda, un personaje interesante.
Presentador de televisión, comediante, periodista, guionista, productor y
director de cine, además de ser el principal responsable del Festival de cine de comedia de Montecarlo, no
hay palo del mundo del espectáculo que Greggio no toque en Italia. Hombre
orquesta de la farándula y popular a nivel nacional. Lo que ocurre es, para que
me entiendan, que Ezio Greggio no es un artista de primera calidad; es más bien
de tercera. Si tuviera que poner un equivalente español, a bote pronto, el
único que se me ocurre es Rody Aragón.
Sin embargo, puede alardear de, en el mundo del cine,
haberse quedado bien a gusto.
Greggio, amante apasionado de la comedia, lo es sobre todo
de Mel Brooks. Es un fan enfervorecido que, cuando pergeña una comedia, la pone
en el mapa con un reparto americano
removiendo Roma con Santiago para conseguir la financiación necesaria para
pagar cachés y, si le es posible, contar con los mismos actores con los que
contó Brooks en sus películas. De esta forma, fue durante la producción de su
película más afamada, “El silencio de los borregos” que en su afán por reunir
un reparto tan marciano como apetecible, contacta con su ídolo para que le haga
un cameito en la película. Mel, debido a los contactos que el Italiano tiene,
accede a aparecer, cuando una vez en el set es testigo directo
de cuanto ha influenciado su cine en el del italiano. Greggio habla maravillas
de Brooks, de sus películas y, en consecuencia, se hace amigo tanto de Brooks,
como de su segundo de abordo, Rudy de Luca. Se hacen amigos, pero íntimos, nada
de medias tintas. El feeling entre el italiano y la leyenda de la comedia es
total.
De hecho, cuando Mel Brooks rueda “Drácula, un muerto muy contento y feliz” contacta con su amigo europeo porque le hace ilusión que
aparezca en ella, y ahí tenemos a Greggio en un cameo. Su amistad le va
a la zaga con Rudy de Luca, por lo que su siguiente película, tras el pequeño
éxito internacional de “El silencio de los borregos”, sería una suerte de spoof
muy deudor de la saga de “Agárralo como puedas” titulado “Killer Per Caso”, que
cuenta con un guion escrito a cuatro manos junto al propio De Luca, además de
protagonizar ambos la película junto a Dom DeLuise.
Las relaciones entre la factoría Brooks y Greggio van de
perlas, por lo que para su siguiente
film, también sobre un guion según De Luca, Greggio tira la casa por la ventana
y se trae a italia al mismísimo Mel Brooks para que sea el protagonista
absoluto —junto a él, por su puesto— . Brooks está en ella
por pura amistad y consciente de que la industria italiana no tiene que ver con
la americana (y a día de hoy, casi con ninguna otra porque se encuentra
agonizando) rebaja considerablemente su caché para estar en ella. El resultado
de esta marciana amistad se inmortaliza en una de las películas con menos razón
de ser de la historia, esta “Pasado de rosca”.
Es una absoluta paradoja, porque al final, lo que está
haciendo Ezio Greggio es poner a uno de los más grandes genios de la comedia
americana en la que probablemente sea una de las peores comedias de la
historia. No se puede ser más sosa. No la salva ni Mel Brooks. Es más, está
para matarle completamente.
El hijo de un potente empresario vive bajo su yugo. Sin
embargo un día sufre un infarto que le dejará maltrecho y moribundo en el
hospital dándole el doctor escasas semanas de vida. Así, este le pide a su hijo
la última voluntad, que es volver a ver por última vez al americano bajito que
le salvó la vida durante una batalla en la Segunda Guerra Mundial. De este modo,
el individuo parte a Estados Unidos a buscar a ese tipo. Cuando da con él,
resulta que está ingresado en el manicomio, pero se las apañará para sacarlo de
allí y que así vaya a ver a su padre. Con lo que no contaba es con que está más
loco de lo que se creía y va a convertir su travesía hacia el lecho de su padre
en una auténtica locura.
