Mostrando las entradas para la consulta El exorcista ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta El exorcista ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

lunes, 27 de marzo de 2017

EL EXORCISTA

Hacer una reseña de “El Exorcista” que le haga justicia, es hacer todo un artículo ahondando en los entresijos y tejemanejes de la producción, de los cuales, por otro lado, ya se ha escrito, y muy bien, en muchos sitios. Quiero decir que ¿qué puedo yo contarles que ya no sepan?, pero, como ya he reseñado por aquí sus secuelas, y como no quiero quedarme sin reseñar esta, haré una reseña de corte un tanto personal. Porque explicarles los desastres que ocurrieron durante su filmación, las muertes del reparto durante la misma y bla, bla, bla, ya lo saben ( y si no, compren los miles de libros que hay sobre el tema), así que resumiendo; Se trata de la historia de una jovencita que es poseída por el demonio y, en consecuencia, los esfuerzos por parte de  la ciencia y la Iglesia para luchar contra ese demonio –llamado Pazuzu- (o posible enfermedad)  con la ayuda de un exorcismo, practicado por el padre Merrin, veterano en estos asuntos, y asistido por el padre Karras, un sacerdote más joven que tiene cientos problemas de fe. Una de las mejores películas de la historia del cine, por ende, de la historia del cine del terror, que obtuvo el beneplácito de la crítica y del público y que trascendió más allá del género al que pertenece, siendo a día de hoy  la estampa de Regan (popularmente conocida por estos lares tan cultos y selectos como “La niña del Exorcista”) tan reconocible como la de Marilyn Monroe en “Bus Stop” o la de Bogart en “Casablanca”. Sabiendo esto, les diré que me enfrenté, en este último visonado, a la versión del director estrenada en el año 2000, que contaba con un par de escenas adicionales y unas cuantas chuminadas ridículas en innecesarias.
Y es que fue ese año, con ese nuevo montaje, cuando yo vi  “El Exorcista” por primera vez en mi vida, con  24 años. No en valde; digamos que mi relación con la película de William Friedkin siempre fue  de puro terror ¡sin haberla visto! Y es que vi antes, siendo niño, a los 10 u 11 años “El Hereje: Exorcista II” –que ya ven ustedes que es una mierdecilla- y que quedé aterrado. Sufrí pesadillas con el Pazuzu de los cojones. Tan sugestionado quedé con esa puta película que desperté a mi madre de madrugada para decirle que tenía al demonio en mi habitación. Por eso no quise ver nunca el primer “Exorcista” y la mera presencia de Regan me estremecía. Luego vi muchas películas de terror, fíjense… pero “El Exorcista”, no. Y si yo quedé sugestionado por el visionado de uns secuelilla de segunda, imagínense como quedarían de sugestionados los artífices de la primera. Ahí es nada, el cague.
Así que aprovechando el nuevo montaje, me acerqué al cine más cercano a verla, acompañado eso si, de otros dos neófitos de “El Exorcista”. Pasé miedo, cumplió con mis expectativas y me gustó muchísimo. Además fue mi propio exorcismo para con esa película, ya que no hubo cojones de verla en la adolescencia.
Después ya me vi la versión oficial de la película, y todo eso, pero yo me desvirgué con el montaje del director, que en pleno 2000, efectivamente, me pareció aterrador. La película hacía alarde de una vigencia sobrecogedora.
Compré la película en DVD y en mis estanterías reposaba hasta que decidiera volver a verla.
Recientemente, mi pareja propuso verla ya que ella nunca la había visto, lo cual fue una ocasión más que oportuna para dedicarle una revisión. Y en esta ocasión, he llegado a la conclusión de que, efectivamente, el paso de los años hace mucho daño a las películas. Pero no me refiero el paso de los años de las películas, sino, el del espectador. Las experiencias, la perdida de la ingenuidad, el peinar canas, consiguieron que una película que siempre me había provocado escalofríos pasara ante mis ojos sin pena ni gloria en el sentido terrorífico. Porque como película me pareció grandiosa, un clásico absoluto. Quiero decir, que cuanto más mayor me hago, más pendiente estoy de lo bien hecha que está una película que de su capacidad para dar miedo. Y es que “El Exorcista” a estas alturas es eso, una película cojonuda, excelentemente rodada, que cuenta una historia cojonuda, que la cuenta de una manera soberbia y con unas intenciones geniales. Pero hemos oído ya tantas veces el “Mira lo que ha hecho la cerda de tu hija” o el “Tu madre chupa pollas en el infierno”, hemos visto tantas veces la terrorífica cara de Regan en merchadising, así como en tantas partes, que a mís 40 años puedo decir, sin despeinarme, que no sentí el más mínimo miedo viendo “El Exorcista”. Son los daños colaterales que traen consigo el ser un clásico. No obstante tengo mis reservas de cómo sería verla hoy por primera vez. Ya nunca lo sabré.
En cualquier caso, pedazo de película.
Y en cuanto a la versión del director, con tanta imagen superpuesta y subliminal que ni viene a cuento ni están bien insertadas, he de decir, que no es un montaje que me moleste lo más mínimo. Es más, quitando a lo mejor la famosa “Escena de la Araña” –en la que Regan baja las escaleras a cuatro patas de espaldas- queda un poco más descolgada porque está metida ahí con calzador y no tiene una resolución, pero el desenlace con el padre Dyer charlando con el Teniente Kinderman, o las escenas de hospital, no me parecen ni tan mal, y en cierto modo, ayudan a seguir un poco la historia. Pero la mejor escena añadida es la del obispo charlando con el padre Karras en el que dice que le practicará un exorcismo a la niña, aunque lo más probable es que sea una falsa posesión. Resulta muy esclarecedora esa escena ya que le otorga a la película un tono ambiguo a ese respecto.
En definitiva, que magistral, que como mola “El Exorcista”, aunque ya no me muera de miedo con ella.

martes, 10 de julio de 2012

EL EXORCISTA III

William Peter Blatty, escritor de la novela en la que se basó “El Exorcista” y que tomo parte activa de la misma, siempre vivió un tanto al rebufo, más que de su creación, de la película que popularizó a Regan y a Pazuzu. O al menos de sus personajes. Por eso, cuando rodó su primera película “The Ninth configuration”, a el se le llenaba la boca diciendo que era una secuela de “El Exorcista”, basándose en un simple personaje secundario que aparecía en ambas películas.
Sin embargo, pasaron muchos años tras el fracaso de “Exorcista II (El Hereje)” y tuvo que pasar algo de hambre para volver a ponerse manos a la obra en nuevas historias sobre los extraños hechos de George Town.
Por eso, y con la mente en una nueva película, escribió una nueva novela, “Legion”, que es la secuela directa de “El Exorcista”.
Tras publicarla, se puso manos a la obra con los directivos de Warner para llevar a cabo la adaptación de la novela al cine, con lo que se retomaría la franquicia rodando este “El Exorcista III”.
Pero en 1990, una secuela de la película más terrorífica de Warner Brothers, no era garantía de nada, así que tras ser el proyecto rechazado por todo aquél director al que se le ofrecia, se decidió que fuera el propio Blatty quien la dirigiera. Y el resultado, obviamente, no superó al de la película de Friedkin, pero si que es muy superior a la película de Boorman. Pero la gracia está, en que “El Exorcista III”, en realidad es una película de psycho-killer…Aunque incluye un exorcismo, para justificar el título, por supuesto.
La película retoma al Padre Dyer y el teniente Kinderman de la primera parte, que son muy amigos y comparten cine y charleta. En una de estas se lamentan de la serie de asesinatos que está cometiendo un tal Géminis. Durante la investigación, detectan que las huellas dactilares del autor de los crímenes, pertenecen al difunto padre Karras… ¿Escalofriante, verdad?.
No está nada mal la cosa. Como una muestra de cine policiaco, funciona, como peli de psycho killer, que incluso en algunos aspectos se adelantó al éxito del año siguiente, “El silencio de los corderos”, también funciona, y como película de terror, funciona menos, pero tiene momentos verdaderamente escalofriantes, como ese maldito Jesucristo de madera que abre los ojos…
Con aíres telefilemescos, la película se deja ver la mar de bien, y deja a la franquicia en un buen lugar, no como las dos mierdas que se rodaron quince años después, y que traen cola en su confección, como fueron “El Exorcista, el comienzo” del inefable Renny Harlin o “El Exorcista, la versión prohibida” de Paul Schrader. En el papel del asesino Géminis, tenemos a un excepcional Brad Dourif, que todavía hacía cositas antes de encasillarse de una vez por todas como “The voice of Chucky”.
Sorprendentemente, es una película muy maja.

martes, 10 de junio de 2025

EXORCISTA II (EL HEREJE)

