lunes, 19 de febrero de 2024

TAG: EL JUEGO ASESINO

Película a mayor gloria de un Robert Carradine que despuntaba y al que, para variar, el papel de galán se le quedaba grande desde el día uno. Tuvo que hacer de feo de cojones en “La revancha de los novatos” para llegar al “estrellato” y, aún así, y más allá de eso, nunca acabó de florecer. “TAG: El juego asesino”, además, es un film completamente olvidado que no logró obtener el beneplácito del público ni tan siquiera con una segunda oportunidad; se estrenó cine mediante en 1982 bajo el título de “Everybody gets in the end” y no fue nadie a verla. Un par de años después se le hizo una limpieza de cara, se la vendió como una comedia y se estrenó en la televisión por cable y vídeoclubs bajo el título de “TAG: The Assassination Game”. Pero en los USA fue distribuida de tapadillo y, aunque se presume que los derechos pueda poseerlos Disney —que le pasa con el catálogo de películas medianas USA lo mismo que sucede aquí con el grueso del cine español y Don Enrique Cerezo—, a día de hoy no hay más copias que aquellas que sobrevivan a la única edición en vídeo de 1984, una un poco chusquera con la imagen oscurísima, dicho sea de paso. En España sucedió lo mismo; se estrenó directa a vídeo con el título que ilustra esta entrada y ya está. Ni la han emitido en televisión, ni nada que se le parezca. Tampoco es de extrañar porque, aunque en un principio la cinta sea interesante por lo que es, se trata de una comedieta con toques de thriller psicológico muy mal combinados entre sí, que pese a uno o dos buenos momentos, resulta una peliculucha bastante mala y con alma de telefilm, carente de interés más allá de esto que les cuento.
Sin embargo, el reparto es, como se suele decir, de campanillas, y no solo tenemos a Robert Carradine mostrando dentadura y correteando de aquí para allá, sino que además, debutaban para el cine en un papel protagonista Linda Hamilton (inmediatamente después se fue a hacer “Terminator”) y Bruce Abbot que interpreta al malo de la función (después se iría con Stuart Gordon a hacer “Re-Animator”). Se ve que se Hamilton y Abbot se llevaron bien durante el rodaje, echaron algún que otro polvo y después se casaron. No durarían mucho de todas formas. Como veterana tendríamos un pequeño papel para la “albondiguera” Kristine DeBell y, por primera vez en una pantalla, y casi en calidad de figuración —con frase el primero, sin ella el segundo— Michael Winslow y Forest Whitaker. Ahí es nada. Pero más allá de todas estas presencias anecdóticas, la película es, como ya les digo, flojita.
Cuenta la historia de una serie de estudiantes universitarios que se divierten jugando a un juego en el que, fingiendo ser espías, tienen que cazarse unos a otros con pistolas de juguete que disparan ventosas. La cosa es tan novedosa que llama la atención del redactor del periódico universitario, quien acompañará a una bella damisela en su periplo durante el juego. Por otro lado, un individuo que es hasta ahora el rey indiscutible del TAG (así se llama la tontería) al que nadie ha podido cazar y que se lo toma muy en serio, es disparado casi por accidente por un gordo purulento que, desnudo, se enjabona en la ducha. Ante la vergüenza y la frustración de haber sido vencido por ese desgraciado, pierde la cabeza, mata al gordo con una pistola de verdad y continuará el juego, esta vez asesinado de manera real a sus oponentes. El redactor y la damisela se dan cuenta de esto y tratarán de impedirlo.
Poco más.
También se trata del primer film como director de Nick Castle (ya saben, “The Shape” en varias de la saga Halloween), que rinde algún que otro homenaje aquí a su colega John Carpenter ya sea poniendo su nombre a un personaje, ya sea con tiros de cámara propios del director de “La cosa”.