Y ya, tan solo es un recital de aspavientos, muecas y
horribles gags perpetrados por Greggio y Brooks, mientras en un segundo plano,
al personaje de Greggio le sale un interés romántico.
Todo ello servido con cadencia televisiva, sin ninguna
gracia y con una acusada ausencia de talento por parte del hombre que orquesta
todo eso, que no es otro que Ezio Greggio. Es como cualquiera de las películas
de la saga “Natale” (en la que Greggio también ha participado en un par de
ocasiones), pero con mucha menos gracia. Nos enfrentamos a algo malo, malo,
malo, pero malo de verdad, y da mucha pena ver ahí a Mel Brooks haciendo algo
tan flojo, pese al esfuerzo que le pone el tío.
La película pasó más bien discreta por las taquillas
italianas y, quizás por la mera presencia de Mel Brooks, también llegó a
nuestro país, muy de puntillas, en formato vídeo. En los USA tuvo un estreno
reducido, además de ser el país que editó la única edición en DVD que existe en
el mundo.
No se lo que opinarían Mel Brooks y De Luca tras ver el
engendro, desconozco como continuarían sus relaciones después de esta película
insufrible, pero lo cierto es que tras ella no volvieron a trabajar juntos. De
hecho, Greggio no volvería a dirigir cine hasta 2011 que se pegaría la machada
de rodar la primera película italiana en 3D, que lleva por título “Box Oficce
3D: Il film dei film”, justo en el momento en el que la cinematografía italiana
pasaba por uno de sus peores momentos. Después ya, Greggio se refugiaría en la
televisión como tantos y tantos trabajadores del cine italiano.
Desde luego, la mera existencia de esta película ya la
vuelve un producto a tener en cuenta y al que dedicarle un sufrido visionado.
Por otro lado, yo me imagino que, por muy mierda que sea, tener en ella al
mismísimo Mel Brooks como prota fue un
verdadero placer para Greggio. Porque esto no es como hacer “Kika” y
traerte a Peter Coyote. Esto es hacer una comedia con el más grande. Ya solo
por eso…
sábado, 5 de septiembre de 2020
EL MONSTRUO DE ST. PAULI
A Fatih Akin y su cine los descubrí haciendo zapping una noche de esas que no sabes qué cojones echarte a los ojos. Me llamó la atención "En la sombra", una historia de venganza con regusto "autoral". La vi, me gustó e indagué en la carrera del director, descubriendo que también era responsable de un biopic sobre un auténtico asesino en serie, esta "El monstruo de St. Pauli", cuyo título español nos retrotrae a aquellos tiempos en los que los distribuidores de por aquí bautizaban delirantemente a las películas extranjeras, porque realmente el film nació como "Der goldene Handschuh", es decir, "El guante de oro", que es como se llama el mugriento bar donde sucede buena parte de la narración.
Hamburgo, años 70. Concretamente en St.Pauli, el popular "barrio de las putas" de la ciudad. Fritz Honka es un perdedor, lleva una vida miserable, habita un piso sucio y destartalado, tiene un curro de mierda y, encima, es más feo que el demonio. Pero feo, feo. Por eso se pasa el día en el bar "El guante de oro", donde ahoga sus muchas penas a base de alcohol. Además, va más salido que un mono pero, con ese careto, ninguna puta medianamente decente le quiere. Lo único a lo que puede aferrarse es a viejas y borrachas, y las consigue a base de tentarlas con bebercio o comida. Se las lleva a casa, las humilla, las mal folla y, eventualmente y según le da la vena, las mata. Las descuartiza y esconde sus restos en un cuartucho que, obviamente, apestufa que da gusto. Un día, una furgo atropella a Honka, sobrevive y decide cambiar de vida. Deja la bebida, deja de visitar el bar y se busca un curro nuevo como vigilante. Se enamora de una empleada, pero las cosas no irán como le gustaría y, obviamente, el hombre retomará su antigua y nada envidiable existencia.