Posiblemente “Exorcista II (El hereje)” fue la primera película de terror que vi, siendo muy chaval y mucho antes que la primera. Es por eso que, entre unas cosas y otras, le tengo cierto “cariño”. Puede que sea la culpable de mi gusto por las películas de terror, si bien es cierto que, tras verla en formato vídeo allá por 1987, quedé traumatizado. La noche después tuve pesadillas y sentía la presencia del demonio en mi propia habitación. Vamos, que me cagué de miedo durante días, ante las risas y bromas de mis hermanos. Tal fue el canguelo que, durante muchos años, no volví a ver películas de terror. Por culpa de “Exorcista II (El Hereje) o, más concretamente, por el impacto que causaba la figura del demonio en mi psique. Imagínense ustedes si llego a ver la primera entonces.
Tras varios año sin repetir, y más o menos olvidada, decido revisarla, a ver que me parece a día de hoy. Y mi opinión no dista demasiado de la que tenía.
Es curiosa  la percepción de un niño ante según que temas oscuros, pues lo cierto es que, “Exorcista II (El hereje)”, no da ni pizca de miedo, es más, hay momentos y situaciones que son verdaderamente risibles.
Y es que estamos, a pesar de la buena prensa que trae consigo su director, John Boorman, ante la mayor estupidez filmada en celuloide en los 70, una secuela tonta y atolondrada que no ocupa un lugar en el olimpo de las películas malas porque, en realidad, se encuentra en un purgatorio cultural, es decir, no es lo suficientemente buena como para que esté considerada a nivel crítico, ni tan mala como para tenerla presente en una maratón de cine chungo. Igual “mala” tampoco es la palabra que mejor la define. Quizás “Chabacana”.
Y por momentos resulta hasta autoparódica.
Han pasado algunos años desde los acontecimientos de “El Exorcista” y Regan acude a una institución en la que atienden a jóvenes con problemas mentales. Tras su posesión, dice tener tremendas pesadillas. Allí han patentado una máquina para conectar mentes. A a través de la hipnosis, y a base de bombillas, una puede ver y ¿manipular? lo que sucede en la otra (!) . Paralelamente, un exorcista que sigue las enseñanzas e investiga la muerte del padre Merryn, se persona en ese sanatorio a ver que diablos ocurre (nunca mejor dicho) con Regan.
Y sucede la de dios es Cristo. A saber;  un viaje a África que no sabemos muy bien si es astral o físico, James Earl Jones disfrazado de saltamontes, Max Von Sidow metido con calzador protagonizando unos flashbacks tan innecesarios como su mera presencia en la película, una Linda Blair con enormes tetas que lo único que hace es poner cachondo al espectador, un Richard Burton en horas tan bajas, que más que interpretar a un cura, parece que interpreta a un alcohólico que se ha pasado con el tinte del pelo, una langosta usada en las transiciones que, ocasionalmente, parece sacada de un bazar chino, muchos paneles de cristal delante del objetivo para conseguir efectos psicodélicos muy de los setenta, tribus de negros llenando metraje, Pazuzu haciendo de guía turístico del padre Lamont por África y, lo más importante, cero posesiones, cero exorcismos (entre otras cosas, porque la Blair había aceptado estar en la cinta a regañadientes, siempre y cuando no tuviera que volver a pasar por el proceso de maquillaje de la primera cinta. De esta manera,  tenemos a una Regan reciclada en descartes de la primera película y, cuando no, una actriz maquillada que se nota que no es la Blair…). Hay una mini-lapidación por parte de los africanos al padre Lamont, por hereje. Aunque no le pasa nada. Desde luego todo un despropósito que hace quedar mal a la primera entrega.
Sin embargo, y como viejo verde que ya empieza a ser uno, es maravilloso contemplar en pantalla los rollizos mofletes de Linda Blair y, sobre todo, sus pechos, como cántaros de miel, que recuerdan al mar y que hacen a uno sentir vivo. La Blair aquí cuenta con 18 estupendas castañas. Mala actriz como ella sola, pero deliciosa.
Huelga decir que la producción se vio envuelta en problemas de toda índole desde el principio y que “Exorcista II (El Hereje)” fue una película destinada al fracaso desde el día uno de su concepción. Sin embargo, su estreno marcó un hito histórico recaudando más de 6 millones de dólares en un fin de semana. Sin embargo, se dice que en los pases que se dieron en Nueva York los espectadores se mofaban de la película. Las críticas pronto fueron demoledoras y la taquilla se desinfló progresivamente. Aún así consiguió una recaudación total de cerca de 40 millones de dólares, esquivando el predecible fracaso financiero. Por otro lado, es sabido que William Peter Blatty, escritor de la novela “El Exorcista” y guionista de la película original, fue el principal instigador de la mala fama de la secuela. Empezó a acudir a los cines para reírse de ella, contagiando al resto del público. Y es que Blatty abominó de la película hasta tal punto que, poco después, se sentó en la silla del director en “La novena configuración”, anunciando a bombo y platillo que, aunque no pertenecía oficialmente a la franquicia, el público debería considerarla la verdadera secuela de “El Exorcista” (y yo creo que caerá por aquí próximamente).
Asimismo, William Friedkin se vio insultado con la existencia de "Exorcista II (El Hereje)", a la que calificó como “la obra de un deficiente mental”, añadiendo que, efectivamente, “ese deficiente no es otro que John Boorman, un individuo que jamás debería haber tenido crédito, hasta el día que rodó esto y ya todos deberíamos llamarle escoria”.
En España tampoco se le dio excesivo bombo y al cine fueron a verla poco más de medio millón de espectadores, por lo que se la podría considerar un verdadero fracaso a consideración a la primera.
Menos mal que cuatro años después Boorman se resarció con “Excalibur” y después con “La selva esmeralda”, que si no…

martes, 17 de junio de 2025

LA NOVENA CONFIGURACIÓN

Manda cojones la desfachatez de William Peter Blatty. El muy cretino iba a los cines a reírse de “Exorcista II (El Hereje)” y la ponía de vuelta y media. Y encima tuvo la jeta de decir que "La novena configuración", su debut como director en 1980, era la verdadera secuela de “El Exorcista”. Obviamente, todo eso se lo sacó de la manga, porque lo cierto es que “La novena configuración”, basada en la novela anterior a “El Exorcista” del propio Blatty, “Twinkle, Twinkle  Killer Kane!” (título con el que también se conoce a la película en algunos países), se ambienta en el mismo universo de “El exorcista” con pequeñas e imperceptibles conexiones que, a no ser que vivas obsesionado con la película de William Friedkin, tampoco localizarás. Y es tan mala que hace parecer a la secuela perpetrada por John Boorman una obra maestra. De ahí la desfachatez del escritor/director. Pero al margen de los lazos que la unen con “El Exorcista” o las posibles rabietas que en un momento dado se pudiera llevar Blatty, lo primero que me llama la atención de "La novena configuración" es que, si bien técnicamente estamos ante una película verdaderamente competente, por todo lo demás es verdaderamente chapucera y bobalicona, resuelta con un planteamiento excesivamente largo (una hora completa de metraje) y un nudo y desenlace que ocurren en un santiamén.
Y le pasa como a “The Room”, que es tan estúpida e inenarrable que, a posteriori, Blatty divulgó que en realidad se trataba de una comedia de humor negro, así como lo había sido la novela previa en la que se inspira (y que por lo que fuera escribió y reeditó dos veces). Mis cojones.
Entonces tenemos una especie de hospital psiquiátrico para soldados con problemas mentales. Lo que sucede es que las autoridades se están planteando si esos problemas mentales son reales o si los soldados se los inventan para irse (o no combatir) en la guerra de Vietnam. De este modo, llega al lugar un psiquiatra militar que los irá entrevistando para delimitar quién miente y quién no. También acabará cubriendo necesidades de los locos en torno a sus excentricidades. Al mismo tiempo, tendremos una violenta banda de moteros que la liarán parda, un impactante giro final y muchas, muchas, muchas conversaciones, eternas, sobre el bien y el mal o la existencia de dios y el diablo. Además de chistes de vodevil, violencia descarnada que no viene muy a cuento y hasta unas pequeñas dosis de surrealismo.
Viéndola, da la sensación de que Blatty, ante la imposibilidad de William Friedkin a realizar este guion, se tomó la dirección de su primera película con la finalidad de convertirse en una especie de nuevo Stanley Kubrick (toda esa secuencia del hombre en la luna ante la presencia de un cristo crucificado...), pero es obvio que el hombre no llega y, lejos de salirle una obra maestra, le sale esta patochada.
Ahora, como Blatty no quería trabajar con "Warner Brothers" porque le debían dinero, ofreció el proyecto de “La novena configuración” a "Universal" y "Columbia", que algo raro verían cuando ambas decidieron descartar la posibilidad y apostar sus dineros en otras producciones. Así que el futuro cineasta puso unos milloncejos de su bolsillo, además de convencer a "Pepsi" para añadir otro par, siempre y cuando, por motivos que tenían que ver con la burocracia y economía de la marca de refrescos, el film se rodase en Hungría.
Posteriormente, el karma castigó a Blatty, porque, para su estreno, cedió los derechos de distribución a "United Film Distribution" que, muy sabiamente, los vendió a "Warner Brothers" quienes la distribuyeron de aquella manera. Los resultados económicos fueron tan pobres durante la apertura  que, finalmente, "Warner" le dijo a Blatty: “Toma chaval, aquí tienes tu película y haz con ella lo que quieras”.  Así que cineasta / escritor, todavía con mucha fe, se tomó un tiempo para retocarla y pasó a formar parte del catálogo de la "New World" de Roger Corman, quien la relanzaría en 1985 con resultados similares.
El paso de los años, los distintos estrenos y ediciones videográficas, han convertido esta película en una de culto, máxime si tenemos en cuenta que, para cada movimiento de distribución hay una versión distinta. Es por eso que, a lo largo y ancho del globo, existen una ensalada de cortes de “La novena configuración” (o “Tinkle, Twinkle Killer Kane!”, lo que prefieran), por lo que es muy difícil saber a ciencia cierta cual es la que dio por buena el director —aunque probablemente ni él mismo lo supiera—. Una de ellas con un póster bastante llamativo, porque sin ningún tipo de coherencia utiliza a uno de los moteros que aparecen en una de las escenas para efectuar una especie de plagio del póster de “La naranja mecánica”, motivo este que me deja aún más claro que Blatty pretendía ser una suerte de Kubrick.
Como fuere, se trata de una de las películas más chapuceras y demenciales que he tenido la suerte de ver, además, también, una de las más aburridas, y solo por eso yo creo que ya es digna de consideración. Pero, madre de dios, que dos horas más infernales…
En el reparto tenemos auténticos pepinos completamente desatados y mal dirigidos: Stacy Keach, Robert Loggia, Jason Miller, Tom Atkins, Joe Spinell, Richard Lynch
William Peter Blatty, que toda su vida a defendido la calidad de su película y su puesto como auténtica secuela de “El Exorcista”, diez años después aprendería a dirigir y lo pondría en práctica con “El Exorcista III” que, paradójicamente y visto lo visto, está muy bien.

viernes, 11 de enero de 2008

¿MÁS MIEDO QUE EL EXORCISTA?

