lunes, 12 de febrero de 2024

DOOM HOUSE

Cuando estuve en San Francisco el año pasado, y me pasé la mañana hurgando entre las estanterías de Amoeba Records, además de un par de discos de rap, lógicamente, también me compre una serie de películas a buen precio en DVD. Todo lo que me llamaba la atención por raro o extravagante se vino conmigo para España. Por supuesto, el siguiente producto, por lo que sea, me llamó la atención. Se trataba de un recopilatorio de cortos en DVD cuya caratula lucía caligrafía asiática. Obviamente lo de las letras chinas (o lo que coño fuera) se trataba de una "trolleada", porque en la parte posterior del estuche venía el texto en inglés y por las fotografías se veía claramente que los actores eran norteamericanos de dedos morcillosos y grasientas camisetas de propaganda.
Una vez en mi hogar, el DVD en cuestión se quedó descansando en mis estanterías hasta que esta semana me dio por verlo.
Se trata de un disco donde se recolectan todos los cortos de Richard Kyanka alias “Lowtax”, en concreto, el que capitaneaba el recopilatorio es el híper popular “Doom House”.
Richard Kyanka no fue en absoluto un cineasta (ni tan siquiera era un cinéfilo); era un individuo de ideología un tanto ambigua que creó una popular web de entretenimiento en Internet a finales de los 90, “Something Awful”, que generó una cantidad obscena de suscriptores —además de pago— y sería pionera en ese tipo de comunidades de haters y vírgenes resentidos tipo “4cham” con la que, además, tenía cierta vinculación. Kyanka forma parte de esa serie de gentucilla que, sin una conexión a Internet, solo serían pasto de las ratas. Para que me entiendan, el tipo de entretenimiento que generaba estaba destinado a un público potencialmente Incel. Y le fue bastante bien con eso.  Además, fue uno de tantos “showmans” en el mundo que se subió a un ring a boxear con Uwe Boll. Fue noqueado por el alemán en apenas un par de segundos.
Como fuere, cuando me dispuse a ver qué demonios contenía el DVD que tenía entre mis manos, no sabía nada de este individuo.
Me siento a ver “Doom House” y me encuentro con un cortometraje eminentemente amateur muy acorde a los tiempos que corrían, la era pre-digital, con las Mini-DV copando el mercado, unos traqueteos de cámara a priori fascinantes y una no-técnica que, en principio, me estaba agradando bastante. También el chaval que aparecía ante la cámara (el propio Kyanka) parecía no tomarse muy en serio nada de lo que ahí ocurría ofreciendo sobreactuaciones desmedidamente exageradas y, en definitiva, en cierto sentido me recordaba bastante a lo que en un momento dado podía hacer yo con mi vídeocamara justo en aquella época. Pero pronto veo que la actitud con la que afronta su material no es la misma, y me encuentro con algo que ya me hizo chirriar, errores de raccord introducidos de manera intencionada. La primera vez te hace dudar. En la siguiente, vemos como cambia de posición una gorra  para hacer hincapié en esa "mala continuidad" y que sirva a su vez de gag cómico. Aparece otro personaje y ya de repente la cosa se torna una competición por ver cual de los dos es más subnormal, además de advertir cierta mala baba en sus intenciones.
La cosa va de un individuo que, tras morir su mujer, decide comprarse una casa enorme. Allí hay una especie de figurita maldita, que hace que se generen poltergeist a su alrededor. Un policía le ayudará a esclarecer el misterio.
Tras quitar el corto me vi el resto, compuesto la mayoría de ellos por versiones de animación flash de este primero, y comprendí que, efectivamente, no estaba ante la obra de un aficionado al cine que le gustaba esputar en vídeo sus propias creaciones, sino ante el enésimo director amateur de la era MySpace (¿Recuerdan Exclusively Yours?) que rueda cortos solamente como contenido que agregar a su página web. Pero además, este “Doom House” parecía ser más o menos una befa hacia las producciones amateur efectuadas por auténticos aficionados. En definitiva: una gracieta, un chascarrillo, una chorrada para la página web, una cosa del momento que se queda ahí. Un motivo más para odiar a todos estos vírgenes.
Sin embargo, Kyanka tenía una gran comunidad de fans que consumía cualquier chorrada que se subiera a “Something Awful”, por lo que el corto tuvo un éxito tremendo entre ratillas de sótano que todavía lo veneran a día de hoy y, en consecuencia, rodó más cortos, todos variaciones de este primero. Y le dio bombo a la tontería hasta que esta dejó de funcionar, el corto amateur de MySpace pasó de moda y a otra cosa mariposa. “Doom House” era carroña para un tipo de público carroñero y tan despreciable como el autor del corto mismo, la máxima carroña. Esta gente hace parecer a individuos como Coolduder y compañía experimentados cineastas y consumados folladores.
Al margen de todo esto, Richard Kyanka era el prototipo del Incel. Su vida alrededor de la red se complicó sobremanera. Ganó miles de dólares con su cotizada empresa gracias a las suscripciones de sus adeptos, que fueron los mismos que se lo comieron cuando comenzó a circular por esas redes de nicho que le curtía el lomo a su mujer con asiduidad. Esto generó todo tipo de controversia y, ante la presión, Kyanka vendió “Somethin Awful” a otra compañía, YOSPOS, que en cuanto la tuvo en su poder, decidió banearle para que no pudiera entrar ni tan siquiera visitar los foros.
Entre unas cosas y otras, en 2021 Richard Kyanka se suicidó, y volvió a estar de actualidad. En consecuencia, se reactivó de nuevo la demanda de “Doom House”, con cientos de comentarios en Youtube en los que los fans recuerdan al tipo con excesivo cariño y hacen hincapié en lo muy felices que les hizo este cortometraje. Ahora ya daba igual que fuera un maltratador, era un muerto al que honrar en las redes sociales, que es una de las tendencias más repugnantes que a día de hoy ha dado Internet. Y es que así funciona esto.
Como fuere, el corto es eso, una chorrada hecha por y para garrulos, sin ningún valor “trash”—y no digamos ya cinematográfico— de sabor efímero  y concebido en un momento muy concreto de la historia, la década de los dosmiles, y que con la misma fuerza que pudiera irrumpir, se esfumó, porque al final, estas no dejan de ser producciones que tienen más que ver con Internet que con el cine y, en resumidas cuentas, no interesan a nadie.
Aunque, al menos, han servido para la reseña de hoy.