Si hay una película que sea la perfecta definición de sordidez y decadencia, esa es "El monstruo de St. Pauli". Todo en ella es sucio, asqueroso y deprimente. Comenzando por el propio protagonista, pasando por esas putas ajadas, desgastadas, arrugadas y ojerosas, hasta los escenarios cutres, llenos de mierda y que huelen a cloaca. Cuando acabas de ver la peli, te dan ganas de meterte bajo la ducha. Y es algo que mola muchísimo, no diré que no, aunque también es cierto que de TAN exagerado, en ocasiones roza la parodia. Incluso me atrevería a decir que Fatih Akin procede así de modo totalmente consciente, elevando lo "grotesco" de todo ello para hacerlo casi irreal, porque el Fritz Honka de verdad era feo, sí, pero no tanto como el de la peli. Este directamente parece un monstruo, algo comprensivo dada su naturaleza homicida -y afín al título hispano-.
Tampoco se piensen que la película es de terror, o que narra las cruentas hazañas de una asesino en serie como lo harían "Henry, retrato de un asesino" o cualquiera de esos desangelados biopics que recorrieron nuestras pantallas (grandes o pequeñas) a inicios de los 2000 como "Ed Gein", "Gacy", "Dahmer" o "Ted Bundy". No. "El monstruo de St. Pauli" es un drama, con ciertas mini-dosis de miserable comedia negra, en la que, de vez en cuando, vemos a su prota asesinar. Algo que también vemos son pollas flácidas, enormes tetas caídas de mujer sexagenaria, incluso alguna entrepierna bañada en caca licuosa. Una de aquellas características tan molonas del cine Europeo, que no se anda con los remilgos propios de Hollywood. Solo que los asesinatos están lejos de encajar en los parámetros del "exploitation". Se medio-muestran. No nos ahorran ciertas brutalidades (sobre todo cuando Honka se ensaña con una puta gorda rebotona), pero sin regodeos malsanos. En su justa dosis y medida.
De esta manera, lo que nos sirven es una peli estupendamente bien facturada (los decorados reproducen al milímetro los lugares reales donde ocurrió todo), con actores cojonudos y una historia interesante y, por ende, entretenida... aunque no sea porque chorree color y felicidad en sus fotogramas. Ni mucho menos. En realidad uno ve todas esas existencias desgastadas, vacías y terribles y, primero, teme que los designios de la vida le lleven por un camino semejante y, segundo, se alegra de su situación, sea cual sea. Ninguna puede ser peor que la de los clientes de "El guante de oro". Sin embargo, y a pesar de los ingredientes, tampoco puedo decir que al terminar te dejen hecho una piltrafa emocional. No. Seguramente se deba a esa "pátina de irrealidad" tan sutil pero efectiva que comentaba antes. Pues se agradece, la verdad, porque el material no es desde luego bonito.
Buena película, sí señor.
Hamburgo, años 70. Concretamente en St.Pauli, el popular "barrio de las putas" de la ciudad. Fritz Honka es un perdedor, lleva una vida miserable, habita un piso sucio y destartalado, tiene un curro de mierda y, encima, es más feo que el demonio. Pero feo, feo. Por eso se pasa el día en el bar "El guante de oro", donde ahoga sus muchas penas a base de alcohol. Además, va más salido que un mono pero, con ese careto, ninguna puta medianamente decente le quiere. Lo único a lo que puede aferrarse es a viejas y borrachas, y las consigue a base de tentarlas con bebercio o comida. Se las lleva a casa, las humilla, las mal folla y, eventualmente y según le da la vena, las mata. Las descuartiza y esconde sus restos en un cuartucho que, obviamente, apestufa que da gusto. Un día, una furgo atropella a Honka, sobrevive y decide cambiar de vida. Deja la bebida, deja de visitar el bar y se busca un curro nuevo como vigilante. Se enamora de una empleada, pero las cosas no irán como le gustaría y, obviamente, el hombre retomará su antigua y nada envidiable existencia.