Sin un poco de lectura, mi aburrido ya ex-trabajo, hubiese sido mucho más insoportable de lo que era, y dado que el "Imágenes" y el "Fotogramas" juntos no llenan tantas horas, me hice socio de una biblioteca con el fin de poder leer libros sin pagar. La temática de los mismos, a poder ser, debía versar en todo aquello que me interesa, pero en especial cine, y muy concretamente el de género terrorífico. Hace unos días fui con la esperanza de encontrar algo de mi agrado, y entre aburridos repasos a personajillos petulantes de la cinematografía mundial o absurda teoría práctica, localicé exactamente el tipo de lectura amena, divertida e intranscendente que deseaba, "¡Malditas Películas!" de Miguel Ángel Prieto, dedicado a indagar en aquellos films a los que, se supone, acompaña alguna clase de maldición que ocasiona toda suerte de desgracias a sus responsables. Entre los varios títulos tratados, destaca uno por méritos propios, "El Exorcista" de William Friedkin, algo así como la madre de las pelis malditas. El caso es que dejándome sorprender por el increíble fenómeno social que supuso, recordé que recientemente un amigo me dejó una de las pocas producciones modernas de terror que todavía no había pasado por mi reproductor de dvd, "El exorcismo de Emily Rose", asegurándome que "Da más miedo que El Exorcista". Por ello, y por su propia condición, me puse a verla con toda la curiosidad del mundo.
"El exorcismo de Emily Rose" es una peli correcta, se deja ver, tiene sus escenas escalofriantes, algún logrado susto... pero ni por asomo supera al clásico con Linda Blair en miedo, y mucho menos como película. "El Exorcista" no da miedo solo por las increíbles secuencias de posesión diabólica. Lo que tiene esta peli que la ha hecho inmortal es que es inquietante desde el primer al último minuto, incluso en los momentos en los que, literalmente, no ocurre nada. De hecho, si me apuras, las escenas de mayor pavor son cuando a la Blair le hacen toda suerte de traumáticas pruebas en el hospital o la tremenda pesadilla de Jason Miller, donde con apenas nada, te eriza hasta el más insignificante vello del cuerpo.
La epopeya de Emily Rose hace gala de todos los defectos habituales del horror moderno, su look casi telefílmico, su incapacidad de crear atmósfera, el exceso pirotécnico de las secuencias más aterradoras y, como no, un abuso de efectos digitales. Que si, que la secuencia de los rostros siniestros tiene su qué, pero al mismo tiempo que me daba sustos me sentía muy decepcionado. Asustar es relativamente fácil, crear sensación de miedo no. "El Exorcista" posee entre sus miles de aciertos una fotografía tétrica y realista, una banda sonora imponente, interpretaciones más que convincentes (en realidad nada como un buen actor para causar escalofríos) y, resumiendo, maravillosos efectos especiales. Dice Friedkin que desde el principio tuvo muy claro que quería crearlos en directo durante el rodaje, no en post-producción, pues creía que así el verismo del film ganaría muchos puntos. Cuanta razón tenía, los artífices de "El exorcismo de Emily Rose" tendrían que haber tomado buena nota de ello.

lunes, 25 de diciembre de 2023

EL ESPIRITISTA (EXORCISTA III)

Coproducción hispano-portuguesa a mayor gloria de un ya decadente Vicente Parra, despropósito fílmico que hace sonrojar al más avezado, “El espiritista (Exorcista III)”, con voluntad, puede llegar a ser un divertimento de medianoche más que encomiable.
Se trata de un exploit de “El Exorcista” rodado en Lisboa a mediados de los setenta con tres pesetas, cuya principal baza para hacer picar al espectador incauto —argumento semejante aparte— es el parecido que guarda su título original con el de la película de William Friedkin. Por supuesto, el público era tonto pero no tanto, y el número de espectadores que acudió a los cines fue nimio. Además, digo yo que quienes fueran a ver la película atraídos por la presencia de María Kosty, anunciada entre los protagonistas en los afiches, se cagaría en la puta madre del espiritista, porque esta no aparece por ningún sitio… (Yo supongo que, probablemente, sea debido a que el póster estaba diseñado y fabricado desde la primera claqueta de la producción y que la Kosty estuviera en un principio en el proyecto. Seguramente no llegarían a un acuerdo y para cuando ella ya no estaba, los pósteres habían sido hechos… y cambiarlos supondría un gasto extra. Pero a saber).
No contentos sus distribuidores con esta estratagema comercial, años después de su estreno, cuando la película se editó en vídeo durante los primeros años del videoclub, y aprovechando que ya se había estrenado “El Hereje (Exorcista II)”, ni cortos ni perezosos, decidieron poner en la caratula el subtítulo de “Exorcista III”, de muy mala manera y escrito con letraset, con el fin de hacerla pasar por otra secuela de “El Exorcista”. A José Frade le saldría bien aquello con “Tiburón 3”, pero esta no se a cuantos engañaría.
Al margen de toda esta chapuza, la película, como digo, tiene momentos de comedia involuntaria gracias principalmente a la interpretación de Vicente Parra —cuya voz ha sido doblada— quien, muy entregado él, nos ofrece una secuencia de posesión como pocas se han visto en una pantalla. Solo por eso, "El espiritista" merece ser consumida.
Un fotógrafo de moda, bastante pijo, tiene aptitudes de médium. De esta forma, en sus ratos libres se dedica a hacer sesiones de espiritismo para que sus adeptos contacten con sus seres queridos en el más allá. En una de estas, una beatorra va a verle para que le ponga en contacto con su difunto marido. Vicente Parra hace lo suyo y, al contactar, el muerto toma posesión del cuerpo del espiritista, convirtiendo su vida un calvario, ya que se manifiesta cuando le da la gana, le atormenta con maullidos de gato y, además, le da de hostias. El desenlace será de lo más desconcertante.
Una rareza del cine español (y portugués) que, pese al aburrimiento y al bochorno, consigue por otro lado momentos inquietantes —un extraño niño que aparece sin demasiado orden ni concierto al lado de la cama de la viuda protagonista y parece drogado, da bastante canguelo— gracias a una iluminación austera a base de alumbrar solo a los personajes haciendo que el resto del encuadre se vea negro, que consigue, al menos ambientar la historia más que dignamente. Por lo demás, un folletín melodramático que tontea con el erotismo de la era del destape, un poco antes (quizás unos meses) de que naciera la clasificación “S” y este tipo de productos tuvieran su nicho natural en los cines, que como material de derribo, de una manera u otra, por demencial o estúpida, acaba funcionando.
Vicente Parra, con su cabezón, su leve estrabismo y su boca de piñón, es el motor de la película con sus aspavientos y cabriolas, pero además, tenemos en el reparto a gente como Carmen Carrión, Antonio Mayans que aparece casi en calidad de figurante, Fabian Conde o Norma Kastel.
En cuanto a su director, Augusto Fernando, portugués del que no hay más datos que su crédito en esta cinta, jamás volvió a dar señales de vida. Ni aquí, ni en su Portugal natal.

martes, 16 de septiembre de 2025

SEYTAN

No había visto yo todavía a estas alturas “Seytan”, popularmente conocida como “El Exorcista Turco” y que tuvo su momento de auge y pitorreo por parte del fandom posmoderno (que se metamorfosea y ya no habla tanto de ella) a principios de siglo, cuando gracias a Internet se filtró alguna copia y ya todo dios pudo verla. También hay que agradecer la expansión del fenómeno a Pete Tombs y su imprescindible libro “Mondo Macabro” quien, prácticamente, dijo al mundo que en los países orientales se hacía cine fantástico y los turcos en concreto eran especialmente curiosos.
Como fuere, el caso es que me ha pillado haciendo un ciclo completo de la saga de “El exorcista” y, por supuesto, ahora es el turno de sus exploits, comenzando por “Seytan”, que ha sido motivo de mofas durante lustros.
No es ningún misterio que la película es una copia plano a plano de la original de 1973, pero con matices. Incluye escenas que no vemos en la de William Friedkin pero sí estaban en la novela y el guion original de William Peter Blatty, por lo que se especula con el filtraje de dicho libreto. Por otro lado, Turquía es un país islámico, por lo que toda la parafernalia católica queda excluida en pro de una muy sutil musulmana; ahora no es “el poder de cristo” quién obliga a nuestra poseída, sino “el poder de alá”. No obstante, los equivalentes del padre "Karras" y el padre "Merrin" turcos, no son imanes -y no hablo de aquellos que se pegan a la puerta de la nevera-, sino, simplemente, dos tipos con mucho conocimiento sobre exorcismos.
Visto esto, como decía la película se dedica a recrear secuencia a secuencia “El Exorcista”, muchas veces calcando hasta los diálogos. El “Tubular Bells” suena sin parar, y la "Regan" turca, aquí llamada "Gul", es una niña que, según desde donde la iluminen, es bastante parecida a Linda Blair. Todo ello ejecutado con un presupuesto mínimo y maquillajes y efectos especiales no tan conseguidos como los de la original. De hecho, más que cualquier otro aspecto, son estos maquillajes y efectos especiales los que destaca el fandom a la hora de reírse de "Seytan", cosa que, por otro lado, es absolutamente normal.
Bien, he visto suficientes "exploits" turcos para saber de qué pie cojean y comprender el por qué de la comedia involuntaria, y las risas del respetable al respecto. Por ejemplo “3 Dev Adam” es completamente ridícula con ese "crossover" entre el Capitán América, el Santo y Spider-Man, máxime cuando vemos los disfraces que les han puesto y unas pobladas cejas asomar por los huecos para los ojos de la máscara del hombre araña. Claro, en esa historia "Spidey" es el malo de la función, por lo que lo suyo es que le asomen las cejas… ¡ y además lleva vaqueros! En fin, todo muy marciano, muy loco, muy descabellado.
Pero “Seytan” no es esa clase de película y, si obviamos los notables problemas presupuestarios, yo creo que se trata de un remake bastante “digno”. No es tan ridículo, ni marciano como el resto de películas turcas que se hicieron en la época y, por momentos, con esa "Regan" que hasta bien entrada la película no lleva apenas maquillaje, en según que momentos se pasa un poco de miedo (o eso, o que soy más caguetas de lo normal).Vamos, que no me pareció TAN mala, está más o menos bien filmada y además, pese a la copia plano a plano que es, tiene su propio ritmo que en absoluto es lento o ineficaz. Queda lejos de considerarse buena, pero tampoco es tan desastrosa como otras películas turcas.
A ver, no vengo a tirarme el rollo ni nada de esto defendiendo una película de serie ultra zeta de la que medio mundo se ha pitorreado… pero lo han hecho solo porque es un plagio evidente. Por lo que a mí respecta, si yo no hubiera visto “El Exorcista”, a mí esta me parecería una película turca legítima.
Hace ya años se descubrió que un niño pequeño había recreado plano a plano “Indiana Jones y el Templo Maldito” en su casa con una videocámara y, sin embargo, el mundo, lejos de convertir esa película casera en blanco de bromas obvias, alabaron el trabajo que el chaval había ejecutado recreando un éxito de Hollywood de manera casera. En cambio “Seytan”, en lugar de ser reivindicada por conseguir lo que ha conseguido  (rehacer “El Exorcista” con un presupuesto tan bajo que todavía me pregunto como hicieron muchas cosas de las aparecen en pantalla), es tratada con condescendencia, yo creo que solamente por tratarse de una película turca.
(Nota de Naxo: Hombre, la de "Indy" era una cosica amateur hecha por chavales motivados por amor. "Seytan" se supone un producto legítimo efectuado por profesionales con fines meramente lucrativos. Es bastante distinto...  y perdona/nen la incursión).
En definitiva: Que no está tan mal la puta peli, dentro de lo que cabe.
Por otro lado, tratándose de un producto de un país en el que el 99% de la población es musulmana (el otro 1%  pertenece a otras religiones ya que se trata de un estado laico), me sorprendía, o al menos me llamaba la atención, lo moderno que era todo en la película, y no me cuadraba. Señoras luciendo cabelleras rubias, sin usar velo o con pantalones dentro de una mezquita, o individuos con aspecto europeo en contraposición a otros films turcos posteriores…o incluso actuales. No es baladí, porque lo cierto es que tanto esta, como tantas otras de la época, se rodaron en los primeros setenta, justo antes de La Revolución Islámica. Es por eso que aquellos tiempos la religión en cuestión era más laxa y permitía ciertas libertades estéticas y culturales que, a partir de los 80, ya no permitiría. Y no deja de ser al menos curioso ver musulmanes que se comportan como hippies (o casi). De hecho, de los 70 data también esa corriente cinematográfica turca similar a la sexy comedia italiana o nuestro destape...
Dirige este clásico del cine "trash" Metin Erksan, de extensa filmografía pero con ningún título, a parte de este, que les pueda sonar o les sirva para partirse el culo.

