Se trataría, también, de la primera (y única) película del
colectivo de cineastas amateur Sevillanos denominados a sí mismos de igual
manera que a su película, “Madre in Japan”, con una película con la que
intentarían salir del ostracismo al que, por naturaleza, estaban condenados. No
lo consiguieron.
En un pueblo ficticio de Sevilla, Aljaranda, hay mucho
revuelo con los mundiales del 82. Además, un grupo de lugareñas regresan de un
viaje colectivo al Japón, del que una de
ellas vendrá embarazada de un nipón. La chica regresa habiéndole dado a su novio
Japonés una dirección falsa pensando que nunca más volverían a verse. Así que
entre unas tramas y otras, con la radio pirata local, y la televisión de por
medio, planean, durante la retransmisión de un importante partido del mundial, y
con la ayuda de un súper ordenador creado por uno del pueblo, interferir vía satélite con un mensaje destinado al padre de la criatura, para que sea consciente de lo que
viene y que vaya para Aljaranda.
Con un tono del todo rural, absolutamente característico de
la cinematografía andaluza, deudor del neo realismo (o más bien, parodiándolo)
y con un humor totalmente localista, este estilo de cine permanece anclado en
una época (finales de los setenta y la década de los ochenta) y se convierte en
un movimiento único dentro de cualquier cinematografía de cualquier parte del
mundo. Es curiosísimo porque, además, uno de sus puntos en común (y a favor) es
el bajo presupuesto de estas producciones, e incluso su marginalidad, no solo
en lo que retrata, sino en la elaboración de las películas, siempre bajo
mínimos.
Incluso, en su debut como director, y ante la ignorancia, no
ya de los cuatro gatos que fueron a ver la película, sino incluso de quienes
financiaron esta, Pablo Carbonell, andaluz aunque muchos le crean catalán,
rindió su homenaje a esta corriente cinematográfica con la muy entrañable y
recomendable “Atún y Chocolate”, que fracasó en taquilla.
La cinematografía
Andaluza es harto interesante, incluso fascinante, pero naturalmente y por
razones obvias (demasiado de aquí, demasiado costumbrista) es rechazada por el
público, siendo esta una cinematografía en vías de extinción. Desde que me he vuelto aficionado a ella (por
su exotismo, a fin de cuentas) “Madre in Japan”, me ha resultado la película
más curiosa de todas en el sentido de que, si exceptuamos los minúsculos
cameos de “Los Morancos”, que además, por fechas, en 1983, cuando se rodó,
todavía no eran nadie , el futbolista Gordillo o la aparición especial de
Agustín Gonzalez, el resto del reparto, son actores totalmente amateurs, cuyo
entusiasmo queda patente durante toda la película. Lástima que están todos
doblados por profesionales y no podemos disfrutar (u
horrorizarnos) con sus acentos reales.
Por otro lado, todo, absolutamente TODO en esta película es
de una precariedad espantosa. Tan espantosa como atractiva a a la hora de
visionarla, y teniendo en cuenta que los decorados son naturales, o fabricados a base de cartulina y rotulador
dentro de estos, y que tan solo cuentan con cámara y película en
35 mm. para llevar a cabo su producción, la mala planificación (que es un rato
mala), la falta de objetivos de todo tipo y un montaje básico, dan como
resultado a esta película de cine el mismo que una de aquellas primigenias
películas filmadas en formato magnetoscópico para “Olympic Vídeo”, dirigidas por Miliki, Joe
Rigoli o Pajares. Todo muy pobre, pero, eso si, con look de cine.
Vamos, una película única.
Pero si dejamos a un lado frikadas técnicas y odas a la
pobreza cinematográfica ¿funciona? Pues sí. Se trata de una
película muy agradable de ver. Según mi pareja, se trata de “Una historia de
amor muy bonita” y por mi parte, además, añadir que se trata de una comedia muy
simpática, en la que, por ejemplo, los devaneos del padre de la chica en la
búsqueda del padre Japonés de su futuro nieto son material cómico, si no de
primera categoría, si más que factible para la comedia española.
Y ahora especificar, que muchas veces mis explicaciones o
sus entendederas son un poco cortas: Reivindico esta película PERO NO COMO
PELÍCULA MALA. Esta lo único malo que tiene es el título. La reivindico como
película que rompe con los patrones, como rareza y como osadía. Es una peli sin
pasta, si, pero es una peli que cumple con todo lo previsto en su
pre-concepción. Al fin y al cabo, es cine amateur con intención de dejar de
serlo. O sea, otro rollo.
Como anécdota decir que una de las actrices es Ana Galiana,
la abuela de “Cuéntame como pasó”, antes de ser una actriz popular, y cuando,
intuyo, se dedicaba a la docencia como medio de vida.
Del colectivo “Madre in Japan” y del director Francisco
Perales, nunca más se supo, como de tantos cineastas meramente andaluces.