sábado, 17 de febrero de 2024

BEYOND DREAM´S DOOR

Ahora que soy un señor de mediana edad, procuro evitar los excesos de odio, práctica esta muy habitual -y generosa- cuando era jovenzuelo. Por eso mismo, la existencia de Jay Woelfel me incomoda, porque tienta a que retome las feas y viejas costumbres. Vamos, dan ganas de odiarle. Nuestra anti-historia de amor nació a mediados de los 2000 con "Ghost Lake", película que, inocentemente, alquilé en el vídeo-club y, en fin, me proporcionó un ataque de iracunda ira. Aquello era malo hasta el insulto. Casi cinco años después, volvió a ocurrir con "Closed for season". Otra del Woelfel que casi me provoca un infarto. ¡Jesucristo! ¡que alguien le detenga!.
Asumida la condición negada del mostrenco, los años siguientes fui evitándolo por el bien de mi delicada salud mental. Hasta que, recientemente, me enfrenté a otras dos de sus.... castañas. Esta vez bien preparado. La primera fue "Demonicus", puro cáncer para el cine en sí mismo. Con la segunda, cortesía del amigo Mario, hay un poco más de historia.
Desde los tiempos de "Mad Movies" que sabía de la existencia de "Beyond Dream´s Door". Había visto el cartel en sus franchutas páginas y, como buen deglutidor de todo lo que era terror de saldo, me moría por consumirla. Obviamente, al estar producida cuando Freddy Krueger dominaba el cotarro, la cosa iba de pesadillas. Era común y corriente entonces en "terrorlandia", sobre todo si andabas situado a niveles zetistas (de serie Z). Algo que el productor o distribuidor de marras le impondría a un joven Jay Woelfel en su rol de debutante. Si quieres que tu película tenga éxito, mete sangre, mete tetas y copia el hit del momento. Y el muchacho se volcó a ello en plan super-indie. Una cámara de 16 milímetros, colegas de la facul ayudando y actores del teatro local.
Pero Woelfel es Woelfel, no podía limitarse al simpático hurto modesto. Tenía que estar por encima. En un alarde de arrogancia infinita, aborda su rip-off pretenciosamente. Sí, es un exploitation de lo que ocurre en la calle Elm, pero con ínfulas seudo-filosóficas. Tocando el tema de los sueños desde una óptica más psicológica... ¿freudiana?. Es decir, un puto coñazo incomprensible.
La cosa va de un tío que comienza a tener nightmares muy raras e intensas en las que un monstruo intenta comérselo. Desesperado, pide ayuda al departamento de psicología de la uni donde estudia e implica a una serie de personajes que, obvio, recibirán la visita del bicho. Sin más. Todo ello trufado a base de diálogos interminables y lo que es especialidad de la casa, surrealismo de chichinabo. ¿Saben ese sentido del delirio tan propio del cine zetoso, consistente en agrupar un montón de sandeces raras sin ton ni son cuyo verdadero fin es, por un lado, epatar y, por otro, alargar metraje? pues el colega Jay es un anti-maestro en esas lides. Lo aprendí -dolor mediante- sufriendo "Closed for season". En la película que nos ocupa, y con la excusa de replicar el surrealismo de las aventuras de Freddy, se desquita que da (dis)gusto.
Sabía ande me metía y merezco todo. Pero, por un segundo, pensé que un Woelfel ochentero, rodado en subformato fotográfico y cierto amateurismo, tendría su encanto. Pos no. Lo único "encantoso" aquí es el grano del celuloide. Y tal vez, los efectos especiales, por cutres con salero. Porque lo demás no lo salva ni Superman. Sí, hay un par de instantes gore muy jugosos. Y dos tetillas poco voluminosas. Pero no compensa. Nada de nada. Digamos que el director ya apuntaba maneras... el problema es que sus maneras son las que son.
Obviamente, de lo que se trataba era de hacer pasar "Beyond Dream´s Door" por el refrito de Elm Street que todos querían, así pues, pillan a una especie de pava desfigurada que sale escasos segundos en la película, sin que actúe cuchillo mediante ni mate a nadie, y la cuelan en el póster en primer plano porque es lo más parecido que tienen a un Freddy.
El film es un orto de tres pares de cojones que la peña está ensalzando en redes sociales únicamente por su condición retro-casera-indie. De lo contrario, de ser reciente, recibiría exactamente los palos que merece... es decir, infinitos (los que recibe el resto de la filmografía de su indigesto director).