martes, 8 de enero de 2013

EL EXORCISTA, EL COMIENZO. LA VERSIÓN PROHIBÍDA

Tras ser partícipe, indirectamente, de unos asesinatos a manos nazis durante la segunda guerra mundial, los remordimientos hacen que el padre Merrin abandone los hábitos, y en consecuencia dedicarse a la arqueología. Ya metido en esto, descubre un templo católico en el que, junto a la presencia de un individuo deforme y con pinta de zombie, comienzan a ocurrir hechos inexplicables que darán lugar al origen de lo que aconteció años después con la niña Regan.
En 2004 los directivos de la Warner, en un afán de repetir el éxito que años atrás cosecharon con “El Exorcista”, hicieron una jugada, no ya desastrosa, si no directamente, una jugada retrasada mental.
Con el fin de conseguir una película decente, de una calidad demostrable al estilo de la película que “precueleaban”, contrataron a un director de prestigio, Paul Schrader, director de “Desenfocado”, guionista de “Taxi Driver”, pero también director de “Rock Star”. En mi opinión, podía hacer una gran película, pero es una persona depresiva e inestable, por lo que también podía rodar una mierda. No se que pensarían los gerifaltes de Warner.
Así que ha rodar se ha dicho. Y Schrader acabó su película, ésta, “Dominion, the precuel of the exorcist”. ¿Qué pasa con dicha película? que es un puto coñazo. Una cosa lenta, aburrida, sosa, que intenta ser muy profunda pero que solo se queda en eso, en intento. Y por supuesto, ni da miedo ni nada.
Los directivos al verla se aburrieron tanto, pero tanto, tanto, tanto, que decidieron que esa película no se podía estrenar, ni tan siquiera sometiéndola a un nuevo montaje. Así que la archivaron en algún almacén con la intención de que aquello no viera la luz jamás. A saber la de millones que decidieron tirar a la basura.
Sin embargo, si a los directivos de las grandes productoras se les caracterizan por algo, no es por su cerebro precisamente,  así que decidieron hacer otra gran inversión para rodar la película entera, de principio a fin (aunque se aprovecharían algunas escenas y planos de los que había rodado Schrader). Así pues, y en un afán  de recaudar el suficiente dinero como para cubrir los gastos de las dos películas, y obtener montones de ganancias, no se les ocurrió otra cosa que contratar a Renny Harlin, director de “Driven” o “Las Aventuras de Ford Fairlane” entre otras, que les rodó un producto sin duda más vendible, pero apto para todos los públicos. Es una jodida película de aventuras, pero MALA, vamos, lo que viene a ser una peli de Renny Harlin: “El Exorcista, el comienzo”, que al igual que  “Dominiom, the precuel of the exorcist” tiene a Stellan Skarsgad como el padre Merrin, y no se crean ustedes, que aunque más espectacular, no es mejor que la de Schrader. Así que ¿Qué tenía la Warner? Dos putas mierdas inestrenables. Pero como alguna había que estrenar, se optó por la de Renny Harlin.
Desconozco si con esta cubrirían los gastos, cosa que dudo, pero al enterarse Paul Schrader de lo que habían hecho con su película, decidió denunciar a los directivos, quedando el veredicto del señor juez de esta forma: “Dominion, the precuel of the exorcist” se estrenaría, si, pero en vídeo y dvd. Para más inri, y en un alarde de buen país “exploited”, en España se estrenó en dvd con el título “El Exorcista, el comienzo. La versión prohibida”. Con lo de “Versión prohibida”, pues, supongo que los directivos de Warner España  pensarían que el publico sentiría algún interés por la película al estar prohibida… el caso es que la gente no la alquilaba al pensar que era la de Renny Harlin, o la alquilaba precisamente por lo mismo.
En cuanto a la peli de Schrader, una patata hervida que no sirve ni para tomar por culo, con unos efectos especiales patateros, quizás porque empezaron a elaborarse durante la post-producción tras saber que esta salía directamente a dvd –vete tu a saber- que causan venguenza ajena… pero es que la de Harlin, no es mucho mejor…
Sin ningún interés, salvo por la historia que aquí cuento, y que no me deja de parecer curiosa teniendo en cuenta el tiempo en el que ocurre. Si no ¿de qué?

lunes, 31 de octubre de 2011

EL DRAGÓN ATACA

EL DRAGÓN ATACA, posiblemente sea la película perteneciente al "Brucexplotation" más enloquecida, demencial y delirante de cuantas pueblan tan entrañable sub-género, pero quizás sea también la menos soportable y pestiño de todas ellas. Y lo que está claro, es que en cuanto a coreografías y escenas de acción, es la peor.
Pero es que la cosa es rara de pelotas:
Bruce Lee, ha muerto. En consecuencia va a parar a un "Más Allá" capitaneado por un rey sátiro, que le recibe de muy malas maneras.
En su afán por volver al mundo de los vivos, se las tendrá que ver con una mafia compuesta por (agarrensé los cojones porque se les van a caer al suelo) El Padrino, El Exorcista, Drácula, Enmanuelle, James Bond y Clint Eastwood. Cada uno en diferentes momentos, se las tendrá que ver con Bruce Lee. Pero este no está solo; tiene como aliados a Popeye y al pequeño saltamontes ( O sea, Kung-Fu).
Nada en esta puñetera película, protagonizada por Bruce Leong, el clon de Bruce Lee que menos se le parece (no se parece absolutamente en nada), tiene coherencia o razón de ser. Unos diálogos que parecen confeccionados por un ente minusvalido de otra dimensión, y unas idas y venidas de ritmo, que convierten esta película en algo muy curioso, pero para nada aconsejable. Aburre hasta al mas curtido.
Obviamente, el unico interés de esta película, radica en el festival de villanos y/o aliados de Bruce Lee, que en cuanto aparecen en escena, el espectador se pregunta ¿Por qué? y no encuentra explicación, porque no la hay. Así, uno de los villanos es Clint Eastwood, pero el Clint Eastwood de LA MUERTE TENIA UN PRECIO. Es decir, un chino ataviado con sombrero de Cowboy, poncho y barbas largísimas, que , vale, te hace soltar alguna que otra risilla.
Bond, es un occidental vestido de traje, con pelo rizado, que está mas cerca de George Lazemby que de Sean Connery. Insípido y absurdo.
Enmanuelle, una tia occidental, que nos muestra todo su cuerpo, pero que tampoco se parece a Silvia Kristel, ni a ninguna de las actrices que la interpretaron.
Drácula, es un chino disfrazado de Drácula.
Y lo mejor, El padrino y el Exorcista. El primero, es un chino normal y corriente, vestido de los años setenta, que sabes que es el padrino, porque así lo llaman en la película, y porque suena el soundtrack de la película, pero vamos, un chino como cualquier otro. Y el exorcista, lo mísmo; un puto chino disfrazado de cura. Pero lo gracioso es, que estos dos personajes, hacen Kung Fu con soltura, siendo dignos rivales de Bruce Lee. ¿Cómo coño van a hacer Kung Fu el padrino y el exorcista? No me digan que no es una locura digna de una mente enferma...
Por otro lado, Popeye, que también hace algo de Kung Fu, y el pequeño saltamontes, si que hacen que te descojones cuando hacen acto de presencia. Un puto Chino disfrazado de Popeye, no se ve todos los días.
También sale un esqueleto que habla y un montón de momias que hacen Kung - Fu, y unas cuantas chinas, enseñando unas tetas poco apetitosas, en su afán de zumbarse, aunque sea pagando, a Bruce Lee.
Por lo demás, un desastre, tanto técnico cómo artistico, en la película de Kung Fu, en la que menos Kung Fu se hace. Desde luego, se ha ganado, por méritos propios, un lugar de honor en la lista de peores películas de la historia. De castigo.
Firma la película Lo Ke, también conocido como Kie Law, o como Joe Law, también como Ke Lo, y como Chi Luo, y como Tzu Lo. La madre que lo parió.
El título internacional, es bien reconocible por los más entendidos. THE DRAGON LIVES AGAIN.

miércoles, 14 de junio de 2023

MARQUESINAS DE REFILÓN 3

Empezamos con otro tipo de marquesina. Este fotograma pertenece al thriller "Pánico en la ciudad", vehículo de lucimiento para el bueno de Jean-Paul Belmondo en el que, un poco a la manera de "Harry Callahan", interpreta al poli duro encargado de cazar, sin importar los métodos empleados, a un asesino que tiene atemorizado París. Francamente, a pesar de los prometedores elementos, el film no es nada del otro jueves. Lo más llamativo resultó ser ese anuncio, inevitable dado que "Pánico en la ciudad" se rodó en plenos años setenta, con "El Exorcista" petándolo.