Si hay una película que sea la perfecta definición de sordidez y decadencia, esa es "El monstruo de St. Pauli". Todo en ella es sucio, asqueroso y deprimente. Comenzando por el propio protagonista, pasando por esas putas ajadas, desgastadas, arrugadas y ojerosas, hasta los escenarios cutres, llenos de mierda y que huelen a cloaca. Cuando acabas de ver la peli, te dan ganas de meterte bajo la ducha. Y es algo que mola muchísimo, no diré que no, aunque también es cierto que de TAN exagerado, en ocasiones roza la parodia. Incluso me atrevería a decir que Fatih Akin procede así de modo totalmente consciente, elevando lo "grotesco" de todo ello para hacerlo casi irreal, porque el Fritz Honka de verdad era feo, sí, pero no tanto como el de la peli. Este directamente parece un monstruo, algo comprensivo dada su naturaleza homicida -y afín al título hispano-.
Tampoco se piensen que la película es de terror, o que narra las cruentas hazañas de una asesino en serie como lo harían "Henry, retrato de un asesino" o cualquiera de esos desangelados biopics que recorrieron nuestras pantallas (grandes o pequeñas) a inicios de los 2000 como "Ed Gein", "Gacy", "Dahmer" o "Ted Bundy". No. "El monstruo de St. Pauli" es un drama, con ciertas mini-dosis de miserable comedia negra, en la que, de vez en cuando, vemos a su prota asesinar. Algo que también vemos son pollas flácidas, enormes tetas caídas de mujer sexagenaria, incluso alguna entrepierna bañada en caca licuosa. Una de aquellas características tan molonas del cine Europeo, que no se anda con los remilgos propios de Hollywood. Solo que los asesinatos están lejos de encajar en los parámetros del "exploitation". Se medio-muestran. No nos ahorran ciertas brutalidades (sobre todo cuando Honka se ensaña con una puta gorda rebotona), pero sin regodeos malsanos. En su justa dosis y medida.
De esta manera, lo que nos sirven es una peli estupendamente bien facturada (los decorados reproducen al milímetro los lugares reales donde ocurrió todo), con actores cojonudos y una historia interesante y, por ende, entretenida... aunque no sea porque chorree color y felicidad en sus fotogramas. Ni mucho menos. En realidad uno ve todas esas existencias desgastadas, vacías y terribles y, primero, teme que los designios de la vida le lleven por un camino semejante y, segundo, se alegra de su situación, sea cual sea. Ninguna puede ser peor que la de los clientes de "El guante de oro". Sin embargo, y a pesar de los ingredientes, tampoco puedo decir que al terminar te dejen hecho una piltrafa emocional. No. Seguramente se deba a esa "pátina de irrealidad" tan sutil pero efectiva que comentaba antes. Pues se agradece, la verdad, porque el material no es desde luego bonito.
Buena película, sí señor.
viernes, 4 de septiembre de 2020
SMOKE & FLESH
El título de esta película es en sí mismo una declaración de
principios. Humo y carne. Y es que básicamente “Smoke & Flesh” va de eso,
de individuos que fuman porros y que echan sus casquetes.
Es un producto muy típico de la contracultura de finales de
los sesenta, muy cercano al underground pero sin llegar a serlo, y que destaca
por encima de otros títulos porque, sin
ser una película que podamos considerar del todo buena, sí que se trata de una
película técnicamente bien acabada con una estética muy marcada y en un
esplendoroso blanco y negro que, por los pelos, no parece una película
mainstream. Al fin y al cabo sería un sexploit para los circuitos marginales
ejecutado por un individuo no del todo manazas.
Prácticamente no hay trama. La cosa va de un matrimonio más
o menos liberal que se dedica a organizar fiestas en casa, motivo este por el
que se les llena el hogar de hippies que practican sexo entre ellos. Un buen
día, a una de las fiestas, llega un motero que trae una buena bolsa de
marihuana, y los hippies comienzan a fumar para acto seguido ponerse a follar.
Las fiestas se suceden con normalidad hasta que un día, unos tipos malcarados
se infiltran en una de ellas con el fin de traer problemas.