No voy a hablar de los muchos encantos de "Los pasajeros del tiempo" porque ya lo hice en su respectiva reseña. Sin embargo, entonces pasé por alto este celebrado gag. En una escena, Malcom McDowell -como H.G.Wells- y Mary Steenburgen van al cine a ver una película. Claro, él desconoce totalmente la existencia del medio, y se asusta ante los estridentes sonidos que salen desde la gran pantalla. Por lo que oímos, estos pertenecen a una epopeya bélica, con sus disparos, aviones cruzando el cielo, explosiones, etc. Al salir, vemos la marquesina y resulta que se trata de la supuesta cuarta parte de "El Exorcista". Raro. ¿Cuál sería aquí el chiste? ¿Lo de la falsa entrega (ya entonces se criticaba el "abuso" de repetir éxitos, cuando en 1979 -año que se estrenó "Los pasajeros del tiempo"- "El Exorcista" únicamente contaba con UNA segunda parte) o lo de que un "Exorcista" se desmadre tanto en su efectismo como para asemejarse a una película de guerra? ¿No es, simplemente, que daba igual qué sonidos usar? Importa poco, porque el gag funciona y hace reír.
En cualquier caso, Nicholas Meyer -director- fue un visionario ya que, como saben, la saga de "El Exorcista" no se detuvo con la horrible segunda parte. Hubo una tercera oficial... seguida de reboots... series... y, sí, una genuina cuarta entrega a puntito de estrenarse.

viernes, 25 de junio de 2021

TEENAGE EXORCIST

Una chorrada de las que hacen época perpetrada según una historia de Fred Olen Ray. Desde luego, sus pupilos se aprendieron bien la lección  porque, que quieren que les diga, entre esto y cualquier producción de Olen Ray de la época no hay la más mínima diferencia.
Sentándose en la silla del director tenemos a Grant Austin Waldman, que firmando la producción de un buen puñado de películas de baja estofa, y habiendo dirigido tres o cuatro chuflas de escaso interés (como esta) ha acabado escribiendo libros de autoayuda que, por lo visto, van muy bien.
Waldman también  fue productor del “Beverly Hills Vamp” de Olen Ray, por eso no es de extrañar que, en cierto modo, “Teenage Exorcist” guarde cierta deuda estética y formal con aquella, amén de la presencia del eterno nerd, Eddie Deezen. Por otro lado, Deezen, sería el principal reclamo de la película, el exorcista adolescente del título, sin embargo, este no hace acto de presencia hasta casi entrada la hora de película para quedarse su intervención casi, casi en una anécdota. El otro reclamo, bien presente en el póster, sería Michael Berryman que aparece un rato al principio interpretando a un agente inmobiliario. El resto de la película la solucionan con Brinke Stevens correteando para arriba y para abajo mostrando modelitos o siendo poseída. La gracia de la película también radica en que está escrita por su propia protagonista, la Stevens, scream queen mítica de films como “Esclavas del espacio” o “Slumber Party Massacre” que, además de mostrar palmito en toda suerte de películas de serie B, también tenía este tipo de inquietudes artísticas relacionadas con la máquina de escribir.
Curiosamente, en el guion inicial, el rol de exorcista adolescente estaba concebido para alguna escultural actriz que hiciera uso de sus atributos eróticos a la vez que se enfrenta a los demonios, pero, a última hora y sin aviso previo, esa hipotética actriz fue sustituida por Eddie Deezen, siempre efectivo, cuando la película llevaba ya un buen cacho rodada. La Stevens, tuvo que reescribir el texto  en el mismo set de rodaje deprisa y corriendo para poder adaptar el mismo, no ya a un rol masculino, sino a la idiosincrasia de Deezen que, con su particular físico, además tenía que ser rematadamente gracioso. Una vez adaptado, se comenzaron a rodar sus partes… y así quedó la cosa.
Una atractiva  universitaria acaba de adquirir un enorme caserón que fijará como residencia. Lo que ella no sabe es que la casa está habitada por demonios que harán acto de presencia para poseer el cuerpo de la estudiante, despojarle de sus ropajes  y sustituirlos por ropa interior de cuero. La muchacha, obviamente, comienza a hacer cosas raras con el demonio en el cuerpo. Unos familiares que van a visitarla llegan a la conclusión de que, por su comportamiento, la muchacha está poseída (además de vérselas con zombis y otros entes inexplicables que van apareciendo ante ellos durante la estancia), así que llaman a un cura. El cura ve la situación complicada, por lo que decide llamar a un exorcista con tan mala suerte que se equivoca marcando el número de teléfono de una pizzería, haciendo, en consecuencia, un pedido especial. De este modo, a la casa endemoniada llegará un pizzero medio retrasado mental que, tomado por  exorcista, tendrá que lidiar con la situación, exorcizar a la chica y vérselas con un espantoso demonio surgidodo del averno.
Lo dicho al principio; una chorrada. Una comedia horrorífica al estilo de Olen Ray, de aquellas en las que se mete un montón de gente en una casa y apenas salen de ella, vemos carne femenina —aquí, poquita— y entre unas cosas y otras se enfrentan a algún tipo de ser maligno (“El diablillo caliente”, la anteriormente mentada “Bervely Hills Vamp”…) sin que nada en ningún momento acabe de funcionar nunca. Es un peñazo. Además estamos a principios de los 90 con los consiguientes cambios de textura en los negativos con los que se filmaba en la época y esa imagen que parece registrada a través de un velo. Eso ayuda poco.
Ocurre que, aunque sea un coñazo, “Teenage Exorcist” acaba por resultar simpática, así que vencemos al aburrimiento con tal de llegar al final y agradecemos el par de gags resultones que posee. Y poco más… una vez vista, pasará a ser olvidada para siempre.
Por otro lado, completada en 1991, no llegó al mercado del vídeo hasta bien entrado 1994. A saber por qué demonios…

martes, 15 de julio de 2014

OZ, UN MUNDO FANTÁSTICO

Los ingredientes son, a priori, los adecuados para dejar huella en toda una generación: Año, 1985. Producción Walt Disney de imagen real que se anuncia como continuación directa de "El mago de Oz", adaptando a la par los dos libros secuela originales escritos por el mismo L. Frank Baum, "The Marvelous Land of Oz" y "Ozma of Oz". Y, sin embargo, ahora que todo lo ochentero mola tanto -más aún si hablamos de cine-espectáculo- pocos parecen acordarse de "Oz, un mundo fantástico", traducción que recibió en España el mucho más directo y adecuado "Return to Oz" (no confundir con "Oz, un mundo de fantasía", el puto estropicio que perpetró Sam Raimi en 2013). Por lo visto 1985 no fue precisamente el año de Disney, porque también entonces estrenaron la famosa "Taron y el caldero mágico" que fue un desastre comercial por resultar demasiado siniestra. ¿Es ese el mismo caso de "Oz, un mundo fantástico"?... pues en parte sí, pero en parte no.
Veréis, según he leído por ahí, hay quien achaca el fracaso a que la peña esperaba una continuación pura y dura del clásico de 1939, el colorido musical con Judy Garland y, no, esta nueva aventura queda bastante, bastante lejos de aquella. No incorpora canciones y, como decía, Disney insiste en apostar por un tono tirando a oscuro y extraño. El cocktail resultante, obvio, fue lo bastante indigesto como para que las familias no acudieran en masa al cine a verla, quedando así como una pequeña pieza anómala en el siempre reivindicado panorama cinematográfico de tan florida década. Es más, ni tan siquiera yo piqué a pesar de que "Fotogramas" inundaba sus páginas con enormes fotos del film y su peculiar fauna. Tal vez también se debiera a la edad, en 1985 cumplí los 13 y prefería ver cosas como "Regreso al futuro" antes que productos -aparentemente- para críos. Ayer noche fue mi primera vez.
Han pasado seis meses desde que Dorothy llegó del mundo de Oz. Desafortunadamente nadie cree las historias tan raras que cuenta sobre leones cobardes y hombres de hojalata, así que deciden llevarla a un inquietante psiquiátrico para someterla a electroshock (!!!!!). Pero, justo antes de que el doctor pueda darle al "On", se funden los plomos y Dorothy escapa. Cae en un río y la corriente se la lleva hasta... el mundo de Oz.
Una vez allí, y en compañía de una gallina habladora (esta vez Totó se ha quedado en Kansas), descubre que el paso del -poco- tiempo no ha tratado nada bien ni al camino de las baldosas amarillas, ni a la ciudad Esmeralda, que se encuentran en ruinas. Para colmo, los habitantes parecen haber sido convertidos en piedra, incluidos el león cobarde y el hombre de hojalata. Al Espantapájaros lo han secuestrado. ¿Quién es el culpable?, un personaje llamado Rey Gnomo que habita en el interior de una montaña. Así las cosas, Dorothy hace nuevos amigos, un soldado mecánico que funciona a cuerda (Tik-Tok), Jack Pumpkinhead (con una calabaza sobre los hombros) y un alce disecado y, tras enfrentarse a una malvada bruja de cabeza intercambiable, pone camino a la montaña para rescatar a su viejo amigo relleno de paja.
Pues sí, "Oz, un mundo fantástico" hace gala de algunos ingredientes bastante rarunos y oscuros. El arranque ya tiene tela, con esa Dorohty a la que dan por chalada y su ingreso en un manicomio donde piensan freirle el cerebro. O el deprimente estado en que se encuentra el mundo de Oz. Telita. Pero es que luego la cosa no mejora mucho. Todo es bastante surrealista y absurdo. La secuencia en que la bruja mala despierta sin cabeza y persigue a la niña mientras los perolos que tiene guardados en vitrinas gritan como posesos. La llegada a la montaña, donde el Rey Gnomo la someterá a una prueba de los más chorra y arbitraria, sin mucho sentido ni justificación. O, ya puestos, el poco coherente modo en que los héroes acaban con él.
Tampoco resulta tranquilizador cuando, una vez resuelto el entuerto, Dorothy se despide de sus amigos apresuradamente, casi contra su voluntad y no demasiado "happy-mente", mientras la princesa que la devuelve a Kansas se la mira fijamente y sin transmitir ninguna emoción (tal vez ello se deba al talento limitado de la actriz que le da vida, ¿quién sabe?). Claro que también podría pensarse que lo narrado se trata de, simplemente, el efecto del electroshock sobre el joven cerebelo de la protagonista. El Rey Gnomo se parece mucho al doctor y la antipática enfermera de aquel es igual que la bruja de las cabezas intercambiables (ambos son los mismos actores). O el hombre mecánico, que recuerda vagamente a la máquina de electroshocks. En fin, saquen sus propias conclusiones que yo sacaré las mías.
Supongo que el presupuesto de la película sería generoso, aunque no tanto como para superar pequeñas limitaciones técnicas propias de una época en la que los efectos especiales todavía eran mayormente artesanales. Por ejemplo, Jack Pumpkinhead y el Espantapájaros apenas lucen articulaciones en sus rostros. Uno estira la calabaza y el otro abre un poco la boca, pero de ahí no pasa (y según he leído, efectivamente ello se debió a que no quedaban más dólares en el banco). Pero tampoco molesta. A un anciano de mi porte ya le mola eso de encontrarse con trucajes de la vieja escuela: un porrón de stop-motion, otro porrón de animatronics, bastantes mate paintings, algunos cromas, etc, etc. Delicious!!.
Dichas limitaciones impiden que sus responsables puedan desmadrarse mucho más, centrando la historia en los personajes y las situaciones justas y exprimiéndolos lo máximo posible... aunque sea a base de diálogos. Pero vamos, que la peli está maja. Resulta entrañable toda ella. Cierto es que llegada la parte del Rey Gnomo se torna un pelín plomiza, pero aún así uno la puede disfrutar y, obvio, ponerse nostálgico en el proceso. A pesar de que el invento no rulara favorablemente en las taquillas, generó cierto -bonito- merchandising y, como era de prever, un selecto club de fans. Habitando un mundo tan extraño como el nuestro, ¿quién necesita a Oz?.
En cuanto al personal implicado, encontramos nombres bastante curiosos, comenzando por el reparto. A Dorothy le da vida, en su debut cinematográfico, una requetejovencita Fairuza Balk, cuyas inconfundibles agresivas facciones volveríamos a ver en películas como "Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto" (interpretando a una puta teenager), "Jóvenes y brujas" (el film que la hizo popular), "American History X" (como la novia nazi del prota, aquí incluso pueden verle las ubres) o en el reciente "Teniente corrupto" de Werner Herzog. La acompañan Nicol Williamson (el Merlin del famoso "Excalibur" del 81. También cura en "El exorcista 3"), Jean Marsh (haciendo lo que era su especialidad a raíz de la famosa serie "Arriba y abajo", persona estirada y antipática), Piper Laurie (la madre de "Carrie" en el clásico de De Palma. Vamos, que esto de cuidar crías no se le daba muy bien, visto lo que hizo con aquella y lo que hace con Dorothy en esta -aunque no interpreta a su madre, si no a su tía-), Matt Clark (actor básicamente televisivo de muy familiar faz), el enano de rigor, Deep Roy (que a pesar de la currada que se pegó en el "Charlie y la fábrica de chocolate" de Tim Burton interpretando a todos los "Oompa Loompa", siempre le recordaré por su intervención en "Licencia para amar y matar"), Emma Ridley (básicamente famosa por el escándalo que lió cuando decidió contraer matrimonio con tan solo quince primaveras, dos años después de intervenir en la peli de Disney, de otro modo imagino que no la hubiesen querido tocar ni con un palo) y, en un papel muy segundón, la guapa Sophie Ward (que ese mismo año se haría popular como la novia del joven Sherlock Holmes en "El secreto de la pirámide". Su carrera posterior no acabó de despegar, interviniendo en productos segundones, telefilms o cosas de terror como "Waxwork: El secreto de los agujeros negros" y "Book of Blood").
El director, Walter Murch, venía del campo del montaje, actividad esta de la que se responsabilizó en pelis del calibre de "Apocalypse Now", "La insoportable levedad del ser", "El Padrino, parte 3", "El paciente inglés" o la reciente "El hombre lobo". Durante mucho tiempo "Oz, un mundo fantástico" fue su primera y casi única peli como mandamás (lógico después del fracaso que supuso), hasta que en el 2011 su amigo George Lucas le rescató para que dirigiera un capítulo de la serie "Star Wars: The Clone Wars" (previamente Murch había trabajado como montador para Lucas en el corto "Captain Eo", que dirigía su también colega Francis F. Coppola. No en balde Lucas aparece en los agradecimientos del film reseñado y, según Imdb, Coppola hizo de eventual asistente para Murch, aunque no figure acreditado). Desde entonces ha seguido dedicándose a aquello que mejor se le da, cortar y pegar celuloide (o frames).
Es en el apartado de los efectos especiales y de animación donde encontramos también unos cuantos nombres genuinamente interesantes. Por ejemplo, Will Vinton, reputado y respetado especialista en mover plastilina, aquí máximo responsable. Lyle Conway, creador del monstruo que protagonizaba "El terror no tiene forma". Y Henry Selick encargándose del storyboard. Justamente, Selick acabaría prosperando mucho como director, suyas son "Los mundos de Coraline", "Monkeybone", "James y el melocotón gigante" y, ¡¡YES!!, la famosa y fermosa "Pesadilla antes de Navidad". Que no, que el director no era Tim Burton, era Selick, al que el de los rizos hizo sombra (en realidad la función de aquel fue como guionista y diseñador de personajes, aunque este último dato resulte algo discutible a poco que conozcas la obra de Edward Gorey). Justamente, en "Pesadilla antes de Navidad" tenemos como protagonista a Jack Skellington, que en un momento dado aparece bajo la forma de un tipo con cabeza de calabaza muy parecido al Jack Pumpkinhead de "Oz, un mundo fantástico". ¡Alehop!, y así termino con una de esas piruetas con las que tanto me gusta finiquitar estas malditas reseñas.

sábado, 1 de enero de 2011

EXORCISMO

Nunca hasta anoche, había visto esta película, y lo cierto es que me sorprendió por dos motivos: Por mucho que diga yo por aquí que si en realidad Paul Naschy era un negado (que lo era) lo cierto es que me molan mucho sus películas, por malas o por lo que sean, pero me gustan, me gusta Paul Naschy y su rollo, y al final acabo entretenido con sus films. Pero ésta, es un soberano rollo, cuasi-inaguantable de padre y muy señor mío, que no arranca hasta la hora bien entrada de metraje.
Por otro lado, es casi inherente al cine de Naschy el elemento “humor involuntario”, siempre hay un diálogo, una frase, una chapuza o una actitud del actor con la que te tienes que reír. Bien, pues esto no pasa en EXORCISMO. Es tremendamente sobria. Y esas han sido mis sorpresas, porque normalmente, cuando me enfrento a una peli de Naschy, se lo que me voy a encontrar, y esta vez me ha descuadrado un poco.
Una joven medio hippie, tras unas experiencias con el satanismo y las drogas, comienza a comportarse de manera extraña. Alterado, el hermano de ésta, acude a un cura Anglicano experto en lo paranormal, con el fin de aclarar un poco las cosas, y con lo que se encuentra, es con una posesión maligna. El padre de la joven, muerto años atrás, la ha poseído.
La película, se estrenó, si no a la vez que EL EXORCISTA, antes. Y Jacinto Molina decía que era un guión que el tenía escrito de tiempo atrás, pero que al saberse del éxito de la cinta de William Friedkin, el productor le dijo que se trajera ese viejo guión con el fin de hacer la película. Yo esta vez, me creo a Jacinto Molina. Salvo que hay un caso de posesión en una fémina, y el consabido exorcismo, lo cierto es que nada más tiene similitud con EL EXORCISTA, así que doy por valido lo de la escritura previa, pero lo que es innegable, aunque el guión se hubiera escrito diez años antes, es que esto es una explotación de tomo y lomo de EL EXORCISTA. Y oigan, no es una muy mala copia…
La joven poseída por su padre, y este hablando a través de los labios de la poseída, provoca ciertos escalofríos, así como las convulsiones de ésta, o la famosa secuencia del perro. En el apartado terrorífico, tiene un aprobado de largo, gracias en parte a un maquillaje a base de cortes y llagas, y unas lentillas espeluznantes, que sin lograr los resultados conseguidos con sus sosías Regan, si que llegan a acojonar. El problema es que hasta que llega la parte que nos interesa, tenemos que soportar interminables conversaciones, que aún viniendo a cuento y aclarando las cosas (es decir, que no son conversaciones del todo gratuitas con el fin de alargar metraje), aburren al aburrimiento.
En el reparto, habituales de la filmografía “Naschiana” como Maria Perschy, Maria Kosty o Grace Mills y en las labores de dirección (cosa esta que en una peli de Naschy, suele ser lo de menos), el experto en comedias de humor grueso, Spaghetti Western, y todo lo que le echen Juan Bosch, culpable de joyas como ¡CARAY CON EL DIVORCIO! Con Fernando Esteso, LA DUDOSA VIRILIDAD DE CRISTOBAL, o ABRE TU FOSA, AMIGO, LLEGA SÁBATA.