Como parece ser que lo importante en este film es más el
contenido que la forma, los planos artísticos se suceden —sin llegar a una
experimentación pura— y la cámara se recrea en cosas tan dinámicas de filmar
como es un scalextric. Y resulta un recurso cómodo. De hecho lo es tanto, que
tranquilamente esta película se podía haber titulado “Smoke, Flesh and
Scalextric”. Todo eso aderezado con escenas soft muy sofisticadas a las que el blanco y negro
les va muy bien, en las que, si bien nunca llegamos a ver genitales, sí que
vemos a una negraza que quita el hipo a la que su interlocutor embadurna de
nata todo el cuerpo con el fin de, primero, poner cachondo al espectador (y
vive dios que lo consigue) y, segundo, generar un contraste de texturas con el
blanco de la nata y el negro de la piel, creando una atmósfera muy sexy que la
posiciona a unas cuantas millas de un sexploit al uso. Material para pajas, sí,
pero muy bonito y bien hecho. Más impacto causan los morreos que se pegan
algunas de las parejas que aquí se encaman, con tanta lengua que, teniendo en
cuenta el año de producción, 1968, le hacen a uno preguntarse como es que a
esta peli no le plantaron una “X” como un castillo. Supongo que, como he dicho
antes, por no mostrar ni por un segundo genitales de ningún tipo.
No se trata de un drugsploitation porque, al contrario que
las viejas películas de Dwain Esper, aquí no hay una condena de las drogas.
Tampoco se hace una apología. Los hippies se fuman los canutos y a otra cosa
mariposa. No enloquecen, no acaban asesinando a nadie. Y se agradece, porque yo
andaba esperando que en algún momento se cometiera un asesinato bajo el influjo
de la marihuana. No van por ahí los tiros.
Total, que se puede decir que, paradójicamente, y sobre todo
en lo concerniente a lo visual, la cosa está hasta bien, aunque en contadas veces
el inevitable sopor hace acto de presencia. Con todo, una película muy moderna,
en el buen sentido de la palabra.
Entonces, aquí viene el dato curioso y a tener en cuenta: “Smoke and Flesh”, medio
artie, con una fotografía cuidada y hasta una dirección solvente (pese a su
carácter genuinamente exploit) es la primera película de un director con solo
dos películas: ¡Joseph Mangine! Sí, el infame director de la no menos infame
“Neon Maniacs”. Técnica y estéticamente hablando, “Smoke and Flesh” y “Neon Maniacs”
son el yin y el yang, todo lo que tiene de cuidada una, lo tiene de chapucera
la otra, y el contraste me parece del todo delirante. Eso da que pensar que,
quizás, la falta de medios y de presupuesto, sí que puedan ser un impedimento a
la hora de hacer una película y que no sólo sea una excusa para justificarse
cuando uno ha hecho una mierda, como venía yo pensando hasta ahora. ¿Cómo se
las habría apañado Mangine con grandes presupuestos? Claro, que no creo que “Smoke
and Flesh” contara tampoco con mucha pasta en su producción ¿Quedó bien,
quizás, porque el blanco y negro suele ser siempre resultón? Estas incógnitas
nunca serán despejadas, porque Mangine no hizo más películas (aunque sí disfrutó de una larga carrera en la dirección de fotografía, especializándose en cine exploitation) y, además, la palmó el año 2006. En cualquier
caso, como ambas películas me gustan (por distintos y diversos motivos), que
viva Joseph Mangine. Ahí queda su legado, dos filmes que la única coherencia
que les une, es que ambos fueron concebidas con los mismos fines lucrativos, y
dentro de los parámetros de la serie B.
miércoles, 2 de septiembre de 2020
DOS FOTOCROMOS DE "LA CASA DE LA COLINA DE PAJA"
Solo disponemos de un par de fotocromos, pero cuando en uno tenemos dos lesbianas en plena ejecución erótica (dándole más sentido que nunca a la palabra final del título) y en el otro a un joven Udo Kier, creo que no se puede pedir más...
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