domingo, 26 de mayo de 2013

MASACRE EN TEXAS 2

Para comenzar a hablar de esta película, primero hay que hacerlo de su predecesora, del clásico. A mi me costó lo mío pillarle el gusto a "La matanza de Texas" original, me la tuve que ver unas cuantas veces. Y es que tiene sentido, sitúense:  yo era un adolescente que, a mediados de los años 80, se había desvirgado con un buen puñado de títulos imperecederos como "El Exorcista", "La cosa", "Pesadilla en Elm Street" y, cómo no, la intocable, "Posesión Infernal". Claro, con semejante material metido por la vena, ¿qué clase de peli podía yo esperar de "La matanza de Texas"?, pues todo aquello que no era. El clásico de Tobe Hooper iba muy escaso de gore y truculencia (es decir, efectos especiales), y hacía gala de una estética hiper-realista propia de su década. Todo aquello no casaba con los terrores modernos a los que yo estaba acostumbrado por lo que, obvio, de entrada no le veía la gracia. "La matanza de Texas" es una peli de atmósfera, de texturas, de olores, de ambientes pútridos, y para sentirlo, hace falta algo más que un cerebro joven e impresionable mal acostumbrado al cine-espectáculo de los 80. Yo creía que iba a consumir gore colorista y llamativo rociado de látex, sierras mecánicas para dar y tomar, que para algo era el emblema de la película, un asesino enmascarado "cool", supongo que algo de humor negro, rock and roll en la banda sonora y un "look" característico para lo que era el cine de mi época. Curiosamente, TODO eso SÍ estaba en la segunda parte (y en el apartado musical incluyo a los mismísimos "The Cramps"!!). ¿Estoy diciendo con esto que me gusta más la dos?... tal vez, no estoy seguro. De lo que sí estoy seguro es de que tengo buen concepto de "The Texas Chainsaw Massacre part 2", al revés de lo habitual... sobre todo, en el momento de su estreno.
Tobe Hooper se había ya integrado del todo en el "mainstream" gracias a Steven Spielberg, que lo fichó como director en "Poltergeist" (acarreando toda la mítica polémica según la cual Hooper ejerció más bien de ayudante del rey midas de Hollywood). De ahí pasó a las arcas  de la entonces poderosa "Cannon" para quienes rodó la hoy cult-movie "Fuerza Vital/Lifeforce" y el remake de "Invasores de Marte". Ambas sonoros fracasos. La lógica se imponía: ¿qué podía hacer para asegurarse el tiro?, pues la secuela de la peli que le había hecho inmortal. En realidad llevaba tiempo pensando en ello, e incluso contaba con una sinopsis completa. Pero a la hora de enfrentarse al nuevo proyecto decidió comenzar de cero, para lo que contrató como guionista nada menos que a L.M.Kit Carson, responsable del libreto de la venerada "Paris, Texas" y que se moría de ganas de quitarse de encima la etiqueta de "prestigioso".
Y ahí entramos en el tema polémico, el giro ya no estético, ni narrativo, más bien de tono. Mientras la primera era un film de horror en el sentido estricto del término, escalofriantemente serio, gélido, mal rollero, dramático y angustioso, la segunda parte se enfocó casi casi como una comedia. O una comedia de terror, si quieren, aunque revisionada hace escasos días puedo decir que las palabras "miedo" y "terror" no tienen mucha presencia en "Masacre en Texas 2"... y no parece que sea por incapacidad de Hooper, para nada, pienso que es algo buscado totalmente a conciencia. ¿Fue una decisión acertada?. Pues yo creo que sí. Veamos, ¿hubiese sido mejor intentar repetir las formas de la original en una década tan frívola y superficial como fueron los 80?, ¿habría funcionado recuperar la tremebunda seriedad?, más después de tantas imitaciones y copias, de que el terror se había hecho adulto o de "Viernes 13" y sus múltiples secuelas, con un público totalmente acostumbrado a la violencia más gráfica y explícita (detalle este al que se alude en un diálogo cuando uno de los psicópatas menciona a "Rambo"). Yo creo que no. A mi me parece que fue muy inteligente por parte de Tobe Hooper y Kit Carson tomar ese desvío tan llamativo, dirigiendo su mala uva al colectivo "yuppie" y pijo-guay, tan de moda y tan bien visto en la era Reagan. Ya de entrada, nada más arrancar la peli, son justamente eso, un par de "yuppies/pijos" gamberros, los primeros en morir, en pagar por sus fechorías, por su actitud arrogante y mal educada. Aunque hay algo más significativo si cabe, el póster. El más popular de la peli, aquel que adornaba la caratula del VHS español, arriba expuesto, no es otra cosa que una parodia del cartel de "El club de los cinco", título estandarte del cine adolescente/generacional de los años 80. Ahí es nada. De hecho, hay una secuencia extirpada del montaje final (aunque presente en los extras del dvd americano) en la que la familia de psicópatas sale a la caza de seres humanos y se fija en una pandilla de pijillos estridentes y chillones que terminan troceados de un modo indiscutiblemente cómico, bufo, con sus extremidades volando por los aires (mencionar que otra de las víctimas nocturnas es el popular especialista en cine "trash" Joe Bob Briggs). Lo curioso del asunto es que en los 80 el ingrediente humorístico solía estar bastante bien visto cuando se mezclaba con el terror y, a día de hoy, hay quien vive -equivocadamente- convencido de que era la tónica general. ¿Por qué, entonces, sentó tan mal este cambio?, indudablemente por el prestigio del film precedente.
Así pues, tenemos a los dos pijis-yuppies masacrados por los chicos de la sierra mecánica. Afortunadamente, o desafortunadamente, todo el incidente ha sido grabado en vivo y en directo por la DJ de una radio a la que las víctimas habían llamado. Justo entonces entra en la ecuación un ranger de Texas, de nombre "Lefty", que resulta ser el tio del impedido que moría aserrado en la primera parte. El hombre busca venganza y sabe que los asesinos andan sueltos, aunque nadie le crea. Nadie salvo la DJ, que se ofrece a ayudarle. El hombre la convence para que ponga la grabación del crimen por la radio a la espera de alguna reacción de los implicados... y vaya si la hay. La familia de la sierra mecánica acude a la emisora, mata al técnico de la chica y someten a esta a un nivel diez de angustia. Sin embargo, el bueno de "Leatherface" se enamora de ella, y finge que se la ha cargado, largándose. La muchacha decide seguirles hasta su guarida, donde se encontrará con "Lefty" y donde, obvio, se desarrollará todo el climax final, a base de sierras humeantes, gritos y mucha demencia.
Bien, hablemos de los auténticos héroes de la función, la familia de matarifes de apellido Swayer. El primero en destacar es, lógicamente, "Leatherface" cuyo nombre real es Bubba. Sin desmerecer de Gunnar Hansen y su aterrador "Cara de cuero" primigenio, debo confesar que, para el caso, mi "Leatherface" favorito es el de esta secuela. No únicamente por cómo lo interpreta el actor tras la máscara, Bill Johnson, cual niño grande la mar de inocente y "buencha", también por su look. Me gusta creer que el personaje se vio salpicado por lo que ya comenzaba a ser costumbre en aquellos tiempos, convertir al monstruo en un icono de reconocible aspecto, con coloristas señas de identidad, y "Leatherface" en esta peli luce un uniforme la mar de chanante compuesto de un traje negro, una horrible corbata bien hortera, un clavel rojo en la solapa, un par de guantes también negros, una máscara algo menos realista y, claro está, una enorme y pantagruélica sierra mecánica (existe un popular póster de la época en el que posa junto a unos Jason, Freddy y Michael Myers perfectamente convertidos en estrellas). Adorable. Encima, como comentaba, es la peli en la que se enamora de una chica a la que medio-protege (según L.M.Kit Carson, otra puya al cine "teen" de los 80) y a la que, como muchos recordarán, sueña en hacer el amor usando su sierra como significativo sustitutivo del pene. Luego tenemos al hermano mediano. Durante años dudé de si se suponía que era el mismo de la primera, a pesar de que fuese atropellado por un camión al final de aquella. De hecho, creía que la placa que luce en la cabeza era consecuencia de eso. Pero no, ahora ya sé que aquel murió y es conservado por la familia en estado de momificación, de hecho, es el muñecote que llevan a todas partes y que posa en el póster  Sí, ese. El nuevo personaje es en realidad otro integrante de la peculiar prole. ¿Y dónde andaba durante los hechos acontecidos en "La matanza de Texas"?, pues, según he leído, en Vietnam y fue ahí donde se ganó la mentada placa. Curioso. No hace falta decir que este fue el personaje que lanzó al pseudo-estrellato a Bill Moseley, hoy perfectamente integrado como actor recurrente del cine de horror tirando más a zetoso. El único de la peli original que regresa es Jim Siedow, el hermano mayor. Y cerramos el repaso con un clásico, el abuelo. Sorprende que aún siga vivo a estas alturas de la historia, sin embargo, se mueve más que en "La matanza de Texas" y se reserva algunos planos francamente divertidos y enfermizos, como cuando babea casi encima de la cámara o lame desesperadamente la percha que Bill Moseley utiliza para rascarse la herida de la cabeza y, así, arrancarse pequeños trocitos de carne que devora con delectación. Idea retorcida y desagradable donde las haya, pero también absolutamente brillante.
En orden descendente de estrellato, tenemos al gran Tom Savini. ¿Qué decir de él?, pues nada, que una vez más se luce con su dominio para el látex y la truculencia... o se luce todo lo que la censura le deja, claro, porque entre eso y los cortes que dio el propio Tobe Hooper para animar el ritmo, la verdad es que la cosa se reduce un cacho. Aún así, y a diferencia de la peli del 1974, aquí sí tenemos gore, sí tenemos chorrazos de sangre, sí tenemos cuerpos mutilados por las cortantes sierras mecánicas, todo ello muy bien parido, muy gran guiñolesco y abiertamente disfrutable.
Luego encontramos al resto del reparto, en el que destacan Caroline Williams como la guapa DJ "Stretch" (y que, curiosamente, se podría decir que es prácticamente EL ÚNICO personaje femenino de toda la peli), un Dennis Hopper totalmente desatado, armado con tres sierras (dos de ellas pequeñas y a modo de revólveres) y que no para de berrear (en una entrevista dijo algo parecido a esto: "La peli era mala... yo estaba fatal.... pero fue la mar de divertido hacerla!") y Lou Perryman como el entrañable "L.G.", un tipo que no para de echar lapos, incluso mientras le están matando (Perryman, amigo íntimo de Tobe Hooper, había ejercido de ayudante de cámara en la peli original. También le podemos ver en "Granujas a todo ritmo", "Poltergeist" o "El sótano prohibido". Desafortunadamente fue asesinado el año 2009 en su propia casa. RIP.). Y finalmente está al señor director, pariendo la que sería su última película realmente digna, marcándose un divertido cameo como el cornudo que recibe un baño de latas vacías y compartiendo la creación de la música incidental junto a Jerry Lambert, tal como el horripilante pero resultón tema inicial a base de sintetizador y con aires a lo "Psicosis". El siguiente largo que hizo resultaría ser la temible "Combustión espontánea" y, después de eso, todo fue cuesta abajo (salvo algún desliz majete).
Y tras todos los implicados, no podemos olvidarnos de la sierra mecánica que, como ya he dicho, en esta ocasión gana un total y absoluto protagonismo. Ya no es simplemente la herramienta de los asesinos, es mucho más. Las hay para dar y regalar. Todas grandes, brillantes, humeantes y ruidosas. Las vemos destrozar cuerpos humanos, las vemos chocar entre ellas (el famoso duelo de "Leatherface" y "Lefty"), las vemos reposando a decenas en estanterías. Aquí es donde Jim Siedow suelta aquello de "La sierra es la familia" que acabaría estampado en el cartel y la sierra de la tercera entrega.
Cabe decir que hay un interesante dato paralelo que acompaña a "The Texas Chainsaw Massacre Part 2" y es la fuerte influencia que ha tenido en Rob Zombie como cineasta, en muchas de sus pelis o sus decisiones de casting. Por ejemplo, dejando de lado que "La casa de los 1.000 cadáveres" al completo apesta a "La matanza de Texas", es su exceso estético y, sobre todo, el recurrente ambiente ferial lo que retrotrae a la obra de Hooper. Tampoco podemos ignorar la recuperación de Bill Moseley que, hasta la aparición de Zombie, muy pocos le recordaban y situaban. Incluso Caroline Williams tiene un papel en el "Halloween 2" Zombiano después de mucho tiempo alejada del género. Y en "Lords of Salem" hay un momento en que la prota llama a su perro "Big Bubba". Cuadra, ¿no?.
Llegados a este punto, dejemos de friquear y centrémonos en lo que realmente importa, ¿¿pero la peli, mola o no mola??. Bien, a mí sí me mola. Me parece divertida, sanamente descerebrada, con un montón de atributos narrativos y estéticos (no había dicho nada aún del estupendo diseño de producción) y, que sí, que está guay. Ahora bien, no es perfecta. Arranca muy estupendamente, con mucho brío, y ahí se mantiene hasta la secuencia del ataque en la radio. A partir de aquí, la cosa pierde un poco de fuelle. En parte porque, por un momento, y durante la secuencia de la cena, parece que pretenden repetir los logros de la original y no lo consiguen. No porque lo hagan peor, sino porque ello no casa con el "nuevo tono". Tampoco es que sea algo insoportable, ni mucho menos. Además, ya en el clímax la cosa se recupera mucho y muy bien. No creo que a estas alturas "espoilee" nada si resaltamos el hecho de que todos los miembros de la familia mueren, y sin medias tintas, aquí lo vemos claramente. Podríamos decir que la cosa termina con un nuevo principio, con la prota, "Stretch", totalmente desquiciada y berreando, sierra mecánica en ristre. ¿Cómo hubiera continuado la franquicia de haber seguido dónde la dejó Tobe Hooper?. A saber.
No me consta que fuera un fracaso en su tierra, no uno muy desastroso al menos, sin embargo, como sabéis, a España llegó directamente en vídeo y con esa estrambótica mutación del título, cosa probablemente debida a derechos legales y demás mandangas de copyrights (vamos, que lo de "La matanza de Texas" pertenecería a la compañía que lanzó la original). 
Hay que verla y hay que tenerla.

jueves, 6 de junio de 2019

I DUE GATTONI A NOVE CODE... E MEZZA AD AMSTERDAM

Aunque represente un fenómeno equiparable, en más de un aspecto, al de ciertos dúos cómicos patrios (sin ir más lejos, Los hermanos Calatrava, con los que coincidirían en el tipo de humor, así como en la laya de los films que protagonizaron), el descomunal éxito cosechado por la pareja compuesta por Franco Franchi y Ciccio Ingrassia causa asombro y pasmo, en retrospectiva y desde una perspectiva no italiana, y no solo por el hecho de haber conseguido encabezar el reparto de más de un centenar de títulos (en su momento de mayor apogeo llegaron a rodar 23 películas en solo dos años, llegando incluso a codearse con estrellas de Hollywood de la talla de Buster Keaton, Jayne Mansfield o Vincent Price) sino, sobre todo, por haber gozado de una manera tan prolongada del favor popular protagonizando películas que, en su mayoría, eran rematada, inaceptablemente malas.
Lejos de erigirse en una moda pasajera, la carrera cinematográfica de los contrahechos Ciccio y Franco se desarrollaría durante algo más de tres décadas cimentándose en una clara estrategia comercial basada a su vez en esa ley del mínimo esfuerzo tan común, por otra parte, a la idiosincracia derivativa de la cinematografía transalpina de género: esto es, aprovechar el último éxito de taquilla para bautizar a una serie de películas en el fondo indistinguibles entre sí y que, en la mayoría de los casos, poco o nada tenían que ver con el título "parodiado". Así, y sin un criterio definido, los cómicos milaneses se atrevieron a "adaptar" a su peculiar manera desde prestigiosos ejemplos de cine de autor (por ejemplo, a costa de "El gatopardo" surgiría "I figli del leopardo"), del spaghetti western cómico con "I due figli di Trinitá" (o sea, la parodia de la parodia) e incluso de blockbusters yanquis como "El justiciero de la ciudad" o "El exorcista" con "Il giustiziere di mezzogiorno" y "L'Esorciccio", respectivamente.
Aunque sí que llegaron a filmar algún spoof  en sentido estricto tal y como los conocemos hoy en día (por ejemplo, en "El guapo, el feo y el cretino" se recreaban personajes, escenarios y situaciones directamente extraídas de "El bueno, el feo y el malo") en la mayoría de los casos, y teniendo en cuenta esa ley del mínimo esfuerzo que antes comentábamos, se tomaba el film a explotar como mero punto de partida a partir del cual trazar una mínima línea argumental en la que el privativo, localista y vodevilesco sentido del humor de la pareja (basado en el slapstick, en los equívocos verbales de índole más o menos sexual y/o escatológica y, sobre todo, en las estomagantes muecas de Franchi) pudiera desenvolverse sin ningún tipo de obstáculo ni cortapisa.
En un nivel intermedio de esta tendencia nos encontraríamos con el anteriormente citado exploit del cine de justicieros protagonizado en solitario por Franchi, en el cual, y aunque se emularan algunas de las escenas del film de Michael Winner como la del calcetín lleno de monedas (“¿Me podría cambiar estas cinco mil liras en monedas de 100? ¿Me las podría meter en este calcetín?”), la supuesta parodia acababa tomando unos derroteros argumentales que se alejaban radicalmente de los del título en el que, en teoría, se basaba. En un nivel aún más extremo de dejadez y desvergüenza se encontraría esta "I due gattoni a nove code... e mezza ad Amsterdam", que si bien alude de manera evidente al segundo esfuerzo tras las cámaras del sobrevalorado Dario Argento no tiene absolutamente ninguna relación en aspecto alguno con el título que pretendidamente toma como modelo, más allá del hecho de que aquí Franco y Ciccio interpretan a dos periodistas, profesión que comparten (y yo diría que casualmente) con el personaje protagonista de "El gato de las nueve colas". Esta clamorosa falta de conexión nos lleva a pensar inevitablemente en dos opciones: 1) los responsables de esta película se inspiraron exclusivamente en el tráiler de la de Argento a la hora de escribir su guión, o  2) la pareja protagonizó un film absolutamente random al que rápidamente cambiaron de nombre tras el éxito de la otra.
Y es que si en esta última la historia trataba de las pesquisas que se desarrollaban en torno a una clínica privada que estudiaba la influencia genética en la formación del carácter del asesino, en este caso el par de caricatos estelarizan una trama de espías en la que la investigación de una muerte, de la que son testigos fortuitos, desembocará en el descubrimiento de una red de tráfico de diamantes (¿¡!?) Para alejar más aún uno y otro título, la mayor parte del metraje de "I due gattoni a nove code..." se situará como bien indica su título en la capital de Holanda, con el puterío que ello conlleva además de la consabida introducción de los dos cuarentones protagonistas en el mundo de las drogas blandas cuando estos entren en contacto con el ambiente de la juventud de la época, en una escena, por cierto, calcada de otra de la española "Crimen imperfecto", en la cual los detectives encarnados por López Vázquez y Fernán Gómez también se hacían pasar por jipiosos con el objetivo de resolver un asesinato, disfraz con peluca y abalorios, y caladita de porro, incluida.
Lejos de mostrar una voluntad por ofrecer algo novedoso, este cambio de rumbo con respecto al original denota una dejadez que posteriormente se confirmará y agravará en una sucesión de escenas absolutamente genéricas y previsibles (que incluye un enfrentamiento en una academia de karate, seguramente para aprovechar también la pujanza en aquella época del cine de artes marciales, género del que la pareja haría mofa un par de años después en "Ku fu? Dalla Sicilia con furore"), siendo la película dirigida por el todoterreno Osvaldo Civirani, colaborador habitual de la pareja, tan poco graciosa y aburrida que llega a funcionar más como thriller o spy movie que como comedia. Finalmente, y a pesar de alcanzar un considerable nivel de idiocia durante todo su metraje, "I due gattone a nove code..." no es ni de lejos tan irritantemente mongólica como otros trabajos del dúo, aunque por desgracia el único interés que a día de hoy pudiera deparar el visionado de un título de esta calaña (es decir, la curiosidad que podría despertar la comparación entre original y copia) queda frustrado por su condición de parodia encubierta o, más bien, de "no parodia" parca en referencias identificables por parte del espectador. Hasta en ese sentido resulta una película decepcionante.